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valores éticos y formativos de la moral
Tipo: Esquemas y mapas conceptuales
Subido el 28/03/2023
4 documentos
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La virtud de estudiar y el vicio de curiosear 1 Los maestros estarán generalmente de acuerdo en que la curiosidad es algo bueno que necesita ser fomentado: un estudiante curioso suele tener más deseos de conocimiento, estar más atento y mostrar más interés en aprender que un estudiante que es menos inquisitivo. Sin embargo, puede haber casos de curiosidad que resultan nocivos para el crecimiento intelectual de la persona. ¿Es entonces posible que la curiosidad pueda ser un vicio? Desde la filosofía clásica se consideró el estudio como una virtud. Por ser tal, Aristóteles afirmó que la mayor alegría que puede experimentar un ser humano, es el gozo de saber: es lo más placentero y mejor. Cuando a una persona se le priva de ese gozo de saber, entonces buscará tipos inferiores de placer como aquellos que dan las cosas materiales o los bienes del cuerpo. Con base en estas ideas aristotélicas, el filósofo medieval Tomás de Aquino (siglo XIII d.c.) distinguió entre la virtud de studiositas (o estudiosidad) y el vicio opuesto, a saber, curiositas (o curiosidad). El (^1) Estas ideas son tomadas del texto de Alice Ramos: Studiositas y curiositas, adaptadas para la clase por el docente. Puede consultarse en https://studylib.es/doc/8095225/studiositas-y- curiositas
propósito del presente documento es advertir qué se quiere decir exactamente con studiositas y curiositas , y cómo podemos fomentar dicha virtud y reconocer las manifestaciones de la curiositas. El deseo de conocer puede ser ordenado o desordenado. Así sucede también con otros apetitos o deseos humanos, como el de comer y beber, que también pueden ser desmedidos. Históricamente, la manera mediante la cual la vida del ser humano se ordena a este nivel del deseo, es a través de la virtud. Una de esas virtudes es llamada studiositas , que ordena la inclinación que tenemos los seres humanos hacia el conocimiento, de tal manera que busquemos y obtengamos el tesoro de la ciencia y la sabiduría de la mejor manera. Tomás de Aquino se refiere a esta virtud como a un cierto entusiasmante interés por adquirir el conocimiento de las cosas que lleva a la persona aplicarse intensamente a su revisión y análisis, y lo hace de manera ordenada y moderada, razón por la cual tiene relación con otra virtud que es la templanza: virtud que modera nuestros deseos sensitivos. Cuanto más intensamente la mente se aplique a eso que se quiere aprender bien, tanto más se desarrolla regularmente su deseo de aprender y saber; y lo hace con una profunda humildad porque se da cuenta que, entre más sabe, más le falta por aprender.
Recapitulando, son características de una persona que cultiva el estudio como virtud:
conocimiento para hacer crecer y preservar: a veces lo utiliza para dañar porque le falta profundidad y, quien es profundo, sabe que el conocer debe estar al servicio del bien. Tomás de Aquino distingue cuatro formas por las cuales el apetito o deseo de conocimiento puede ser desordenado, es decir, cuatro formas de curiosear. En primer lugar, una persona puede abandonar un determinado estudio que constituye para él una obligación y comenzar “otro estudio menos beneficioso”. La virtud de la studiositas , a diferencia de la curiositas , nos ayuda a enfocar la atención en nuestras obligaciones - o en aquello en lo que verdaderamente queremos ahondar- y, de este modo, priorizar. La virtud del estudio nos lleva a no “mariposear”, a picar en una fuente y en otra: el estudioso toma una fuente y la ahonda, la entiende bien, la analiza, profundiza en ella, antes de pasar a otra. En segundo lugar, Tomás de Aquino nos previene contra la “curiosidad supersticiosa”, la cual nos llevaría a adquirir conocimiento de fuentes dudosas: rincón del vago, Wikipedia, etc. Además, con frecuencia podemos perder el tiempo y descentrar nuestra atención con lecturas de horóscopos en periódicos y revistas, desviándonos del estudio de la ciencia, que riñe con la superchería. Eso lleva a que se pierda la lectura de cosas profundas contenidas en libros de investigación o de reflexión profunda.
o de la televisión. Aunque es verdad que el ciberespacio nos provee de abundante información de utilidad y que la televisión también difunde programas aprovechables y relajantes, algunas veces dichos medios son utilizados en formas que pueden resultar perjudiciales para los niños, adolescentes e incluso adultos. Además, hay estudios que demuestras que la televisión, cuando se vuelve un vicio, afecta hondamente los niveles de atención y de análisis. En este punto podemos pensar en cualquier persona que pierde su tiempo cambiando los canales en su televisor, viendo repetidamente escenas sensuales o violentas, o se dedica a la lectura, por ejemplo, de revistas baratas en kioscos, las cuales provocan miradas embobadas y excitan la imaginación, sin promover ningún valor estético o moral. Es interesante notar como el filósofo se refiere a la curiositas de este tipo como a la “inquietud errante del espíritu.” Como resultado, la curiositas favorece la existencia de individuos apocados y pusilánimes.