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Orientación Universidad
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Resumen El Principe de Maquiavelo, Resúmenes de Filosofía Política

En el príncipe, Maquiavelo describe una especie de manual para los gobernantes (príncipes) de la época

Tipo: Resúmenes

2018/2019

Subido el 18/09/2019

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Fundación Universitaria San Alfonso
Licenciatura En Filosofía
Estudiante: José Gregorio Fernández Hernández
Docente: Ángela Rincón Murcia
El príncipe1
En el príncipe, Maquiavelo describe una especie de manual para los gobernantes (príncipes) de la época.
Escribe de este modo en el capítulo XV, lo que para mí es una excusa del por qué traza a favor de ellos, “Hay
tanta distancia de cómo se vive a como se debería vivir, que un hombre que solo quiera ser bueno, donde
muchos no lo son, llega al desastre”2, de esta manera nuestro autor, nos habla sobre el carácter que debe tener
un príncipe heredero o nuevo, para gobernar. Es por esto que el príncipe debe aprender a poder no ser bueno,
para luego usar esta habilidad como quiera en las situaciones que así desee servirse de ella.3La idea es que él
sea prudente y evite a toda costa la infamia, ya que un gobernante es distinguido por algunas virtudes o
cualidades, buenas o malas.
En tal sentido, el príncipe debe entender el daño que puede ocasionar la liberalidad imprudente, es decir,
el querer ser visto como liberal, pues esta usada de modo que sea temido le perjudicará ya que empobrecerá a
sus súbditos. Antes bien, un buen gobernante no debe temer a ser llamado avaro, pues esta virtud traerá luego,
grandes beneficios para el Estado, es por esto que la fama de liberal le condenará y la de avaro le salvará. Con
el ser avaro se hará y repartirá los botines de sus guerras, es decir, dará lo que no tenía, pero ganó, y financiará
nuevas empresas, sin tener que presionar a sus súbditos.4 Maquiavelo hace mucho énfasis en el tener a su
pueblo feliz y a su favor, es por esto que escribe “Todo príncipe debe desear ser tenido por clemente antes que
por cruel, cuidando de no usar mal esta clemencia”, para él lo ideal es ser amado y temido, pero es cosa
imposible de tener ambas, así que es mejor ser temido primero, pues los hombres son malos por naturaleza y no
agradecidos, pero si es posible ser temido y no odiado, Maquiavelo dice que para lograr esto es necesario, y
advierte, no robar a su pueblo, a sus súbditos.5
En otro capítulo nos escribe que es loable que un gobernante conserve la fe que se le dio a guardar, pero
a veces para proteger al Estado es necesario ir en contra de la fe, el amor y la religión. Es por esto que debe
saber que el combate tiene dos vertientes, una que va de la mano con las leyes (propia del hombre) y otra con la
fuerza (propia de los animales), y para gobernar bien debe saber hacer un buen uso de ellas cuando sea
necesario.6Pero para evitar ser odiado, recordando que, hacer que el pueblo tenga este sentimiento es una
muerte segura, debe no ser rapaz, ni afeminado, ni débil, ni variable e irrisorio, antes bien, debe mostrar fuerza
y entereza en todo lo que hace; teniendo presente que sus temores solo deben ser dos, uno interno y otro
externo, siendo el primero una conspiración de sus súbditos y el segundo las potencias vecinas. Es así que, si se
mantiene al pueblo feliz, no humillándolo, se puede prescindir de las fortalezas como modo de protección y
armar a los súbditos, pues estos serán armas propias del príncipe. “La mejor fortaleza es no ser odiado”7. Por
último, invita al gobernante a animar a su pueblo a ejercer su profesión, a amar las artes y él mismo ser
generoso con los que sobresalgan en estas cuestiones.8
El príncipe de Maquiavelo, es un manual perfecto para ser un buen gobernante, es la mejor manera de
manejar la política sin darle herramientas al pueblo para que reflexione en torno a lo que está bien o no. De
cierta manera se excusa el engaño, como modo de preservar el Estado, ya Aristóteles lo había dicho, el Estado
está por encima de todo individuo, de esta manera Maquiavelo quiere hacer entender que no hay forma mala de
manejar un Estado si lo que se hace, se hace, para su bien.
1 Maquiavelo N. El Príncipe, Traducido por Ángeles Escalona. SARPE 1983. Madrid. Capítulos XV-XXII. Págs. 97-140 Capítulos XV-XXII
2 Ídem 97-98
3 Ídem 98-99
4 Ídem 97-102
5 Ídem 102-106
6 Ídem 107-110
7 Ídem 111-130
8 Ídem 131-135

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Fundación Universitaria San Alfonso

Licenciatura En Filosofía

Estudiante: José Gregorio Fernández Hernández

Docente: Ángela Rincón Murcia

El príncipe^1

En el príncipe, Maquiavelo describe una especie de manual para los gobernantes (príncipes) de la época. Escribe de este modo en el capítulo XV, lo que para mí es una excusa del por qué traza a favor de ellos, “Hay tanta distancia de cómo se vive a como se debería vivir, que un hombre que solo quiera ser bueno, donde muchos no lo son, llega al desastre” 2 , de esta manera nuestro autor, nos habla sobre el carácter que debe tener un príncipe heredero o nuevo, para gobernar. Es por esto que el príncipe debe aprender a poder no ser bueno, para luego usar esta habilidad como quiera en las situaciones que así desee servirse de ella. 3 La idea es que él

sea prudente y evite a toda costa la infamia, ya que un gobernante es distinguido por algunas virtudes o cualidades, buenas o malas.

En tal sentido, el príncipe debe entender el daño que puede ocasionar la liberalidad imprudente, es decir,

el querer ser visto como liberal, pues esta usada de modo que sea temido le perjudicará ya que empobrecerá a sus súbditos. Antes bien, un buen gobernante no debe temer a ser llamado avaro, pues esta virtud traerá luego, grandes beneficios para el Estado, es por esto que la fama de liberal le condenará y la de avaro le salvará. Con el ser avaro se hará y repartirá los botines de sus guerras, es decir, dará lo que no tenía, pero ganó, y financiará nuevas empresas, sin tener que presionar a sus súbditos. 4 Maquiavelo hace mucho énfasis en el tener a su pueblo feliz y a su favor, es por esto que escribe “Todo príncipe debe desear ser tenido por clemente antes que por cruel, cuidando de no usar mal esta clemencia”, para él lo ideal es ser amado y temido, pero es cosa imposible de tener ambas, así que es mejor ser temido primero, pues los hombres son malos por naturaleza y no agradecidos, pero si es posible ser temido y no odiado, Maquiavelo dice que para lograr esto es necesario, y advierte, no robar a su pueblo, a sus súbditos. 5

En otro capítulo nos escribe que es loable que un gobernante conserve la fe que se le dio a guardar, pero a veces para proteger al Estado es necesario ir en contra de la fe, el amor y la religión. Es por esto que debe saber que el combate tiene dos vertientes, una que va de la mano con las leyes (propia del hombre) y otra con la fuerza (propia de los animales), y para gobernar bien debe saber hacer un buen uso de ellas cuando sea necesario. 6 Pero para evitar ser odiado, recordando que, hacer que el pueblo tenga este sentimiento es una muerte segura, debe no ser rapaz, ni afeminado, ni débil, ni variable e irrisorio, antes bien, debe mostrar fuerza y entereza en todo lo que hace; teniendo presente que sus temores solo deben ser dos, uno interno y otro externo, siendo el primero una conspiración de sus súbditos y el segundo las potencias vecinas. Es así que, si se mantiene al pueblo feliz, no humillándolo, se puede prescindir de las fortalezas como modo de protección y armar a los súbditos, pues estos serán armas propias del príncipe. “La mejor fortaleza es no ser odiado” 7. Por último, invita al gobernante a animar a su pueblo a ejercer su profesión, a amar las artes y él mismo ser generoso con los que sobresalgan en estas cuestiones. 8

El príncipe de Maquiavelo, es un manual perfecto para ser un buen gobernante, es la mejor manera de manejar la política sin darle herramientas al pueblo para que reflexione en torno a lo que está bien o no. De cierta manera se excusa el engaño, como modo de preservar el Estado, ya Aristóteles lo había dicho, el Estado está por encima de todo individuo, de esta manera Maquiavelo quiere hacer entender que no hay forma mala de manejar un Estado si lo que se hace, se hace, para su bien.

1 Maquiavelo N. El Príncipe, Traducido por Ángeles Escalona. SARPE 1983. Madrid. Capítulos XV-XXII. Págs. 97-140 Capítulos XV-XXII 2 Ídem 97- 3 Ídem 98- 4 Ídem 97- 5 Ídem 102- 6 Ídem 107- 7 Ídem 111- 8 Ídem 131-