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Guias e Dicas
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Psicología Médica: La Personalidad Humana, Esquemas de Fisiologia Humana

Este documento pertenece a la materia de psicología médica de la facultad de ciencias de la salud en santa cruz, bolivia. Se trata de una unidad sobre el estudio de la personalidad, donde se abordan conceptos básicos como la definición de personalidad, sus tipos y su relación con el carácter. Además, se exploran los trastornos de personalidad y cómo se diagnostican.

Tipologia: Esquemas

2022

Compartilhado em 24/11/2022

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FACULTAD DE IENCIAS DE LA
SALUD
CARRERA DE MEDICINA
MATERIA: PSICOLOGIA MEDICA
SANTA CRUZ - BOLIVIA
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FACULTAD DE IENCIAS DE LA

SALUD

CARRERA DE MEDICINA

MATERIA: PSICOLOGIA MEDICA

SANTA CRUZ - BOLIVIA

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OBJETIVOS

Fundamentar la importancia de cada una de las funciones mentales que le permiten al ser humano estar en contacto con el entorno y poder emitir juicios de valor correctos a cerca de la realidad. Fundamentación teórica ELEMENTOS DEL VIVENCIAR Psicología de la sensación Cuando un estímulo que actúa sobre un órgano sensorial que se llama receptor es capaz de excitarlo, provocando una reacción de transmisión que viaja hacia un centro integrador que en el ser humano se llama cerebro, denominamos sensación Psicología de la percepción Cuando la transmisión nerviosa llega al cerebro desde el receptor, se somete a una serie de elaboraciones psíquicas hasta convertirse en una percepción, de las cuales no estamos conscientes y que llamamos a las percepciones como sensaciones. Jaspers le denomina: "conciencia de objeto" Leyes de la Percepción Tipos de percepciones 1 Percepción sensorial Real y objetiva; 2) Percepción; 3) Pareidolias: Psicología de la representación Definición: Son imágenes surgidas en la conciencia, reconocidas como un producto de sí mismo, es íntima, carecen de vivacidad y nitidez, dependen totalmente de la actividad psíquica y se modifican por la voluntad. Características: La representación es la materia prima con que trabaja el pensamiento, se refiere a algo anteriormente percibido o a algo inventado. Tipos de representaciones: R. mnémica: R. de la fantasía: R. eidética: R. onírica: Psicología del pensamiento En pensamiento es considerado como un flujo de ideas, dirigidas hacia un objetivo, y que se expresa a través del lenguaje o través de la acción. Flujo que ha sido movido por un problema y que intenta conducir a conclusiones eficaces en relación a tal problema. El pensamiento puede sufrir trastornos a diversos niveles de su elaboración en la estructura, velocidad, contenido, control. Estructura del pensamiento:

UNIDAD O TEMA: 9

TITULO: ELEMENTOS DEL VIVENCIAR

FECHA DE ENTREGA: 9na. semana de clases

del vivenciar: Son factores generales de cuya presencia y operatividad depende la construcción vivencial, siendo por lo tanto condicionantes necesarios. Estos son: 2.1. Conciencia2.2. Inteligencia2.3. Atención2.4. Memoria2.5. Orientación3. Cualidades fundamentales de las vivencias: Corresponde a ciertas cualidades generales que sólo surgen en la naturaleza humana y que son resultantes de la funcionalidad yoica. Su carácter dinámico exige una aproximación dimensional que distingue las siguientes dimensiones:3.1. Dimensión realidad- irrealidad3.2. Dimensión actividad-pasividad3.3. Dimensión acercamiento-evitación3.4. Dimensión dependencia-independencia Condiciones absolutamente necesarias aunque no suficientes para que se lleve a cabo nuestro vivencia, son la lucidez de la conciencia, una inteligencia normal, la atención necesaria junto a una orientación personal adecuada, y una memoria que registre el evento. La indemnidad de estas funciones que hemos llamado instrumentos del vivenciar, posibilita la realización de la sensación, percepción, representación, pensamiento, afectividad y psicomotricidad; o sea, los modos de vivencia dependen del estado de los instrumentos del vivenciar. Pero todo el conjunto de vivencias que emana desde la afectividad, percepción, psicomotricidad, pensamiento, representación y sensación, pasa por el filtro del yo del sujeto. Los eventos psíquicos se cualifican vivencialmente bajo la funcionalidad yoica. Desde el yo, adquieren su sello propio y se configuran en vivencias personales. Es decir, los acuña y les imprime un carácter propio bajo un proceso integrador que estará condicionado por su propia estructura y organización dinámica, la cual se ha configurado a través de su historia, en relación a los caminos de resolución que adopte frente a las cuatro dimensiones polares que lo constituyen desde su génesis. Reiteramos que las cuatro dimensiones autonómicas que hemos considerado como básicas, son la dimensión realidad-irrealidad, actividad-pasividad, acercamiento evitación y dependencia-independencia. Consideramos que estas cuatro dimensiones son operacionalmente fundamentales pero no excluyentes de otras posibles dimensiones susceptibles de formulación. Cada intento descriptivo en Psicología tanto normal como patológica, por necesidades didácticas se ve sometido a reducciones simplificadoras y clasificaciones que desde una perspectiva global son en cierta medida forzadas, ya que este proceso, descrito como una secuencia por nosotros, trascurre en un suceder simultáneo donde los tres pilares de nuestro vivenciar: instrumentos, modos y cualidades, se interrelacionan dialécticamente, llevándonos así a la configuración del vivenciar, como un todo y no como la suma de sus componentes. Schneider, en su texto de Psicopatología clínica, reflexiona sobre la inevitable necesidad que tiene el investigador de realizar tal esquematismo que lo obliga a tener continuamente presente los riesgos de tal artificio. Textualmente dice: "Si en cierto modo hemos realizado una disección de la unidad funcional psíquica, ello ha sido tan sólo debido a que en último término, para conocer algo acerca de ella, no hay más remedio que considerar cada función por separado. Mas, al ir estudiando así cada función, no hemos de olvidar que no se trata aquí de partes a sumar, de elementos susceptibles de ser aislados sin perjuicio del todo, de meras piezas de construcción que se ensamblan entre sí para montar un edificio. Tampoco el botánico que describe sucesivamente la forma, el color, la disposición de la superficie, etc., de una hoja, cree que esta última es una mera suma de tales elementos. También él se ve obligado a analizar cuanto quiere describir, ya que le resulta imposible decir todo de golpe y de una vez. Es en este único y exacto sentido que ha de entenderse la disección por nosotros efectuada. Debe entenderse entonces que los límites de los diversos sectores se imbrican y difuminan entre sí".Siguiendo la

misma ordenación empleada en el material psicológico normal, a continuación planteamos la clasificación general de la psicopatología que será desarrollada en este trabajo. Cada grupo de trastornos psicopatológicos integra una aproximación fenomenológica a la respectiva psicología normal. Resultados Conclusiones Evaluación 1.- ¿QUÉ ES LA SENSACIÓN? En primer término, sensación se le llama a la impresión que produce una cosa por medio de los sentidos, es decir, es la respuesta inmediata que dan los órganos sensoriales ante la recepción de un estímulo. Por órganos sensoriales nos referimos a los ojos, los oídos, la vista, la nariz, la boca y la piel. 2.-¿QUÉ ES LA PERCEPCIÓN? Percepción es la acción y efecto de percibir. En este sentido, el término percepción hace alusión a las impresiones que puede percibir un individuo de un objeto a través de los sentidos (vista, olfato tacto, auditivo y gusto). Por otro lado, percepción es el conocimiento o la comprensión de una idea. 3 .- ¿QUÉ FUNCIÓN CUMPLE LA ESTRUCTURA DEL PENSAMIENTO? La estructura del pensamiento o los patrones cognitivos son el andamiaje mental sobre el que se conceptualiza la experiencia o la realidad. Se considera pensamiento también la coordinación del trabajo creativo de múltiples individuos con una perspectiva unificada en el contexto de una institución. 4 - QUÉ ES EL ESTADO DE ÁNIMO Y QUIENES LO SUSTENTAN? El estado de ánimo es una actitud o disposición en la vida emocional. No es una situación emocional transitoria. Es un estado, una forma de permanecer, de estar, cuya duración es prolongada y destiñe sobre el resto del mundo psíquico. 5.- LOS ACTOS INSTINTIVOS REQUIEREN U N APRENDIZAJE PREVIO, POR QUÉ? Comportamiento instintivo sería aquel comportamiento natural influenciado por la genética a través de una selección natural de miles de años transmitida de generación en generación con la única función de poder cumplir con eficacia sus dos instintos más primarios, supervivencia y continuidad de su especie. Es como si estuvieran diseñados para actuar de determinada manera ante la aparición de ciertos estímulos que desencadenarían una conducta en la que no ha habido un aprendizaje previo.

Personalidad: Conjunto de cualidades psicofísicas que distinguen a un ser de otro El hombre como individuo. Considerado como tal, el ser humano es un complejo organismo vivo con unas funciones motoras, sensitivas y vegetativas. El hombre como persona. Suma a lo anterior la psique —llamémosla conciencia, intelecto o capacidad de raciocinio—, que es lo que lo diferencia del resto de los seres vivos. Un perro es un individuo dentro de su especie (mamíferos cánidos), pero no es una persona. Ya el dualismo cartesiano afirmaba que el hombre consta de una parte corporal, física, y otra cognitiva, psíquica. Y filosóficamente se dice que «el nombre es el único animal que tiene conciencia de ser un animal que tiene conciencia». Parece un galimatías o un juego de palabras, pero, si nos fijamos, efectivamente el animal irracional siente, pero no es consciente de ello (al menos, con el nivel o “calidad” de consciencia de un ser humano). Sin conciencia racional la conducta humana sería automática y no existiría posibilidad de progreso. Si observamos la conducta de algunos animales, como las abejas o las hormigas, nos llama la atención cómo unos seres, aparentemente tan simples, poseen una organización social casi tan compleja como la humana. Sí, es asombrosa. Pero esa conducta se viene repitiendo, generación a generación, desde hace miles de años sin progreso ni cambio alguno, precisamente porque no tienen conciencia de ella, y actúan así sólo por instinto. Sin conciencia no hay improvisación ni innovación alguna. La conciencia supone una actividad reflexiva y esta reflexión está unida a un Yo, un sujeto que integra el conjunto de actividades de la propia conciencia. El hombre es capaz de tomar conciencia de su pasado, su presente e incluso de hacer proyectos sobre su futuro, unificando todo ello en su propio Yo, que persiste a pesar de todo cambio en el tiempo o en la forma de vivir. Existe una adaptación a las modificaciones ambientales o circunstanciales, pero ese Yo adaptado es el mismo en esencia. El hombre como personalidad. Acabamos de definir al ser humano como individuo y como persona, pero debemos añadir un atributo identificativo más: su personalidad. Con ello ya no nos referimos a una persona cualquiera, sino a una determinada dentro del grupo. La personalidad aúna el sustrato físico y mental con la disposición y modo de reaccionar ante el ambiente que cada sujeto adopta y lo diferencia de otro. Viene determinada por una serie de factores que la configuran: condicionamientos, sensaciones, emociones, experiencias, aprendizaje, carácter, etcétera. Podemos resumir diciendo que el ser humano es el resultado de una tríada donde se unen: un sustrato biológico físico (individuo), una dotación de conciencia (persona) y unas cualidades o características propias e identificativas (personalidad). El consciente, el subconsciente y el inconsciente A lo largo de su vida, Freud definió el aparato psíquico de diversas maneras. La primera de ellas fue el modelo topográfico, que lo dividía en consciente, subconsciente e inconsciente.

Posteriormente, este modelo fue sustituido por el modelo estructural, que distinguía entre YO, ELLO y SUPERYO. En el modelo topográfico las operaciones y contenidos mentales se describían en relación a la conciencia. Cualquier suceso mental que ocurría fuera de la conciencia y que no podía hacerse consciente mediante un esfuerzo de la atención, se consideraba perteneciente a otra región más profunda de la mente: el inconsciente. Los sucesos que podían hacerse conscientes mediante la atención se consideraban subconscientes. Todos aquellos que se producían en un nivel consciente estaban localizados en la superficie de la mente. El consciente. El sistema consciente es aquella región psíquica en la que las percepciones que provienen del mundo exterior, del propio cuerpo o de la mente, se hacen conscientes. La consciencia es, en términos generales, un hecho subjetivo que puede comunicarse por el lenguaje y la conducta. Todo lo consciente es aceptado y reconocido como propio por el sujeto en el momento presente, dirige la atención y modula el comportamiento y la energía psíquica. El subconsciente. El sistema subconsciente consiste en todos aquellos sucesos, procesos y contenidos mentales que son capaces de alcanzar o llegar a la consciencia si se realiza un esfuerzo para concentrar la atención. Freud aplicó el término subconsciente o pre consciente a los contenidos mentales capaces de hacerse conscientes de forma fácil y bajo condiciones que se produzcan con bastante frecuencia, lo que los diferencia de los contenidos inconscientes, que muy difícilmente llegan a hacerse conscientes. Una de las funciones del subconsciente es mantener una barrera represiva, que «censura» anhelos y deseos, para evitar el desagrado, retrasar la descarga instintiva y lograr que la energía mental concuerde con las demandas de la realidad exterior y los principios o valores morales y éticos con que cuenta toda persona. El inconsciente. El inconsciente es la suma total de todos los contenidos mentales o procesos que quedan fuera de la consciencia y que son incapaces de llegar a ella a causa de una contra fuerza que es la censura o la represión. Estos contenidos mentales inconscientes suelen ser impulsos o deseos que resultan, en cierto modo, inaceptables, amenazadores o repugnantes para el sujeto desde el punto de vista ético o intelectual; pese a la censura, estos contenidos pugnan por hacerse conscientes, siendo permanentemente reprimidos; si llega un momento en que surge el conflicto, se pueden desencadenar síntomas neuróticos. Lo inconsciente nunca puede llegar a hacerse consciente salvo en contadas excepciones: cuando la censura está dominada por la aparición de síntomas psiconeuróticos; cuando se relaja como en los estados de sueño, o cuando se la engaña. ¿Qué es la personalidad? El término «personalidad» se suele asociar con frecuencia a la idea de un cierto atractivo social. Cuando decimos de alguien que «tiene mucha personalidad» queremos dar a entender que cuenta con una serie de rasgos que resultan muy atractivos para los demás: simpatía, ingenio, don de gentes... No es extraño, por tanto, que, coloquialmente hablando, todo el mundo aspire a «tener personalidad», pero... ¿qué es exactamente la personalidad?

El rasgo se refiere a cualquier aspecto de la personalidad lo bastante importante como para caracterizar o distinguir, como ser tímido, pesimista, trabajador o simpático. La definición de los rasgos es el método más empleado para describir la personalidad de un individuo y son éstos los que determinan y miden los test de personalidad. La diferencia de los rasgos entre unas personas y otras es cuantitativa más que cualitativa, es decir, la mayoría de las personas tienen los mismos rasgos, pero aquellos que presentan con más intensidad son los que definen su personalidad. Por ejemplo, se puede ser poco simpático o claramente antipático, un tanto retraído o francamente tímido. Las escalas de personalidad cuantifican estos rasgos y según las puntuaciones determinan la personalidad individual. Hay dos tipos de rasgos, los unipolares y los bipolares. El rasgo unipolar es el que, partiendo de cero, se extiende al límite máximo de la manifestación, es el caso de los rasgos somáticos como la talla y el peso, o la misma inteligencia. El rasgo bipolar es el representado por dos polos opuestos que en el centro tienen el punto cero, como simpatía-antipatía, masculinidad-feminidad, introversión-extraversión... La personalidad viene definida sobre todo por rasgos bipolares. Estructura de la personalidad. La estructura de la personalidad se compone de cinco dimensiones que vamos a esquematizar: 1. Dimensiones somáticas: — Morfológicas: talla, peso, conformación esquelética... — Fisiológicas: pulso, respiración, sudoración, aspectos hormonales, equilibrio simpático- parasimpático. 2. Inteligencia y aptitudes.

**3. Temperamento: determinado por factores bipolares como control-impulsividad, objetividad-subjetividad, dominio-sumisión...

  1. Estructuras motivacionales:** — Necesidades: orgánicas, ambientales... — Intereses: diversiones, cultura... — Actitudes: políticas, religiosas, sociales... 5. Dimensión psicopatológica: que viene expresada por los trastornos de personalidad El carácter Personalidad y carácter son términos que suelen usarse como sinónimos, pero cada uno de ellos tiene un significado particular. El término carácter deriva del verbo griego kharasso, que significa grabar o acuñar. Uno de los primeros en emplear la palabra tal y como hoy la entendemos fue el filósofo Teofrasto, un discípulo de Aristóteles que en su obra Caracteres describía distintos tipos de individuos,

haciendo retratos de sujetos de conducta peculiar y no siempre demasiado ejemplar. Para Teofrasto, cada carácter se define por unas disposiciones dominantes. Posteriormente, numerosos autores —desde el romano Ovidio a Proust y Durrell— han descrito diversos caracteres humanos, tanto femeninos como masculinos. El primero en usar el término caracterología fue, sin embargo, Bahnsen, quien, en 1867, la definió como una ciencia, en la que se funden la psicología, el sentido común y la literatura. La cualidad que diferencia al carácter de la personalidad es su connotación ética. Cuando hablamos del «buen o el mal carácter» de una persona, estamos haciendo, de entrada, un juicio positivo o negativo de las cualidades generales de esa persona y de su personalidad, en la medida en que ésta se oriente en uno u otro sentido. Allport aporta una definición bastante sencilla y clara: «El carácter es, simplemente, la personalidad evaluada desde el punto de vista ético.» En esencia, personalidad y carácter son prácticamente lo mismo, pero en la valoración del carácter se introduce un juicio de valor subjetivo. Sin lugar a dudas, Winston Churchil es un ejemplo perfecto de lo que entendemos por un «carácter fuerte», capaz de hacer frente a cualquier acontecimiento, dejando marcados de su sello personal todos los actos de su vida. El carácter, por su implicación ética, ha sido objeto de estudio más por parte de filósofos y literatos que por la de los científicos. Desde el punto de vista médico-psicológico se ha incluido progresivamente en el concepto de personalidad. De hecho, en la mayoría de los tratados psicológicos y psiquiátricos europeos y americanos este término apenas aparece. Independientemente de las consideraciones psicológicas, en el lenguaje coloquial personalidad y carácter no son tampoco lo mismo. Mientras que la primera reseña la forma de ser del individuo, lo que ese sujeto es, el segundo representa lo que éste manifiesta de su personalidad de cara a los demás, como si modulase selectivamente su forma de ser en un sentido positivo o negativo. Si la personalidad es muy difícil de cambiar, el carácter se sobrentiende que sí puede variar siempre y cuando el sujeto esté motivado para ello. Otro dato importante, y que acerca el concepto de personalidad al de carácter, es la influencia que ejercen sobre ambos, aunque quizá más sobre este último, el medio ambiente y las vivencias. Cuando, por ejemplo, decimos de alguien que «se le agrió el carácter», estamos relacionando los hechos vividos con el carácter y su conformación, pero no con la personalidad. Tener personalidad Con bastante frecuencia se dice que este o aquel individuo «tiene mucha personalidad». ¿Qué se quiere decir con ello? En tales casos se hace referencia a que los ingredientes de su psicología muestran un sello muy firme, muy particular y preciso. Sus rasgos son acusados, específicos, es decir, dicho sujeto presenta un perfil psicológico bien delimitado. Cuando alguien tiene mucha personalidad, lo contraponemos al hombre masa: impersonal, anónimo y cargado de tópicos, ese que no destaca en nada, después de estudiar y analizar sus principales características.

oportuno de satisfacerlos, dadas las condiciones del exterior. Sobre todo, tiene en cuenta los peligros y las posibilidades de evitarlos. Su tarea es la auto conservación, y utiliza todos los mecanismos psicológicos de defensa que sean precisos para lograr su objetivo. El Superyó. Es el estrato superior. Enriquece la actividad organizativa del Yo mediante la racionalización crítica de la misma. Actúa siguiendo un principio ético, interiorizando en la persona el concepto de lo prohibido. El exterior ya no es sólo placentero (como concibe el Ello) o doloroso (como añade el Yo), sino que también puede ser moralmente bueno o malo y, por tal motivo, censurable. Es responsable de los sentimientos de culpa y de los «remordimientos» de conciencia, ya que integra a la persona en el medio ambiente, comprobando la influencia que aquélla puede ejercer en éste, en sentido negativo y reprobable. Estas tres zonas de la mente coexisten, como ya dijimos al principio, en estrecha relación y con fuertes influjos entre ellas. Esto genera un sinfín de conflictos, causantes muchas veces de trastornos psicológicos, más o menos graves, según el caso. En la persona totalmente equilibrada, Ello, Yo y Superyó funcionan como un todo en perfecta armonía. Naturalmente, esto es muy difícil de lograr y, sobre todo, de mantener, cuando se consigue, puesto que continuamente nos vemos enfrentados a problemas, riesgos, decisiones, que hacen que este equilibrio se tambalee. Haciendo un símil, tal vez un tanto burdo, podríamos comparar la relación Ello-Yo-Superyó a la existente entre el caballo, el jinete y el entrenador en una competición hípica: el jinete —el Yo— controla que el caballo —el Ello— no se desboque y, al tiempo, sigue los consejos de su entrenador —el Superyó— para hacerlo bien. El acuerdo de los tres culmina con el éxito. El desarrollo de la personalidad está directamente conectado con el proceso de estructuración de estos tres elementos. Cuando el niño nace sólo posee un Ello, se mueve por impulsos instintivos y únicamente le atrae el placer: el calor, el alimento que le proporciona su madre... En lo sucesivo, va tomando conciencia de su cuerpo y se empieza a forjar el Yo (Yo corporal). Se va dando cuenta de los peligros y daños que puede recibir del exterior y comienza a elaborar la idea de «sufrimiento». Empieza a tomar contacto con la realidad, instaurando sus primeros mecanismos de defensa. Por último, ya en el paso de adolescente a adulto, con las experiencias de la vida, va puliendo su personalidad integrando en ésta los principios de ética y moralidad, principios impuestos, en un primer momento, por sus padres y educadores, pero que, con la madurez, surgen del interior, siguiendo un criterio propio de lo que es la justicia. Se establece así el Superyó en su lugar correspondiente, culminando el proceso de madurez de la personalidad. Mecanismos de defensa de la personalidad A medida que progresa el desarrollo de la personalidad, el individuo aprende métodos que le permitan descargar sus impulsos y adaptarse a la realidad, reduciendo la ansiedad que las frustraciones y los conflictos pueden generar. El término defensa fue descrito por Freud en 1894 como la lucha del YO contra las ideas y los afectos que el conflicto objeto de la lucha

puede proceder tanto del exterior como del interior del sujeto, y que el mecanismo de defensa, aunque no lo resuelva, sí atenúa o llega a hacer desaparecer el sufrimiento. Estos mecanismos los emplean tanto las personas normales como aquellas que presentan rasgos neuróticos, y su finalidad es siempre favorecer la adaptación del sujeto a la realidad externa e interna. En el individuo enfermo psicológicamente esta finalidad se pierde, y las defensas se vuelven ineficaces, rígidas, restrictivas y desacordes con la situación. Vamos a ver estos mecanismos, que fueron descritos en su mayoría por Freud y por su hija Ana Freud. Represión. Consiste en rechazar fuera de la conciencia todo aquello (ideas, impulsos o acontecimientos) que resulta penoso, doloroso o inaceptable para el sujeto, olvidándolo inconscientemente, aunque nunca del todo, ya que queda sumergido en el inconsciente. Todo aquello que reprimimos queda como relegado o custodiado en el inconsciente, pero puede volver a la superficie o manifestarse en forma consciente. Desplazamiento. Consiste en desviar la energía que produce un afecto o una emoción de un objeto a otro; este último se convierte en un sustitutivo. Una gran mayoría usa de este mecanismo, eligiendo el sustitutivo según los objetos disponibles, las fijaciones anteriores, o las normas sociales. Sublimación. Es una forma de desplazamiento en la que la energía se desvía hacia un objeto que tiene unos valores ideales. De entrada, no tiene consecuencias patológicas, a no ser que sea excesiva o afecte a áreas fundamentales de la personalidad. Fijación. En el desarrollo normal de la personalidad, el sujeto puede descubrir que la nueva etapa a la que ha llegado le genera ansiedad, tendiendo por ello a quedarse «anclado», «fijado» en la fase precedente, que le resulta mucho más gratificante y menos conflictiva, lo que bloquea la maduración normal de la personalidad. Regresión. Es la vuelta a períodos anteriores del desarrollo, a comportamientos antiguos que eran más satisfactorios. Generalmente, se produce como consecuencia de experiencias traumáticas. Proyección. El individuo proyecta cualidades, deseos o sentimientos que le producen ansiedad, fuera de sí mismo, a quien se los atribuye totalmente. Este es el mecanismo que ponen en marcha las personalidades paranoides. Formación reactiva. En la formación reactiva los impulsos que generan ansiedad se expresan en la conciencia mediante otros totalmente opuestos. En consecuencia, se producen conductas opuestas a las que el sujeto tendría instintivamente. Identificación. Consiste en asimilar un aspecto o cualidad de otra persona, transformándose total o parcialmente según el modelo; en cierto sentido es una forma de imitación que se realiza a veces conscientemente. Cuando es inconsciente, se trata del auténtico mecanismo de defensa.

este tipo de trastornos que, además, se suelen acompañar de dificultades de adaptación e integración social, y del subsiguiente aislamiento. Esta labor no es fácil, ya que desmontar y sustituir estos patrones de conducta por otros más adecuados requiere siempre bastante tiempo y la colaboración de estas personas, para las que dichos cambios suponen un esfuerzo importante que no da demasiados resultados a corto plazo, por lo que es necesaria una relativa constancia. Un patrón de conducta se establece mediante la repetición de un cierto tipo de comportamiento como forma de resolver situaciones similares. Por ejemplo, hay personas cuyos patrones de conducta se han estructurado utilizando exageradamente los mecanismos psicológicos de huida o evitación. Si saben que tienen que enfrentarse a una situación en la que no se saben desenvolver adecuadamente, o que les va a generar ansiedad (una situación social, ambiental, etc.), reaccionan evitándola, aun a sabiendas de que, a medio o largo plazo, les ocasionará un perjuicio personal. Si, de forma inesperada, se ven envueltos en una de estas situaciones pueden reaccionar mediante mecanismos de huida, escapando de esa situación, con lo que a corto plazo se sienten aliviados. El resultado es que, evitando estas situaciones o huyendo de ellas, dichas personas consiguen evitar el sufrimiento que les producen, pero a medio o largo plazo sufren, si cabe, más, ya que se sienten incapacitadas para llevar una vida normal, encontrándose condenadas, muchas veces, a un mayor o menor aislamiento. Son personas que no están acostumbradas a superar dificultades, sino a evitarlas o, en apariencia, ignorarlas, ya que la puesta en marcha de estos mecanismos psicológicos de huida y evitación forma parte de la estructura de su personalidad, puesto que, a fuerza de repetir este tipo de comportamientos, se sienten incapaces de utilizar otros; es decir, se han establecido como un patrón de su conducta, por lo que ante situaciones similares reaccionan así casi de forma automática. Un cambio de personalidad supone el abandono de estos mecanismos patológicos para ser sustituidos progresivamente por otros más adecuados. En el ejemplo anterior estas personas deben intentar enfrentarse a estas situaciones de forma decidida y comprobar cómo, en muchos casos, son capaces de superarlas, lo que además incrementará su seguridad en sí mismos. La persona aprende entonces a enfrentarse y asumir las dificultades propias de su existencia, que pueden constituir una fuente de maduración y superación personal. Los cambios de personalidad son más fáciles de lograr cuando al sujeto se le plantean de una forma concreta los objetivos psicológicos que necesita alcanzar, a la vez que se facilitan técnicas o instrumentos psicológicos que le ayuden a conquistar los objetivos propuestos. ¿Se hereda la personalidad? Ante esta pregunta, hay que contestar como ante la famosa cuestión «¿El hombre nace o se hace?»: Sí, la personalidad se hereda, pero también «se hace». Al nacer, e incluso antes, ya desde la misma concepción, todo ser vivo cuenta con una carga genética que va a determinar cómo será; esta carga genética se hereda de los padres. Así, el color de los ojos o el pelo, la estatura, la nariz o la estructura músculo-esquelética son

heredadas. Todas estas características conforman el biotipo, que, a su vez, se corresponde a un psicotipo o conjunto de características psico-orgánicas. Este aspecto exterior va a modular a corto o largo plazo la forma de ser de un individuo; no es lo mismo ser alto, rubio, de ojo llamativo y francamente apuesto, que ser bajito, gordinflón y con las piernas cortas. Genéticamente, también se transmiten ciertas características que conforman la estructura de la personalidad; un ejemplo claro es la inteligencia, ciertas aptitudes y algunas cualidades del temperamento. Es frecuente escuchar frases como «la afición al deporte le viene de familia», «pinta tan bien como su padre» o «todos los hermanos son tímidos». Algunas características no son tanto una herencia genética como un producto del entrenamiento o del contagio. Existe un complicado y sutil proceso de interacción biológico- ambiental que va configurando diferentes personalidades y determinando en ellas la aparición de rasgos peculiares. Ciertas características son consecuencia de un entrenamiento planeado por los padres o los mismos educadores: el niño empieza a responsabilizarse del control de sus esfínteres, de su vestimenta, de sus juguetes y recibe gratificaciones o frustraciones del exterior según sus éxitos o sus fracasos. Esto va modulando su personalidad. El contagio de los rasgos de la personalidad es algo innegable. El hogar, las relaciones y el ambiente familiares dirigen a esa personalidad infantil en proceso de maduración hacia uno u otro sentido; unos padres que no demuestren afecto pueden provocar el desarrollo de rasgos de introversión; un niño que se sienta valorado dentro de su propia familia, en cambio, se convertirá seguramente en un adulto seguro de sí mismo. Si el ambiente familiar se caracteriza por el equilibrio, la confianza mutua, el respeto entre todos los miembros del grupo y la suficiente seguridad económica y emocional, la personalidad del niño se moldeará de forma más armónica que si crece en un ambiente de celos, desavenencias, inseguridad económica o con los padres separados. La posición del niño entre los hermanos, el colegio y la escolarización en general, la influencia de la comunidad y las normas culturales influyen de forma determinante en la personalidad. No es lo mismo ser el mayor que el último de los hijos, ir mal en el colegio y ser «el burro de la clase» que ocupar siempre los primeros puestos. De igual forma influyen la raza, el sexo, el lugar de nacimiento, el nivel social o las influencias culturales que va a tener el niño. En resumen, la personalidad tiene una elevada proporción de elementos heredados genéticamente y otros que, si no heredados, sí son transmitidos por los padres, ya sea por contagio o por educación. Así pues, los padres y el ambiente que ellos crean en el hogar y los estímulos que provoquen en sus hijos van a ser los determinantes de su personalidad. El biotipo El biotipo es el aspecto general de un sujeto de acuerdo a sus características somáticas o morfológicas y se basa en los datos que refleja su estructura corporal, en todo lo que se ve y se puede medir de su cuerpo. El psicotipo se refiere al conjunto de características psicológicas de un individuo. Desde muy antiguo, se han hecho clasificaciones para encuadrar a todos los individuos por

comida en la parte más alta de su escala de valores. Es un sujeto ceremonioso, que sigue las fórmulas sociales y que tiene facilidad para relacionarse con los otros. — El tipo mesomorfo (con predominio del tejido mesodérmico embrionario) tiene una poderosa musculatura y se corresponde al temperamento somatotónico, que se caracteriza por su afán de poderío. Son agresivos, bruscos y resistentes, buscan el triunfo y están en permanente actividad. — El tipo ectomorfo (con predominio del ectodermo embrionario) presenta el sistema nervioso más desarrollado en relación a la masa corporal. Se relaciona con el temperamento cerebrotónico; es un sujeto crónicamente fatigado, dominado por la inhibición y la ansiedad, con gran dificultad para entablar relaciones sociales; suele tender al aislamiento y la soledad. El esquema corporal Nuestro cuerpo es algo objetivo, concreto, que se puede medir con límites precisos; pero lo que llamamos esquema corporal es la idea que tenemos del mismo, lo que, por el contrario, es algo subjetivo, sujeto a posibles modificaciones, a pesar de que el cuerpo no varíe entre sí. El esquema corporal se va elaborando paulatinamente desde la primera infancia, a partir de las sensaciones y estímulos externos que el recién nacido tiene, lo que le ayuda a ir distinguiendo lo que es su propio cuerpo. Al ir realizando cambios de postura, movimientos por imitación de lo que observa que hacen los demás, llega a conocer y anticipar ciertas posiciones de su cuerpo, modelando progresivamente un esquema de su corporalidad, que sería, además, el responsable de que sintamos el cuerpo como una unidad propia. En este proceso intervendrían especialmente los circuitos nerviosos relacionados con la sensibilidad postural, táctil, visual y motora, además de ciertas zonas de la corteza cerebral. Por otro lado, hay que tener en cuenta que, al igual que la corporalidad, se constituye en un instrumento de expresión de nuestra personalidad, también nos sirve para tomar contacto con el exterior, comparándonos con otros cuerpos y objetos; por lo que se puede hablar, dentro del esquema corporal de cuerpo-objeto, es decir, de la representación aislada que nos hacemos de nuestro cuerpo en sí mismo, y de cuerpo-vivido que se referiría a la forma en que nuestra corporalidad se manifiesta en nuestras relaciones humanas. El concepto que tenemos de nuestro cuerpo, el esquema corporal, se elabora dependiendo de numerosos factores, que influyen modificándolo, pudiendo, en algunos casos, originar un trastorno psicopatológico del esquema corporal. Dentro de estos factores se encuentra la observación visual de nuestro cuerpo, bien directamente o a través del espejo, junto con la información que nos llega a través del propio sistema nervioso. También influyen los sentimientos y nuestro estado de ánimo a la hora de configurar el esquema corporal, siendo la norma que nos encontremos con peor aspecto físico cuando estamos decaídos. También los recuerdos influyen notablemente, tanto en lo que se refiere a nosotros como a

otras personas. Por ejemplo, es frecuente que no advirtamos suficientemente el deterioro que los años producen en nosotros físicamente, ya que, en cierto modo, al observarnos guardamos de forma parcial una imagen más joven de nosotros mismos. Las ideas o pensamientos de un momento dado («cogniciones») ejercen tanta influencia sobre nuestro esquema corporal como los sentimientos y la vida afectiva; también el ambiente y factores de tipo sociocultural, como la moda, influyen en la idea que guardamos de nuestra corporalidad: si la moda, tal como ocurre en la actualidad, exige estar más bien delgado, podemos llegar a pensar que estamos demasiado obesos, mientras que si la moda fuese opuesta, creeríamos que estábamos delgados. Algo similar puede decirse de la información que recibimos mediante las opiniones de las personas que nos rodean. Si alguien nos dice que tenemos un supuesto defecto, especialmente si es en forma de burla, como es frecuente durante la infancia y adolescencia, podemos establecer una gran modificación en nuestro esquema corporal que, además, puede constituir un gran trauma psíquico que origine sentimientos de inferioridad e incluso un auténtico complejo. Las alteraciones psicopatológicas que se acompañan de trastornos del esquema corporal son muy frecuentes y variadas, destacando principalmente las dimorfas fobias, neurosis, la anorexia nerviosa, las demencias, la esquizofrenia y otras psicosis, el autismo infantil, etc. También se producen tras el consumo de drogas de diversa índole, en los deficientes mentales y en personas con deficiencias sensoriales padecidas desde el nacimiento o desde la primera infancia, del tipo de la sordera o la ceguera. TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD Trastornos de la personalidad. Son un grupo de afecciones de salud mental en las cuales una persona tiene un patrón prolongado de comportamientos, emociones y pensamientos que es muy diferente a las expectativas de su cultura. Estos comportamientos interfieren con la capacidad de la persona para desempeñarse en las relaciones interpersonales, el trabajo y otros escenarios. Causas. Las causas de los trastornos de personalidad se desconocen. Se cree que factores genéticos y ambientales juegan un papel en su desarrollo. Los profesionales en salud mental clasifican estos trastornos en los siguientes tipos: •Trastorno de la personalidad antisocial •Trastorno de la personalidad por evitación •Trastorno límite de la personalidad •Trastorno de la personalidad dependiente •Trastorno histriónico de la personalidad •Trastorno narcisista de la personalidad •Trastorno de la personalidad obsesivo- compulsiva •Trastorno de la personalidad paranoica •Trastorno esquizoide de la personalidad •Trastorno de la personalidad esquizotípica