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manual de técnicas quirúrgicas
Tipo: Apuntes
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10.5 Generalidades de la atención al paciente con tratamientos de quimioterapia y radioterapia
1 Cirugía oftalmológica
1.1.1.1 Elementos anatómicos que la estructuran Corte transversal del ojo Las zónulas de Zinn mantienen el cristalino suspendido y los músculos del cuerpo ciliar lo enfocan. El cuerpo ciliar también secreta humor acuoso, que llena las cámaras anterior y posterior, atraviesa la pupila en la cámara anterior y drena principalmente a través del canal de Schlemm. El iris regula la cantidad de luz que ingresa en el ojo al ajustar el tamaño de su abertura central, la pupila. Las imágenes visuales se enfocan sobre la retina. La conjuntiva cubre el globo ocular y reviste los párpados superior e inferior; termina en el limbo. La córnea está cubierta por epitelio que es más sensible que el conjuntival y difiere de él. 1.1.1.2 Inervación e irrigación Los nervios orbitarios acceden a la órbita principalmente por la fisura orbitaria superior y el canal óptico. Aquellos que atraviesan la fisura orbitaria superior proceden del seno cavernoso, siendo únicamente el nervio abductor el que discurre al interior del seno en relación cercana a la arteria carótida interna. El resto de los nervios discurren por la pared fibrosa de dicho seno. Al entrar a la órbita se relacionan con el anillo tendinoso, de manera tal que algunos entran por dentro de dicha estructura y otros por fuera, en la porción más lateral y superior de la fisura orbitaria superior. Por dentro del anillo tendinoso pasan los nervios oculomotor (dividido ya en un ramo superior para los músculos EP y RS y en un ramo inferior para el RM, RI y OI), abductor y uno de los tres ramos de la primera división del trigémino (nervio oftálmico), llamado nervio nasociliar. Como el anillo también contornea al canal óptico debemos incluir al nervio óptico, a la arteria oftálmica y al plexo simpático que discurre por la pared de dicha arteria.
Por fuera del anillo atraviesan la fisura orbitaria superior el nervio troclear y los otros dos ramos del nervio oftálmico; el frontal y el lagrimal. Los nervios troclear y abductor son exclusivamente motores. El nervio oculomotor es motor y parasimpático. El nervio oftálmico (V1) con sus tres ramos es completamente sensitivo. La principal fuente de irrigación orbitaria proviene de la arteria oftálmica, última rama colateral de la carótida interna antes de originar sus ramas terminales para el encéfalo. La arteria oftálmica ingresa a la órbita junto con el nervio óptico y el plexo simpático que la rodea, a través del canal óptico. En la órbita da una serie de ramas para la glándula lagrimal principal, para los músculos extraoculares, e incluso para las celdillas etmoidales y la cavidad nasal. Especialmente importantes son las ramas para el bulbo ocular. Ellas son la arteria central de la retina, las arterias ciliares cortas posteriores y las arterias ciliares largas posteriores.
La transformación de la imagen. Lo observado llega a la retina y se activan las células sensoriales que transforman la luz en impulsos nerviosos. La transmisión de la imagen. Estos impulsos nerviosos inician su trayectoria hasta llegar al cerebro, concretamente a la corteza cerebral, a través del nervio óptico. La interpretación de la imagen. La corteza cerebral procesa e interpretar los impulsos nerviosos que recibe, convirtiéndolos en imágenes con un sentido para nosotros. Vemos que la estructura y función de los ojos son complejas. Cada ojo ajusta constantemente la cantidad de luz que deja entrar, enfoca los objetos cercanos y lejanos, y genera en todo momento imágenes que se transmiten al cerebro de forma instantánea.
Tanto el pterigión como la pinguécula son alteraciones benignas y locales de la conjuntiva (mucosa fina y transparente que recubre la parte blanca del ojo). Un pterigión es un crecimiento carnoso de la conjuntiva que invade la córnea (“la lentilla” transparente central del ojo.) Es un proceso anormal en el cual la conjuntiva crece hacia la córnea. Puede ser pequeño o crecer lo suficiente como para interferir con la visión La pinguécula es un “parche amarillento” o un “bulto” en la conjuntiva, que se observa a simple vista como un grano de arroz, más frecuente en el lado cercano a la nariz. Es un acúmulo benigno de proteínas y de grasa. A diferencia del pterigión, la pinguécula no crece sobre la córnea. Ambas lesiones pueden ocupar tanto la parte interna como externa del ojo y, en ocasiones, afectan a ambos.
El chalazión es un término de origen griego que tiene por significado “protuberancia pequeña”. En la práctica médica, el chalazión o quiste de Meibomio, es un lipogranuloma inflamatorio crónico causado por el bloqueo y estancamiento de los orificios de las glándulas de secreción sebáceas en el tarso del párpado, mejor conocidas como glándulas de Meibomio. Por lo general, el chalazión es una lesión secundaria causada por infecciones agudas en las glándulas de Meibomio o Zeis, las cuales se les denomina orzuelos. Sin embargo, el orzuelo se diferencia del chalazión ya que es de menor tamaño y porque en el chalazión no existe una infección activa sino una reacción causada por un cuerpo extraño al sebo producido por las glándulas. Es así como esta inflamación lipogranulomatosa crónica se produce por la obstrucción del conducto de drenaje glandular. Existen dos tipos de chalazión las cuales se diferencian de acuerdo al sitio en el que se originan. De esta manera, se pueden presentar chalaziones internas y externas de acuerdo a su localización con respecto al párpado, siendo más comunes los chalaziones internos en el párpado superior debido a que hay una mayor cantidad de glándulas de Meibomio en esta zona del ojo. Estas lesiones
varían de tamaño y en ocasiones pueden no ser visibles, por ello, su reconocimiento a través de la palpación ocular es la forma más empleada para su diagnóstico. Por otro lado, mediante la inversión del párpado afectado es posible observar el chalazión inflamado a través del tarso conjuntival que de no ser tratado puede convertirse en un granuloma blanquecino con riesgo de ruptura. Con menor frecuencia, los chalaziones internos en el párpado inferior no se diferencian de los superiores más que en su localización. Estos no representan una mayor agresividad o diagnóstico diferente.
El estrabismo es una patología del sistema visual que consiste en una desviación ocular. En los niños la desviación ocular no suele ir acompañada de visión doble. La desviación puede ser en cualquier dirección: hacia adentro o ENDOTROPÍA, hacia fuera o EXOTROPÍA, hacia arriba o HIPERTROPÍA, o hacia abajo o HIPOTROPÍA. Existen diferentes tipos de estrabismo, cada uno de ellos con unas características clínicas, edad de debut, pronóstico y tratamiento diferentes.
El queratocono es una enfermedad de la córnea que suele aparecer en la adolescencia y evolucionar con el tiempo. La evolución de esta patología suele ocurrir hasta los cuarenta años más o menos, edad en la que la córnea consigue una mayor firmeza y logra estabilizarse. Esta patología viene caracterizada por una pérdida anormal de espesor corneal. Siendo más fina y menos resistente de lo normal, la córnea no consigue soportar la presión interna del ojo (PIO) y se ectasia y protruye hacia el exterior produciendo una forma de cono. Es por esta razón, que esta patología recibe el nombre de queratocono: querato=córnea y cono hace referencia a la forma
unas pequeñas manchas oscuras (cuerpos flotantes). En casos más graves, la sangre puede llenar la cavidad vítrea y bloquear por completo la visión. La hemorragia vítrea por sí misma, generalmente, no provoca la pérdida de visión permanente. A menudo, la sangre desaparece del ojo en pocas semanas o en unos meses. A menos que la retina esté dañada, tu visión puede volver a su claridad anterior. Desprendimiento de retina. Los vasos sanguíneos anormales que se relacionan con la retinopatía diabética estimulan el crecimiento de tejido cicatricial, que puede desprender la retina de la parte posterior del ojo. Esto puede provocar manchas que flotan en tu visión, destellos de luz o pérdida grave de la visión. Glaucoma. Pueden crecer nuevos vasos sanguíneos en la parte delantera del ojo (iris) que afectan el flujo normal de líquido hacia afuera, lo que provoca una rápida acumulación de presión en el ojo. Esta presión puede dañar el nervio que lleva imágenes desde el ojo al cerebro (nervio óptico). Ceguera. La retinopatía diabética, el edema macular, el glaucoma o una combinación de estas afecciones pueden provocar la pérdida total de la visión, sobre todo si las afecciones no se tratan de la manera adecuada.
La retina es la capa posterior del ojo y transforma la luz y las imágenes que entran en el ojo en señales nerviosas que son enviadas al cerebro. El desprendimiento de retina se produce cuando se separa la retina neurosensorial (capa donde se encuentran las células sensibles a la luz) del epitelio pigmentario, acumulándose líquido en el espacio que queda entre ambas. Eso provoca que la retina neurosensorial se quede sin nutrición y sin riego sanguíneo, lo que conduce a una pérdida, en ocasiones irreversible, de visión.
La hemorragia vítrea o hemovítreo es la presencia de sangre dentro de una cavidad del ojo que está llena del humor vítreo. El humor vítreo es una sustancia transparente y gelatinosa que contiene en su mayor parte agua y que ocupa hasta dos tercios del volumen total del globo ocular. En la parte anterior del humor vítreo, se encuentra el cristalino y, en la parte posterior, la retina. Cuando hay sangre dentro del humor vítreo, esta sustancia pierde su transparencia, por lo que la luz no puede atravesarlo y el paciente presenta una pérdida de visión.
La dacrioestenosis es la obstrucción o estenosis del conducto nasolagrimal que produce un exceso de lagrimeo.
La obstrucción nasolagrimal puede ser congénita o adquirida. Una causa de obstrucción congénita es el desarrollo insuficiente de cualquier parte de los conductos nasolagrimales. Típicamente, persiste una membrana en el extremo distal del conducto nasolagrimal (válvula de Hasner). Se presenta lagrimeo y secreción purulenta; el trastorno puede manifestarse como una conjuntivitis crónica, que habitualmente comienza después de las 2 semanas de vida (más a menudo, a las 3 a 12 semanas). Existen muchas causas de obstrucción adquirida del conducto nasolagrimal. La causa es más a menudo la estenosis del conducto nasolagrimal relacionada con el envejecimiento. Otras causas incluyen fracturas anteriores de los huesos nasales o faciales y cirugía sinusal, que interrumpen el conducto nasolagrimal; enfermedades inflamatorias (p. ej., sarcoidosis, granulomatosis con poliangeítis [ntes denominada granulomatosis de Wegener]); tumor (p. ej., tumores de los senos maxilar y etmoidal) y dacriolitos. Las causas de la estenosis canalicular puntiforme son la conjuntivitis crónica (especialmente por virus herpes simple), ciertos tipos de quimioterapia, las reacciones adversas a los colirios tópicos (especialmente el yoduro de ecotiofato tópico) y la radiación.
Como sabemos la afectación del globo ocular y sus anejos es un hecho frecuente en las agresiones físicas, accidentes laborales y de circulación. La patología producida, en muchas ocasiones, es de carácter banal no entrañando dificultad en su interpretación médico-legal, ni en establecer el nexo de causalidad entre el agente vulnerante y la lesión. No obstante, con relativa frecuencia el traumatismo se produce sobre un ojo previamente patológico, cuyo estado anterior podría ser conocido o no, complicando de esta manera su valoración. Si a lo dicho añadimos la complejidad que a veces supone "descifrar" la nomenclatura empleada por los oftalmólogos para describir la exploración efectuada así como la patología hallada, nos podemos encontrar con grandes dificultades para elaborar el "parte de sanidad". Por todo ello nos hemos propuesto describir la patología ocular que con más frecuencia se puede presentar en la consulta del médico-forense y su diagnóstico diferencial con la enfermedad común; aunque sin ahondar en descripciones, ya que nuestro fin es acercar la descripción clínica al médico-forense, sirviendo de guía para un estudio más exhaustivo si la situación lo requiere y no aportar más confusión. Si clasificamos las lesiones oculares por etiologías, comprobaremos cómo las derivadas de los accidentes de tráfico y las agresiones no son las más frecuentes, representando el 14% y 10%, respectivamente. Las más frecuentes proceden de accidentes laborales (23%), domésticos (22%) y los derivados de las actividades de ocio (16%). Los accidentes deportivos son responsables de un 10% de las lesiones oculares