





























Prepara tus exámenes y mejora tus resultados gracias a la gran cantidad de recursos disponibles en Docsity
Gana puntos ayudando a otros estudiantes o consíguelos activando un Plan Premium
Prepara tus exámenes
Prepara tus exámenes y mejora tus resultados gracias a la gran cantidad de recursos disponibles en Docsity
Prepara tus exámenes con los documentos que comparten otros estudiantes como tú en Docsity
Los mejores documentos en venta realizados por estudiantes que han terminado sus estudios
Estudia con lecciones y exámenes resueltos basados en los programas académicos de las mejores universidades
Responde a preguntas de exámenes reales y pon a prueba tu preparación
Consigue puntos base para descargar
Gana puntos ayudando a otros estudiantes o consíguelos activando un Plan Premium
Comunidad
Pide ayuda a la comunidad y resuelve tus dudas de estudio
Descubre las mejores universidades de tu país según los usuarios de Docsity
Ebooks gratuitos
Descarga nuestras guías gratuitas sobre técnicas de estudio, métodos para controlar la ansiedad y consejos para la tesis preparadas por los tutores de Docsity
Este documento discute los determinantes económicos que guiaban las prácticas de apropiación de animales por parte de grupos indígenas y españoles en el Septentrión durante la época colonial. Se mencionan casos de robos de ganado y la existencia de extensas redes de comercio y intercambio que involucraban a varios grupos, incluyendo a apaches y comanches. Se examina la relación entre estos hechos y la presencia de 'viciosos, holgazanes, ociosos y vagamundos' en las provincias norteñas.
Tipo: Resúmenes
1 / 37
Esta página no es visible en la vista previa
¡No te pierdas las partes importantes!
R e l a c i o n e s 1 2 1 , i n v i e R n o 2 0 1 0 , v o l. x x x i
Relaciones 121, invieRno 2010, vol. xxxi
criSiS de SubSiStencia y robo de ganado en el Septentrión novohiSpano: San JoSé del parral (1770-1790)
Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires
E
∗ortelli_sara@yahoo.com.ar Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técni
cas (CONICET), Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Argentina.
Este artículo aborda el tema del robo de ganado por parte de los apaches y de varias bandas y grupos multiétnicos en el Septentrión novohispano del siglo XVIII. Identifica los momentos en los que la documentación permite evidenciar la intensificación de la actividad en la provincia de Nueva Vizcaya, y trata de esta blecer las relaciones entre este incremento del robo y los ciclos productivos agríco las y mineros, las crisis de subsistencia, la incidencia de las sequías, la presencia de epidemias y las crisis de mortalidad. El análisis se realiza para el caso del Real de San José del Parral y su jurisdicción, durante las dos décadas comprendidas entre 1770 y 1790.
(Robo de ganado, crisis de subsistencia, sequía, hambruna, mortalidad, San José del Parral)
s frecuente encontrar en la documentación referida al sep tentrión novohispano descripciones acerca de su inminen te despoblamiento, la desarticulación de la economía re gional y la dislocación del orden colonial. Las repetidas
alusiones al constante peligro de muerte, la sensación de miedo y la
impotencia ante el destino trágico de sus habitantes, tienen como pro
tagonistas principales en el siglo XVIII a los apaches, que aparecen refe
ridos como el azote de las provincias norteñas y los responsables de
todos los males que las asolaban. Sin embargo, varios trabajos recientes
han ido demostrando que los apaches funcionaban como una especie
cRisis de subsistencia y Robo de ganado
ganado –mular, caballar y vacuno– no escapó a esta percepción. En efec
to, tanto los contemporáneos a los hechos, como los estudiosos, respon
sabilizaron a estos grupos por tal actividad sobre los territorios contro
lados por el Estado colonial. En la última década, sin embargo, varios
trabajos han planteado que el mundo de las incursiones –y, por ende, del
robo de ganado– era en varios aspectos más complejo de lo que se había
creído hasta ahora. Por un lado, participaban en él grupos de heterogé
nea composición étnica y social. Por otro, se han discutido los determi
nantes económico sociales que, lejos de pretender la desarticulación
económica, el despoblamiento de regiones enteras y la subversión del
orden, estaban guiados por el despliegue de relaciones de comercio e
intercambio que involucraban a varios grupos y conformaban extensas
redes, que operaban tanto en el interior de las provincias septentriona
les, como más allá de ellas.^6
Conviene señalar que la idea de “robo” de ganado alude al concepto
plasmado en las fuentes por la sociedad colonial que produjo dicha do
cumentación.^7 La práctica de apropiación de animales por parte de los
grupos indígenas no reducidos, no tenía la misma significación que
para los españoles, como ha sido demostrado en varios trabajos realiza
dos para diversos contextos hispanoamericanos. Incluso, la percepción
acerca de lo que se entendía por robo de ganado se fue transformando
(^6) Para el caso del centro norte del Septentrión puede consultarse William Merrill, “La
economía política de las correrías: Nueva Vizcaya al final de la época colonial”, en Hers, Marie Areti, José Luis Mirafuentes Galván, María de los Dolores Soto y Miguel Vallebueno (editores), Nómadas y sedentarios en el Norte de México , México, UNAM, 000, y Sara Ortelli, “Los circuitos del ganado. Robo e intercambio en el noroeste de Nueva España, siglo XVIII”, Anuario del IEHS, 1, Tandil, Instituto de Estudios Histórico Sociales,Universidad Nacional Autónoma de México, 007, 19715. También de la Torre Curiel aborda este aspecto en “‘Enemigos encubiertos’: bandas pluriétnicas y estado de alerta en la frontera sonorense a finales del siglo XVIII ”, Takwá. Revista de Historia , número 1, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, otoño de 008, 11 1. (^7) El jurista Joaquín Escriche puntualiza, incluso, que el significado de los conceptos
robo y hurto se solía confundir y se usaba indistintamente, si bien existían diferencias entre las acciones que caracterizaba cada uno de ellos. El hurto se realizaba a escondidas, por lo que casi siempre era descubierto tiempo después de haberse llevado a cabo. El robo era el acto que se cometía con violencia, amenazando o intimidando con armas ( Diccionario razonado de legislación civil, penal, comercial y forense, México, UNAM Congreso del Estado de Guerrero Porrúa, 1998, 99).
saRa oRtelli
según las épocas.^8 Sin embargo, nos apegamos a este concepto, básica
mente, por dos razones: la acción concreta que registra la documenta
ción era la apropiación y el traslado de los animales, aunque la signifi
cación de tal acto fuera diferente en términos culturales para distintos
grupos, y no sólo se apropiaban de animales los indígenas no reducidos
–que eran percibidos como externos a la sociedad colonial– sino otros
grupos que estaban integrados al sistema y compartían las mismas per
cepciones y el modo de vida de los españoles. Es importante indicar
también que, si bien la acción concreta que mencionan las fuentes es el
robo de ganado, la preocupación central de las autoridades se relacionó
más bien con la manera como fue interpretada la movilización de gente
y el despliegue de formas de violencia que solía involucrar el robo. Ta
les manifestaciones fueron percibidas como intentos por terminar con
el orden colonial.^9
En la provincia de Nueva Vizcaya, que abarcaba los actuales estados
de Durango y Chihuahua, se pueden identificar durante la segunda mi
tad del siglo XVIII dos momentos en los que el robo de ganado parece
intensificarse, lo que se refleja tanto en la profusión de documentos que
se elaboraron en esos años, como en la preocupación que externaron las
autoridades frente a ese fenómeno. Estas coyunturas de incremento de
la actividad de robo de animales abarcan, fundamentalmente, los perio
dos comprendidos entre 1770 y 177, y entre 178 y 1786. En este artícu
lo se aborda el tema del robo de ganado y los momentos en los que se ha
evidenciado la intensificación de la actividad, tratando de establecer
una relación con los ciclos productivos, las crisis agrícolas y de subsis
tencia, la presencia de epidemias y la mortalidad. Se realiza este ejercicio
para el caso del Real de San José del Parral y su jurisdicción, para las dos
décadas comprendidas entre 1770 y 1790.
(^8) Bernardo García Martínez, “Los caminos del ganado y las cercas de las haciendas.
Un caso para el estudio del desarrollo de la propiedad rural en México”, Historia y Grafía , 5, México, Universidad Iberoamericana, 1995; Maria Aparecida de S. Lopes, De costum- bres y leyes. Abigeato y derechos de propiedad en Chihuahua durante el porfiriato , México, El Colegio de México, El Colegio de Michoacán, 005. (^9) Sara Ortelli, “Enemigos internos y súbditos desleales. La infidencia en Nueva Viz
caya en tiempos de los Borbones”, Anuario de Estudios Americanos , 61 , Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, julio diciembre 00 .
saRa oRtelli
comandante general Teodoro de Croix y en cumplimiento de una real
orden, el teniente Gutiérrez de Riva concentró la información recabada
por los alcaldes mayores sobre las “hostilidades ejecutadas por los in
dios enemigos” en la jurisdicción de Parral.^11 Durante esa década (en la
cual, lamentablemente, 1785 y 1787 aparecen subrepresentados, ya que
señalan únicamente un caso para cada año) se contabilizaron ochenta y
cinco incursiones”. De los ochenta y cinco casos registrados se menciona
la identidad de los responsables de los ataques para setenta y siete de
ellos y los apaches presentan la mayor incidencia. Para algunos autores
el informe es una prueba cabal del protagonismo de los apaches en las
incursiones a Parral de las décadas de 1770 y 1780.^1 ^ Sin embargo, el in
forme que le fue enviado a Croix a partir de los datos obtenidos por los
alcaldes mayores parece estar dividido en dos partes. Entre 1778 y 1781
(salvo en dos ocasiones en que los atacantes son identificados como in
dios en octubre de 1779 y como tarahumaras en julio de 1781), se apunta
que eran apaches con un profundo grado de generalización, como si se
diera por hecho que éstos eran los responsables. En cambio, entre 178 y
1787 se nota un esfuerzo (o por lo menos quienes registraban estos suce
sos parecen haber contado con la información suficiente) para develar
con mayor precisión la identidad de estos hombres.
En la mayor parte de los casos, los grupos de atacantes estaban con
formados por tres o cuatro hombres que realizaban pequeños asaltos
que consistían, generalmente, en la matanza de algunas reses o en el
robo de unos pocos animales en pie y eran descritos como “tres indios a
pie [...] mataron una vaca y dos terneras, carnearon parte de una y deja
ron heridas seis vacas y cuatro becerros [...] el modo y circunstancias de
la matanza de reses acreditan fuesen tarahumaras ladrones”; “tres in
dios atacaron a un arriero del Valle de San Bartolomé y le quitaron sus
mulas [...] eran los agresores de nación tarahumara”; “tres indios tara
humaras atacaron a dos vecinos y un peón”.^1 ^ En algunas oportunida
(^11) Los datos sobre ataques e incursiones que se encuentran en los archivos son casi
siempre dispersos y fragmentarios, por lo tanto la relevancia de esta lista reside en que contiene información sistemática para una jurisdicción a lo largo de diez años. 1 (^) William Griffen, Indian assimilation in the Franciscan area of Nueva Vizcaya , Tucson,
University of Arizona Press, 1979, . 1 (^) “Extracto de los insultos”, fs. 91 91v y 96.
cRisis de subsistencia y Robo de ganado
des, sin embargo, intervenía un mayor número de integrantes, como el
asalto perpetrado a la jurisdicción de Real del Oro en febrero de 1788,
que involucró a más de treinta personas, reconocidas como “tarahuma
ras y otros malhechores unidos con ellos”.^1 ^ Teodoro de Croix había ma
nifestado una década antes que la mayor parte de los problemas que
aquejaban a las provincias norteñas tenían su origen en la presencia de
“viciosos, holgazanes, ociosos y vagamundos [...] manteniéndose a cos
ta de bienes, haciendas y ganados que con el pretexto de ser orejanos y
sin fierro, ni dueño, los han cogido y destruido a su arbitrio”.^15
1 (^) “Extracto de los insultos”, f. 9 . (^15) Croix a Ripperdá, “Ordenanzas y leyes concernientes al gobierno de Texas y al es
tablecimiento y manejo del fondo de mesteñas”, Bexar, 11 de enero de 1778, BA, micro film 1, CAH. Existen muchos otros ejemplos de esta situación en las provincias norteñas. En 177 se discutió en el cabildo de Monclova el problema de los abusos que los vecinos españoles cometían en las correrías de animales salvajes y que podían provocar su extin ción. Sin embargo, tanto los miembros del cabildo en el primero de los casos, como los
12 10 8
18 16 14
6 4 2 0 1777 1778 1779 1780 1781 1782 1783 1784 1785 1786 1787 1788
Fuente: “Noticias que por orden del Caballero de Croix rendían los alcaldes de este real sobre las incursiones de los indios a esta jurisdicción, durante los años 1778 a 1787”, AHP, Guerra, G , SMU.
cRisis de subsistencia y Robo de ganado
tipo de carne que consumían, y que se esmeraran en dejar muy claro
que “sólo vaca”.^0
Un aspecto difícil de evaluar es la disponibilidad de animales salva
jes como atenuante de la necesidad de conseguirlos por otros medios,
como el robo, la compra o la crianza. Así, dos estudiosos que, desde la
biología y la ecología han investigado la existencia de ganado asilvestra
do en el Bolsón de Mapimí afirman que “carecemos de información que
pudiera permitir una evaluación, aunque fuera en forma grosera, de la
cantidad de animales que realmente existieron”.^1 Cuando el padre Juan
Agustín de Morfi atravesó la región señaló que las llanuras de Texas y el
Bolsón eran un reservorio de animales salvajes y afirmó que las mesteña-
das eran numerosas, pues abundaban manadas salvajes que contaban
con más de un millar de caballos, yeguas y potros.
Otro aspecto que debe considerarse, son las características de la ga
nadería de la época. Los derechos de usufructo común de la tierra y sus
recursos –como el libre acceso a los pastos, la común utilización de los
bosques y de los ojos de agua– prevalecían sobre los derechos de propie
dad. En ese mundo sin alambrados, sólo en ocasiones se colocaban bar
das de piedra a modo de mojones y, como ha señalado Bernardo García
Martínez, si bien en la época colonial tardía “el proceso de reafirmación
de los derechos de propiedad frente a otros de naturaleza diferente esta
ba ya en marcha”, los derechos de uso y paso todavía tenían vigencia
puesto que se apegaban estrictamente a “una norma tradicional de la
sociedad agropecuaria castellana”.
La promulgación de los códigos del siglo XIX contenía dos intencio
nes relacionadas entre sí que trataban de regular las situaciones anterio
res: el establecimiento de un control fiscal más enérgico de todas las
transacciones vinculadas con la comercialización de los animales y la
(^0) Faini a Bucareli, AGN, PI, 177, vol. ; f. 96. (^1) Henri Barral y Lucina Hernández , “Reseña del poblamiento y de la ganadería en el
Bolsón de Mapimí”, en Actas del Seminario Mapimí , Durango, 199, 61. (^) Juan Agustín de Morfi, Viaje de indios y diario del Nuevo México , México, José Porrúa e
Hijos, 195, 16 165. (^) Bernardo García Martínez, “Los caminos del ganado y las cercas de las haciendas.
Un caso para el estudio del desarrollo de la propiedad rural en México”, en Historia y grafía , México, Universidad Iberoamericana, núm. 5, 1995, 1 y 9.
saRa oRtelli
identificación y demarcación de la propiedad ganadera y territorial.
Para ese momento, el argumento recurrente de los inculpados en casos
de abigeato era la “falta de costumbre” de tomar cualesquiera de las
providencias que las leyes dictaban como obligaciones para acreditar
la posesión sobre un animal. Esto no parece una simple excusa, sino
un patrón de comportamiento que se enfrentaba con el orden formal
de la justicia y que permite intuir las condiciones que caracterizaban a
la ganadería en momentos anteriores.^ En efecto, hacer valer los dere
chos de propiedad por sobre los de paso o uso, o indagar si un animal
era “bien habido” antes de efectuar una operación de compra “impli
caba un enfrentamiento con la norma tradicional”.^5
Durante la colonia y buena parte del siglo XIX los animales eran
llevados a pastar a los agostaderos comunes (en ocasiones bajo el cui
dado de pastores) y las manadas permanecían reunidas en torno a los
sitios donde había agua. El acceso al agua era uno de los elementos
que más afectaba la productividad animal en las condiciones tecnológi
cas de la época.^6 Así, los periodos de secas rigurosas eran testigos de la
muerte de muchos animales. En tales condiciones, los animales de dis
tintos dueños se podían entremezclar y confundir dado que buena parte
del año andaban sueltos en los montes y, en ocasiones, al paso de los
arrieros se les unían los que andaban pastando por ahí.^7 De ahí la
importancia de marcar el ganado con fierros, aunque este sistema era
vulnerable y los animales podían ser remarcados. A veces eran los
propios animales los que generaban confusión porque tendían a regre
(^) Maria Aparecida de S. Lopes, De costumbres y leyes. Abigeato y derechos de propiedad
en Chihuahua durante el porfiriato , México, El Colegio de México, El Colegio de Michoacán, 005, 09 1 . (^5) Bernardo García Martínez, “Los caminos del ganado y las cercas de las haciendas.
Un caso para el estudio del desarrollo de la propiedad rural en México”, en Historia y grafía , México, Universidad Iberoamericana, núm. 5, 1995, 8. (^6) Juan Carlos Garavaglia, Pastores y labradores de Buenos Aires. Una historia agraria de la
campaña bonaerense, 1700-1850 , Buenos Aires, Instituto de Estudios Histórico Sociales, Edi ciones de La Flor, Universidad Pablo Olavide, 1999, 1 . (^7) “Demanda puesta por don Pedro Torres”, 177, AHP, Civil, G 18, Parral, f. 7v. “Cau
sa contra Mariano Soto por abigeo seguida por el alcalde de San José de la Ciénega”, 1768, AHP, Criminal, G , Parral, f. 7v.
saRa oRtelli
Texas y en Nuevo México.^ Las bandas que hacia 1650 robaban animales
en los alrededores del real de Indé traspasaban yeguas a los tobosos, pero
declaraban ante las autoridades que “los ganados y bestias se las comie
ron todas”.^ En suma, los animales no sólo satisfacían las necesidades de
nutrición como se creyó durante mucho tiempo, sino que estimulaban
los intercambios con otros grupos indígenas o con los españoles.
William Merrill señala que gran parte del ganado y los bienes roba
dos en Nueva Vizcaya durante la segunda mitad del siglo XVIII nunca
salió de la provincia, sino que fue intercambiado o consumido en luga
res cercanos a donde fueron robados. Estas transacciones locales carac
terizaron el flujo de bienes entre bandas pequeñas y grandes, al igual
que entre bandas y pobladores locales que no se involucraban directa
mente en las incursiones.^5 Para este autor, entre las décadas de 1770 y
1780 las incursiones alcanzaron niveles sin precedentes por dos factores:
la gran cantidad de personas que dependían del robo de ganado para
sobrevivir y el incremento de la demanda de caballos entre indios y eu
ropeos en regiones ubicadas más al norte.^6 En este contexto, las necesi
dades de intercambio dibujaron enormes redes que involucraron a un
amplio espectro de sectores socioétnicos, y a los apaches y comanches,
que proveían el ganado hacia Nuevo México y más allá.^7
(^) Jack Forbes, “The appearance of the mounted Indian in northern Mexico and the
southwest, to 1680”, Southwestern Journal of Anthropology , Albuquerque, vol. 15, , 1959, 19. (^) “Causa contra Francisco, Antonio y Juan, naturales del Tizonazo”, fs. 160 v y 161v. (^5) William Merrill, “La economía política de las correrías: Nueva Vizcaya al final de la
época colonial”, en Marie Areti Hers, José Luis Mirafuentes Galván, María de los Dolores Soto y Miguel Vallebueno (editores), Nómadas y sedentarios en el Norte de México , México, Universidad Nacional Autónoma de México, 000, 6. (^6) William Merrill, “La economía política de las correrías: Nueva Vizcaya al final de la
época colonial”, en Marie Areti Hers, José Luis Mirafuentes Galván, María de los Dolores Soto y Miguel Vallebueno (editores), Nómadas y sedentarios en el Norte de México , México, Universidad Nacional Autónoma de México, 000, 6 7 6 8. (^7) William Griffen, “Aspectos de las relaciones entre indios y europeos en el norte de
México”, en Ysla Campbell (coord.), El contacto entre los españoles e indígenas en el norte de la Nueva España , Chihuahua, Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, 199, 60; Elizabeth John, Storms Brewed in Other Men´s Worlds , Texas University Press, 1975, 6 8, 0, 60 61; Pekka Hämäläinen, “The Western Comanche Trade Center: Rethinking The Plains Indian Trade System”, Western Historical Quarterly , 9, 1998, y “The Rise and Fall of Plains Indian Horse Cultures”, The Journal of American History, 90, 00 .
cRisis de subsistencia y Robo de ganado
Como reconoció Hugo O’Connor durante su inspección de los pre
sidios septentrionales, el tema que estaba detrás del robo de ganado era
el comercio. El comandante describió que los grupos asentados en la
sierra del Rosario –ubicada en pleno Bolsón– se trasladaban “a los paí
ses que habitan los indios bárbaros con quienes hacen negociación por
cambio de gamuzas y flechas, de manera que aquellos infieles con este
género de comercio se proveen de mulas y caballos que tanto estiman”.^8
Una década más tarde, Jacobo de Ugarte y Loyola se refirió a Juan José
Armenta, uno de los hombres acusados de conformar las cuadrillas de
asaltantes refugiadas en las serranías, en los siguientes términos:
En suma, la relación entre los ataques e incursiones a los estable
cimientos españoles por parte de las cuadrillas de heterogénea com
posición étnica y social, y el despliegue de extensas redes de comercio
e intercambio que atravesaban el Septentrión, llegaban más allá del Río
Grande del Norte (hoy Río Bravo) e involucraban a grupos indígenas
no reducidos, como apaches y comanches, parece un asunto compro
bado por la historiografía. Debemos avanzar, ahora, sobre otros as
pectos que completen y complejicen nuestra mirada de los procesos
históricos del Norte. Para ello es necesario incorporar en los análisis
otras variables, relacionadas con las epidemias, las crisis de subsis
tencia y los fenómenos ambientales, para intentar evaluar su influencia
en los procesos sociales y reconstruir una visión de conjunto de la his
toria de la región.
(^8) “Extracto de las novedades ocurridas en las provincias de Nueva Vizcaya, Coahui
la y de las noticias que ha comunicado el comandante inspector don Hugo O’Connor”, 177 , AGN, PI, vol. 0, f. 1v. También “Informe del gobernador de Nueva Vizcaya”, 177, AGN, PI, vol. , exp. 1, f. 11. (^9) “Jacobo de Ugarte y Loyola, 178, AGN, PI, vol. 16, fs. v.”
cRisis de subsistencia y Robo de ganado
De los meses comprendidos en las estaciones secas, se produjeron ma
yor número de robos en abril, en noviembre y en diciembre.^ La inci
dencia de robos en estos meses se condice, en parte, con los testimonios
de las fuentes que señalan que las más fuertes irrupciones de los apaches
se producían al comienzo de la primavera, entre marzo y abril.^ Un
testimonio de la época señala que “en la extensión de la misma seca re
cogen las caballadas y muladas que roban [...] y entradas las aguas las
conducen a la tierra adentro”.^5
El comandante Felipe Barri se asombraba de que los apaches no hos
tilizaran Nueva Vizcaya entre junio y agosto, meses a los que considera
ba la mejor época para transitar por la provincia porque “en el tiempo de
las aguas, son los que hay menos dificultad en que los ganados puedan
ir viajando y trabajando”.^6 Sin embargo, en plena época húmeda mu
chas partes del territorio se volvían intransitables por la crecida de ríos y
arroyos. En ese contexto, era más adecuado robar los animales durante
la época de seca, refugiarlos en parajes que tuvieran acceso a pequeños
manantiales o arroyuelos, esperar allí el paso de las lluvias y emprender
el periplo hacia el Norte pasadas las aguas, con las vertientes colmadas
y los pastos reverdecidos. Estas estrategias ponían en evidencia un buen
conocimiento del terreno y de las posibilidades y limitaciones determi
nadas por los ciclos de lluvia y seca. Los datos acerca de la jurisdicción
de San José del Parral entre 1778 y 1787 reflejan una escasa cantidad de
robos realizados durante la estación húmeda. Como puede verse en la
siguiente gráfica, se registró un incremento importante de la actividad
durante los meses de octubre y noviembre, que superó a las cantidades
de la primavera:
(^) Parece que esta es una tendencia que se registra desde el siglo XVII, ya que en 165
Medrano, refiriéndose a las incursiones de salineros y tobosos, decía: “débese temer mu cho la seca venidera desde el fin de este otoño” (“Relación de Diego Medrano”, 1 de agosto de 165, en Thomas Naylor y Charles W. Polzer, The Presidio and Militia on the Nor- thern Frontier of New Spain (1570-1700) , Tucson, The University of Arizona Press, 1986, 8. El documento original está en AGI, Guadalajara 68, 59). (^) Neve a Gálvez, Arispe, 5 de abril de 178, AGI, Guadalajara, 519, 99 100. (^5) “Expediente formado sobre la colusión y secreta inteligencia”, fs. 95 95v. (^6) “Documentación relativa a la visita general de la provincia hacha por el goberna
dor Felipe Barri”, 178, AHED, exp. 79, cajón 9, rollo, 8.
saRa oRtelli
A pesar de estas tendencias generales, entre 1771 y 1776 –años muy
marcados por la incidencia de ataques– varios vecinos de Chihuahua
aseguraron que los enemigos
En estos casos no se registró la regularidad que marca el calendario
de incursiones en función de las épocas de seca o lluvia, sino que las
(^7) “Testimonio de autos y diligencias practicadas de orden del señor gobernador de
esta provincia de Nueva Vizcaya sobre hostilidades de los indios bárbaros”, 1771 1776, AHCH, fs. 00, 07, .
20 18 16 14 12 10 8 6 4 2 0 E F M A M J J A S O N D
Fuente: “Noticias que por orden del Caballero de Croix rendían los alcaldes de este real sobre las incursiones de los indios a esta jurisdicción, durante los años 1778 a 1787”, AHP, Guerra, G , SMU.
saRa oRtelli
La relación entre el robo de animales y las actividades vinculadas
con los ciclos del trigo y del maíz sugiere una mayor incidencia de robos
en los meses de octubre y noviembre, que coinciden con la cosecha del
maíz y la siembra del trigo. Así, la relación entre el robo de animales y el
ciclo agrícola del trigo y del maíz mantiene la tendencia general que
marcaba la época de seca y de lluvia.
el robo de ganado y la incidencia de las sequías
Si bien los integrantes de las cuadrillas implicadas en el robo de ganado
confesaron que habían actuado en la provincia a lo largo de muchos
años, la evidencia empírica se concentra marcadamente, como ya fue
mencionado en la introducción, en dos coyunturas: 1770 177 y 178
cumentación en la que han quedado plasmadas las acciones de robo
coincide, en gran medida, con los momentos en los que se registraron
períodos de sequía y crisis de subsistencia. Esta actividad parecía salir a
la luz con más énfasis, o cobrar mayor fuerza, en momentos en que la
historiografía ha registrado –y nuestras fuentes lo confirman– secas im
portantes que afectaron fuertemente a la provincia de Nueva Vizcaya y
a varias regiones del virreinato novohispano.^5
5 (^) El brigadier Pedro de Rivera afirmaba a fines de los años veinte que la principal
causa para que los indios de los pueblos y misiones robaran ganado era la escasez y la hambruna que habían soportado desde 17, año en que había comenzado un periodo de sequía en la región (“Expediente instruido sobre la reforma de plazas en los presidios”).
maíz trigo
siembra mayo octubre noviembre
cosecha noviembre mayo junio
Fuente: Miller, “Wheat Production”, p. 5; O´Connor, “Diario de marcha”, 177, AGN , Cárceles y presidios, vol. 9, 166.
cRisis de subsistencia y Robo de ganado
Como toda sociedad de antiguo régimen, en la Nueva Vizcaya colo
nial el principal ciclo económico era el agrícola. El accidente mayor de
dicho ciclo eran las crisis de subsistencia. La historiografía ha señalado en
general que estas crisis eran precedidas por perturbaciones meteorológi
cas súbitas o por una sucesión de malas cosechas. Para el caso de Nueva
España, Enrique Florescano plantea que los factores que desencadenaban
las crisis eran la falta de lluvias en los primeros meses de la siembra (abril,
mayo, junio),^5 ^ la prolongación de la sequía en los meses subsiguientes y
el exceso de lluvias o la caída de heladas en agosto y septiembre, cuando
el proceso de maduración entraba en su última etapa. Después de la ca
tástrofe que reducía las cosechas, se encadenaban una larga serie de efec
tos interrelacionados: escasez, carestía, hambre, epidemias, reducción de
casamientos y nacimientos, aumento de la tasa de mortalidad, grandes
desplazamientos de población, malestar social, tensión política.^5
En el siglo XVIII se pueden reconocer en Nueva España crisis que se
suceden, más o menos, cada diez años y ciclos en períodos de quince o
dieciséis años (véase cuadro ).
La segunda mitad del siglo se inauguró con una crisis. Los años 17 8
y 179 fueron de intensa sequía, por lo menos, en las partes llanas de
Nueva Vizcaya.^55 Esta crisis de mediados de siglo tuvo como anteceden
te dos heladas que arruinaron las siembras en el occidente y el norte de
Nueva España justo cuando se iba a recoger la cosecha de 179.^56 El ad
5 (^) Debe tenerse en cuenta que el ciclo económico ha sido reconstruido por Flores
cano a partir del ciclo agrícola del maíz. 5 (^) Enrique Florescano, “Meteorología y ciclos agrícolas en las antiguas economías: el
caso de México”, Historia Mexicana , México, El Colegio de México, vol. XVII, , 1968, 519; Phillip Hadley, Minería y sociedad en el centro minero de Santa Eulalia, Chihuahua (1709-1750) , México, Fondo de Cultura Económica, 1979, 5. (^55) Así lo atestiguan el padre Robledo y el obispo Sánchez de Tagle, “Carta al padre
provincial Andrés Xavier García”, San Felipe el Real, 9 de julio de 179, AGN, Jesuitas, 9, 75; P.A. Sánchez de Tagle, obispo de Durango, “Carta del provincial de la Compañía de Jesús, Andrés Xavier García”, Durango, 17 de noviembre de 179, AGN, Jesuitas, 1 1 , 16, 161 1617 (citado por Ricardo León García, Misiones jesuitas en la Tarahumara (siglo XVIII) , Chihuahua, Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, 199, nota a pie número 7, 105). (^56) Testimonio de Sebastián de Luazes, “Ataque de indios bárbaros y muerte de va
rias personas en la estancia de El Sauz y la hacienda de Encinillas”, 1750, AHACH, Gue rra, caja 1, exp. 5; f. 9.