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este texto nos ayudará a analizarnos como futuros docentes, para ver que tipo de vocación queremos transmitir en el aula.
Tipo: Monografías, Ensayos
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(....) “La vocación docente se ha estudiado, de manera privilegiada, ligada a la religión, el apostolado, la desprofesionalización (véanse Tenti - Fanfani, 1999; Birgin,1999). Los testimonios presentados podrían estar dando cuenta de un atisbo de desplazamiento o, al menos, de un concepto de vocación que tiene ganas de aggiornarse y que, por momentos, coquetea con despegarse de sus viejos significados. Por un lado, al nombrar la vocación e intentar definirla, los maestros se han visto obligados a introducir el término trabajo. Es que la identidad del concepto vocación, al menos en el ámbito de la docencia, se define en tensión con la asunción del magisterio como trabajo. La vocación sería una suerte de plus que distinguiría a la tarea docente de ser un"simple" trabajo. Pero no todos los entrevistados parecen resolver el conflicto de la misma manera. Para algunos la disyuntiva puede disolverse: se puede tener vocación y considerar, al mismo tiempo, la docencia como un trabajo ("y que te paguen por ello"). Por otro lado, la vocación se estaría definiendo más bien a partir de "hacer lo que a uno le gusta", "la cosita que te recorre cuando entrás a una escuela". Significados asociados al gusto, a la inclinación personal, a sentirse realizado es decir, a sentimientos bastante terrenales e individuales antes que al sacerdocio, al deber, a esa especie de llamado superior que convoca a cumplir con una tarea trascendente y que implica renunciar, en alguna medida, a uno mismo. Lo que no queremos dejar de destacar es que, cuando procuran describir sus afectos, no son pocos los maestros que echan mano a la palabra vocación, lo que daría cuenta, como dijimos en párrafos anteriores, de que se trata de un afecto todavía sentible, nombrable, aún disponible. La fe pedagógica en las bondades del componente vocacional no cede ni un ápice. Por el contrario, se acrecienta, y el tamaño de su esperanza es proporcional a la emergencia de escenarios que ponen en duda la eficacia de la instrucción escolar profesionaliza- da, a fuerza de mostrar por doquier resultados decepcionantes (Alliaud y Antelo 2009• 106) En definitiva, la vocación parece estar disponible para cumplir con la función de sostener afectivamente una tarea que, al asumir hoy tal magnitud y complejidad, necesita agarrarse con fuerza de algo para no caerse. En las entrevistas hasta aquí trabajadas, tácitamente se está poniendo en juego lo que se sanciona como bueno, esperable, en la asunción del rol docente”. ( Abramowski, 2014. pag