







Prepara tus exámenes y mejora tus resultados gracias a la gran cantidad de recursos disponibles en Docsity
Gana puntos ayudando a otros estudiantes o consíguelos activando un Plan Premium
Prepara tus exámenes
Prepara tus exámenes y mejora tus resultados gracias a la gran cantidad de recursos disponibles en Docsity
Prepara tus exámenes con los documentos que comparten otros estudiantes como tú en Docsity
Los mejores documentos en venta realizados por estudiantes que han terminado sus estudios
Estudia con lecciones y exámenes resueltos basados en los programas académicos de las mejores universidades
Responde a preguntas de exámenes reales y pon a prueba tu preparación
Consigue puntos base para descargar
Gana puntos ayudando a otros estudiantes o consíguelos activando un Plan Premium
Comunidad
Pide ayuda a la comunidad y resuelve tus dudas de estudio
Descubre las mejores universidades de tu país según los usuarios de Docsity
Ebooks gratuitos
Descarga nuestras guías gratuitas sobre técnicas de estudio, métodos para controlar la ansiedad y consejos para la tesis preparadas por los tutores de Docsity
Este documento explora la transformación del trabajo en el contexto del posfordismo, analizando las consecuencias de la 'lean production' y la crisis de la sociedad salarial. Se examinan las contradicciones entre autonomía y heteronomía en el trabajo, la producción de las condiciones sociales y culturales del dominio del capital, y la transformación del vínculo salarial. El documento destaca la importancia de la radicalización del conflicto en el terreno cultural y la necesidad de una política sindical que aborde la redistribución del trabajo y la autogestión de los tiempos y ritmos a escala social.
Tipo: Apuntes
1 / 13
Esta página no es visible en la vista previa
¡No te pierdas las partes importantes!
El fin del crecimiento "fordista" dejó a las empresas dos caminos para intentar escapar del estancamiento:
La conquista de porciones de mercado suplementarias. La renovación acelerada de la gama de sus producciones, la obsolescencia acelerada de sus productos.
Para la conquista de porciones suplementarias de mercado, los esfuerzos prometían ser más eficaces en la medida en que los mercados eran todavía relativamente "vírgenes", por lo que las firmas debían buscar hacer pie en los países "emergentes".
En cuanto a la obsolescencia acelerada de los productos, no solo exigía esfuerzos intensos y sostenidos en materia de innovación, sino también la capacidad de producir en series cada vez más cortas a costos unitarios cada vez más bajos. Uno y otro camino imponían la ruptura con el modo de producción fordista.
La competitividad no debía depender más de las economías de escala obtenidas, en el pasado, por la producción en gran serie. Debía obtenerse, por el contrario, por la capacidad de producir una variedad creciente de productos en plazos cada vez más cortos, en cantidades reducidas y a precios más bajos. De cuantitativo y material, el crecimiento debía volverse "cualitativo" e "inmaterial". Los productos debían imponerse por su "imagen", su novedad, su valor simbólico.
La competitividad exigía un máximo de movilidad, de fluidez, de rapidez en la concepción y producción de novedades. Las empresas debían ser capaces de improvisaciones continuas, debían saber suscitar, anticipar y explotar a fondo los entusiasmos efímeros, las modas imprevisibles y versátiles.
El "sistema Toyota" u "ohnismo" (por el nombre de su inventor, Ohno) ofrecía la solución ideal para el problema con el cual se tropezaban las industrias occidentales y que los industriales japoneses habían encontrado desde hacía mucho tiempo: "qué hacer para elevar la productividad cuando las cantidades que se deben producir no aumentan".
Uno de los principios esenciales del sistema Toyota es que resulta indispensable una gran proporción de autogestión obrera en el proceso de
producción para obtener, a la vez, un máximo de flexibilidad, de productividad y de rapidez en la evolución de las técnicas y en el ajuste de la producción a la demanda.
Los procedimientos operatorios inamovibles impuestos desde arriba a los operarios debían ser suprimidos en beneficio del "kaizen", es decir, del arreglo y el mejoramiento continuo de los procedimientos por parte de los propios obreros. Solo semejante ausencia de formalización permite esa "cooperación productiva" espontánea y flexible de la que resultará la flexibilidad del proceso, la gestión óptima de los tiempos, la armonización de cada conjunto de operaciones con el que le precede y el que le sigue, en una palabra, el "kan-ban".
Los obreros deben comprender lo que hacen, mejor: todo el proceso y todo el sistema de fabricación deben (en principio) volverse para ellos un todo inteligible, cuya responsabilidad asumen, al cual se entregan y del que se sienten amos. Deben reflexionar sobre los medios de mejorar y de racionalizar la concepción del producto; sobre los posibles mejoramientos de los procedimientos y de la organización del sistema.
El paradigma de la organización es reemplazado por el de la red de flujos interconectados, coordinados en sus nudos por colectivos auto-organizados, de los cuales ninguno constituye el centro. En lugar de un sistema centralmente hetero-organizado (como lo era el modelo fordista), tenemos un sistema auto-organizador descentrado, comparable a un sistema nervioso al que las redes interconectadas intentan imitar.
Esta concepción ¿abre espacios sin precedentes para el poder obrero y anuncia una posible liberación en el trabajo y del trabajo a la vez? ¿O lleva la sujeción de los trabajadores al colmo, obligándolos a tomar por su cuenta la función patronal y "el imperativo de competitividad", a poner el interés de la empresa por encima de todo, incluida su salud y hasta su vida? ¿Implica una nueva feudalización de las relaciones sociales de producción -el obrero convertido en el "patrón colectivo de su trabajo colectivo"?
El principio de 'existencia cero' en el kan-ban
El principio de 'existencia cero' es característico del sistema kan-ban, según lo expuesto por B. Coriat en su obra "L'Atelier et le robot".
El concepto de 'general intellect'
La expresión 'general intellect' se convirtió en un término clave para una importante corriente marxista, a pesar de que Marx solo la utilizó una vez de manera imprecisa en los Grundrisse, al tratar sobre la automatización, la hegemonía del trabajo inmaterial y la imposibilidad de seguir tomando el tiempo de trabajo como medida de la riqueza producida.
Concebida y construida entre 1984 y 1988, la fábrica de Uddevalla fue cerrada definitivamente en 1993. El cambio de coyuntura y la inversión de la relación de fuerzas sociales, con el aumento del desempleo en Suecia, hicieron que ya no fuera necesario ofrecer condiciones de trabajo atrayentes para estabilizar y comprometer a la mano de obra.
La productividad y el cierre de la fábrica de
Uddevalla
A pesar de que la productividad de la fábrica de Uddevalla era superior a la de Kalmar y a la de las fábricas tradicionales del grupo, y que la calidad de la producción era inigualada en las otras fábricas, la dirección eligió cerrar esta fábrica modelo y de vanguardia (Kalmar fue cerrada al año siguiente).
Jean-Pierre Durand propone una doble explicación para esta decisión:
En Uddevalla, al haber sido suprimidas las tareas repetitivas, la fábrica no podía evolucionar hacia una automatización mucho más activa.
En la fábrica de Gand, en cambio, como en todas aquellas (en Alemania, en Gran Bretaña y en Francia) que se organizaron según los principios nipo-norte-americanos de la "lean production", las tareas repetitivas (en ciclos de base de 1,8 a 1,9 minutos) persisten y permiten avances ulteriores hacia una robotización casi integral.
Al abolir la cadena de montaje con cadencia automática y centralmente programada, Uddevalla dependía para su buen funcionamiento del compromiso y de la adhesión de su personal. Este ya no era sumiso a ningún control o poder jerárquico ni a ninguna de las restricciones que, en las otras fábricas, se ejercen sobre los trabajadores por su sometimiento a un sistema con los parámetros preprogramados.
En resumen, el poder obrero sobre la producción al final pareció peligroso e inútilmente extendido a la dirección del grupo. La globalización y el desempleo le permitían al capital ejercer de nuevo su poder sin reparto.
El sometimiento
El "drama", como decía Coriat, es que solo la superación de las relaciones capitalistas de producción permitirían realizar el potencial liberador del postaylorismo.
El capital no aplica ciertos principios más que a condición de haber podido precaverse de antemano contra el uso autónomo, por parte de los obreros, de las parcelas de poder que se les fueron concedidas.
Tanto en el Japón como en Estados Unidos y en Europa, las empresas que adoptaron los (o algunos) principios de la "lean production" no contratan más que obreros jóvenes, escogidos con cuidado, sin pasado sindical y, en Gran Bretaña sobre todo, se les impone en el contrato de trabajo el compromiso, bajo pena de cesantía, de no hacer nunca huelga y no adherir a un sindicato que no sea el de la casa.
A cambio, ofrecen a sus jóvenes obreros una "identidad de empresa" (una "corporate identity") que tiene su origen en la "cultura de la empresa", cuya simbólica elabora cada firma en muchos niveles: una formación profesional específica en la empresa; un estilo de comportamiento y un vocabulario propios de la "casa"; un estilo de vestimenta distintivo, correspondiente más o menos al uniforme de la empresa que se usa en el Japón.
En una sociedad en vías de descomposición, en la cual la búsqueda de una identidad y de una integración social se ve constantemente frustrada, el joven obrero puede encontrar en la "cultura de la empresa" y en el "patriotismo de la empresa" que la firma le inculca un sustituto de pertenencia a la sociedad global, un refugio contra el sentimiento de inseguridad.
La emancipación virtual de los trabajadores posfordistas en el seno de su trabajo corre pareja así con un control social reforzado. Ese control toma en particular la forma del "ostracismo", de la sujeción de los individuos a la presión conformista, totalitaria del grupo.
las reivindicaciones de autonomía y de poder a partir del momento en que hubieran logrado realizarse en los lugares de trabajo.
La autonomía y la emancipación en el trabajo
posfordista
Para los autores mencionados, la autonomía y la emancipación totales ya no son una exigencia a la que se tiende, sino una realidad actual en el trabajo posfordista. Según ellos, el trabajo se plantea "inmediatamente como libre y como constructivo", y el capital se vuelve "un aparato vacío, de restricción, un fantasma, un fetiche". La "intelectualidad de masa", que engloba a trabajadores, desempleados y precarios, estaría lista para autoconstituirse en un poder alternativo, ya que el proceso de producción de subjetividad se constituye "fuera" de la relación con el capital. Se postula que el individuo se libera trabajando, ya que "no se somete a la restricción de un orden exterior, sino que sigue la determinación interna que define las posibilidades y las razones de la acción productiva".
La autonomía en el trabajo es insuficiente si no va acompañada de una autonomía cultural, moral y política que la prolongue. Esta autonomía no nace de la cooperación productiva misma, sino de la actividad militante y de la cultura de la insumisión, la rebelión, la fraternidad, el debate libre y la disidencia. Los autores han recurrido a una especie de "spinozismo sistémico" que evacua la tarea más difícil: la de las mediaciones culturales y políticas de las cuales resultará la oposición a los modos y las finalidades de la producción.
¿El sistema de producción está concebido, administrado y organizado para asegurar la mayor autonomía posible de los trabajadores? ¿Para qué sirven los resultados del trabajo de los trabajadores? ¿Quién define la manera en que las necesidades o los deseos deben ser satisfechos? ¿Qué relaciones mantienen los participantes actuales en el proceso de producción con los desempleados, los interinos, los precarios, los independientes y los trabajadores de las empresas subcontratistas?
La "lean production" produce las condiciones sociales y culturales que permiten el dominio del capital sobre la autonomía del trabajo vivo. La ciencia, la información, el saber en general y la comunicación lingüística se presentan como el "pilar central" que sostiene la producción y la riqueza, y toda la mano de obra asalariada vive permanentemente la condición del "ejército de reserva". Las capacidades y las aptitudes puestas en obra en el trabajo son "lo más común que hay", son "intelectualidad de masa", de manera que todos y todas son a la vez trabajadores potenciales y des-empleados en potencia.
La dominación del capital no puede ejercerse directamente sobre el trabajo vivo por medio de restricciones jerárquicas, sino que debe desplazarse por encima de la fábrica y tomar la forma de un condicionamiento que conduce al sujeto a aceptar o a elegir lo que se entiende que le impone. El frente de conflicto está en todos los lugares donde la información, el lenguaje, el modo de vida, los gustos, las modas sean producidos y configurados por las fuerzas del capital, del comercio, del Estado, de los medios masivos de comunicación. La radicalización del conflicto en el terreno cultural (educación, formación, ciudad, ocios, modo de vida) es la condición de su radicalización en el terreno del trabajo.
Siempre existieron actividades y oficios en los cuales los trabajadores debían a la vez ser autónomos, totalmente comprometidos con su tarea y aceptar que la naturaleza, el fin y el sentido de esta tarea les fueran impuestos. Aquellos o aquellas que se entregan enteramente a actividades en sí mismas gratificantes, pero por las cuales se vuelven el instrumento venal y diligente de una voluntad ajena, se venden. La venta de sí llega al colmo entre los prestatarios independientes de servicios profesionales, que se consideran a sí mismos una "mercancía que trabaja" y llevan así hasta el extremo de su lógica la ideología de los "industriales japoneses de la era posfordista".
Profesionalismo y relaciones de servicio
Los profesionales, como terapeutas, docentes, etc., se suponen que comprenden mejor que sus pacientes, clientes o alumnos lo que les hace falta.
Cuanto más crece la productividad y el ardor en el trabajo de la élite, más crecen también el desempleo, la pobreza, la desigualdad y la tasa de beneficio. La élite contribuye a producir y reproducir las condiciones de su propia servidumbre, intensificando la competencia y la dominación del capital.
El trabajador posfordista debe identificarse no solo con el acto de trabajo inmediatamente productivo, sino también con las consecuencias y efectos mediatos de su trabajo en el entorno social. Debe apropiarse de su trabajo y hacerse sujeto de este hasta en las consecuencias que produce, incluyendo la abolición del trabajo, el empleo y el salariado. Esto exige una política sindical y un sindicalismo político que aborde la redistribución del trabajo, la reducción de su duración e intensidad, y la autogestión de los tiempos y ritmos a escala social.
Transformación del vínculo salarial
El posfordismo transforma más la naturaleza del vínculo salarial que la naturaleza del trabajo. Incluso en el sistema Toyota, el taylorismo sigue vigente, especialmente en la red de subcontratistas.
Se crea un núcleo central de asalariados permanentes y polivalentes, rodeado de una masa importante de trabajadores periféricos, precarios y con horarios y salarios variables. Además, hay una proporción creciente de "externos", es decir, prestadores de servicios pretendidamente "independientes" sin cobertura laboral ni social.
Se prevé una caída significativa de la proporción de empleos estables y de tiempo completo, llegando al 30-40% en Alemania y por debajo de ese nivel en países como Reino Unido.
La tendencia a reemplazar la estructura organizativa por la administración descentralizada de flujos se radicaliza con la reingeniería, buscando reducir al menos un 40% los efectivos del personal estable.
La reorganización de Bank América de
California y el "reengineering"
El plan de reorganización de Bank América de California (28. asalariados en 1993) prevé conservar solo el 19% de los asalariados permanentes, mientras que el 81% restante será externalizado, en parte mediante el trabajo a distancia. La carga media de trabajo de los trabajadores externalizados será inferior a 20 horas por semana. El "reengineering" se extendió rápidamente a todos los dominios de actividad, de modo que las 500 empresas estadounidenses más grandes no empleaban más que un 10% de asalariados permanentes y a tiempo completo.
En Europa, sobre todo en Reino Unido y Francia, se desarrolló una forma particular de empleo precario: el empleo de "contratados" que realizan el mismo trabajo que el personal estable, pero sin las mismas condiciones, derechos sociales ni remuneración. Estos "contratados" están a disposición del empleador, que les asegura un mínimo de horas a menudo irrisorio, sin fijar de antemano la fecha y el horario de las prestaciones exigidas.
Según consultores, en Estados Unidos se prevé que 25 millones de empleos del sector privado desaparecerán. Para Alemania, se estima que 9 millones de empleos podrán suprimirse por la aplicación de métodos más eficientes. Se prevé un exceso de personal del 30-40% en la industria y del 30-50% en el sector terciario.
La externalización permite al capitalismo restablecer condiciones sociales similares a las del siglo XIX, con trabajadores "contratados", temporales y precarios, sin los mismos derechos que los asalariados. Se abre la perspectiva de la abolición del propio salariado, con la "flexibilización" de la remuneración laboral, que pasa a ser libremente negociable entre la empresa y cada trabajador individual. La individualización de las remuneraciones y la transformación de los asalariados en contratados o prestadores independientes tienden a suprimir el trabajo abstracto y la pertenencia del trabajador a la sociedad, prevaleciendo su pertenencia a la empresa.
una lucha por el poder. Todo cambio en la sociedad supone la capacidad de pensar de otra manera o, simplemente, de formular lo que cada uno siente.