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La resolucion de conflictos como mecanismo de comunicacion
Tipo: Apuntes
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Cartilla para los Facilitadores Dinámicas y Juegos Empezar a Conocernos Qué Aprendimos La Historia Familiar La Familia que Hemos Construido El Día que me Convertí en Papá o Mamá Compartir Responsabilidades en la Crianza Desarrollo y Derechos de Niños y Niñas Cada Hijo, un Nuevo Desafío Aprender a Resolver Nuestros Conflictos Padres: ¿Amigos o Autoridad? La Comunicación en Familia Expresar los Sentimientos Los Temas Difíciles de Hablar La Televisión en Familia
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Cuaderno 2
Cuaderno 3
Cuaderno 4
Cuaderno 5
Cuaderno 6
Cuaderno 7
Cuaderno 8
¿Te
suenafamiliar ?
Registro de Propiedad Intelectual 132333 I.S.B.N. 92-806-3788- Mayo de 2003 Andros Impresores 1.000 ejemplares Diseño: Josefina Olivos Agradecemos la Colaboración de: Centro de Investigación y Desarrollo de la Educación (CIDE) Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM) Los textos de esta publicación pueden ser utilizados citando la fuente.
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¿Qué nos evoca la palabra conflicto? ¿En qué pensamos cuando alguien menciona que ha tenido un conflicto? ¿Qué es lo primero que se nos viene a la mente? Probablemente muchas personas recordarán situaciones desagradables, quizás dolorosas. Traerán a la memoria momentos difíciles, de la familia, del país, incluso del mundo. Lo cierto es que la palabra conflicto muchas veces es asociada por las personas a situaciones o sentimientos que para ellos han sido negativos y quisieran olvidar. La verdad, sin embargo, es que la palabra conflicto se refiere a situaciones que nos toca vivir normalmente, y tiene que ver también con situaciones no previstas que debemos resolver, o con la presencia de puntos de vistas diferentes sobre una misma situación. Si observamos nuestra vida cotidiana, nos daremos cuenta de la existencia de conflictos en las familias, en los trabajos, en las calles, en los gobiernos. El conflicto, en este sentido, es un hecho básico de la vida, y una oportunidad permanente para crecer y aprender. Sin embargo, en muchas relaciones se trata de evitar todo tipo de conflicto porque nuestra cultura tiende a desvalorizar y crear cierto temor frente a las diferencias de opinión o a situaciones que nos llevan a tener que plantearnos
de manera diferente de otros. Nuestra tendencia más bien es a ser lo más parecidos posibles entre todos. Muchas veces en el mismo hogar, en la escuela o en otros ámbitos, se tiende a evitar la manifestación de los conflictos entre hijos y padres, entre pares, o entre padres y docentes. Sucede que tendemos a relacionar conflicto con una resolución violenta, ya sea de tipo física o psicológica. En la historia aquellas personas que han cuestionado las formas tradicionales de hacer las cosas han sido menospreciadas o disminuidas en un primer momento, porque generan conflicto al cuestionar las cosas tal como estamos acostumbrados a que sean. Detrás de esto ha estado presente la idea de que una buena persona es quien no tiene ningún tipo de conflictos, o no le provoca conflictos a los demás. Esta actitud defensiva o negadora del conflicto más que ayudar, lo que hace es evitar posibilidades de cambios positivos y aprendizaje. Partiendo de la base de que la vida está llena de conflictos que resolver, es muy importante establecer ciertos acuerdos en relación con lo que se entiende por conflicto.
Suele ocurrir que frente a una misma situación las personas presenten
distintos intereses, deseos, y que para cada cual exista una conveniencia diferente en relación con tomar una u otra decisión. Es natural que así ocurra. La diversidad de experiencias y las inigualables e irrepetibles historias de vida de cada uno explican las diferentes formas de ser, de pensar, de resolver sus dificultades o satisfacer sus necesidades. En el contexto de estos talleres llamaremos conflicto a una situación social, familiar, laboral, de pareja o personal que coloca en contradicción y pugna, por distintos intereses o motivos, a personas, parejas, familias, creencias religiosas, grupos étnicos, entre otros. Entendemos por contradicción la manifestación de incompatibilidades entre personas frente alguna situación; en tanto pugna se refiere a la acción de oponerse a la otra persona, la lucha por imponer el propio punto de vista. Es importante destacar que no existe conflicto por el solo hecho de pensar distinto, sino que éste aparece cuando frente a un asunto cada una de las partes piensa o cree tener la razón, o saber cuál es el camino para encontrar la solución. Así se produce el encuentro de ideas opuestas o pugna. En las familias se identifica el conflicto con pensar u opinar diferente y se asocia a sentimientos muy íntimos: a tensiones, acusaciones, falta de disposición a escuchar, a comprometerse, falta de acuerdo. En
Una característica importante de los conflictos es el tipo de medios empleados para enfrentarlos, aunque no todos llevan a una resolución adecuada. Se pueden describir cuatro grandes categorías:
1. Evasión : hacer como que el conflicto no existe y guardarse todo el malestar que esto significa. 2. Imponer el propio criterio : implica enfrentar el conflicto autoritariamente, imponiendo la propia solución como única alternativa. Una persona se impone al otro abusando de su poder. 3. Sumisión : asumir la posición del otro aunque no estemos de acuerdo y sin discutir. Muchas veces esto dura sólo un tiempo y finalmente la persona que se somete termina rompiendo el acuerdo. 4. Negociación : en este caso el conflicto se enfrenta y se trabaja por medio del diálogo y la cooperación para llegar a un acuerdo satisfactorio para ambas partes.
También se puede hablar de medios pacíficos o violentos, legales o ilegales, abiertos o clandestinos. Además, se puede identificar el tipo de uso de estos medios, es decir, si son utilizados de manera directa, indirecta o de forma abusiva por parte de los protagonistas. Lamentablemente, en no pocas oportunidades las personas optan (a veces sin darse cuenta) por descalificar
a otras personas, por considerarlas incapaces o personas problemáticas. Así es como se entra en una dinámica de relación de mutuo desprecio, en que se dan acusaciones de incapacidad o falta de interés. Este tipo de escalada de agresiones verbales tiene alta probabilidad de terminar en agresión física, con el consecuente daño a la persona y a la relación. Si frente a opiniones distintas que se tiene con los hijos se opta por dejar de escucharlos y actuar con indiferencia, entonces estaremos frente a un modo de violencia psicológica o abandono emocional. Sabemos que la violencia como medio de resolución es inconducente, agrava y mantiene el conflicto. Basta con detenerse a observar los conflictos bélicos entre países que, por distintos intereses e incapacidad de llegar a acuerdos, concluyen en horribles matanzas perfectamente evitables. En el contexto familiar muchas veces existen situaciones de abuso o de uso de medios violentos para solucionar conflictos. Muchos padres y madres usan las palmadas, los empujones o tirones de pelo y oreja, como recursos para resolver las dificultades con los hijos. Muchos llegan, incluso, a agredir gravemente a sus hijos produciéndoles serias secuelas físicas. A veces, estos comportamientos ocurren de manera impulsiva, sin plena conciencia del impacto que producen
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Dialogar entre las partes en conflicto para definir exactamente cuál es el problema. Este diálogo implica necesariamente que cada parte es capaz de escuchar, sin atacar, los argumentos del otro. Proponer soluciones alternativas en que cada parte ceda un poco, pero también gane un poco. Esta etapa es muy importante y hay que darle un buen tiempo, ya que una buena solución no siempre es la primera que surge. Lograr un acuerdo concreto y visible con un compromiso de cumplimiento de ambas partes.
Al comienzo es probable que aplicar este esquema en la vida cotidiana se sienta extraño, como artificial. Sin embargo, si somos persistentes y mantenemos estos cuatro pasos en mente cuando tenemos un conflicto, es muy probable que de a poco se transforme en un modo más habitual de responder a estas situaciones. Practicar y probar, son una buena forma de encontrar formas alternativas que nos ayuden a solucionar los conflictos sin dañar a otras personas ni las relaciones con ellas.
Lamentablemente en Chile, el maltrato hacia niños y niñas es una realidad más común de lo imaginado. En 1994,
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en los niños. En otros casos, estas formas de relación han sido aprendidas por los padres de sus propios padres, y para muchos son una forma válida de educar o no saben hacerlo de otro modo. En este sentido, aprender a escuchar al otro y tomar conciencia sobre las propias maneras de solucionar conflictos (muchas veces mal aprendidas) es el primer paso para la creación de alternativas pacíficas de vivir la diversidad del hogar.
Para poder resolver conflictos de manera pacífica se requiere seguir algunos pasos importantes, y asumir ciertas actitudes básicas:
Valorar el diálogo como instrumento de resolución del conflicto. Ser capaz de escuchar y contener al otro en su visión del problema. Generar confianza, confiar en el otro y en los compromisos que se adquieran. Cooperar para que se llegue a acuerdo.
Teniendo estas actitudes como base, se puede trabajar la resolución de conflictos por etapas. Estas son:
Reconocer la existencia de una tensión (ver el problema o conflicto).
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reducción del 37% de la violencia física grave que ejerce el padre, ésta disminuyó en el 25% en el caso de la madre. Una hipótesis que podría explicar estos resultados tiene que ver con el estado de tensión de la madre, asociado al mayor número de horas diarias que pasa con sus hijos. En el cuadro se grafican los tipos de maltrato que puede sufrir una persona, dependiendo de la actitud del maltratador.
Aun cuando el daño que provoca el maltrato infantil (físico y emocional) es difícil de cuantificar, los estudios sobre el tema permiten afirmar que esta práctica tiene serias consecuencias en el desarrollo físico y psicosocial del niño. Es probable, además, que no todos los niños maltratados reaccionen de la misma manera, por lo que las características que aquí se señalan pueden presentarse juntas o en forma aislada. Un niño que vive situaciones de maltrato tiene un daño importante en el vínculo con sus padres (agresores), lo que lo predispone a desconfiar de otros adultos que lo rodean, y a limitar sus posibilidades de exploración del mundo externo. El niño maltratado muestra mayor agresividad en las relaciones con sus pares, y tienden a vivir como amenazantes las situaciones de
acercamiento, lo que los hace estar a la defensiva en forma permanente. Otros niños pueden reaccionar al maltrato poniéndose muy retraídos, aislándose de la gente. El maltrato infantil se ha asociado también con limitaciones en el desarrollo cognitivo, con trastornos del aprendizaje, repitencia y deserción. Además, cuando un niño o niña es agredido física o psicológicamente se le está enseñando que esa es una manera válida de resolver conflictos, la que luego aplicarán en el resto de sus espacios de desarrollo (escuela, amigos, etc.). Estudios nacionales y extranjeros que analizan la historia familiar de niños con problemas con la justicia, han detectado que un alto porcentaje han vivido maltrato infantil. Finalmente, los niños que viven maltrato presentan en mayor medida una baja autoestima, carecen de confianza en sí mismos, tienen perspectivas de futuro inciertas y frecuentes manifestaciones de tristeza e infelicidad.
Bibliografía “Relaciones Familiares y Maltrato Infantil ”, UNICEF, 1997. “Aprendiendo a colaborar en Familia. Taller para la resolución pacífica de los conflictos”, documento interno, Fundación de la Familia, 2001. “Vivir con otros. Programa de Desarrollo de habilidades sociales”, Ana María Arón y Neva Milicic. Editorial Universitaria, 1999.
Abandono Físico o Negligencia La falta de preocupación, temporal o permanente, por la satisfacción de necesidades básicas de los niños y niñas de parte del adulto a cargo, especialmente en situación de enfermedad.
Abandono Emocional La falta persistente de respuesta a las señales de expresión emocional y conductas que buscan interacción iniciadas por el niño o niña. La falta de iniciativa de interacción y contacto por parte de una figura adulta estable. La conducta más recurrente de esta forma de maltrato es ignorar al niño o niña, no dirigirle la palabra.
Maltrato físico Abuso sexual
Maltrato Emocional Hostilidad verbal crónica en forma de insulto, burla, desprecio, crítica o amenaza de abandono y constante bloqueo de las iniciativas de interacción infantiles (desde evitar al niño hasta el encierro o confinamiento) por parte de cualquier adulto del grupo familiar.
Se espera que a través de estas sesión los participantes logren:
Reconocer la existencia de conflictos como algo inherente a la vida humana y como una instancia de aprendizaje.
Conocer los pasos necesarios para una resolución de conflictos sin violencia.
Reconocer los propios modos de resolución de conflictos que han sido efectivos y relacionarlos con la resolución de conflictos con sus hijos.
Reflexionar en torno a la violencia como una forma inadecuada de enfrentar conflictos.
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