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Este documento analiza la importancia de la gestión de salud positiva y los determinantes sociales de la salud. Se discute la necesidad de una construcción mancomunada entre la comunidad y el equipo profesional para desarrollar procesos de gestión de salud positiva, validando su eficacia y eficiencia a medida que se avanza en su difusión. Se mencionan los componentes principales de la gestión de salud positiva y se aborda el problema de la enfermedad pública.
Tipo: Guías, Proyectos, Investigaciones
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Aletheia 37, p.7-22, jan./abr. 2012
Enrique Saforcada
Resumen: En este artículo se caracterizan los paradigmas vigentes en Salud Pública, centrándose en el paradigma de salud comunitaria. Al mismo tiempo se postula que siendo este un perfil de concepciones y prácticas de reciente emergencia es necesario un proceso de construcción mancomunada con la comunidad de modo que ambos componentes, equipo profesional y comunidad, piensen y actúen en función de este paradigma para desarrollar procesos de gestión de salud positiva, validando su eficacia y eficiencia a medida que se avanza en su difusión. Luego se explicitan los componentes principales de la gestión de salud positiva para finalizar con un desarrollo integral, si bien somero, del tema de los determinantes sociales de la salud teniendo en cuenta el gran problema de la enfermedad pública. Palabras clave : salud comunitaria, gestión de salud positiva, determinantes sociales.
Resumo: Neste artigo são caracterizados os paradigmas vigentes em saúde pública, centrando-se no paradigma da saúde comunitária. Considerando-se que este é um perfil de concepções e práticas de emergência recente, é necessário um processo de construção integrado com a comunidade de maneira a que ambos os componentes, equipe profissional e comunidade, pensem e atuem em função deste paradigma a fim de desenvolver processos de gestão de saúde positiva, validando sua eficácia e eficiência na medida em que se avança em sua difusão. Em seguida, são explicitados os componentes principais da gestão de saúde positiva para finalizar com um desenvolvimento integral do tema dos determinantes sociais da saúde, tendo em conta o grande problema da doença pública. Palavras-chave : saúde comunitária, gestão de saúde positiva, determinantes sociais.
Abstract: In this article, the present paradigms in Public Health are characterized, centring on the Community Health paradigm. Meanwhile, it is pointed out that being this an outline of conceptions and practice that have recently emerged, it is necessary for it to be a process of joint work with the community so that both components, professional team and community, think and behave according to this paradigm to develop processes of positive health management validating its effectiveness and efficiency as its spreading is increased. Consequently, the main components of positive health management are made explicit to conclude with an integral but brief development of the topic of social determinants of health taking into account the big problem of public disease. Keywords : community health, positive health management, social determinants.
Salud Comunitaria: ¿Ámbito de trabajo o paradigma? Tradicionalmente se ha usado este concepto o expresión, salud comunitaria, para designar un ámbito de trabajo o aplicación de la psicología de la salud o de la
psicología comunitaria, sobre todo de aquella que responde a la versión más habitual de la orientación norteamericana o que persiguen los objetivos más frecuentes de los proyectos de psicología comunitaria en la región rioplatense (Paraguay, sur de Brasil, Uruguay y Argentina). También se debe mencionar que el adjetivo comunitaria se aplica hoy a orientaciones, proyectos y programas llevados adelante por profesionales provenientes de las otras ciencias de la salud basadas primordialmente en la biología como ocurre, por ejemplo en Argentina, con los programas de médicos comunitarios impulsados por el Ministerio de Salud de la Nación o en Uruguay con los programas y trabajos de odontología comunitaria desarrollados en el Programa APEX-Cerro de la Universidad de la República o la Sociedad CientíÞca de Odontología Comunitaria de la Asociación Odontológica Uruguaya (AOU). No obstante, no caben dudas que el adjetivo comunitario , aplicado a inquietudes u ocupaciones profesionales o empleado como orientador de la acción, proviene de las ciencias sociales, sobre todo de la sociología, la pedagogía y la psicología. En tal sentido, las dos Þguras más destacadas del siglo XX en nuestra región y que más aportaron en forma completa a desentrañar de la realidad cotidiana de los conglomerados sociales sus atributos comunitarios transformándolos en conceptos y teoría a la vez que en técnicas, operacionalizaciones y prácticas de terreno fueron el abogado y educador brasileño Paulo Freire con su tarea pedagógico popular mancomunada con su esposa, Elza Maia Costa de Oliveira, llevada a cabo desde Þnes de la década de los 40, y el sociólogo colombiano Orlando Fals Borda que, también junto a su esposa, la socióloga María Cristina Salazar, llevó a cabo desde Þnes de la década de los 50 múltiples trabajos con comunidades en Colombia. Fals Borda y Salazar, entre otros desarrollos, dieron origen a la investigación-acción participativa. En todo este accionar del trabajo con comunidades desde la perspectiva de las ciencias sociales progresivamente fue tomando fuerza el constructo anglosajón de empowerment que se comenzó a traducir como empoderamiento , generando así un barbarismo idiomático que se intentó e intenta reemplazar por la expresión fortalecimiento ; hoy se observa el uso de ambas expresiones, según sean los autores o autoras. En opinión de quien esto escribe es preferible sacriÞcar el idioma en aras del signiÞcado político y entonces la divisoria de el uso de uno u otro pasará, o pasa, por cuestiones de posicionamiento ideológico. Fortalecer no plantea problemas con el poder, pero empoderar golpea de lleno en el tema político central del poder. Coincidiendo con las posturas maniÞestas de Paulo Freire, para quien el proceso educativo implicaba la toma de conciencia crítica de la realidad socioeconómica y cultural de los pobres, lo esencial estaba en acceder a instancias progresivas de un empoderamiento creciente a Þn de tomar el poder dado que sin poder nada es modiÞcable y el objetivo freireano de la educación era y es, para quienes siguen sus orientaciones, modiÞcar la realidad político económica y sociocultural injusta a que están sometidas las poblaciones menesterosas. Es posible que este tema central del poder –que siempre ha estado y está explícito o implícito en el trabajo con comunidades, ya sea un poder planteado a pleno o pensado como un poder embridado- cuando se lo vincula con las problemáticas
este plano normativo al de la acción concreta en terreno transformando todo el sistema de salud del país pero, principalmente, el primer nivel de atención. Kuhn (1971, pp. 51-52, 53 y 66) señala que:
Los paradigmas obtienen su ‘satus’ como tales, debido a que tienen más éxito que sus competidores para resolver unos cuantos problemas que el grupo de profesionales ha llegado a reconocer como agudos. Sin embargo, el tener más éxito no quiere decir que tenga un éxito completo en la resolución de un problema determinado o que dé resultados suficientemente satisfactorios con un número considerable de problemas. [...] en realidad, a los fenómenos que no encajarían dentro de los límites mencionados frecuentemente ni siquiera se los ve. [...] El trabajo bajo el paradigma no puede llevarse a cabo en ninguna otra forma y la deserción del paradigma significa dejar de practicar la ciencia que se define.
Si bien estas observaciones de Kuhn se aplican a la perfección en el contraste entre el paradigma tradicional y el de salud colectiva cabe la pregunta sobre el por qué de la no deserción masiva de los profesionales del primero para pasar a actuar en la perspectiva del segundo, que es francamente más eÞcaz y eÞciente. La respuesta es que las universidades siguen formando a los profesionales de la salud para que sean funcionales al paradigma tradicional por la simple razón de ser éste la única sustentación posible del mercado de la enfermedad. En el paradigma de salud colectiva , que ha implicado un avance enorme con respecto al tradicional en lo que hace a eÞcacia, eÞciencia y respeto a los derechos humanos, aún el poder queda en manos del equipo profesional y, en general, gerencia enfermedad. Con respecto a esto último no cabe duda que ha generado un cambio pues mientras el tradicional se centra casi totalmente en la prevención secundaria y, en cuanto a la primaria, se limita al uso de las tecnologías biológicas y algunas acciones que enfocan en el comportamiento humano pero solo ante el riesgo de epidemias, el de salud colectiva hace fuerte hincapié en la integralidad de la prevención primaria y terciaria. Desde una perspectiva más amplia podría decirse que el tradicional hace lo que la medicina y sus ciencias básicas permiten hacer, a diferencia del de salud colectiva que se sustenta en la incorporación de las ciencias sociales en la comprensión del proceso de salud y el qué hacer en salud pública. Este cambio implicó un proceso entre cuyos promotores más destacados se debe mencionar a García (1994) y sus desarrollos efectuados desde la Organización Panamericana de la Salud desde Þnes de la década de los 60 hasta la primera mitad de la década de los 80 del siglo pasado; en resumen, García fue un promotor de la medicina social. No obstante, la base de esta orientación o paradigma radica en las concepciones preventivistas de Leavell y Clark (1965) que efectuaron sus desarrollos a partir de la historia natural de la enfermedad, que a su vez tiene sus cimientos en las teorías de la enfermedad. Estos autores no trabajaron sobre la historia natural de la salud, sobre una higiología o teoría de la salud, siendo que la condición natural de la especie humana es estar sana. Hace más de sesenta años Ryle (1948, 1988), profesor emérito de Medicina Social de la Universidad de Oxford, planteó la urgente necesidad de la formación de los médicos en higiología.
Salvo situaciones muy excepcionales son muchas más las personas sanas que las enfermas y por esta razón todas las medicinas salvo la occidental son higienistas, su objetivo prioritario es mantener sana a la gente sana, sin dejar de atender a la enfermedad cuando esta excepcionalmente emerge y sin dejar de respetar el poder curador de la naturaleza , la vis medicatrix naturae de la medicina de la antigua Grecia. Estos señalamientos y reßexiones llevan a situarse ante un desiderátum: se gestiona salud negativa (enfermedad) o se gestiona salud positiva. Si se gestiona enfermedad y toda la infraestructura de acción (recursos humanos, edilicios, cientíÞcos, tecnológicos, económicos, etc.) está dispuesta para movilizarse ante lo patológico cada vez será mayor la carga de morbilidad de las sociedades. Por el contrario, si lo prioritario está destinado a proteger y promover la salud la carga de morbilidad disminuirá signiÞcativamente. Justamente, el paradigma de salud comunitaria tiene como eje la gestión de salud positiva y su componente principal, entiéndase, el poder de decisión último, es la comunidad; el componente equipo profesional se inserta en una posición participativa pero no tiene la última palabra. Indudablemente, un proyecto o una política que esté orientado por este paradigma implicará, como primer paso, instancias de transferencia de los conocimientos cientíÞcos y técnicos de baja complejidad a la población pero estos no serán conocimientos propios de la clínica destinada a la enfermedad sino de protección y promoción de la salud, los aportes de las ciencias básicas de la salud y las ciencias sociales, de baja complejidad, decisivos para la comprensión del desarrollo humano integral junto la protección y promoción de su condición habitual de estar sano. Hoy es necesario un proceso de construcción mancomunada con la comunidad del paradigma de salud comunitaria de modo que ambos componentes, equipo profesional y comunidad, piensen y actúen en función de este paradigma para desarrollar los necesitados procesos de gestión de salud positiva.
La gestión de salud positiva
El concepto y la estrategia de gestión de salud positiva es mucho más amplio y abarcativo que el de promoción de la salud y el de protección de la misma. Estas dos son estrategias subsidiarias de la de gestión de salud positiva. El vocablo g estionar , en el Diccionario de la Real Academia Española, tiene tres acepciones: 1- Llevar adelante una iniciativa o un proyecto; 2- Ocuparse de la administración, organización y funcionamiento de una empresa, actividad económica u organismo; 3- Manejar o conducir una situación problemática. Los tres aspectos tienen presencia y son constitutivos de la gestión de salud positiva. Para dar un ejemplo concreto: en gestión de salud positiva es fundamental trabajar en la perspectiva de vincular fuerte y profundamente la salud pública con la educación de modo de asegurar que desde la más temprana edad las niñas y niños comiencen a construir un paradigma de salud centrado en la salud positiva y no en la enfermedad, al mismo tiempo que desarrollan o adquieren hábitos salutógenos. Un niño aprende a leer ya sea que se use la frase “mi mamá me ama” o que se emplee “mi mamá me enseña a lavarme las manos”; el aprendizaje de la lectura y su necesitada
deÞnido por los sistemas de servicios de salud vigentes, o sea, por la percepción subjetiva de los usuarios) o estados de malestar de distinto tipo e intensidad, Si se superponen los vectores señalados en el párrafo anterior en este triángulo de acuerdo a la situación de salud de la población según indican tanto el saber empírico de quienes llevan años de trabajo en salud pública como los estudios más trascendentes al respecto realizados durante los casi últimos cuarenta años por investigadores como Kerr White (White, Williams & Greenberg 1961; Green, Fryer, Yawn, Lanier & Dovey 2001) se podrá observar que el extremo del mínimo de cada uno de estos vectores es el que coincide con la base del triángulo (mayor cantidad de personas) y el máximo con el vértice superior (muy poca cantidad de personas). Entre las personas que padecen estos malestares algunas, las menos numéricamente, consultan a un facultativo, de entre estas que consultan alguna conÞrma que está sana, otras deben someterse a un tratamiento ambulatorio y, Þnalmente, unas pocas deben ser internadas en un centro asistencial dada la gravedad o complejidad del problema que ocasiona su malestar. En los estudios señalados este vértice involucra menos del 1% de la población. Estas investigaciones reportan información que señala que una cuarta parte de la población no sufre ningún malestar o indisposición y un cincuenta por ciento adicional siente malestares pero no concurre a ningún facultativo (para los sistemas de servicios de salud, que son sistemas pasivos pues esperan la demanda, son personas sanas o personas que se sanan espontáneamente por aquello de la vis medicatrix naturae ), solo el último cuarto del total concurre a facultativos y esto no quiere decir que todas las personas que lo integran están enfermas y, si lo están, que las enfermedades sean de complejidad o gravedad tales que demanden internación. Como se señaló al comienzo de este párrafo enfermedades que por su complejidad exigen internación implica solo el 1% de la población. Es evidente a la inteligencia humana y a una ética elemental que es mucho más razonable ocuparse del 75% sano de la población, promoviendo su salud y colaborando con el poder curador de la naturaleza , que sentarse a esperar que los malestares motiven la consulta a un centro de salud o a un facultativo para recién estar dispuestos a atenderlos. Este mandato racional y moral implica destinar una gran parte de los recursos de que se dispone a la base del triángulo y al tercio medio de su superÞcie, en lugar de hacerlo solo a su 25% superior. Salvo casos que epidemiologicamente resultan de baja prevalencia o incidencia relativa ninguna persona se ubica directamente en el vértice superior del triángulo o zonas adyacentes. El proceso histórico de la salud de cada persona comienza en general en la base del triángulo y son circunstancias mayoritariamente evitables o atenuables las que la empujan hacia arriba. Estas fuerzas entran, en gran medida, dentro de las responsabilidades del Estado y sus poderes constitucionales que por gestionar mal a la sociedad y no respetar ni hacer respetar los derechos humanos permiten que las fuerzas ascendentes trasladen a la población sana hacia el vértice del máximo riesgo de muerte, discapacidad, sufrimiento, complejidad y, lógicamente, costo económico.
Usar el blanco al revés
Si en lugar de utilizar un triángulo se empleara un círculo para representar la totalidad de la población de un determinado lugar en un momento dado, siguiendo con el ejemplo anterior, la población residente en la ciudad de Porto Alegre, al igual que en el caso de la representación por medio del triángulo, observaríamos que el mayor porcentaje de personas se ubican en la corona más externa y más ancha, son personas sanas o que padeciendo alguna enfermedad se curan espontáneamente. Luego quedarían tres coronas concéntricas de las cuales la más ancha (más personas) padecen enfermedades totalmente evitables con los recursos de que hoy se dispone (conocimientos, dinero público, tecnologías, etc.). Una segunda corona de menor superÞcie involucra a las personas con enfermedades o daños a la salud evitables pero con mayor diÞcultad porque requieren procesos más complejos (por ejemplo: fumadores de tabaco a los cuales hay que ayudar a que abandonen el consumo de esta sustancia patógena que genera dependencia). Finalmente, un pequeño círculo central representa el porcentaje de personas inevitablemente enfermas. Es razonable estimar que este círculo involucra un tercio del monto total de enfermedad que hoy atienden los servicios de salud de Occidente. Es muy importante tener claro que evitabilidad no implica gavedad o sea que en la corona de la enfermedad totalmente evitable puede tener presencia una muerte por electrocución y en el círculo central de la enfermedad inevitable un resfrío. Si hipotéticamente se tomara una población residente en un determinado lugar, supóngase que fuera Canela, en Rio Grande do Sul, y se decidiera no atender la demanda por enfermedad y se aplicaran todos los recursos de salud (humanos y económicos) solo a la población involucrada en la corona más externa para llevar adelante un programa de protección y promoción integrales de la salud, al cabo de un tiempo corto la corona de la enfermedad totalmente evitable habría desaparecido pasando su población a integrar la corona más externa y la de la enfermedad evitable con diÞcultad se habría reducido de tamaño en forma muy considerable; la superÞcie del círculo central, la de la enfermedad inevitable, seguiría constante. En esta metáfora salubrista del tirador con arco y ßecha es buen arquero el que clava su ßecha en la corona más externa, no el que la hinca en el centro del blanco.
Usar siempre el conocimiento más simple
La universidad prepara a sus graduados para trabajar desde la posición del conocimiento más complejo posible y de la solución de los problemas desde la perspectiva de su totalidad; es lo que puede denominarse la estrategia de máximo operante que tiene como pregunta generadora la siguiente: ¿qué es lo máximo que puedo saber para resolver la totalidad del problema? Gran parte de la ineÞciencia en el empeño por alcanzar los objetivos, cuando los universitarios trabajan en terreno, es esta estrategia con la que la academia los forma, es uno de los aspectos que aportan a la barrera psicosociocultural que se interpone entre los centros efectores de salud y las poblaciones o comunidades que demandan atención o la reciben cuando se les ofrece un programa o el desarrollo de una política pública.
A modo de cierre de este subapartado se puede señalar que en la experiencia chilena el resultado de la implementación del Programa Intracomunitario de Salud Mental del Área Sur de Santiago dio por resultado los siguientes logros:
Tomar siempre por el camino del menor esfuerzo
Hay una parábola que ha sido frecuentemente usada en el pasado en salud pública, es muy expresiva y dice así:
Un grupo de socorristas estaba a orillas de un gran río porque por sus aguas venían náufragos flotando y ahogándose. Los socorristas entraban al río y los sacaban para reanimarlos. Cada vez venían más náufragos y los socorristas estaban muy cansados por esta tarea agotadora. Se agregaron más socorristas al grupo, pero también aumentó el número de náufragos. Los socorristas estaban ya casi sin fuerzas y no podían reanimar bien a los náufragos que lograban sacar. Cada vez más náufragos pasaban de largo y se ahogaban aguas abajo. Hasta que en un momento dado, uno de los socorristas le dijo a los otros: acompáñenme algunos de ustedes para remontar el río y ver dónde la gente se cae al agua, así ponemos protecciones y muy pocos serán los que caerán al río.
La parábola no requiere ninguna explicación; su sentido, su verdad y su lógica son invulnerables a toda crítica o soslayamiento. Hoy queda claro que esta alegoría hace referencia a los determinantes sociales del proceso de salud, que es uno de los temas que llenan más páginas de publicaciones de los organismos internacionales de salud, movilizan gran cantidad de eventos (congresos, jornadas, etc.) en el mundo y dan origen a múltiples declaraciones a voz en cuello de diferentes comunicadores sociales. Finalmente, hay tres cuestiones importantes a tener en cuenta cuando se reßexiona y trabaja desde y en la perspectiva de la gestión de salud positiva; tres cuestiones que la atañen, son interdependientes y marcan su potencialidad:
instancias directa o indirectamente vinculadas. Dicho esto, para que no se entienda mal lo que a continuación se maniÞesta, es conveniente mantener separadas la prevención de la enfermedad y la promoción de la salud como si fueran cuestiones totalmente independientes. Si un gobierno local que cuenta con una secretaría de salud pública quiere poner en marcha la promoción de la salud debería crear una secretaria de promoción de la salud independiente de la anterior, es el único modo en que la gestión de salud positiva se puede llevar a cabo con plenitud, eÞcacia y eÞciencia.
¿De cuáles de los determinantes sociales de la salud hablamos?
El derecho humano de las personas a no ser enfermadas por los determinantes sociales patologizantes evitables tiene más jerarquía que el correspondiente al derecho a ser atendidas cuando enferman, es el derecho humano a no padecer enfermedad pública. Hoy es esencial tener en cuenta este concepto de Enfermedad Pública como complemento inseparable del de Salud Pública. Hay países en que los poderes del Estado, de quienes depende la salud de la sociedad, por acción o por omisión aportan muchísimo más a enfermar a los y las ciudadanas que lo que aportan a curarlos o protegerlos, con el agravante que, dada la forma que está planiÞcada y gestionada la atención de la enfermedad y la prevención primaria en estos países, estas generan más enfermedad que la que curan. Por estas razones debemos a comenzar a trabajar fuertemente al revés, de la población hacia los poderes del Estado. ¿Cómo trabajar?, simple de decir y complejo pero factible de llevar a cabo: Los profesionales y técnicos de la salud junto con la población construyendo los conocimientos necesarios para que poco a poco la sociedad vaya adoptando estilos de vida saludables y exigiendo políticamente que los poderes del Estado tomen las medidas que corresponden y diseñen las políticas necesarias en defensa del derecho humano a no enfermar. Cuando se habla de lo social se accede a una abstracción útil para muchas consideraciones pero encubridora para otras. Lo social remite a la sociedad, pero el concepto de sociedad puede ser analíticamente descompuesto en: 1) los poderes del estado; 2) los poderes económico productivos; 3) los poderes gremiales; 4) los poderes de la gente de a pie agrupada en familias, vecindarios, comunidades, conglomerados humanos, etcétera.
país o por lo menos que no puedan hacer publicidad de ningún tipo, es incumplir con la sociedad. Cuando los gobiernos comienzan a prohibir que se fume en los lugares públicos en realidad están victimizando a las víctimas dado que ese mismo gobierno facilitó y facilita que esos fumadores y fumadoras hayan adquirido el hábito de fumar al permitir la fabricación y la publicidad de cigarrillos. Por estas razones y por razones de lógica (similares a las que uno pone en juego cuando ve un caballo y un carro con su lanza y unce al animal en la lanza en vez de ponerlo atrás para que peche el carro) en lugar de admitir que el Estado se desentienda con respecto a que la gente no incorpore a su organismo substancias tóxicas; a que el espacio urbano tenga las condiciones de higiene necesarias (recolección de los residuos del hogar, cloacas, agua corriente potable, etc.); que use adecuadamente el tiempo en su alternancia de trabajo, ocio y descanso; que no esté estresada y que no viva en las condiciones propias de la pobreza, la sociedad debe exigirle a los poderes del Estado que den la mayor jerarquía a legislar en beneÞcio de todo el pueblo, a gestionar la sociedad teniendo en cuenta la ley y el bienestar de sus integrantes y a hacer cumplir la leyes de modo que lo más fácil sea que la gente desarrolle hábitos y estilos de vida salutógenos y tenga asegurado el respeto a su derecho a no enfermar y a no empobrecerse cada vez más. Que no esté permitido que por afanes de lucro haya empresas que intoxiquen a la gente, que promuevan comportamientos auto o heteroagresivos, que lleven a la gente a un uso perjudicial del tiempo de ocio o al consumismo y que tampoco las haya que empujen a conglomerados humanos, progresiva o rápidamente, a la pobreza y la exclusión como ocurre hoy con los bancos y los fondos de especulación económico- Þnanciera. Los pobres pueden ser fabricados por los sectores ricos de la sociedad solo con la anuencia de los poderes del Estado, tal como hoy está sucediendo en España, Grecia, Italia y antes ocurrió en nuestros países. La limitación lógica del espacio impide desarrollar acá lo que hay que hablar para poner sobre la mesa en toda su magnitud el tema de la enfermedad pública , pero sí es posible señalar las trece grandes áreas de actividad empresarial, social o gubernamental que generan enfermedad evitable:
En los países industrializados los principales requisitos son controlar en beneficio de la salud un entorno que es principalmente obra del hombre y modificar los rasgos del comportamiento para los cuales los genes están mal adaptados. [...] Sin embargo, debemos reconocer que gran parte de los conocimientos que se necesitan para mejorar rápidamente la salud ya están a nuestra disposición y lo que hace falta para alcanzar un nivel aceptable de salud en todo el mundo no son nuevos conocimientos básicos, sino más bien procedimientos eficaces de gestión y voluntad política.
Starfield, B. (2000). Is US health really the best in the world? Journal of the American Medical Association, 284 (4) 483-485. White, K. L.; Williams, T. F. & Greenberg B. G. (1961). The ecology of medicale care. The New England Journal of Medicine, 265 , pp 855-892.
Recebido em julho de 2012 Aceito em outubro de 2012
Enrique Saforcada – Prof. Consulto Titular de Salud Pública y Salud Mental, Facultad de Psicología; Miembro de la Comisión de Maestría en Salud Pública; Miembro del Comité de Ética del Instituto de Investigaciones en Salud Pública – Universidad de Buenos Aires.
Endereço para contato : enrique.saforcada@gmail.com ou sagar@fibertel.com.ar