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Socialismo del Siglo XXI. USM Economía Política
Tipo: Apuntes
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NUCLEO ORIENTE CATEDRA: ECONOMIA POLITICA REFLEXIONES EN TORNO AL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI EN VENEZUELA DESDE UNA PERSPECTIVA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA Partiendo del planteamiento que hace Niveya Vilchez en su artículo: Empresas de producción social como activador del desarrollo endógeno donde expresa que la lógica del capitalismo, centrada en el afán de lucro, es contraria a la lógica del desarrollo humano, porque el trabajo se realiza bajo la estricta y exclusiva dirección y supervisión del capitalista; por lo que ningún trabajador tiene derecho a los resultados y al fruto del trabajo, más allá del salario que recibe como paga por sus fuerza de trabajo. Los capitalistas se apropian del excedente del trabajo generado por encima del equivalente al salario. Lo que representa un enriquecimiento a expensas de la explotación al trabajador, con su inevitable secuela de pobreza, miseria y exclusión social. De allí que la lógica de la ganancia y la rentabilidad inherentes al capital, sea la de incrementar la explotación de la fuerza de trabajo asalariada, bien sea, prolongando al máximo posible la jornada laboral o, a través de recurrentes reducciones en el precio que paga por la fuerza de trabajo, es decir a través de reducciones sucesivas del salario real de los trabajadores. El conflicto planteado entre el propósito del capital de prolongar la jornada laboral o de reducir el salario real, por un lado; y la necesidad vital de los trabajadores en reducir el tiempo de trabajo y lograr aumentos de salario, por otro, pone de manifiesto una de las contradicciones antagónicas del capitalismo. En efecto, el conflicto entre las aspiraciones de una mayor ganancia y rentabilidad del capitalista contrasta con las aspiraciones de una mayor calidad de vida y grado de bienestar de los trabajadores, reflejándose en las relaciones capitalistas de producción. Hoy más que nunca, está vigente el tema de la abolición de la propiedad privada sobre los recursos naturales y sobre los medios de producción básicos y estratégicos de un país con posibilidad real de erradicar la explotación del hombre por el hombre y con éste, sepultar de una vez y para siempre las causas de la pobreza, la miseria y la exclusión social. Sólo con la abolición de la propiedad privada sobre los medios de producción fundamentales será posible transformar las relaciones personales contaminadas por el interés mercantil, en relaciones personales desinteresadas, basadas en los principios de la solidaridad y la cooperación. En concordancia con Libia Naranjo, quien en su tesis de pasantía: desarrollo endógeno para el fortalecimiento del poder popular caso: cvg-venalum asegura que el ser humano sólo puede alcanzar su plenitud individual a través de una actividad productiva dotada de significación social, de alcance comunitario y de impacto personal para su desarrollo humano integral. La sociedad venezolana está enfrascada en la inmensa tarea para transformar el capitalismo rentístico en una economía social, popular, comunitaria y productiva, capaz de agregar un creciente grado de transformación a las abundantes materias prima y recursos energéticos que posee Venezuela, con el fin de producir los bienes y servicios que se requieren para satisfacer las necesidades básicas y esenciales de consumo popular. Entendiendo que el socialismo del siglo XXI, cuya definición la inserta en el escenario mundial Heinz Dieterich Steffan en 1996, fue tomado por el presidente venezolano Hugo Chávez en el 2005, al identificarse con las características fundamentales del concepto que se sustenta en cuatro ejes, cuales son: el desarrollismo democrático regional, la economía de equivalencias, la democracia participativa y protagónica y las organizaciones de base. Dieterich, en su obra Socialismo del Siglo XXI se funda en la visión de Karl Marx sobre la dinámica social y la lucha de clases, incorporando los avances del conocimiento, las experiencias de los intentos socialistas, develando sus limitaciones, entregando propuestas concretas tanto en la economía política como en la participación democrática de la ciudadanía para construir una sociedad libre de explotación. En un discurso a mediados de 2006, el presidente Hugo Chávez señaló que, para llegar al socialismo del siglo XXI, “habrá una etapa de transición denominada Democracia Revolucionaria ”; también refirió que “en Venezuela se asumió el compromiso de dirigir la Revolución Bolivariana hacia un socialismo basado en la solidaridad, la fraternidad, el amor, la libertad y la igualdad”. Indicando además, que este socialismo no está predefinido. Más bien, dijo Chávez “debemos transformar el modo de capital y avanzar hacia un nuevo socialismo que se debe construir cada día”. Por su parte Ellery Ortega, en su artículo Gestión de proyectos de actividad fisica y salud , considera que construir el socialismo del siglo XXI, que plantea el presidente Hugo Chávez, exige ideas nuevas, claras y libres de cualquier compromiso con las ideologías y experiencias fallidas de lo que se conoció como socialismo real a lo largo del pasado siglo XX. Su construcción en el marco de la Revolución Bolivariana tiene que ser un proceso inédito, original, auténtico que no puede reeditar los errores de las experiencias fracasadas del pasado. Del Neoliberalismo del siglo XX al Socialismo del siglo XXI Luego del derrumbe del bloque socialista se impuso un fuerte sesgo ideológico que pretendió demostrar la superioridad del mercado frente a la acción estatal, desconociendo las formas en las cuales el Estado ha intervenido en todas las experiencias exitosas de desarrollo, sobre todo en las principales economías capitalistas, donde su nivel y ritmo de desarrollo no hubiese existido sin los incentivos de las políticas públicas. Al caer la URSS y con ésta el bloque de países socialistas de Europa oriental, el pensamiento neoliberal vivió su década estelar. En América Latina muchos gobiernos fueron embriagados con los postulados acerca de la superioridad del mercado sobre el Estado. Según el pensamiento neoliberal, las fuerzas de la oferta y la demanda son más eficientes que la intervención del Estado para orientar la inversión y el desarrollo. Sus postulados rezan que la gerencia privada tiende a ser mucho más eficiente y competitiva que la empresa estatal. Con esos planteamientos, convencieron a muchos gobernantes de la superioridad del mercado sobre el Estado, dando inicio a la etapa neoliberal que se caracterizó por:
Apertura de los mercados nacionales a la competencia de los productos importados desde las grandes potencias industrializadas, fenómeno que provocó la quiebra de millares de cooperativas, pequeñas y mediana empresas y, la destrucción de millares de puestos de trabajo. La desregulación de la inversión extranjera, con lo cual se entregó la economía nacional a las grandes firmas transnacionales que desplazaron la inversión local, desnacionalizando así las economías Latinoamericanas. Privatización tanto de empresas públicas productoras de bienes como de las prestadoras de servicios públicos de agua, luz y teléfonos entre otras, excluyendo de éstas a todos aquellos ciudadanos sin ingresos para cancelar las tarifas de los servicios básicos y sociales para la sobre vivencia humana. Desmantelamiento de la estructura del Estado nacional a través de la eliminación de medidas y mecanismos de supervisión y control de la economía, la fusión y liquidación de organismos e instituciones públicas, la descentralización y transferencia de competencias del Estado nacional a los gobiernos locales; todo ello acompañado de severas reducciones de las nóminas de empleados públicos y el consiguiente recrudecimiento de la pobreza, miseria y conflictividad social. En América latina, países como Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Nicaragua y Venezuela, que rompieron la receta neoliberal y reivindicaron el papel del Estado en la economía y en la sociedad han retomado la senda del crecimiento económico y el desarrollo humano integral, generando empleos estables y mejor remunerados para sus trabajadores. El socialismo entendido como el ideal de una sociedad justa, libre y equitativa, pasa por superar la época de desilusión y derrota que dejó el fracaso de la Unión Soviética y el Bloque de Países Socialistas que no cumplieron las expectativas y esperanzas de crear un mundo nuevo, capaz de desarrollar integralmente al individuo a través del despliegue de todas sus potencialidades, la satisfacción de sus necesidades materiales, intelectuales y espirituales, y el absoluto respeto a sus derechos civiles y políticos. El nuevo socialismo, conocido como socialismo del Siglo XXI planteado por el Presidente Hugo Chávez, representa el relanzamiento del ideal para construir una nueva sociedad, donde el desarrollo humano sea posible a partir del reconocimiento y respeto de las diferencias raciales, culturales, religiosas, políticas, ideológicas y de género entre las personas, en respuesta a las dictaduras disfrazadas de revoluciones que tanto daño le hicieron al ideal de una sociedad socialista. La Revolución Bolivariana ha servido de inspiración para una creativa reinterpretación del pensamiento marxista, ante la posibilidad real de construir en Venezuela el Socialismo auténtico. Aquel que se plantea una nueva forma de organización de la sociedad donde cada uno de sus habitantes pueda lograr el pleno desarrollo de sus capacidades y potencialidades humanas, así como la satisfacción plena de sus necesidades materiales, intelectuales y espirituales. La construcción del nuevo socialismo o socialismo del siglo XXI tiene que salirle al paso a la pretensión de imponer de una sola vez y para siempre o bien la hegemonía del Estado o bien la supremacía del mercado. La experiencia sufrida por muchos países que quedaron atrapados en esa disyuntiva demostró que ésta no es la mejor forma de garantizar ni una eficiente asignación de recursos, ni mucho menos el máximo de bienestar colectivo. El mercado solo, no es capaz de garantizar ni el crecimiento, ni la superación de la pobreza, ni el logro de la equidad, ni el desarrollo humano, ni la sustentabilidad ambiental. Pero tampoco la sola intervención del Estado logrará la meta deseada de un crecimiento económico con desarrollo humano, equitativo, democrático y ambientalmente sostenible. De allí la importancia de la intervención del Estado para regular, controlar e inducir al mercado, en función de sus grandes objetivos estratégicos. Asumiendo que aún la nueva economía no termina de nacer y la vieja economía se resiste a morir, el Estado puede estimular crecientes compromisos de la empresa privada con la transformación del modelo productivo y la construcción del socialismo del siglo XXI. Sólo así será posible conjugar las metas del crecimiento y desarrollo económicos con los grandes objetivos del desarrollo humano integral. (Foro Internacional sobre Globalización, 2003). Nuevas formas de propiedad social sobre los medios de producción. El pensamiento socialista del siglo XX se dedicó fundamentalmente a justificar la propiedad estatal sobre los medios de producción como la única manera de abolir las condiciones objetivas que históricamente determinaron el desarrollo de las relaciones capitalistas de producción. O sea, la existencia de personas carentes de medios de producción que se ven obligadas a vender por un salario, lo único que poseen para poder sobrevivir: su fuerza de trabajo. (Marx, C., 1973). Como se sabe, esta condición de explotación se acentúa en el marco de las relaciones capitalistas de producción, no sólo porque al trabajador se le niegue una participación activa y protagónica en la planificación y dirección del proceso productivo, sino porque esencialmente al trabajador no se le reconoce ningún derecho de propiedad sobre el producto o fruto de su trabajo. De allí que la tradición del pensamiento marxista identificó a los trabajadores como la clase revolucionaria llamada a encabezar la lucha por expropiar a la burguesía capitalista de los medios de producción como instrumento de explotación del hombre por el hombre. Pero ocurrió que en el Socialismo del Siglo XX, la propiedad social sobre los medios de producción se redujo a una forma de propiedad: la propiedad absoluta del Estado. Entonces, todos absolutamente todos los medios de producción y servicios, desde una gran siderúrgica hasta una bodega, un taller mecánico, una cerrajería o una pequeña peluquería, pasaron a ser propiedad del Estado. Se creó así, en los países llamados del Bloque socialista, una sociedad no propiamente de trabajadores; sino, más bien, una burocracia asalariada y dependiente del Estado, con muy poca motivación para impulsar el desarrollo permanente y sostenido de las fuerzas productivas. La idea predominante fue que toda la historia dependía de la expansión de las fuerzas productivas que, en los hechos, se limitó a los medios físicos de producción, en menoscabo del desarrollo humano integral, ignorando en consecuencia la importancia de las relaciones sociales bajo las cuales vive y trabaja la gente. La Revolución Bolivariana ha aprendido las lecciones de esa experiencia. Y lejos de pretender copiar fórmulas fracasadas que llevaron a la postración económica, a la depresión ambiental y al estancamiento de la calidad de vida de las personas, se esfuerza más bien por abrir nuevos caminos donde se desplieguen en su máximo potencial todos los poderes creadores del pueblo; es decir, su capacidad emprendedora e innovadora y su espíritu solidario y de cooperación. El socialismo del siglo XXI en la Revolución Bolivariana.