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Filosofía del campo en México: Importancia del problema agrario, Apuntes de Antropología Social

Una contribución filosófica a la comprensión del problema agrario en méxico. El autor analiza la importancia de la filosofía del campo y cómo ha sido desvinculada de la vida rural mexicana. El texto aborda el significado del término 'agrario', la relación entre el campo y el estado, y la necesidad de una nueva visión filosófica para abordar el problema agrario. El documento incluye referencias a obras de filósofos clásicos y a la poesía mexicana.

Qué aprenderás

  • ¿Qué significa el término 'agrario' en este contexto?
  • ¿Cómo se ha desvinculado la filosofía del campo de la vida rural mexicana?
  • ¿Cómo se relaciona el campo con el Estado en este documento?
  • ¿Qué necesita la comprensión del problema agrario en México?
  • ¿Cómo podemos construir una nueva visión filosófica para abordar el problema agrario?

Tipo: Apuntes

2018/2019

Subido el 08/05/2019

Mondragon24
Mondragon24 🇲🇽

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Una visión filosófica del problema agrario
en México*
Marcos Daniel silva MalDonaDo
Resumen
Este trabajo es una modesta aportación a la visión filosófica de la situación actual del
campo mexicano, en especial la que se ha fincado desde un pensamiento marginado.
Aquel pensamiento yuxtapuesto de los pueblos originarios y de los actores de la vida
agraria por parte del pensamiento hegemónico es el que, de cierta forma, en estas líneas
pretende vindicarse. Ver en el “ser agrario” el reencuentro de nuestra condición humana
es la tarea de nuestros días. La inherencia terrestre en su aspecto más intrínseco no es
susceptible de cosificarse como lo pretende la ideología neoliberal. Esta ideología traza su-
perficialidades y hedonismos sobre el campo mexicano, intentando articular a un ser
humano materialista e impostor de sí mismo, a través de símbolos estereotipados e imá-
genes de una supuesta unión de la nación que muestra contradicciones en un impasse
entre los que piensan el campo contra los que lo impiensan o despiensan.
Palabras clave: filosofía; campo mexicano; ser humano; problema agrario;
Tierra.
Si observamos el tamaño del filosofar en cualquier contexto, no se detiene en
un punto argumentativo específico, por el contrario, desde las equivocaciones
del ser humano intentamos encontrar un nuevo punto de eclosión del pensa-
miento humano, en este caso, sobre la situación actual del problema agrario
mexicano. Es difícil abundar en el aspecto filosófico de lo mexicano cuando en
el orbe subsisten infinidad de tendencias filosóficas hibridadas, cuando los es-
pacios de reflexión se difuminan en el devenir cognitivo que implanta el nuevo
pensamiento neoliberal. Es el caso que desde otras latitudes podemos obser-
var, en los inuits, cheyennes, guaranís, sioux, cherokees, apaches, mohicanos,
mazatecos, purépechas, coras, tarahumaras, nahuas, aborígenes, tutsi, etcéte-
ra. El aspecto central es encontrar un punto de inflexión en el que los pueblos
originarios del orbe logren su destino (devenir) ontológico sin obstáculos.
Para entender la vida agraria mexicana actual es imprescindible remontarnos
al pensamiento prehispánico que compendió a la Tierra como un ser sagrado.
* Fecha de recepción: 5 de julio de 2016. Correo electrónico: danosilos@hotmail.com
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¡Descarga Filosofía del campo en México: Importancia del problema agrario y más Apuntes en PDF de Antropología Social solo en Docsity!

Una visión filosófica del problema agrario

en México

Marcos Daniel silva MalDonaDo

Resumen

Este trabajo es una modesta aportación a la visión filosófica de la situación actual del campo mexicano, en especial la que se ha fincado desde un pensamiento marginado. Aquel pensamiento yuxtapuesto de los pueblos originarios y de los actores de la vida agraria por parte del pensamiento hegemónico es el que, de cierta forma, en estas líneas pretende vindicarse. Ver en el “ser agrario” el reencuentro de nuestra condición humana es la tarea de nuestros días. La inherencia terrestre en su aspecto más intrínseco no es susceptible de cosificarse como lo pretende la ideología neoliberal. Esta ideología traza su- perficialidades y hedonismos sobre el campo mexicano, intentando articular a un ser humano materialista e impostor de sí mismo, a través de símbolos estereotipados e imá- genes de una supuesta unión de la nación que muestra contradicciones en un impasse entre los que piensan el campo contra los que lo impiensan o despiensan. Palabras clave: filosofía; campo mexicano; ser humano; problema agrario; Tierra. Si observamos el tamaño del filosofar en cualquier contexto, no se detiene en un punto argumentativo específico, por el contrario, desde las equivocaciones del ser humano intentamos encontrar un nuevo punto de eclosión del pensa- miento humano, en este caso, sobre la situación actual del problema agrario mexicano. Es difícil abundar en el aspecto filosófico de lo mexicano cuando en el orbe subsisten infinidad de tendencias filosóficas hibridadas, cuando los es- pacios de reflexión se difuminan en el devenir cognitivo que implanta el nuevo pensamiento neoliberal. Es el caso que desde otras latitudes podemos obser- var, en los inuits, cheyennes, guaranís, sioux, cherokees, apaches, mohicanos, mazatecos, purépechas, coras, tarahumaras, nahuas, aborígenes, tutsi, etcéte- ra. El aspecto central es encontrar un punto de inflexión en el que los pueblos originarios del orbe logren su destino (devenir) ontológico sin obstáculos. Para entender la vida agraria mexicana actual es imprescindible remontarnos al pensamiento prehispánico que compendió a la Tierra como un ser sagrado.

  • Fecha de recepción: 5 de julio de 2016. Correo electrónico: danosilos@hotmail.com

8 estuDios agrarios | Marcos Daniel silva MalDonaDo Así notamos que filósofos del pensamiento prehispánico, como acontece con Miguel León-Portilla, ubican su epicentro investigativo en la filosofía náhuatl. Tal es el caso de que en sus obras La filosofía náhuatl^1 y Aztecas-Mexicas. De- sarrollo de una civilización originaria,^2 dejan claro que el pensamiento sobre la tierra no se sitúa a partir de señalar que la Tierra sea una mercancía, como así la conciben los capitalistas, por el contrario, la piensan como un ser que siente y que es susceptible de sacralizarse. En esta tesitura, existe una necesidad de fundamentar el mundo desde una perspectiva cosmogónica, pudiera ser a tra- vés de levantar el ser y espíritu agrario que se encuentra derrotado. El conocimiento fecundado respecto al campo mexicano ha demostrado que la cuestión agraria se ha sustentado en relaciones de propiedad, donde el dominante somete al dominado para apropiarse de sus bienes agrarios y del producto que se suscita con motivo de la ampliación del capital. Aunado a la devastación de los bienes naturales que en espacios geográficos son destrui- dos por la mano del homo economicus. Ante el actual problema agrario, los teóricos han marcado una notable in - diferencia sobre los elementos que se desarticulan ante una visión filosófica del campo. Tal es el caso que sin notar la vaguedad en que se pudiera com - prender, nos situamos en momentos y circunstancias estereotipadas, regula- das por el discurso oficial. La pérdida de la filosofía del campo mexicano trae consigo la desvinculación no solamente física sino esencial que el humano ha forjado desde tiempos ancestrales con la tierra. Es cierto que podemos encontrar que se aluden como sinónimos de la misma tierra a la patria, a la nación, a la región, etcétera. Profundo error esta superficialidad teórica en que nos hemos desenvuelto, y no porque apriorísticamente el texto modifique la realidad, sino que en el momento en que el espíritu humano se entrelaza con el cosmos, genera lugares diversos. Una vez más podemos apuntar que el malestar que ha engendrado la indi- ferencia de la norma jurídica sobre la vida en el campo, no quedará resuelta con la preeminencia que prefieren los “catrines” al definir únicamente al campo mexicano como el lugar en el que se reproduce el capital natural, sino está pen- diente la sublimación que distintos grupos étnicos están construyendo a partir de su etnicidad sobre las concepciones de la tierra. En este orden de ideas, cuando nos referimos al agro estamos designando una categoría muy general, directamente relacionada con “lo agrario”. Para el (^1) Miguel León-Portilla. (1997). La filosofía náhuatl , 8ª ed., unaM, México, 456 p. (^2) Idem. (2005). Aztecas-Mexicas. Desarrollo de una civilización originaria , Algaba Ediciones, Ma- drid, 239 p.

10 estuDios agrarios | Marcos Daniel silva MalDonaDo ser y el hacer; por decirlo de algún modo, el trabajo^7 en la vida rural, trabajo que puede ser de diversa índole: pastorear, la agricultura (barbechar –arar–, rastrear, sembrar –cultivar–, cosechar –recolectar–), cazar, raspar el maguey, etcétera, ac- tividades que se han ido reduciendo dadas las condiciones de urbanización de amplios territorios, además de que estas actividades han disminuido su valor remuneratorio. Pensar en el problema agrario mexicano conlleva desglosar el sistema de re- laciones sociales, definido por la posesión y producción de una forma específica de capital. El conjunto estructurado de los territorios, con sus influencias re- cíprocas y las relaciones de dominación entre ellos, define la estructura social. Este aspecto es una estructuración abstracta que describe la explotación de la tierra donde en las condiciones actuales se introduce pobreza, marginación, sobreexplotación y un pensamiento de derrota del que es difícil emerger por parte de los dominados. No suele comprenderse dentro del campo la vida marítima, ello ocurre por- que se es muy duro al juzgar al agro, de hecho, se es muy cerrado. A partir de una postura holista, el campo también debería comprender incluso a los mares y ríos, el humano se integra también a la vida acuática, claro que no en las mismas proporciones como se hace en el agro; sin embargo, ha quedado des- cartada esta posibilidad, es decir, la relación espacial entre la tierra, el agua, los bosques, los desiertos y los glaciares es indisociable, todo pertenece a uno. El campo es el lugar destinado al trabajo y a la actividad rural dentro de un sistema, donde el humano se desenvuelve activamente conjuntando el ser > en algo > hace.^8 El campo mexicano se sitúa dentro de lo que genéricamente se le denomina “mundo”. Esta concreción a menudo es usada para significar la suma “uni- versal” humana (la condición humana) en general. Esto es, la totalidad de lo existente: el universo, la humanidad y, generalmente, la tierra. Sin embargo, el error en el que caemos al tener una visión como la de este tipo es la condi- ción de universalidad que aparenta englobar a las distintas culturas como algo único e invariable, cuando la cuestión étnica en realidad responde a razones (^7) Nota del Autor. Por supuesto que al hablar del trabajo estaré involucrando a los sistemas de producción capitalista y a la plusvalía del trabajo, a la explotación de la tierra, aunque la intención en este trabajo no es ahondar al respecto. (^8) Nota del Autor. Es importante precisar que –como he expresado–, existe una adecuación multi- cultural del medio que nos circunda, la tierra y sus recursos. Desde la modernidad de Occidente subyace una visión antropocéntrica, que guarda este tipo de adaptación, es decir, la tierra como un factor de producción, ideología no necesariamente vigente en otras culturas, en donde se sabe que el ser humano es parte de la tierra, o en todo caso, en donde la tierra se sacraliza, como así acontece con diversos pueblos del subcontinente latinoamericano.

Una visión filosófica del problema agrario en México ● 11 y circunstancias diversas, sí vivientes en un sitio, pero no únicas y, por tanto, indefinibles unidimensionalmente. En este contexto, la conciencia que se forja sobre el mundo permite si así se lo plantea el humano, relacionarse con el hábitat, donde la posición del ser existencialista^9 se da cuenta que sin el algo en el que está no es. Esto es, el humano sin estar en la totalidad (que es el mundo) no llega a ser. Pero, el problema que engendra es que si el humano llega a ser la ten - dencia ideológica global es influir para que el ser humano llegue a ser uni - versal. Ello resulta una contradicción existencial de sí mismo, porque al no asumirse individual, diferente a otro, busca estereotipar o asumirse como inexistente, hasta el extremo de caer en el ser nihilista, ser que pondera el neoliberalismo. De ahí que, bajo la concepción de un mundo unipolar, unívoco, distintos individuos han optado por buscar el poder y la sumisión a lo largo de la vida, destruyendo y aniquilando culturas. A través de la estandarización del mundo han sometido sociedades con la bandera del universalismo. Independientemente de estas consideraciones, el mundo debe ser entendido como el lugar en el que el humano está, puede hacer o no hacer, constituido por diversos elementos como las aguas y el agro que permiten al humano comprenderse como un ser de algo: el humano del mundo. Desde otra perspectiva, encontramos la vinculación precisa del campo con lo que conocemos como país, este puede ser una región, una provincia o un territorio. En el marco actual, el territorio es parte del Estado limitado a la (^9) Nota del Autor. Aquí reproducimos un fragmento de lo que fue la posición existencialista de Nietzsche respecto del mundo, donde podemos ver que él se asume nihilista: “[…] Entonces me parecía ser el mundo la obra de un dios ( sic ) atormentado y dolorido. Sueño me parecía el mundo, invención poética de un dios; humo coloreado ante los ojos de un ser divino insatisfecho. Bienes y males, alegrías y dolores, el tú y el yo, humo coloreado ante los ojos creadores. El Crea- dor quiso apartar la mirada de sí mismo, y creó el mundo. Para quien sufre, hay una alegría embriagadora en olvidar los propios sufrimientos y salir fuera de sí mismo. De ahí que en otro tiempo el mundo me pareciera una alegría embriagadora y un olvidarse de sí mismo. Un mundo eternamente imperfecto, deficiente trasunto de una eterna contradicción, gozo deli- rante de su imperfecto creador, eso me parecía el mundo. […] ¡Hermanos míos, credme ( sic )! El cuerpo fue el que renegó de la tierra: él oyó que le hablaban las entrañas del ser. Y entonces quiso meter la cabeza a través de los últimos muros, y no sólo la cabeza. Quiso pasar a <>. Pero <> permanece muy oculto a los ojos del hombre, aquel inhumano mundo deshumanizado no es sino una celestial nada; y las entrañas del ser no le declaran nada al hom- bre, al no ser en forma de hombre. […] El cuerpo sano, el cuerpo perfecto y cuadrado es el que habla con máxima lealtad y con máxima pureza. ¡Y habla del sentido de la tierra!”. Friedrich Nietzche. (1992). Así habló Zarathustra [trad. Juan Carlos García Borrón], Planeta-Agostini, España, pp. 47-50.

Una visión filosófica del problema agrario en México ● 13 región implica la preexistencia de lazos de los humanos con su entorno, ade- más de la conjunción de prácticas económicas, políticas, culturales, etcétera, que permiten desarrollar la vida colaborando recíprocamente, donde el ser que está en algo y que hace algo también es el ser que está libre en algo. Vale la pena recordar a Morin y Brigitte^10 al pensar en la tierra, misma que identifican como la matria : nuestra Tierra Patria. La existencia de la patria, la tierra de nuestros padres no depende de conceptos definidos en un marco ju- rídico, en todo caso vendrá a ser nuestro hábitat. Por supuesto que a lo largo de la historia este concepto ha servido para abanderar chauvinismos o patrio- tismos a ultranza; sin embargo, he preferido plantear una idea holista. La vida en el campo, la que se imbrica a nuestro hábitat es intemporal, comprende lo material como los lazos místicos inmateriales, se funda en un escenario cos- mogónico. El problema radica en el momento en que el Estado se imbricó, desde esta circunstancia se obnubiló la prospectiva que sensiblemente ostentaba el hu- mano sobre lo agrario. Es cierto que, por un lado, esto ha importado para la ostentación hegemónica de dominio, pero por otra vertiente, ideas como la del Plan de Ayala zapatista no solamente buscó la reivindicación de los derechos de la vida del campo, sino la permanencia y respeto de la condición del huma- no en el entorno. A través de la lucha, de la resistencia de los dominados, tal y como muestra la extensa historia mexicana, el ser se recrea, en otras palabras, el ser es, lo mismo que la realidad, el humano “queda para siempre” circuns- crito a su propia naturaleza. La vida en el campo mexicano no soporta las políticas asistencialistas en la que los gobiernos han justificado su apoyo a los derrotados de la vida agraria, para demostrar que sus necesidades son cubiertas. Sin embargo, el campo mexicano, siguiendo el trazo del orbe, existe per se. En su momento, en el año de 1996 en el Congreso Nacional Indígena^11 se estableció que: El territorio que nos une es la Madre Tierra que nos da vida, la que nos sustenta y a donde vamos a regresar, donde descansan los huesos que nos dan vida, la regeneradora que a partir de la muerte crea vida nueva. Pero también es la semilla que está en nuestras mentes y corazones, los lugares sagrados de la naturaleza y el hombre. La tierra es matriz de nuestras culturas comunitarias y colectivas; el territorio es la base material de nuestros pueblos y culturas que compren- (^10) Cfr. Tierra-Patria [trad. Ricardo Figueira], Nueva Visión, Buenos Aires, 1993, 222 p. (^11) Carlos Humberto Durand Alcántara. (2005). Derecho indígena , 2ª ed., Porrúa, México, p. 155.

14 estuDios agrarios | Marcos Daniel silva MalDonaDo de la totalidad del hábitat, las tierras, sus recursos naturales, sus lugares sagrados. La tierra es una totalidad compleja/física/ biológica/antropológica donde la vida es una emergencia de la historia, de la misma Tierra y el hombre, una emergencia de la historia de la vida terrestre. La vida es una fuerza organiza - dora biofísica en acción en la atmósfera que ha creado sobre la tierra, debajo de la tierra, en los mares, donde se ha expandido y desarrollado. La humanidad es una entidad planetaria biosférica.^12 Estamos a millones de años luz de una centralidad humana en el cosmos y, a la vez, no se puede considerar como entidades bien separadas, impermeables unas a las otras, al humano, la naturaleza y el cosmos. Estamos perdidos en el cosmos; la vida está sola en el sistema solar y sin duda en la galaxia; la tierra, la vida, el hombre, la conciencia son frutos de una aventura singular, de peripecias y reinicios asombrosos; el hombre forma parte de la comunidad de la vida, aunque la conciencia humana sea solitaria; la comunidad de destino de la humanidad, propia de la era planetaria, debe inscribirse en la comunidad del destino terrestre.^13 La tierra es una complejidad, inmensa, “paradigmas van y paradigmas vie- nen” y seguimos parcelando el conocimiento de ella, mientras tanto, unos cuantos son los que hacen de nuestro hábitat la propiedad privada, la explota- ción del humus. No podemos definir si la tierra está completa o es perfecta, lo que sí podemos decir es que la crisis del humano y, sobre todo, la crisis de los actores de la vida agraria, nos obliga a reivindicarlos, no como individuos aisla- dos y desconocidos del esquema agrario, ambiental o indígena, como han sido sojuzgados durante mucho tiempo, sino como entes susceptibles de apropiarse de la vida conforme a los parámetros de su cultura, y conforme a la preserva- ción de nuestro hábitat. Históricamente, la vida en el campo mexicano ha sido representada a través de mitos, historias, leyendas existentes a partir de una cosmogénesis, pero también ha sido asumida como el epicentro sagrado para el desarrollo cultural, económico, político y, sobre todo, humano de los distintos pueblos. En este sentido, podríamos estar hablando de nuestro hábitat, se sitúa como entorno que rodea al ser humano, “un todo”, es decir, el suelo (la tierra, el campo), el espacio aéreo, las aguas atmosféricas, el mar, los lagos, las lagunas, los esteros, la fauna, la flora, las selvas, el subsuelo y sus bienes naturales, (^12) Cfr. Brigitte Kern Morin Edgar. Tierra-Patria [trad. Ricardo Figueira], op. cit. , p. 68. (^13) Idem.

16 estuDios agrarios | Marcos Daniel silva MalDonaDo nihilista que como condición económica impone el actual modelo económico que sobrepone una visión cosificada de nuestra relación humano-tierra. Cuando culturalmente los pueblos dan origen al concepto de alma, espíritu, esencia, etcétera, como algo inherente al humano, ello expresa sin medida una necesidad antropológica de creer que el ser humano es un reflejo en miniatura de la tierra: en el ser humano se siembra como en la tierra, tiene una digestión que rescata los principales nutrientes como en la cosecha de la tierra, se transforma el ser humano como la tierra se auto-eco-organiza. El proceso cognitivo del saber agrario parte de la subjetividad a la objetividad, provocando interdependencia y, finalmente, cohesión, póngase el caso de las dualidades luz y oscuridad, bien y mal, vida y muerte, que comúnmente los pueblos originarios sostuvieron a tra- vés de la creación de deidades y desde su propia cosmovisión. El campo mexicano poco a poco ha perdido su significado, su proceso de interpretación, es decir, su hermenéutica, se explica ante el contexto actual de forma unívoca, en razón de que la tendencia nihilista que irradia el modelo económico no permite ver otros horizontes. Las posibilidades de interpretación del problema agrario mexicano actual desde sus fuentes originales se pierden al no hallar conexión ni continuidad con los sesgos e interpolaciones del dis- curso hegemónico. En este sentido, pensando en el discurso jurídico oficial, uno de los gran - des riesgos de la justicia agraria (ambiental, histórica, comunal, etcétera) está, por un lado, en la marginalidad que hace el Poder Judicial de la Fe - deración para articular dentro de su estructura la jurisprudencia agraria, y por otro, la pérdida de significado de su jurisprudencia. Cuando se hable de la jurisprudencia agraria, los funcionarios del sistema jurídico agrario además de intuir que se están dirigiendo a otro (campesino, indio, comune - ro, etcétera), o a un grupo (comunidad, ejido, pueblo originario, etcétera), y no a una cosa, están obligados a tener como símbolo a la justicia agraria. Su significante en todo momento debe ser la justicia de la relación entre el humano y la tierra, y como significado, el Derecho puesto desplegado en el vivir dignamente asumiendo la condición humana en nuestro hábitat. Otros problemas que se han suscitado en la visión filosófica del problema agrario mexicano es la pérdida de su ontología. En otras palabras, el ser agra- rio que otrora fue conspicuo, hoy no forma parte de un ser humano que se sienta ligado a su terruño. Esta circunstancia no se suscitó ex nihilo , por el contrario, fue provocada por la tendencia de ver en la tierra un medio más de la producción económica. La territorialidad invariablemente debe depositarse

Una visión filosófica del problema agrario en México ● 17 en un devenir ontológico, porque la inherencia humana sobre la tierra es un hecho que existe por sí mismo, hecho que debe revalorizarse hoy en día. La ontología del ser agrario se está perdiendo, esto quiere decir que la im- plantación de una ideología global rompe con el antecedente prehispánico que otrora permitía advertir la existencia del ser agrario mexicano. Valorar lo in- trínseco que prevalece en el devenir ontológico del ser mexicano, todavía tiene implicaciones en la realidad, sobre todo si se piensa en la atención que recla- man los pueblos originarios para prevalecer sus formas autóctonas de apropia- ción de los bienes naturales, la memoria biocultural y su cosmogonía. En este sentido, la preeminencia del devenir agrario mexicano a partir de las formas más ancestrales hasta la revaloración de la condición humana sobre el campo, debe blindarse del propio ser humano vano, por decirlo concretamente, el ser ontológico agrario que vive en el propio campo debe verse como otro derecho humano. La transformación que se sigue en el mundo está cimentada en la desrura- lización total del planeta, aun cuando de ello dependan, entre otros aspectos, la aculturación, la desmemoria cultural, los etnocidios (la aniquilación de pue- blos originarios), los epistemicidios (la desaparición de saberes tradiciones y de la memoria biocultural) y los ecocidios (la aniquilación del hábitat). Sobre este último tema, vale la pena retomar la obra de Víctor M. Toledo intitulada Ecoci- dio en México ,^18 donde se critica la incursión del modelo neoliberal en México, el cual destroza nuestro hábitat, dejando ver que “la batalla final es por la vida”. No hay lugar para la heurística ante la visión monolítica que implanta el neo- liberalismo sobre el campo, porque la preexistencia de este modelo se sustenta en la condición productivista mecanicista a través del cual el campo mexicano se cosifica. De este modo, los descubrimientos que pudieran situarse en el plano inmaterial, como en su momento Aristóteles lo planteó, es decir, el des- cubrimiento de nuevas ideas que estimulen una visión sensible sobre la vida en el campo, están en un impasse donde la tendencia globalifílica impone formas e ideas concretas que no permiten abrir la conciencia humana, anteponiendo supuestos inventos, como la tecnologización de la agricultura, la agricultura transgénica, el empleo de pesticidas, etcétera, como modo de vida único para la pervivencia humana protegida por el Estado. En otras palabras, existe un gran enfrentamiento antropocéntrico entre los que piensan que las ideas se descu- bren –como así lo pienso–, y los que creen que las ideas se inventan. La decadencia de la humanidad demuestra que desde una postura autocrí- tica somos una plaga del universo. Nos hacemos daño a nosotros mismos, a la (^18) Víctor M. Toledo. (2015). Ecocidio en México , Grijalbo, México, 176 p.

Una visión filosófica del problema agrario en México ● 19 y el frío se extiende como una sábana de aire, sube a las azoteas, se esconde en los zaguanes, aquieta el agua de las fuentes. La hojarasca, la ardilla, los rumores, la alfalfa, los eucaliptos y los álamos, las legumbres adolescentes, los insectos, el viento, hasta las sombras vienen a limpiar la ciudad, a poseerla. (Cuando llega la luz, el campo se retira como un enamorado culpable y satisfecho). Si pretendemos discurrir desde la idea de tierra en un aposento abstracto e inamovible tal y como tiende el pensamiento hegemónico, nos encontraremos con aspectos que consolidan el statu quo , lo que lleva a considerar que el tiem- po y el espacio se constituyen como elementos fijos para el desarrollo de la vida agraria, circunstancia que evidentemente se consolida versus a la valoración humana en torno a la vida agraria como un todo cambiante permanentemente. Debido a estos aspectos, el estado de derecho decimonónico debe transfor- marse y asumirse como maleable a partir de las interpretaciones culturales que ostentan los diferentes pueblos. Por decirlo de otro modo, el Derecho que aplique el Estado debe circunscribirse como solución a las decadentes ideolo- gías que pretenden acceder a la justicia agraria, y a resolver el problema agra- rio dentro de un contexto cultural. La tarea de filosofar languidece ante la consolidación de aspectos económi- cos como los que se conforman a partir de la Reforma Energética y el Tratado Transpacífico, ya que, ante la imposibilidad de poder repensar el resurgimiento de soluciones del problema agrario en México, encontramos cimientes globales perfilados a homogeneizar la vida agraria a partir de la imbricación tecnocráti- ca que se suscita sobre el ser vivo que siente: la Tierra. Aunque no es mi tarea determinar si las políticas públicas respecto a lo agra- rio que se vienen implantando han fallado en su aplicación sobre la vida agra- ria, sí queda claro que la crisis que vive la familia del campo está dispuesta a sobrellevar la carga que le han impuesto los grupos hegemónicos, y ello implica poner en práctica la resistencia en el suelo donde su espíritu rueda ante las solicitudes globales. La conciencia en los actuales mexicanos respecto al tema agrario se encuentra imbuida por aspectos catatónicos, cansados de resistir y luchar por un mejor

20 estuDios agrarios | Marcos Daniel silva MalDonaDo porvenir, su pensamiento no logra articularse para salir del atolladero que ha traído consigo el actual modelo económico. La conciencia de ser parte de la tierra se vuelve evanescente, cambiamos el pensamiento agrario por un nuevo pensamiento light a través del cual las emociones respecto a la recreación y al reencantamiento del cielo, del mar, de nuestro hábitat, quedan al margen porque ahora lo que importa –según los apologetas del nuevo orden mundial– es producir, vender las tierras, tecnificar la vida. El Estado apoya estas condiciones a través de sus instituciones admi- nistrativas y jurisdiccionales, de este modo el bienestar que pudiera esperarse se convierte en una ilusión distante para los actores de la vida agraria. El engranaje sistémico del aparato jurídico internacional ha venido arras- trando la estructura en la que se configura el Estado mexicano, con ello, políti- cas internacionales justificadas por la ciencia occidental respecto de lo agrario, que en poco ayudan a la generación de una nueva conciencia, traen consigo alienaciones en el ser agrario. Desde una tendencia mitómana y filoneista se vuelve irreconocible la tierra que en otro momento resultaba ser la casa de nosotros. Aunque es difícil que exista una filosofía agraria genuina en nuestros días, sí existen las posibilidades de construir un nuevo pensamiento envolvente que comprenda las necesidades agrarias, es decir, la locuacidad que el discurso neoliberal introduce no debe ser obstáculo para una nueva realización de un pensamiento reivindicador y resolutorio del problema agrario. En resumen, el problema agrario mexicano no puede verse desde una sola perspectiva, por el contrario, la atención que pongamos debe situarse desde la Antropología, el Derecho, la Economía, la Filosofía, etcétera. Estos aspectos evidencian la complejidad en que se encuentra el contexto agrario en el que la tierra, vista como medio de producción, se vuelve el absoluto de nuestros días. La coexistencia de dos formas de pensar, la dominada y la dominante, para la apropiación de los bienes naturales, y para la subsistencia diaria, colocan al problema agrario en el lugar primigenio a resolver porque no estamos hablando de una arista sino de las necesidades básicas del humano en su totalidad. Los regímenes de tenencia de la tierra, la propiedad social y su anclaje en el Estado mexicano, atraviesan por reacomodos normativos jurídicos emanados de un pensamiento de mercado general, mientras que otro pensamiento resis- te. Ante esta pugna, es necesario filosofar para disolver las ideologías y para dar preeminencia a la vida.

22 estuDios agrarios | Marcos Daniel silva MalDonaDo Nietzche, Friedrich. 1992. Así habló Zarathustra [trad. Juan Carlos García Bo- rrón], Planeta-Agostini, Madrid, 358 p. O’connor, James. 2001. Causas naturales. Ensayos de marxismo ecológico [trad. Victoria Schussheim], Siglo xxi, México, 406 p. Toledo, Víctor M. 2015. Ecocidio en México , Grijalbo, México, 176 p. —— (coord.). 2010. La biodiversidad de México , fce - cnca, México, 354 p. Wilson, Edward O. 2012. La conquista social de la tierra [trad. Joandomènec Ros], Debate, España, 381 p.