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habla sobre las teorias de restauración arquitectonicas
Tipo: Guías, Proyectos, Investigaciones
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Este trabajo se enmarca dentro de los contenidos específicos de la TEORÍA E HISTORIA DE LA RESTAURACIÓN abordados en la presente Maestría GIPAU. En relación a los mismos nos introducimos en los orígenes y principios generales de la preservación de los bienes culturales, especificando sobre la progresiva ampliación de este campo disciplinar, desde las primeras intervenciones y antecedentes registrados (tratados de arquitectura del Renacimiento) hasta las tendencias más recientes (restauración preventiva, crítica, entre otras). En este sewntido, a través del análisis de las diferentes posturas sobre la restauración, se comparan las resoluciones adoptadas en las distintas instancias histórico-estéticas.
En virtud de estas instancias y de los principales exponentes que representan cada una de las posturas teóricas a lo largo del tiempo, se diseña un sistema de reconocimiento a través de fichas biográficas en los que se identifica:
Cada postura se identifica con una letra en mayúsculas, seguida de un número de ficha:
A- ANTECEDENTES EN LA RESTAURACIÓN: Restauración primitiva / Reconstrucción arquelogista
Arq. Romina Mariel Fiorentino
Maestría en Gestión e Intervención en el Patrimonio Arquitectónico y Urbano
B- EL SIGLO XIII: RESTAURACIÓN ARQUEOLÓGICA -B-1 Giuseppe Valadier (1762-1839) C- RESTAURACIÓN ESTILÍSTA
Es de destacar que el sistema de documentación propuesto es de tipo abierto, factible de ampliarse e incorporarse otras teorías y referentes.
Si bien a lo largo de la historia y las diferentes culturas la conservación de sus huellas materiales es generalmente azarosa (prevaleciendo una actitud de cambio y renovación), la noción de “conciencia patrimonial” es relativamente antigua, conociéndose disposiciones y edictos de emperadores romanos (como Teodosio en el siglo V) sobre el manejo de los monumentos (Fernández, 2007). Por otro lado, y como señala Bozzano (2017), durante siglos la “reutilización” de obras de valor ha impulsado la mayor parte de las intervenciones, constituyendo la misma la acción primaria del conservar. A partir de ello, los edificios han sido readaptados o rehabilitados a las nuevas demandas y necesidades cambiantes de las distintas generaciones. Sin
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A-2 Alberti (1404-1472): “De re aedificatoria”, los diez libros de la arquitectura
León Battista Alberti (Ver Ficha A-2, Alberti) es uno de los primeros tratadistas y teóricos artísticos del Renacimiento. Este arquitecto, que se desarrolla en varias disciplinas, como la arqueología y la criptografía, redacta diversas obras desde una perspectiva científica y metodológica. Entre ellas se encuentra De re aedificatoria, la cual se traduce como “El arte de edificar”, escrita en latín (1450 c.a.). La misma está dividida en diez libros 2 , en cuyo último se centra específicamente en la restauración (X- Operitium instauratio), identificándose que por primera vez un arquitecto se ocupa de esta temática, sentando nuevas bases en este sentido 3. Es de destacar que se estructura el tratado en relación a los postulados de Vitruvio (conocidas también como las virtudes de Vitruvio o la Tríada de Vitruvio), y es que así los tres primeros libros se refieren a las firmitas (elección del terreno, materiales y cimientos, en los libros IV y V a las utilitas (se centra en diversos tipos funcionales de edificios), y en el libro VI sobre las venustas (belleza arquitectónica). Los libros VII, VIII y IX tratan de la construcción de iglesias, edificios públicos y privados.
A-3 Serlio (1475-1554): “Los siete libros de la arquitectura”
Los siete libros de la arquitectura es la obra de Sebastiano Serlio (Ver Ficha A-3, Serlio), publicada entre 1537 y 1551. Es el primer tratado de arquitectura que codifica los cinco órdenes, y cuyo enfoque es, a la vez, práctico y teórico. Cinco tomos de su tratado son divulgados a partir de 1537, dos más se publicaron después de su muerte, y un octavo permanece inédito durante siglos. Su trabajo es difundido como un diccionario ilustrado para arquitectos, ya que utiliza ilustraciones de gran calidad que acompañan el texto. Los libros aparecen publicados en diferentes ediciones en una secuencia irregular: IV (órdenes), III (arquitectura antigua), I y II (problemas matemáticos y representación prospectiva), V (arquitectura religiosa: tipología pentagonal, circular: variedad de soluciones), VII (“de las habitaciones de todos los grados de hombres”, hasta la urbanística), VIII (arquitectura militar) y VI (si bien posee los mismos argumentos, es el que permanece inédito). Entre sus particularidades, presenta en la última parte del tratado diseños singulares, como especie de portales, los cuales son a menudo imitados por los arquitectos manieristas. Teoriza además sobre la ventana de arco central afianzada en dos aberturas rectangulares, la cual lleva su nombre identificándose como pronto serliana.
Posturas críticas y teorías de la restauración Reconocimiento y sistematización de sus principales exponentes
A-4 Vignola (1507-1573): “Los cinco órdenes de la Arquitectura”
Uno de los grandes tratados de arquitectura del siglo XVI es obra de Giacomo Vignola (Ver Ficha A-4, Vignola), denomina Los cinco órdenes de la Arquitectura y publicado en 1562. Su obra recibe la influencia del Tratado de Serlio, así como la tradición constructiva renacentista, desde Alberti a Antonio Sangallo el Joven. Comprende los cinco órdenes arquitectónicos mencionados, realizando una Interpretación modular en donde disecciona todas sus partes para su estudio y comprensión, estableciendo reglas claras y fácilmente aplicables. Para ello se basa en la obra de Vitruvio y en las construcciones romanas que releva e investiga. Es de destacar que Vitrubio establece normas sobre los órdenes arquitectónicos empleados en tiempos de Augusto y define cuatro de los mismos: dórico, jónico, corintio y toscano. Vignola, al igual que Serlio, definen las reglas de los órdenes clásicos incluyendo el compuesto (que resulta de la fusión del orden jónico con el corintio).
A-5 Palladio (1508-1580): “Los cuatro libros de la arquitectura”
Andrea di Pietro della Gondola (Ver Ficha A-5, Palladio), conocido con el apelativo de Palladio 4 , es quien además de un importante legado arquitectónico traducido en numerosas obras religiosas y civiles, es reconocido como una figura clave de la arquitectura de la Edad Moderna gracias a sus "I quatro libri dell'architettura" (Los Cuatro libros de Arquitectura). En este tratado, gracias a su profundo conocimiento de los teóricos clásicos (principalmente Vitrubio) sienta las bases de un nuevo lenguaje arquitectónico basado en la proporción y los órdenes arquitectónicos antiguos. Publicado en Venecia en 1570 en cuatro secciones, incluye una dedicatoria y prólogo en su libro primero y trata específicamente de la caja de herramientas del arquitecto (elección de materiales, cómo construir, normas de proporción, elementos arquitectónicos y forma de organizarlos). El segundo contiene diseños de Palladio con una descripción específica de cada proyecto, mostrando en forma práctica la aplicación de las normas contenidas del Libro I. En el libro tercero y cuarto es donde detalla reconstrucciones arqueológicas. Así en el tercero describe cómo construir los edificios públicos, calles, puentes, plazas, y muestra dos de sus proyectos y las reconstrucciones arqueológicas de construcciones antiguas. Realiza numerosas alusiones a fuentes y a las técnicas que utiliza, citando a Vitruvio, Tácito, Plutarco y Julio César 5. El libro cuarto, con un prólogo cosmológico, trata de los templos construidos por los antiguos y presenta unas reconstrucciones de los restos arqueológicos de Roma.
Posturas críticas y teorías de la restauración Reconocimiento y sistematización de sus principales exponentes
de longitudinalmente. El ingreso a la iglesia se hace a través de un vestíbulo circular, también de origen romano, y termina en un profundo presbiterio, donde se encuentra el coro de los cartujos, a quienes se confía esta iglesia una vez terminada. Se encarga la realización de un baldaquino de bronce para el altar mayor, según diseño de Miguel Ángel. Durante los siglos posteriores se ha ido transformando, haciendo casi imperceptible el diseño original.
A-8 Bernini (1598-1680): El Panteón de Agripa
Gian Lorenzo Bernini (Ver Ficha A-8, Bernini), restaura el Panteón de Agripa. A partir del Renacimiento el panteón es utilizado como sede de la Academia de los Virtuosos de Roma, sirviendo de sepulcro a grandes artistas italianos como Rafael o Vignola. Dentro de la intervención de Bernini inserta las columnas laterales, rehaciendo algunos capiteles del interior del pronaos, e incorporados “campaniles” o campanarios, bautizados popularmente como orejas de asno, y eliminados en 1893. Es de destacar que la base de la formación artística de Bernini es el estudio de la tradición grecorromana. En este sentido, sus restauraciones escultóricas revelan el gusto por la precisión, la interpretación original del helenismo y el respeto por la integridad de la obra, como en el Hermafrodito o en la restauración de Ares Ludovidisi en 1627 (escultura de mármol copia romana de un original helenístico que Lisipo realiza en el 320 a.C) donde se aprecia perfectamente la intervención de Bernini por el diferente color y tratamiento del mármol.
La RESTAURACIÓN ARQUEOLÓGICA, aparece en Italia en el siglo XVIII y supone la crítica científico-técnica de la postura anterior, y por lo tanto, es considerada la primera teoría científica de restauración. Es de destacar que entre 1760 y 1810 se constituye la arqueología como disciplina científica, descartándose la actitud de “reconstrucción figurada o imaginativa” como toda clase de intervencionismo ajeno a la pura descripción de su materialidad. A principios de del siglo XIX, la acción del Papa León XIII a través de sus disposiciones para la reconstrucción de la Basílica San Pedro -devido a que en 1823 sufre un incendio, quedando destruida- , se consideran fundantes en relación a la búsqueda de un rigor ligado al saber de la arqueología, según el cual la actuación restauradora se debe limitar (Fernández, 2007):
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En este sentido, La restauración arqueológica busca la restauración y consolidación de ruinas arqueológicas, poniendo en práctica la anastilosis, estableciendo la diferenciación de las partes nuevas y las antiguas mediante la utilización de materiales distintos y suavisando el ornamento para hacer notorias las partes originales.
Por otro lado, durante el siglo XVIII, a partir del descubrimiento de ciudades como Pompeya o Herculano se fortalece el interés por conocer más profundamente la historia, otorgándose valores de antigüedad a los edificios y reconociéndose el “valor estético ligado a una época particular”, pasando de esta forma del “coleccionismo divagante” al “coleccionismo ordenado y evolutivo”. De esta manera surge una nueva conciencia sobre la historia, esbozándose la conservación con una perspectiva renovadora, en donde los edificios dejan de ser “objetos míticos” para transformarse en “objetos ejemplares”. En este sentido, las conquistas de Napoleón Bonaparte (1769-
B-1 Giuseppe Valadier (1762-1839): El Arco de Tito y el Coliseo
El enfoque de Valadier (Ver Ficha B-1, Valadier) al restaurar los antiguos edificios romanos es de carácter reflexivo. En relación al Arco de Tito:
La restauración del Coliseo la desarrolla también Valadier y Stern. La primera intervención es realizada por este último en 1807, consolidando la zona exterior con un contrafuerte lateral para contener el empuje del círculo exterior, diferenciando su intervención del original usando el ladrillo en vez de la piedra.
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Duc para materializar las intervenciones, parte de un análisis exhaustivo de la historia de los edificios, de su estructura, particularidades constructivas, estilo, y del periodo y contexto en que habían sido realizados. Según su concepción, el restaurador debe imbuirse de la personalidad de los constructores originales del edificio, para poder traducir en el presente, los acabados o completamientos necesarios para su correcta interpretación.
De esta manera, Viollet-le-Duc, en una postura pragmática, propone la Intervención sin límite (Reconstrucción), la posibilidad de devolver al monumento su apariencia original (Repristino 11 ) y de mejorar la calidad originaria del objeto (Innovación). Legitima e impone sustituciones, restituciones, completamientos, adiciones o eliminaciones basadas principalmente en analogías tipológicas y de estilo 12. De esta manera, trata de restituir en una arquitectura alterada por el tiempo, degradada en sus materiales y sobre la que se ha actuado con “errores” estilísticos, su condición primitiva, la pureza del estilo. En este sentido, su objetivo es “devolver al edificio el estado que pudo haber tenido”. Según esta postura se suprimen agregados o crecimientos posteriores, tratando de encontrar con la restauración la máxima homogeneidad y pureza estilística que alguna vez tuvo. Se afianza en el estudio del pasado, el descubrimiento y recuperación de una identidad nacional.
La teoría de la “RESTAURACIÓN ROMÁNTICA” o “ANTI-RESTAURATORIA” caracteriza a la Escuela Inglesa, siendo su mentor y mayor exponente John Ruskin. Esta postura teórica se declara contraria a la Viollet-le-Duc, instaurándose un fuerte debate teórico-científico entre ambas propuestas. Gran Bretaña se convierte en el país más poderoso del siglo XIX a partir de la revolución industrial, desarrollo que densifica el tejido urbano y sustituye los viejos edificios por nuevos, perdiendo la ciudad histórica su identidad. La tarea del obrero industrial sustituye la labor artesanal, consecuencia directa del desarrollo capitalista y del pragmatismo. En este sentido, la cultura materialista encuentra sus límites en el romanticismo (Bozzano 2017).
D-1 Ruskin (1819-1900)
“La restauración es la más completa destrucción que puede sufrir el edificio, preservar es el legado más precioso de la arquitectura de épocas pasadas.” John Ruskin
Posturas críticas y teorías de la restauración Reconocimiento y sistematización de sus principales exponentes
John Ruskin (Ver Ficha D-1, Ruskin) a lo largo de su vida, lucha por el reconocimiento del patrimonio cultural y la recuperación de los valores perdidos, promoviendo una sociedad más equilibrada y justa. En materia de restauración su obra es principalmente teórica, destacándose entre sus escritos Las siete lámparas de la arquitectura (1849) y Las piedras de Venecia (1851-1853). En estas destaca que la arquitectura no es solo una técnica de construcción, también es arte. Llama “Las siete lámparas de la arquitectura” a las leyes que todo artista al instante de crear debe obedecer: Sacrificio, Verdad, Poder, Belleza, Vida, Memoria y Obediencia. Sintéticamente podemos decir que Ruskin, adopta una postura romántica, plantea principalmente dejar al monumento en el estado existente (Conservación), y en caso de realizar una Intervención mínima (Consolidación), está debe ser indispensable para evitar la pérdida.
Rechaza toda reconstrucción y cualquier tipo de modificación o innovación en las obras del pasado, siendo partidario de la autenticidad histórica y del mantenimiento permanente de los edificios para salvaguardar el patrimonio cultural: “Cuidad de vuestros monumentos y no tendréis necesidad de restaurarlos”. Por lo tanto, rechaza todo tipo de restauración, entendiendo que ella solo conduce a la falsificación de los edificios históricos y supone un engaño. En este sentido, cualquier intervención es siempre arbitraria y contraria a su esencia. En su actitud romántica, exalta la belleza de la patina del tiempo sobre los materiales y concibe a la arquitectura dotada de vida, ya que la obra nace, vive y debe morir en algún momento. Señala que si solo han quedado ruinas, estas se deben conservar y, así, “dejar morir los monumentos con dignidad”. En este sentido, la función del arquitecto es aletargar dicha muerte a través de un cuidado permanente. Sostiene que al mantener un edificio no se rescata sus piedras o ladrillos, sino a las personas que trabajaron en ellas, de allí el total y absoluto respeto por los monumentos: “al final llegará su hora y que ningún deshonroso y falso añadido lo prive del oficio fúnebre del recuerdo”.
D-2 William Morris (1834-1896)
“Al destruir o estropear uno de estos edificios, estamos destruyendo el placer, la cultura, en una palabra, la humanidad de las generaciones no nacidas.” William Morris
William Morris (Ver Ficha D-2, Morris) discípulo de Ruskin y gran defensor de la conservación del patrimonio arquitectónico religioso y civil, afirma que se debe conservar y respetar todo rastro original. En 1877 funda la Sociedad para la protección de edificios antiguos (SPAB), que lucha por la defensa y tutela del patrimonio edilicio de Gran Bretaña. Tal es el impacto de esta sociedad,
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En términos generales, Beltrami, acepta la reconstrucción, por lo que su teoría es denominada también “restauración reconstructiva”, aunque abandona la práctica de innovar elementos por analogía. Considera en su método cada restauración como individual y concreta. Propone también que los estudios sean interdisciplinarios, y que partan de la confrontación de diversos puntos de vista.
Si bien, exige un mayor rigor conceptual basado en la documentación gráfica y escrita (para poder realizar una reconstrucción históricamente documentada) siendo su propuesta teórica y metodológica correcta y de gran aporte, se le cuestiona en su accionar algunas de sus intervenciones, como el caso del Castello de Sforza en 1893 13. Según Fernández (2007), deja mucho que desear en esta reconstrucción ya que se basa en análisis comparativos (por ej. el Castello de Vigevano, de Bramante) en inferencias documentales, y deducciones sobre los vestigios materiales (deduce las características de altura y traza, a través de de los cimientos de la Torre). Por otro lado, Beltrami es responsable de la reconstrucción imitativa del Campanile de Venecia, el cual se derrumba repentinamente en 1902, abriéndose una gran polémica sobre cómo reconstruirlo y donde. Esta la obra se le adjudica bajo el lema “como era e dove era”, y se reconstruye entre 1903-1912, con una estructura nueva, en el mismo lugar y aprovechando al máximo los propios materiales y documentos. Si bien es reproducido a través de una importante cantidad de imágenes y documentos históricos, resulta falso el uso “no aparente” del hormigón armado (que le reduce el peso original).
Por su enfoque ordenado y metódico, a esta teoría se la ha llamado “RESTAURACIÓN CIENTÍFICA”, aunque recientemente, recibe el nombre de “RESTAURACIÓN MODERNA” (Bozzano, 2017). También, y según expresa Fernández (2007) es denominada como “RESTAURACIÓN COMPREHENSIVA”. La Restauración Científica surge en Italia con su precursor Camilo Boito (contemporáneo de Beltrami). Este movimiento fue creado en los años 30, y liderado por Gustavo Giovanonni. En torno al año 1880 se defiende la arquitectura historicista, colocando el románico como hito de Italia. Desde finales del siglo XIX, y principios del siglo XX, las teorías conservadoras de Ruskin, y las restauradoras de Viollet-le-Duc, comienzan su ligero declive debido a los cambios de pensamiento europeos. Italia después de haber
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logrado su unidad política comienza a estructurar su unidad cultural y entre otras acciones se encaran trabajos de restauración que exaltan el carácter de su latinidad al tiempo que se refuerzan las características regionales, encarnándose una tarea de construcción identitaria. Italia se postula como una de las naciones pioneras en materia de restauración y conservación de monumentos.
F-1 Camilo Boito (1836-1914)
“Los monumentos documentan toda la historia de la humanidad. Aquéllos deben ser preferentemente consolidados antes que reparados y reparados antes que restaurados evitando las renovaciones y adiciones.” Camilo Boito
Según su postura, Camilo Boito (Ver Ficha F-1, Boito), no otorga prioridad a la restauración, indicando que los edificios deben ser “antes consolidados que restaurados”. Replantea la necesidad de la reutilización de los monumentos con nuevos usos y considera que los edificios son “documentos a conservar”. Se opone a la repristinación y defiende, por lo tanto la conservación de los añadidos. En caso de que la obra precise alguna intervención, enuncia que “se realizarán sobre datos seguros, con caracteres y materiales distintos y distinguibles, llevando un signo de identificación o la fecha de restauración. Todos los añadidos de cualquier época deben respetarse y las adiciones modernas no deberán interferir la unidad de la imagen”.
Camilo Boito, dio forma a la primera Carta del Restauro de 1883 14 , planteando un criterio intermedio entre Viollet-le-Duc y Ruskin y (entre las Escuelas Inglesa y Francesa), posicionándose en lo que se identifica como la “tercera vía”, la cual -como se enunció- toma posteriormente el nombre de “restauración científica”, ya que procura arbitrar entre las bases de la restauración moderna. Entre sus premisas se encuentra:
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precesión la secuencia de procedimientos intervenidos” (2007:24). La actuación y posición teoría de Gustavo Giovannoni (Ver Ficha F-2, Giovannoni), está ligada a la creciente valoración de los aspectos ambientales y contextuales a lo largo del siglo XX. Concibe que el arquitecto debe unificar en una sola práctica al arquitecto, al urbanista y al restaurador, y abordar de esta forma los problemas en todas sus escalas. En este sentido, enuncia el interés por la conservación de la ciudad histórica y proclama que el monumento no se puede considerar al margen de su ambiente. Así, identifica que todo sector antiguo debe insertarse en un plan de ordenamiento urbano y que los conjuntos de valor patrimonial deben ser considerados en forma integral (Bozzano, 2017). Giovannoni, mentor junto a Boito de la reunión de Atenas, trata de organizar la actividad en forma metódica, aportando a lo precedente:
Giovannoni, es parte importante en la redacción de la Carta de Atenas (1931) 16 la cual constituye el primer documento que presenta normas generales para la restauración de monumentos, impulsando su consolidación y las acciones reparadoras de mantenimiento, a la vez que alienta la creación de instituciones internacionales encargadas de regular las restauraciones. Es además, promotor de la “Carta del Restauro Italiana de 1931” 17. Según ésta, la restauración debe contemplar el edificio y sus vicisitudes históricas y su contexto, (trama urbana y edilicia), destacándose la necesidad de respetar el entorno de los monumentos. Por primera vez insta a la defensa de los centros históricos y la valoración de las “arquitecturas menores” 18 frente a su destrucción por la construcción de los ensanches de las ciudades, ubicándose al habitante del lugar en el punto focal de atención. En los conjuntos edilicios promulga que se conserven sus características fundamentales (tanto en su escala como su estructura formal), eliminándose cualquier construcción “parásita” o agregados que lo distorsionan. Sugiere la rehabilitación de barrios antiguos y preservación de los conjuntos urbanos en pos de su verdadero desarrollo.
Dentro del periodo del RESTAURO CRÍTICO surge primeramente la figura de Alois Riegl, historiador del arte austriaco miembro de la Escuela de Historia del Arte de Viena y figura fundamental en los métodos modernos de historia
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del arte. Dentro de esta corriente se encuentra a Cesare Brandi, también denominada RESTAURACIÓN IDEOLÓGICO CRITICA.
Es de destacar que las propuestas de Boito y Giovannoni, correspondientes a la corriente anterior, parecían haber llegado a un grado de maduración científica y de síntesis en relación a las aportaciones precedentes (debate entre Viollet-le-Duc vs Ruskin). Sin embargo estas se revelan inadecuadas debido a su complejidad, tiempos y costos para afrontar, sobre todo, la reconstrucción europea después de las guerras mundiales (Fernández, 2007). En virtud de ello surge la Carta de Venecia en 1964
G-1 Riegl (1854-1905)
“El valor histórico de un monumento será tanto mayor cuanto menor sea la alteración sufrida en su estado cerrado originario, el que poseyó inmediatamente después de su génesis. Las deformaciones y los deterioros parciales son para el valor histórico un factor accesorio molesto y desagradable.” Alois Riegl
Alois Riegl (Ver Ficha G-1, Riegl) profundiza su trabajo sobre la preservación del arte y de los monumentos, considerando que la obra de arte es el resultado de una voluntad consciente que se separa de la finalidad práctica y que debe ser analizada según las características propias de su época. Sobre esta teoría, y debido a su nombramiento como presidente de la Comisión de Monumentos históricos, prepara una nueva legislación sobre su conservación, para lo cual escribe su obra más importante en 1903, “Der moderne Denk malkultus” (El culto moderno a los monumentos), en el que describe los valores propios artísticos de los monumentos. Identifica que la observación del monumento es el punto de partida para cualquier actuación. Señala la necesidad previa de esclarecer los valores asignados al monumento antes de cualquier acción de restauración. Con sentido analítico divide a los valores según grandes líneas:
1- Valores Monumentales y su evolución histórica
2- Valores Remonerativos
3- Valores de Contemporaneidad
Sostiene la necesidad de “no interferir en el curso de su pasado”, de mantener su forma original, y la posibilidad de su reconstrucción en virtud de su reutilización. Si bien supera la herencia romántica admira la pátina y el paso del tiempo, pero con una visión más compleja que la de Ruskin. Trata de entender al monumento en su condición objetual, cargado de historia; su restauración depende de los valores asignados (Bozzano, 2017).
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la reconstrucción. La cantidad y envergadura de los trabajos hacen que en términos de restauración se realicen gran cantidad de intervenciones de baja calidad y sin una fundamentación teórico-crítica adecuada.
En relación a ello, y con motivo del II Congreso Internacional de Arquitectos y Técnicos de Monumentos Históricos realizado en 1964, se aprueba la Carta Internacional sobre la Conservación y la Restauración de Monumentos y Sitios, o simplemente Carta de Venecia. Este es auspiciado por la UNESCO y constituye el documento más universal y consultado del siglo XX. Se observa ya una evolución con respecto a la de Atenas, fundamentalmente porque se supera el concepto de monumento para abarcar otros más amplios como los ámbitos urbanos y rurales, así como, incluso, elementos más modestos que con el tiempo hayan adquirido significado cultural. Esta ratifica la necesidad de restaurar o proteger el monumento en su ambiente; incluye a los centros históricos, a los sitios arqueológicos, a los lugares naturales.
Después de la Carta de Venecia (1964), se suceden gran cantidad de documentos internacionales, regionales, o nacionales. Mencionamos, entre otras: Las Normas de Quito (1967), la Declaración de Ámsterdam (1975), Carta de Macchu Picchu (1979), Carta de Florencia. Jardines históricos (1982), Carta de Washington (1987), la Carta de Brasilia (1995), Carta del patrimonio vernáculo construido (1999) y la Carta de Cracovia (2000). Esta sucesión junto a otros documentos dan cuenta del dinamismo del concepto de patrimonio, cada vez más abarcativo en cuya evolución se incorporan nuevas categorías tales como conjuntos edilicios, áreas patrimoniales, arquitecturas vernáculas, modestas y industriales. Es de destacar que se amplía a categorías más complejas como el paisaje cultural y extiende no sólo a los elementos culturales materiales, sino también a los inmateriales o intangibles. La complejidad de este término, como así también de las diferentes teorías y posicionamientos a lo largo del tiempo en materia patrimonial, permitió entender la importancia de registrar sistemáticamente las mismas y a sus principales referentes en virtud de aportar mayor compresión y claridad a las sucesivas etapas que constituyen el acervo patrimonial.
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(^1) Reproduce las formas arquitectónicas de la antigüedad greco-latina, incorporándose
diferentes ilustraciones.
(^2) I-Lineamenta / II-Materia / III-Opus (técnica construc-tiva) / IV-Universorum opus (obras
generales) / V-Singuiorum opus (obras específicas) / VI-Ornamen-tum / VII-Sacrorum orna-mentum / VIII-Publici profani ornamentum / IX- Privati ornamentum / X- Operitium instauratio.
(^3) Vale la aclaración, que este periodo de la historia intervenir en una obra existente
generalmente significaba modificarla en gran medida o destruirla, de allí la importancia de este aporte de Alberti.
(^4) Nombre atribuído gracias a su mecenas Trissino, en evocación a Palas Atenea, diosa
griega protectora de las artes.
(^5) El libro está escrito en lengua vernácula, como era tradición entre los humanistas
europeos de esta época, ya que es difícil expresar las técnicas modernas en las lenguas antiguas. Así, en el Libro III, propone la traducción de un extracto de los Comentarios de Julio César. Gracias a esta elección del idioma para la obra, aunque técnica, es de gran claridad.
(^6) En la actualidad se ha probado con certeza que este fue el autor legítimo de la misma
y que, probablemente, cuenta con cierta colaboración del escritor italiano Baldassare Castiglione.
(^7) Los ideales del Renacimiento clásico surgieron en Roma durante el pontificado de
León X (1513-1521), un gran mecenas de las artes descendiente de la casa de los Médici.
(^8) Mediante una bula en 1561, Pío IV decide instalar a los cartujos en las Termas de
Diocleciano, previa su transformación en iglesia. Ya en 1541 un sacerdote siciliano, Antonio del Duca, había solicitado al papa la creación de una iglesia consagrada al culto de los ángeles, y en 1550 consigue la autorización de edificar catorce altares provisionales, siete dedicados a los ángeles y otros siete a los mártires.
(^9) El 5 de agosto de 1561 se coloca la primera piedra de la iglesia y se encarga el
proyecto a Miguel Ángel, que, según Vasari, propuso: “(...) diseñarla en forma de cruz, limitar la medida y eliminar las capillas inferiores, cuyas bóvedas se habían de derribar, de manera que las partes altas serían las que conformarían la parte principal de la iglesia. Su bóveda estaría soportada por ocho columnas, en las que se grabarían los nombres de mártires y ángeles; dibujó tres puertas, una al sudoeste, otra al noroeste y la tercera al sureste, (...); el altar mayor, lo situó hacia el noreste.