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Orientación Universidad
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Sobrevivir para contarlo, Apuntes de Ética

La Historia de Inmacule , cuando atacan a asu familia , y ella lograr encontrar el perdon

Tipo: Apuntes

2020/2021
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Subido el 14/03/2021

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FACULTAD DE DERECHO; Mishelle Vanessa Ortiz Tavera. Codigo:2115724
Ensayo libro “Sobrevivir para contarlo”
Introducción:
Inmaculée Ilibagiza nació en Ruanda (1972) en un pequeño país de África, en provincia
occidental ruandesa de Kibuye en la aldea de Mataba. Su familia fue muy unida y con buenos
valores católicos, iniciando con sus padres Leonard Ukulikiyinkindi y Marie Rose Kankindi,
Inmaculée es la única mujer entre sus tres hermanos, estudió Ingeniería Electrónica y
Mecánica en la Universidad Nacional de Ruanda. Su vida y la de su familia se transformaron
dramáticamente en 1994, cuando tuvo lugar el Genocidio de Ruanda, en el que la raza Hutu
se propuso la exterminación de la raza Tutsi. Asesinando a más de un millón de Tutsis sin
importar si eran bebes, niños o incluso ancianos. Con un gobierno lleno de odio que dio paso
a semejante atrocidad sin importarle absolutamente nada más que acabar con todos los que
ellos creían eran unas cucarachas. Dejando a un lado las creencias, discriminando y no
teniendo en cuenta el bien común como sociedad. Olvidándose de la Igualdad y la solidaridad
de los habitantes de Ruanda. Esto termino con muchas vidas y fue el resentimiento que
desemboco un genocidio.
Desarrollo
En Ruanda una monarquía tutsi había mantenido la paz colectiva durante mucho tiempo,
hasta que la intervención belga abrió la grieta entre las etnias. En 1962, con el apoyo de esa
nación europea y tras sangrientas revueltas, los hutus tomaron el poder pese a los tratados de
paz que se firmaron, se puede observar claramente que no pensaban en un bien común si no
en un bien particular. En 1994, tras el asesinato del presidente hutu Juvénal Habyarimana, el
nuevo gobierno se radicalizó promoviendo la completa destrucción de la etnia tutsi, porque
tenían en mente otra clase ideas en refencia a los tutsis ya que se consideraba que eran más
parecidos a los europeos mientras que los Hutus hacían tareas menos cotizadas. En solo 100
días se estima que murieron 800.000 tutsis y casi todas las mujeres sobrevivientes fueron
violadas.
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FACULTAD DE DERECHO; Mishelle Vanessa Ortiz Tavera. Codigo: Ensayo libro “Sobrevivir para contarlo” Introducción: Inmaculée Ilibagiza nació en Ruanda (1972) en un pequeño país de África, en provincia occidental ruandesa de Kibuye en la aldea de Mataba. Su familia fue muy unida y con buenos valores católicos, iniciando con sus padres Leonard Ukulikiyinkindi y Marie Rose Kankindi, Inmaculée es la única mujer entre sus tres hermanos, estudió Ingeniería Electrónica y Mecánica en la Universidad Nacional de Ruanda. Su vida y la de su familia se transformaron dramáticamente en 1994, cuando tuvo lugar el Genocidio de Ruanda, en el que la raza Hutu se propuso la exterminación de la raza Tutsi. Asesinando a más de un millón de Tutsis sin importar si eran bebes, niños o incluso ancianos. Con un gobierno lleno de odio que dio paso a semejante atrocidad sin importarle absolutamente nada más que acabar con todos los que ellos creían eran unas cucarachas. Dejando a un lado las creencias, discriminando y no teniendo en cuenta el bien común como sociedad. Olvidándose de la Igualdad y la solidaridad de los habitantes de Ruanda. Esto termino con muchas vidas y fue el resentimiento que desemboco un genocidio. Desarrollo En Ruanda una monarquía tutsi había mantenido la paz colectiva durante mucho tiempo, hasta que la intervención belga abrió la grieta entre las etnias. En 1962, con el apoyo de esa nación europea y tras sangrientas revueltas, los hutus tomaron el poder pese a los tratados de paz que se firmaron, se puede observar claramente que no pensaban en un bien común si no en un bien particular. En 1994, tras el asesinato del presidente hutu Juvénal Habyarimana, el nuevo gobierno se radicalizó promoviendo la completa destrucción de la etnia tutsi, porque tenían en mente otra clase ideas en refencia a los tutsis ya que se consideraba que eran más parecidos a los europeos mientras que los Hutus hacían tareas menos cotizadas. En solo 100 días se estima que murieron 800.000 tutsis y casi todas las mujeres sobrevivientes fueron violadas.

El lago Kivu dominaba la colina cercana a la casa de Inmaculée, tenía cotidianas charlas íntimas mantenidas en voz baja con su Dios, siempre de frente a la naturaleza inconmensurable de África, el continente que ella ama. Compartía, a sus 22 años, con sus padres, maestros de profesión, y sus hermanos menores, en la quietud de días monótonos y llenos de ecuaciones matemáticas difíciles que le demandaban las materias de Ingeniería, la carrera que cursaba. Es admirable ver como una chica de la etnia tutsi de Ruanda, país de muchos analfabetos entre la población en general, que no tenían acceso a la educación en esos días tensos de 1994. Pero Inmaculée Ilibagiza lo había logrado a puro esfuerzo. Immaculée pertenecía a una familia que se basaba en el amor y en buenos principios y valores católicos; estaba estudiando fuera de su ciudad, cuando recibió una carta de su padre en la que le suplicaba visitase a la familia los días de Semana Santa - posiblemente intuía el problema que se avecinaba-, Immaculée, viajó para reunirse con su familia, eran personas muy valiosas para su comunidad, muy queridos por todos los vecinos, ya que buscaban el bien común sin recibir nada a cambio no por lo que tenían si no por lo que daban a los demás (seguridad, consejos, sabiduría). La aldea era muy pobre y pequeña, todos se cuidaban mutuamente, no existía ninguna distinción de clases y Vivian felices. El mismo día que Immaculée llegó a su casa, por la noche, empezó la persecución contra los tutsis; ella, pudo refugiarse en casa de un pastor protestante, amigo de su familia, donde estuvo encerrada por 3 meses en un cuarto de baño de apenas un metro de ancho por 1,2 de largo, junto a 7 mujeres más. Mientras duró el encierro, Immaculée empezó a leer la Biblia diariamente, a rezar con el rosario que su padre le había entregado, a comunicarse con Dios, de un modo personal y sincero; ella sentía a Dios muy cerca, pero a la vez, sentía muy cercana la presencia de Satanás, que la empujaba a sentir odio, rabia y sed de venganza hacia sus enemigos hutus y a rebelarse contra Dios por permitir semejante maldad; sufría muchísimo viviendo esa dualidad en lo más profundo de su corazón y empezó a pedir a Dios que la librase del odio y del rencor; fue una lucha feroz, a muerte, de la que salió vencedor el bien, el perdón, en definitiva, Dios.