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RESUMEN DE HEMATOLOGIA DE UNA PELICULA
Tipo: Resúmenes
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La radiación ionizante es un agente físico que, al interactuar con la materia, puede provocar alteraciones estructurales en las biomoléculas, siendo el ADN uno de los blancos más críticos. Esta radiación posee energía suficiente para desplazar electrones de los átomos, lo que produce la ionización de las moléculas. Entre los tipos más comunes se encuentran los rayos X, rayos gamma, y las partículas alfa, beta y neutrones, todos utilizados o presentes en diversos entornos clínicos, industriales y ambientales. El daño inducido por la radiación sobre el ADN puede clasificarse en dos tipos principales: daño directo e indirecto. En el daño directo, la energía de la radiación incide de forma directa sobre la molécula de ADN, causand o roturas de una o ambas hebras, formación de enlaces cruzados (crosslinks) o modificaciones químicas en las bases nitrogenadas. Estas alteraciones comprometen la estabilidad del genoma celular y pueden interferir con los procesos de replicación y transcripción. El daño indirecto ocurre mediante la radiolisis del agua, proceso en el cual la radiación ionizante interactúa con las moléculas de agua intracelular, generando radicales libres como el radical hidroxilo (·OH), el anión superóxido (O2−) y el peróxido de hidrógeno (H2O2). Estos compuestos altamente reactivos atacan el ADN, oxidando bases, desoxirribosa o provocando rupturas de cadena. Aproximadamente el 60-70% del daño genético inducido por radiación se atribuye a estos mecanismos indirectos. Ante estas agresiones, las células activan respuestas de reparación del ADN que incluyen sistemas como la reparación por escisión de bases (BER), por escisión de nucleótidos (NER), reparación de ruptura de doble cadena mediant e recombinación homóloga (HR) y unión de extremos no homólogos (NHEJ). Cada uno de estos mecanismos se activa dependiendo del tipo de lesión, la fase del ciclo celular y la disponibilidad de una copia homóloga del ADN. La eficiencia y fidelidad de estos procesos determinan si la célula sobrevivirá o evolucionará hacia una alteración genética permanente. En los casos en que el daño no puede ser reparado correctamente, las células pueden entrar en apoptosis (muerte celula r programada), senescencia (cese del ciclo celular) o seguir dividiéndose con mutaciones, lo que representa un riesgo elevado de transformación maligna. Las mutaciones generadas pueden afectar genes supresores de tumores (como TP53), oncogenes (como RAS), o genes involucrados en la reparación del ADN, promoviendo la aparición de enfermedades como el cáncer, especialmente leucemias, tumores sólidos y linfomas. Además del cáncer, la exposición a radiación ionizante también se ha asociado con efectos genéticos hereditarios, debido a la alteración del ADN en células germinales, y con enfermedades no malignas como fibrosis, cataratas, enfermedades cardiovasculares y trastornos neurodegenerativos. Estudios en supervivientes de Hiroshima y Nagasaki, así como en trabajadores de la industria nuclear, han aportado evidencia significativa sobre estos efectos a largo plazo. En el ámbito clínico, la radiación se utiliza tanto para diagnóstico (radiografías, tomografía computarizada) como para tratamiento (radioterapia). Aunque los beneficios superan los riesgos cuando se usa correctamente, es indispensable aplicar los principios de protección radiológica: justificación, optimización y limitación de dosis. La implementación de técnicas como el uso de colimadores, blindajes de plomo, dosímetros personales y monitoreo constante de las dosis es esencial para prevenir daño genético innecesario. En conclusión, la radiación ionizante constituye una amenaza significativa para la integridad genética celular. Su capacidad para inducir lesiones en el ADN puede desencadenar una serie de respuestas celulares que, dependiendo del contexto, pueden llevar a la reparación exitosa o al desarrollo de patologías graves. La comprensión detallada de estos mecanismos es fundamental para mejorar los protocolos de protección radiológica, desarrollar terapias más seguras y avanzar en la medicina personalizada basada en el perfil genético del paciente. La radiación ionizante representa un factor de riesgo considerable para la integridad del material genético celular. Su capacidad para inducir daños tanto directos como indirectos en el ADN la convierte en un agente mutagénico y carcinogénico importante. A unque el organismo cuenta con diversos mecanismos de reparación, estos no siempre son suficientes para revertir completamente las alteraciones, lo que puede llevar a la acumulación de mutaciones, fallos celulares o incluso transformación maligna. Es por es o que el conocimiento profundo de los efectos de la radiación sobre el ADN no solo es esencial para comprender los procesos de enfermedad, sino también para establecer normas de seguridad, mejorar las técnicas clínicas que implican radiación y fomentar una cultura de protección radiológica en contextos médicos, laborales y ambientales. Referencias