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Tipo: Resúmenes
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Sigmund Freuda (Príbor, 6 de mayo de 1856-Londres, 23 de septiembre de 1939) fue un médico neurólogo austriaco de origen judío, padre del psicoanálisis y una de las mayores figuras intelectuales del siglo XX. Sigismund Schlomo Freud nació el 6 de mayo de 1856 en Freiberg, Moravia (en la actualidad, Příbor en la República Checa) en el seno de una familia judía. Aunque el nombre que figura en su certificado de nacimiento es Sigismund, su padre añadió un segundo nombre, de origen hebreo, Schlomo o Shelomoh (versiones de Salomón) en una inscripción manuscrita en la biblia de familia. Un documento de 1871 se refiere a Freud como Sigmund aunque él mismo no comienza a firmar Sigmund hasta 1875 y nunca usó el segundo nombre. Fue el mayor de seis hermanos (cinco mujeres y un varón). Tenía además dos hermanastros de un matrimonio anterior de su padre. En 1860, cuando contaba con tres años de edad, su familia se trasladó a Viena, esperando el padre recobrar la prosperidad perdida de su negocio de lanas. Según sus propias palabras, «fue educado sin religión y permaneció incrédulo», de modo que sus lazos con el judaísmo no fueron ni religiosos, ni nacionalistas, aunque se identificó siempre con su cultura. A pesar de que su familia atravesó grandes dificultades económicas, sus padres se esforzaron para que obtuviera una buena educación y en 1873, cuando contaba con 17 años, Freud ingresó en la Universidad de Viena como estudiante de medicina en un ambiente de antisemitismo creciente. En 1877 abrevió su nombre de Sigismund Freud a Sigmund Freud. Estudiante poco convencional pero brillante, fue asistente del profesor E. Brücke en el Instituto de Fisiología de Viena entre 1876 y 1882. En 1880 conoció al que sería su mentor Joseph Breuer.
Según se desprende de numerosas cartas entre Freud y su amigo Eduard Silberstein, escritas entre 1871 y 1881, ambos aprendieron el español de manera autodidacta. Incluso formaron una especie de sociedad secreta a la que nombran «Academia Castellana» (AC)8 y usaron como pseudónimos los nombres de los dos perros protagonistas de El coloquio de los perros del "gran Cervantes"; solían firmar Freud como Cipion y Silberstein como Berganza. Publicadas en 1965, las cartas han sido traducidas al inglés, italiano, español y francés. Las originales se encuentran en el Library of Congress. En 1881 se graduó como médico. Freud trabajó bajo la dirección de Theodor Meynert en el Hospital General de Viena entre los años 1883 y 1885. Como investigador médico, Freud fue un pionero al proponer el uso terapéutico de la cocaína como estimulante y analgésico. Entre 1884 y 1887 escribió muchos artículos sobre las propiedades de dicha droga. Sobre la base de las experimentaciones que él mismo realizaba en el laboratorio de neuroanatomía del notable patólogo austríaco y especialista en histología Salomon Stricker, logró demostrar las propiedades de la cocaína como anestésico local. En 1884 Freud publicó su trabajo Über Coca (Sobre la coca), al que sucedieron varios artículos más sobre el tema. Aplicando los resultados de Freud, pero sin citarlo, Carl Koller utilizó con gran éxito la cocaína en cirugía e intervenciones oftalmológicas publicando al respecto y obteniendo por ello un gran reconocimiento científico. Se ha podido determinar ―tras la publicación de las cartas a su entonces prometida y luego esposa, Martha Bernays― que Freud hizo un intento frustrado de curar con cocaína a su amigo Ernst von Fleischl-Marxow, quien era adicto a la morfina, pero el tratamiento solo le agregó una nueva adicción, hasta que finalmente falleció. Se le critica a Freud no haber admitido públicamente este fracaso, así como el
Internacionalmente, obtuvo su primer reconocimiento oficial en 1909, cuando la Universidad de Clark, en Worcester, Massachusetts, le concedió el título honorífico doctor honoris causa. G. Stanley Hall lo invitó dar una serie de conferencias como parte de las celebraciones con motivo del vigésimo aniversario de la fundación de la universidad que presidía, con la intención de divulgar el psicoanálisis en los Estados Unidos. Freud experimentó la primera disensión interna a su doctrina en octubre de 1911 cuando Alfred Adler y seis de sus partidarios se dieron de baja de la Asociación Psicoanalítica Vienesa. Por esta época ya se gestaba la que Carl Gustav Jung protagonizaría en 1914, con más graves consecuencias y que amenazaría con desestabilizar todo el edificio psicoanalítico. En 1923 se le diagnosticó un cáncer de paladar, probablemente a consecuencia de su intensa adicción a los puros, por el que fue operado hasta 33 veces. Su enfermedad, aparte de provocarle un gran sufrimiento, una gran incapacidad y una eventual sordera del oído derecho, lo obligó a usar una serie de incómodas prótesis de paladar que le dificultaron mucho la capacidad del habla. Nunca dejó de fumar, con las consecuencias que esto le acarreó. A pesar de su enfermedad, Freud continuó trabajando como psicoanalista y, hasta el fin de su vida, no cesó de escribir y publicar un gran número de artículos, ensayos y libros. Toda la vida de Freud, con la excepción de sus tres primeros años, transcurrió en la ciudad de Viena. Sin embargo, en 1938, tras la anexión de Austria por parte de la Alemania nazi, Freud, en su condición de judío y fundador de la escuela psicoanalítica, fue considerado enemigo del Tercer Reich. Sus libros fueron quemados públicamente y tanto él como su familia sufrieron un intenso acoso. Reacio a abandonar Viena, se vio obligado a escapar del país al
quedar claro el inminente peligro que corría su vida. En un allanamiento de la casa donde operaba la editorial psicoanalítica y de su vivienda, su hijo Martin fue detenido durante todo un día. Una semana más tarde, su hija Anna fue interrogada en el cuartel general de la Gestapo. Estos hechos lo llevaron a convencerse de la necesidad de partir. El hecho de que sus hermanas (cuatro de ellas permanecieron en Viena) fueran apresadas más tarde y murieran en campos de concentración confirma a posteriori que el riesgo vital era cierto. Gracias a la intervención in extremis de Marie Bonaparte y Ernest Jones consiguió salir del país y refugiarse en Londres, Inglaterra. En el momento de partir se le exigió que firmara una declaración donde se aseguraba que había sido tratado con respeto por el régimen nazi. Freud consintió en firmarla, pero añadió el siguiente comentario sarcástico: «Recomiendo calurosamente la Gestapo a cualquiera». El 23 de septiembre de 1939, muy deteriorado físicamente e incapaz de soportar el dolor que le producía la propagación del cáncer de paladar, le recordó a su médico personal, Max Schur, su promesa de sedación terminal para ahorrarle el sufrimiento agónico. Freud murió después de serle suministradas tres inyecciones de morfina. Fue incinerado en el crematorio laico de Golders Green, donde reposan sus cenizas junto a las de su esposa Martha. A pesar de los implacables y a menudo apremiantes desafíos a los que sus ideas tuvieron que enfrentarse, tanto en vida como una vez desaparecido, Freud se convirtió y sigue siendo una de las figuras más influyentes del pensamiento contemporáneo.
Freud innovó en dos campos. Desarrolló simultáneamente, por un lado, una teoría de la mente y de la conducta
Aunque a lo largo de su carrera Freud intentó encontrar patrones de represión entre sus pacientes que derivasen en un modelo general para la mente, observó que sus distintos pacientes reprimían hechos diferentes. Además, advirtió que el proceso de la represión es en sí mismo un acto no consciente (es decir, no ocurriría a través de la intención de los pensamientos o sentimientos conscientes). Freud buscó una explicación a la forma de operar de la mente. Propuso una estructura de la misma dividida en tres partes: el ello, el yo y el superyó (véase ello, yo y superyó): El ello representa las pulsiones o impulsos primigenios. Según Freud, constituye el motor del pensamiento y el comportamiento humano. Contiene nuestros deseos de gratificación más primitivos. El superyó, la parte que contrarresta al ello, representa los pensamientos morales y éticos. El yo permanece entre ambos. Actúa mediando entre nuestras necesidades primitivas y nuestras creencias éticas y morales. No es sinónimo de la consciencia (existen partes del yo que son inconscientes). Un yo saludable proporciona la habilidad para adaptarse a la realidad e interactuar con el mundo exterior de una manera que represente el mejor compromiso entre los deseos y mociones pulsionales del ello y las demandas restrictivas o punitivas provenientes del superyó. Freud estaba especialmente interesado en la dinámica de estas tres partes de la mente. Argumentó que esa relación está influenciada por factores o energías innatos, que llamó pulsiones. Describió dos pulsiones antagónicas: Eros o pulsión de vida, una pulsión sexual tendente a preservar la vida. Tánatos o pulsión de muerte. Representa una moción agresiva, aunque a veces se resuelve en una pulsión que nos induce a volver a un estado de calma, principio de
nirvana o no existencia, que basó en sus estudios sobre protozoos (Más allá del principio de placer). Freud también sostuvo que la libido madura en los individuos por medio del cambio de su objeto. Argumentó que la sexualidad infantil es «polimórficamente perversa», en el sentido de que una gran variedad de objetos pueden ser una fuente de placer. Conforme las personas se desarrollan, se fijan sobre diferentes objetos específicos en distintas fases: Fase oral, ejemplificada por el placer de los bebés en la lactancia. Fase anal, ejemplificada por el placer de los niños al controlar sus esfínteres. Fase fálica. Propuso que llega un momento en que los niños pasan a una fase donde se fijan en el progenitor de sexo opuesto (complejo de Edipo). Desarrolló un modelo que explica la forma en que este patrón encaja en el desarrollo de la dinámica de la mente. Cada fase es una progresión hacia la madurez sexual, caracterizada por un fuerte yo, y la habilidad para retardar la necesidad de gratificaciones. Período de latencia, en que se desarrollan fuerzas psíquicas que inhiben el impulso sexual y reducen su dirección. Fase genital, surge en la adolescencia, cuando maduran los órganos genitales. Surgen los deseos sexuales y agresivos. Puerta de la casa de Freud en Viena. El modelo psicosexual que desarrolló Freud se ha criticado desde diferentes frentes. Algunos han atacado su afirmación sobre la existencia de una sexualidad infantil (e implícitamente la expansión que hizo en la noción de sexualidad). Otros autores, en cambio, consideran que no amplió los conocimientos sobre sexualidad (que tenían antecedentes en la psiquiatría y la filosofía de autores como Schopenhauer), sino que «neurotizó» la sexualidad al relacionarla con conceptos como incesto, perversión y trastornos mentales. Ciencias como la antropología y la sociología argumentan que el patrón de desarrollo
conflictos reprimidos (causantes de su enfermedad), especialmente conflictos de la infancia con sus padres. Es menos conocido su interés inicial por la neurología. En los comienzos de su carrera había investigado la parálisis cerebral. Publicó numerosos artículos médicos en este campo. También mostró que la enfermedad existía mucho antes de que otros investigadores de su tiempo tuvieran noticia de ella y la estudiaran. Sugirió que era erróneo que esta enfermedad, que había descrito William Little (cirujano ortopédico británico), tuviera como causa una falta de oxígeno durante el nacimiento. En cambio, dijo que las complicaciones en el parto eran solo un síntoma del problema. No fue hasta la década de 1980 cuando sus especulaciones fueron confirmadas por investigadores más modernos. Obras completas de Sigmund Freud I. Carta sobre el bachillerato (a Emil Fluss), 1873 [1941] * II. Prólogo y notas al libro de Bernheim. De la suggestion et des ses applications a la thérapeutique, 1888-1889 * III. Estudio comparativo de las parálisis motrices orgánicas e histéricas. Quelques considérations pour une étude comparative des paralysies motrices organiques et hysteriques, 1888-93 [1893] * IV. Un caso de curación hipnótica. Ein Fall von hypnotischer Heilung, 1892-3 * V. Charcot, 1893 * VI. ESTUDIOS SOBRE LA HISTERIA. Studien über Hysterie, 1893-5 [1895] * VII. Las neuropsicosis de defensa. Die Abwehrneuropsychosen, 1894 * VIII. Obsesiones y fobias. Obsessions et Phobies, 1894 [1895] * IX. La neurastenia y la neurosis de angustia. Über die Berechtigung, von der Neurasthenie einen bestimmten
Symptomenkomplex als «Angstneurose» abzutrennen, 1894 [1895] * X. Crítica de la neurosis de angustia. Zur Kritik der «Angstneurose», 1895 * XI. PROYECTO DE UNA PSICOLOGÍA PARA NEURÓLOGOS. Entwurf einer Psychologie, 1895 [1950] * XII. La herencia y la etiología de las neurosis. L'héredité et l'étiologie des neuroses, 1896 * XIII. Nuevas observaciones sobre las neuropsicosis de defensa. Weitere Bemerkungen über Abwehrneuropsychosen, 1896 * XIV. La etiología de la histeria. Zur Ätiologie der Hysterie, 1896 * XV. La sexualidad en la etiología de las neurosis. Die Sexualität in der Ätiologie der Neurosen, 1898 * XVI. Los recuerdos encubridores. Über Deckerinnerungen, 1899 * XVII. LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS. Die Traumdeutung, 1898-9 [1900] XVIII. LOS SUEÑOS. Über den Traum, 1900 [1901] * XIX. UNA PREMONICIÓN ONÍRICA CUMPLIDA, 1899 [1941] * XX. PSICOPATOLOGÍA DE LA VIDA COTIDIANA. Zur Psychopathologie des Alltagslebens. * XXI. ANÁLISIS FRAGMENTARIO DE UNA HISTERIA. Bruchstück einer Hysterie-Analyse. («Caso Dora»). 1901 [1905] XXII. El método psicoanalítico de Freud. Die Freud'sche psychoanalytische Methode. 1903 [1904] XXIII. Sobre psicoterapia. Über Psychotherapie. 1904 [1905] XXIV. Psicoterapia (Tratamiento por el espíritu) Psychische Behandlung. (Seelenbehandlung) 1905 XXV. EL CHISTE Y SU RELACIÓN CON LO INCONSCIENTE. Der Witz und seine Beziehung zum Unbewußten. 1905 XXVI. TRES ENSAYOS PARA UNA TEORÍA SEXUAL XXVII. Mis opiniones acerca del rol de la sexualidad en la etiología de la neurosis * XXVIII. La ilustración sexual del niño. (Carta abierta al doctor M. Fürst)
LV. Formulaciones sobre los dos principios del suceder psíquico LVI. El significado de la sucesión de las vocales LVII. El empleo de la interpretación de los sueños en el psicoanálisis LVIII. La dinámica de la transferencia LIX. Consejos al médico en el tratamiento psicoanalítico LX. La iniciación del tratamiento LXI. Experiencias y ejemplos de la práctica analítica LXII. La «fausse reconnaissance» («déjà raconté») durante el psicoanálisis LXIII. Recuerdo, repetición y elaboración LXIV. Observaciones sobre el «amor de transferencia» LXV. Algunas observaciones sobre el concepto de lo inconsciente en el psicoanálisis LXVI. Contribuciones al simposio sobre la masturbación LXVII. Sobre la degradación más generalizada de la vida erótica LXVIII. Sobre las causas ocasionales de la neurosis LXIX. Un sueño como testimonio LXX. Sueños con temas de cuentos infantiles LXXI. Representación de la «gran hazaña» en el sueño LXXII. Dos mentiras infantiles LXXIII. La disposición a la neurosis obsesiva LXXIV. TOTEM Y TABÚ. LXXV. MÚLTIPLE INTERÉS DEL PSICOANÁLISIS LXXVI. El tema de la elección de un cofrecillo LXXVII. El «Moisés» de Miguel Ángel LXXVIII. Sobre la psicología del colegial LXXIX. HISTORIA DEL MOVIMIENTO PSICOANALÍTICO LXXX. Carta al Dr. Friedrich S. Krauss sobre la «Anthropophyteia» LXXXI. «¡Grande es Diana Efesia!» LXXXII. Prefacio para un libro de Oskar Pfister LXXXIII. Prólogo para un libro de Maxim Steiner LXXXIV. Prólogo para un libro de John Gregory Bourke LXXXV. HISTORIA DE UNA NEUROSIS INFANTIL (Caso del «Hombre de los lobos») LXXXVI. Comunicación de un caso de paranoia contrario a la teoría psicoanalítica LXXXVII. INTRODUCCIÓN AL NARCISISMO
LXXXVIII. Sobre las transmutaciones de los instintos y especialmente del erotismo anal LXXXIX. LOS INSTINTOS Y SUS DESTINOS XC. LA REPRESIÓN XCI. LO INCONSCIENTE XCII. Adición metapsicológica a la teoría de los sueños XCIII. DUELO Y MELANCOLÍA XCIV. CONSIDERACIONES DE ACTUALIDAD SOBRE LA GUERRA Y LA MUERTE XCV. Lo perecedero XCVI. Carta a la Dra. von Hug-Hellmuth XCVII. LECCIONES INTRODUCTORIAS AL PSICOANÁLISIS XCVIII. VARIOS TIPOS DE CARÁCTER DESCUBIERTOS EN LA LABOR ANALÍTICA XCIX. Un paralelo mitológico a una imagen obsesiva plástica C. Una relación entre un símbolo y un síntoma CI. Una dificultad del psicoanálisis CII. Un recuerdo infantil de Goethe en Poesía y verdad CIII. El tabú de la virginidad CIV. Sobre la enseñanza del psicoanálisis en la universidad CV. Los caminos de la terapia psicoanalítica CVI. Para la prehistoria de la técnica psicoanalítica CVII. PEGAN A UN NIÑO. Aportación al conocimiento de la génesis de las perversiones sexuales CVIII. Asociación de ideas de una niña de cuatro años CIX. LO SINIESTRO CX. MÁS ALLÁ DEL PRINCIPIO DEL PLACER CXI. Introducción al simposio sobre las neurosis de guerra CXII. Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina CXIII. PSICOLOGÍA DE LAS MASAS Y ANÁLISIS DEL «YO» CXIV. Sobre algunos mecanismos neuróticos en los celos, la paranoia y la homosexualidad CXV. Observaciones sobre la teoría y la práctica de la interpretación onírica CXVI. J. Popper-Lynkeus y la teoría onírica CXVII. Complementos a la teoría onírica CXVIII. El sueño y la telepatía CXIX. Psicoanálisis y telepatía CXX. Observaciones sobre el inconsciente
CLV. Fetichismo CLVI. El humor CLVII. Una experiencia religiosa CLVIII. Dostoyevski y el parricidio CLIX. EL MALESTAR EN LA CULTURA CLX. Premio Goethe de 1930 CLXI. La peritación forense en el proceso Halsmann CLXII. Sobre los tipos libidinales CLXIII. Sobre la sexualidad femenina CLXIV. Sobre la conquista del fuego CLXV. Carta a Maxim Leroy sobre un sueño de Descartes CLXVI. Mi relación con Josef Popper-Lynkeus CLXVII. NUEVAS LECCIONES INTRODUCTORIAS AL PSICOANÁLISIS CLXVIII. El porqué de la guerra CLXIX. Prefacio para un libro de August Aichhorn CLXX. Nota para un trabajo de E. Pickworth Farrow CLXXI. Prólogo del folleto Décimo aniversario del Instituto psicoanalítico de Berlín CLXXII. Mensaje para la Medical Review of Reviews CLXXIII. Palabras preliminares para un libro de Edoardo Weiss CLXXIV. Prefacio para un libro de Hermann Nunberg CLXXV. Prólogo para un libro de Marie Bonaparte CLXXVI. A Romain Rolland CLXXVII. A Ernest Jones, en su quincuagésimo aniversario CLXXVIII. Mensaje para la inauguración de la Universidad Hebrea CLXXIX. Carta sobre la posición frente al judaísmo CLXXX. Discurso a los miembros de la sociedad B'NAI B'RITH CLXXXI. Carta a David Eder CLXXXII. Carta al burgomaestre de la ciudad de Pribor CLXXXIII. Carta a Paul Federn CLXXXIV. En memoria de Josef Breuer CLXXXV. En memoria de Karl Abraham CLXXXVI. En memoria de Sándor Ferenczi CLXXXVII. MOISÉS Y LA RELIGIÓN MONOTEÍSTA: TRES ENSAYOS CLXXXVIII. La sutileza de un acto fallido CLXXXIX. A Thomas Mann, en su sesenta aniversario CXC. Un trastorno de la memoria en la Acrópolis
CXCI. Carta a Bárbara Low CXCII. Borrador de una carta a Thomas Mann CXCIII. Lou Andreas-Salomé CXCIV. ANÁLISIS TERMINABLE E INTERMINABLE CXCV. Construcciones en el análisis CXCVI. LA ESCISIÓN DEL «YO» EN EL PROCESO DE DEFENSA CXCVII. COMPENDIO DEL PSICOANÁLISIS CXCVIII. Algunas lecciones elementales de psicoanálisis CXCIX. Un comentario sobre el antisemitismo CC. Carta al Editor de «Time and Tide» sobre el antisemitismo en Inglaterra CCI. Tres cartas a Theodor Reik CCII. Dos cartas a David Abrahamsen sobre Weininger CCIII. Carta a Charles Berg sobre su libro «War in the mind» CCIV. Conclusiones, ideas, problemas CCV. Los orígenes del psicoanálisis Apéndice: Die Verdrängung («La represión») [texto original alemán]
¿Qué es el psicoanálisis según Freud? El concepto de psicoanálisis, designa por una parte, aquel modelo teórico descriptivo y explicativo de los mecanismos, procesos y fenómenos implicados en la vida humana. Este modelo se baso inicialmente en la experiencia de Sigmund Freud en el tratamiento clínico de pacientes que presentan neurosis, fobias y diversos padecimientos psíquicos y ha tenido un amplio desarrollo posterior con el aporte de muchos teóricos del psicoanálisis. Es importante recordar que el psicoanálisis surgió como medida terapéutica y aunque sus aportaciones son muy importantes, la educación no puede centrarse solamente en el psicoanálisis; es preciso que, además de este recurso, eche mano a otras disciplinas, psicológicas o no, para el
Freud enlaza la necesidad de la educación con una crítica severa del estado del "hombre primitivo", estado en que se encuentra el ser entregado exclusivamente al libre disfrute de sus impulsos. Este hombre posee, desde luego, un cierto número de instintos fundamentales, pero la falta de una regulación interhumana hace que, aunque pueda gozar de dichos instintos, este goce no esté garantizado ni sea deseable. Así como la civilización empezó a apartarse del "estado primitivo" gracias a la "frustración", la "privación" y la "prohibición", la educación individual como coacción es una necesidad que permite que el niño pase del deseo primitivo al deseo dominado. En ausencia de normas los impulsos agresivos, conflictivos y destructores se hacen autodestructivos. Para Freud educación es todo lo que le ocurre al niño desde que sale de la situación de dependencia inicial con respecto a la madre protectora. En otros términos, es lo que ocurre desde que cesa la confusión entre la satisfacción objetiva y su representación alucinatoria. En tal caso lo real se compone de todos los elementos naturales o culturales que oponen una resistencia al niño, introduciendo una distancia entre el deseo y su satisfacción. Freud demuestra que si la educación es posible ello se debe a que en el propio individuo, en el interior de su aparato psíquico, existen tendencias que exigen su educabilidad. Freud demuestra que la moral y el intelecto se encuentran en germen en la estructura del aparato psíquico. La sociabilidad hace posible la socialización, y esta última sólo es real porque el individuo, en último término, encuentra en ella un interés: intercambia una libertad infinita, pero precaria, por una libertad regulada pero real, ya que está
garantizada. Existe una educabilidad natural que hace posible la educación. La educación consiste únicamente en conducir al niño desde esta dependencia protectora precaria hacia la responsabilidad. la educación tiene por finalidad controlar estas fuerzas de la naturaleza que pueden resultar peligrosas para la cultura, desde un punto de vista más profundo nos damos cuenta de que esta educación, al permitir que se discipline el principio del placer, permite al mismo tiempo la humanización del hombre. Los fines En el pensamiento de Freud la educación no tiene otra finalidad que la misma demistificación, la misma desilusión que lleva a cabo el psicoanálisis. La razón y la experiencia darán, según Freud, la explicación de los consuelos ilusorios de la religión. Freud entiende que la educación conduce a la razón a través de la ciencia y de la experiencia. ¿Qué debe hacer concretamente la escuela? Desde el punto de vista moral, prepararnos a renunciar a nuestros deseos infantiles, enseñarnos a intercambiar un placer infinito pero ilusorio por una garantía de disfrute, inducirnos a soportar ciertas frustraciones necesarias de la vida común. Debemos renunciar a las ilusiones sobre nosotros mismos, para adquirir una mayor lucidez. Desde el punto de vista del saber, es decir de la instrucción, la escuela tiene el cometido de realizar al hombre que hay en el niño, es decir, desarrollar el intelecto para hacernos pasar de la servidumbre a la libertad. Desde el punto de vista político, hay que conseguir una mayor "fraternidad entre los hombres, disminuyendo su sufrimiento"^37. Sensibilidad en el inconsciente