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VIOLENCIA Y DISCURSO DE ODIO: DESAFÍOS PARA LA CONVIVENCIA Y LA PAZ, Monografías, Ensayos de Derechos Humanos

Se analiza el papel de la educación para combatir los discursos de odio y la violencia en la escuela

Tipo: Monografías, Ensayos

2021/2022

Subido el 06/11/2023

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VIOLENCIA Y DISCURSO DE ODIO: DESAFÍOS PARA LA CONVIVENCIA Y LA PAZ
V Congreso Internacional de Paz y Educación
Eje temático: b) Educación para la paz en busca de la armonía social: Tema
Interculturalidad crítica.
Dra. Graciela Cortés Camarillo, Escuela Normal de Educación Primaria
“Rodolfo Menéndez de la Peña”, México, graciela.cortes@normalrodolfo.edu.mx,
9999002654;
Dra. Leyla Gisela Leo Peraza, Escuela Normal de Educación Primaria
“Rodolfo Menéndez de la Peña”, México, gisela.leo@normalrodolfo.edu.mx,
9993225065.
Introducción. El camino a la paz.
La preocupación por una sociedad más justa ha resultado en un consenso internacional
formalmente reconocido en el establecimiento de los 17 Objetivos para el Desarrollo
Sostenible (ODS) (https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/objetivos-de-
desarrollo-sostenible/) La necesidad de trabajar en el logro de todos ellos ha
permitido la formulación de una agenda que visualiza su cumplimiento para el 2030. Los
avances muestran que los desafíos siguen vigentes y se requiere el trabajo conjunto de
instituciones y agentes sociales clave. La educación y sus actores desempeñan un
papel fundamental.
La complementariedad entre los ODS es un pilar para el desarrollo social y humano.
Aunque todos los objetivos hacen aportaciones cruciales, tres de ellos están vinculados
estrechamente al campo de la educación, con un impacto importante: “Educación de
calidad, “Equidad de género” y “Paz, justicia e instituciones sólidas”. Su interrelación
apunta a la construcción de una vida mejor para todos y todas.
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VIOLENCIA Y DISCURSO DE ODIO: DESAFÍOS PARA LA CONVIVENCIA Y LA PAZ

V Congreso Internacional de Paz y Educación Eje temático: b) Educación para la paz en busca de la armonía social: Tema Interculturalidad crítica. **Dra. Graciela Cortés Camarillo, Escuela Normal de Educación Primaria “Rodolfo Menéndez de la Peña”, México, graciela.cortes@normalrodolfo.edu.mx, 9999002654; Dra. Leyla Gisela Leo Peraza, Escuela Normal de Educación Primaria “Rodolfo Menéndez de la Peña”, México, gisela.leo@normalrodolfo.edu.mx,

Introducción. El camino a la paz.** La preocupación por una sociedad más justa ha resultado en un consenso internacional formalmente reconocido en el establecimiento de los 17 Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS) (https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/objetivos-de- desarrollo-sostenible/) La necesidad de trabajar en el logro de todos ellos ha permitido la formulación de una agenda que visualiza su cumplimiento para el 2030. Los avances muestran que los desafíos siguen vigentes y se requiere el trabajo conjunto de instituciones y agentes sociales clave. La educación y sus actores desempeñan un papel fundamental. La complementariedad entre los ODS es un pilar para el desarrollo social y humano. Aunque todos los objetivos hacen aportaciones cruciales, tres de ellos están vinculados estrechamente al campo de la educación, con un impacto importante: “Educación de calidad, “Equidad de género” y “Paz, justicia e instituciones sólidas”. Su interrelación apunta a la construcción de una vida mejor para todos y todas.

Aunque el camino está trazado, no se podrá avanzar sin la contribución de la educación. Una sociedad pacífica, basada en relaciones equitativas y simétricas, requiere de educación de buena calidad; y no existe calidad sin equidad, no existe paz sin equidad y justicia; sin la inclusión de todas las personas. Violencia y discriminación en educación. La educación es un derecho humano habilitante que permite lograr el ejercicio pleno de otros derechos: salud, empleo, justicia, etc. es decir, la vida que deseamos para todos y todas quienes compartimos la vida en este planeta. Sin embargo, existen grandes brechas en materia de equidad educativa. Algunos sectores de población sufren en mayor medida la exclusión lo que les afecta en sus capacidades presentes y futuras para hacer frente a los desafíos sociales. The Global Bullying Dataset registró que en 126 países se reportaron tasas de bullying que van del 32% al 36% perpetrada por niños y niñas. La escuela es un ambiente que debería ser seguro, en donde niños, niñas y adolescentes desarrollan procesos de socialización y construyen mecanismos psico sociales. Sin embargo, las escuelas son muchas veces lugares hostiles para aquellos y aquellas estudiantes que sean percibidos(as) como “diferentes” por lo que sufren de acoso frente a la pasividad de la comunidad escolar. Entre los grupos que sufren violencia o acoso se pueden mencionar a las personas de la comunidad LGTB, las poblaciones migrantes y jóvenes en situación de pobreza. Moyano, N. y Sanchez, M. (2020) condujeron un meta estudio en el que hicieron una revisión de literatura en donde se registra acoso escolar contra estudiantes LGBT. El acoso en contra de estos niños, niñas, adolescentes y jóvenes es a menudo expresado en la forma de actitudes, estigmatización, o conductas discriminatorias mostradas a personas homosexuales o quienes no se conducen de acuerdo con los roles de género socialmente establecidos. La comunidad LGBT enfrenta discriminación significativa y tienen mayor probabilidad de sufrir diversos tipos de bullying en comparación con la población heterosexual, lo que puede reflejarse en la calidad de su aprendizaje, participación y en ocasiones en el abandono escolar.

hasta siete millones de jóvenes son vulnerables al crimen organizado, porque no estudian ni trabajan (Emmerich, 2011). La cultura de violencia en los medios de comunicación, también juega un papel importante, pues la normaliza y conduce a la imitación de la violencia y a la disminución de las inhibiciones sociales. La violencia no solo genera costos que los gobiernos bien podrían utilizar para programas educativos y de salud sino también significa una baja en la productividad, en el ingreso y en el desarrollo. La violencia es un mal en sí mismo desde el punto de vista de los derechos humanos y la pérdida de años de vida saludable por parte de la población. Por otra parte, los discursos de odio se han dispersado ampliamente y han agravado la situación convirtiéndose en una chispa que promueve la violencia y los ataques extremistas contra grupos y personas por el simple hecho de ser quienes son. La discriminación y violación de derechos humanos obstaculizan la cohesión social (UNESCO, 2023). Las causas de la violencia son múltiples y la forma de prevenirla y combatirla demanda un esfuerzo contra hegemónico en el que la educación juega un papel importante. Las políticas económicas y sociales que se requieren incluyen el incremento del acceso y culminación de la educación básica, el mejoramiento de la calidad educativa en las escuelas públicas, pero también la reducción de las disparidades de ingreso lo cual está conectado con el círculo virtuoso que incluye a la educación. Claramente, la violencia y el crimen que hemos visto crecer en los últimos años, plantean a la educación un desafío al que no puede sustraerse. Es imposible pensar en el desarrollo y el futuro de la humanidad sin sociedades pacíficas, justas e inclusivas. instituciones públicas sólidas entre las cuales, la educación brinda un marco fundamental para la construcción de una sociedad incluyente. Si bien el papel de la educación para lograr la paz, la justicia y la inclusión, no es independiente del que juegan otras instituciones, ciertamente muy poco podría lograrse sin sus contribuciones. Para lograr sociedades pacíficas no basta reducir la violencia; es necesario planteamientos que generen un marco ético que garantice el ejercicio de los derechos humanos, la equidad, la justicia y la inclusión así como el fomento para el trabajo

conjunto y auto determinado en la búsqueda de soluciones a corto, mediano y largo plazo que garanticen la participación inclusiva en la toma de decisiones de asuntos que afectan sus vidas pero también en general, las sociales así como la libertad para expresar las propias opiniones en cualquier ámbito. Una educación que impulse un cambio definitivo para promover la inclusión y la valoración hacia las personas sin importar su procedencia, su origen étnico, su religión, orientación sexual u opinión. En pocas palabras, una educación que propugna y trabaje por una vida digna para todos y todas, sin la cual no hay paz posible. Sin embargo, las instituciones educativas han sido con frecuencia agentes de homogeneización; generando condiciones para la discriminación y la exclusión. El aprecio por la diversidad, aunque declarada, no se logra. Es común que se refuercen los estereotipos de roles de género, se rechazan las identidades sexuales no binarias. Por otra parte, se demanda que los alumnos y las alumnas aprendan el idioma “nacional”. En México, desde 1992, se reconoció constitucionalmente el carácter pluricultural del país. Aunque formalmente se ha pronunciado por el reconocimiento de lenguas y culturas indígenas, en la realidad, los avances son muy pobres y por el contrario, las lenguas mexicanas tienden a desaparecer. En algunos casos, los sistemas educativos también han servido como promotores de ideologías de odio y para el adoctrinamiento político, la propaganda, la censura y la segregación. El curriculum oculto ha difundido, consciente e inconscientemente, así como con prácticas educativas discriminatorias, prejuicios de diversos tipos que han contribuido a fomentar discursos de odio. A menudo, niños, niñas, adolescentes y jóvenes, han vivido experiencias que refuerzan la discriminación y la exclusión, han sido testigos y participantes activos(as) de las jerarquías excluyentes y de diferentes formas de abuso y violencia en la comunidad escolar. Las políticas y prácticas excluyentes en los entornos educativos van desde los procesos de contratación hasta la segregación lingüística, los nombres y las mascotas de las escuelas y la elección de obras de arte, celebraciones, excursiones y oradores invitados. Todo esto envía señales a los/las estudiantes y a la comunidad en general que pueden desafiar o reforzar la desigualdad y la exclusión; la invisibilidad, la nula representación, etc. La cultura de toma de

medios de comunicación se unen al desafío, puede lograrse. Los discursos excluyentes deben ser detectados y debilitados, eliminados. “Nosotros” y “ellos” es a menudo una forma existencial de amenazar a “los otros” que puede incitar a una reacción que dañe. Las narrativas que hablan de la pureza y la contaminación de las culturas, por ejemplo, pueden ser y a menudo lo han sido, precursores de la violencia y la humanización de la sociedad. En lugar de estos discursos debemos animar otros en donde seamos un solo grupo, con diversidad de intereses, metas comunes y otras diferentes; en la búsqueda del bien común y de un futuro sostenible. Sin embargo, el solo reconocimiento de la diversidad es un paso necesario, pero no suficiente. Una mirada intercultural solo nos deja en el límite de la posibilidad de cambiar las relaciones de poder. La interculturalidad en educación ha cobrado interés en las últimas décadas; sin embargo, de acuerdo con Walsh (2010), la educación intercultural en sí no logrará combatir la discriminación y la violencia. La interculturalidad en educación sólo tendrá significación, impacto y valor cuando esté asumida de manera crítica, como acto pedagógico-político que procura intervenir en la refundación de la sociedad, como decía Paulo Freire (2004) y, por ende, en la reconstrucción de sus estructuras que permita superar la racialización, inferiorización y deshumanización. La visión intercultural que no cuestiona, no aporta para el combate a la violencia, la discriminación y el discurso de odio. Se refiere a la mera descripción básica y general al contacto e intercambio entre culturas. Es decir, relaciones entre personas, prácticas, saberes, valores y tradiciones culturales distintas; relaciones que generalmente se asumen como neutras; esto es, se minimiza las asimetrías de poder, los conflictos y la dominación que se presentan en las relaciones. Es necesario mirar más allá, con el lente de la interculturalidad crítica. Desde esta perspectiva, el problema no es la convivencia entre diferentes culturas o personas. El problema es la estructura asimétrica que sostiene la desigualdad y la violencia. Esto es que la diferencia se construye dentro de esa estructura racializada y que presume jerarquías. Desde esta perspectiva, la interculturalidad crítica se convierte en una herramienta que construye en la equidad y para la equidad. La interculturalidad crítica requiere la transformación de las estructuras, las instituciones y las relaciones sociales

a partir de un edificio ético y político en donde se redefine el “estar” “ser”, “pensar”, “conocer”, “aprender” “sentir” y “vivir” distintas. Es un proceso en construcción que parte de condiciones de respeto, legitimidad, simetría, equidad e igualdad. Es un proyecto político, social, ético y epistémico de saberes y conocimientos que requiere cambiar, no solo las relaciones sino las estructuras, las condiciones y los dispositivos de poder que apuntalan la jerarquización y la desigualdad que conduce a la inferiorización de unos/unas, la racialización del poder, la discriminación y desde luego la violencia. La interculturalidad crítica no se limita a reconocer, tolerar, o incluir lo diferente dentro de la matriz y estructuras sociales establecidas. Pretende rehacer, reconceptualizar y refundar las estructuras sociales, epistémicas y ontológicas que construyan relaciones equitativas, prácticas sociales y modos culturales diversos de pensar, actuar y vivir. Re-fundar las instituciones, entre ellas la educación. Es por esto que la interculturalidad crítica no se enfoca solamente en las poblaciones indígenas y afrodescendientes, sino en todos los sectores de la sociedad, con la visión de equidad que hará posible una convivencia justa. Y es por eso mismo que la interculturalidad crítica debe ser entendida como designio y propuesta de sociedad para la paz, como proyecto político, social, epistémico y ético dirigido a la transformación estructural y socio-histórica, asentado en la construcción entre todos de una sociedad radicalmente distinta. El camino. Como conclusión, podemos decir que hay un camino arduo por recorrer. El desafío en México escala niveles sin precedentes. Hoy la Nueva Escuela Mexicana (NEM) propone a la interculturalidad crítica como un eje articulador. El plan de estudios de la licenciatura en educación primaria, Plan 2022 la incluye como un eje transversal. En el cuarto semestre de este programa académico se ofrecerá el curso “Interculturalidad crítica e inclusión” que es, de acuerdo con Walsh (2010) un contrasentido. La pregunta es si estaremos a la altura de poder trabajar en la construcción de una perspectiva crítica que cuestione las relaciones asimétricas de poder y construya nuevas estructuras que conduzcan a una paz basada en la justicia. ¿Podremos re conceptualizar, re-fundar la educación básica y la formación inicial de docentes? la moneda está en el aire.

UNESCO (2023). Addressing hate speach through education. A guide for plicy makers. France. UNESCO 2030. Walsh, C. (2010) Interculturalidad crítica y educación intercultural. En J. Viaña, Tapia, L. y Walsh, C. Construyendo interculturalidad crítica. La Paz: Instituto Internacional de Integración, Convenio Andrés Bello. Zúñiga, Víctor, & Carrillo Cantú, Eduardo. (2020). Migración y exclusión escolar: truncamiento de la educación básica en menores migrantes de Estados Unidos a México. Estudios sociológicos , 38 (114), 655-688. Epub 25 de noviembre de 2020.https://doi.org/10.24201/es.2020v38n114.