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Adiós Historia Clínica en Papel: Transición a la Electrónica., Apuntes de Historia Clínica

Este editorial reflexiona sobre la desaparición de la historia clínica en papel y su reemplazo por la historia clínica electrónica. El artículo aborda la antigüedad y el valor histórico de la historia clínica, sus orígenes en la medicina griega, y su papel histórico en la educación médica. Además, critica la naturaleza impersonal y deshumanizada de la historia clínica electrónica, y argumenta por la necesidad de preservar la esencia y el diseño original de la historia clínica en la era digital. El artículo concluye llamando la atención sobre el gran reto de mantener la libertad y la transparencia en la práctica de la medicina.

Qué aprenderás

  • ¿Qué críticas se han levantado contra la historia clínica electrónica?
  • ¿Cómo se puede preservar la esencia original de la historia clínica en la era digital?
  • ¿Qué papel desempeñó la historia clínica en papel en la educación médica?

Tipo: Apuntes

2018/2019

Subido el 09/07/2019

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4.5

(152)

36 documentos

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Editorial
Recibido: 17/2/17. Aceptado: 18/9/17.
Correspondencia: Julio A. Chalela, chalela@musc.edu
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Réquiem por la historia clínica
https://doi.org/10.22379/24224022145
Requiem for the History and Physical
Julio A. Chalela (1), Jorge Restrepo (2)
Ha fallecido, solitaria y triste la historia clínica; yace
sepultada en los anaqueles de los hospitales, cubierta de
polvo y manchada por el olvido. No tuvo un sepulcro digno
de su alcurnia y pasado; es más, no tuvo sepulcro alguno.
Imperfecta, anciana y llena de achaques, no merecía morir,
era sin duda uno de los documentos más valiosos de la medi-
cina contemporánea. Pomposa y altanera, la historia clínica
electrónica ha tomado su silla y la ha condenado al relego;
pocos la lloran, pocos la extrañan, y temo que muchos de los
médicos jóvenes la desconocen.
La historia clínica, me refiero a la de papel, escrita a
puño y letra, es casi tan antigua como la Medicina; según la
mitología griega en el templo de Epidauro se encontraron
sus primeros esbozos, lápidas en piedra donde por escrito
consta el nombre del enfermo y los síntomas que padece
(1). Hipócrates le da a la historia clínica una organización
esquemática similar a la que conocemos hoy en día; sus textos
cumplen el propósito de informar acerca de los malestares del
paciente y de educar a los médicos novatos; cientos de años
después, Sydenham desarrolla una historia clínica similar a la
que hoy conocemos (1). Durante muchas décadas nuestros
maestros realizaron ingentes esfuerzos por enseñarnos el
arte de obtener una anamnesis, realizar un examen físico,
y plasmar nuestros hallazgos en un papel en blanco. La
historia clínica cumplió durante siglos el papel de recoger
en forma ordenada y sistemática la información obtenida
en la entrevista médico-paciente, a través del interrogatorio
y del examen físico complementado por los resultados de
los estudios de laboratorio, las imágenes diagnósticas y las
técnicas especiales; fue por siglos un documento “puro”
cuyo valor clínico era ajeno a intereses económicos o a
estadísticas hospitalarias o estatales. Algunas eran ejemplos
claros del “tino” clínico del médico tratante y la prosa era
tan elegante y vívida que con solo leerla nos transportaba
a la cabecera del enfermo. Con gran admiración recuerdo
las historias clínicas e interconsultas escritas por el profesor
Andrés Roselli donde también brillaban la destreza clínica y
la prosa más perfecta.
El verdugo de la historia médica tradicional es la his-
toria clínica electrónica; un nefasto documento que ni en
su forma ni en su contenido pueden emularla. La historia
clínica electrónica es un amasijo de datos, resultados de
laboratorio, frases técnicas, códigos indescifrables, y en
menor proporción, información clínica. Cumple (al menos
en EE. UU.) el odioso propósito de satisfacer los caprichosos
requisitos de las compañías aseguradoras y de las entidades
estatales que con gran celo cuantifican la “calidad” de los
servicios prestados a través de la historia clínica. La historia
clínica electrónica es pues, en forma individual, una cuenta
de cobro y en conjunto, una base de datos; el destinatario
de esta dejó de ser el clínico que realiza una interconsulta o
el estudiante que la lee con sed de conocimiento buscando
emular a sus maestros, para ser un burócrata que distante la
escudriña sin afecto alguno. Se ciñe la historia clínica elec-
trónica al llamado principio del “Taylorismo” en el cual se
busca que cada componente de un trabajo sea estudiado en
forma científica, medido con precisión, y estandarizado para
optimizar su eficiencia y productividad económica (2). Si bien
este principio ha sido exitoso en compañías como Toyota,
no es posible comparar la producción de carros en serie con
el arte (basado en la ciencia) de la Medicina. Argumentan
quienes proponen este sistema que éste aumenta la eficiencia
del médico y le permite ver más pacientes en menos tiempo;
ignoran que la atención médica exige tiempo, atención a la
minucia y a un cuidadoso escrutinio de los vericuetos físi-
cos, sociales, y psicológicos que conforman al enfermo. Por
demás, ignoran que los médicos queremos más y no menos
tiempo con nuestros pacientes.
(1) MD, Profesor Titular de Neurología y Neurocirugía, Medical University of South Carolina, Estados Unidos
(2) MD, Profesor de Neurología, coordinador Educación Médica, Universidad de La Sabana, Chía, Colombia
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¡Descarga Adiós Historia Clínica en Papel: Transición a la Electrónica. y más Apuntes en PDF de Historia Clínica solo en Docsity!

Editorial

Recibido: 17/2/17. Aceptado: 18/9/17. Correspondencia: Julio A. Chalela, chalela@musc.edu A ctA N eurológicA colombiANA

Réquiem por la historia clínica

https://doi.org/10.22379/

Requiem for the History and Physical

Julio A. Chalela (1), Jorge Restrepo (2) Ha fallecido, solitaria y triste la historia clínica; yace sepultada en los anaqueles de los hospitales, cubierta de polvo y manchada por el olvido. No tuvo un sepulcro digno de su alcurnia y pasado; es más, no tuvo sepulcro alguno. Imperfecta, anciana y llena de achaques, no merecía morir, era sin duda uno de los documentos más valiosos de la medi- cina contemporánea. Pomposa y altanera, la historia clínica electrónica ha tomado su silla y la ha condenado al relego; pocos la lloran, pocos la extrañan, y temo que muchos de los médicos jóvenes la desconocen. La historia clínica, me refiero a la de papel, escrita a puño y letra, es casi tan antigua como la Medicina; según la mitología griega en el templo de Epidauro se encontraron sus primeros esbozos, lápidas en piedra donde por escrito consta el nombre del enfermo y los síntomas que padece (1). Hipócrates le da a la historia clínica una organización esquemática similar a la que conocemos hoy en día; sus textos cumplen el propósito de informar acerca de los malestares del paciente y de educar a los médicos novatos; cientos de años después, Sydenham desarrolla una historia clínica similar a la que hoy conocemos (1). Durante muchas décadas nuestros maestros realizaron ingentes esfuerzos por enseñarnos el arte de obtener una anamnesis, realizar un examen físico, y plasmar nuestros hallazgos en un papel en blanco. La historia clínica cumplió durante siglos el papel de recoger en forma ordenada y sistemática la información obtenida en la entrevista médico-paciente, a través del interrogatorio y del examen físico complementado por los resultados de los estudios de laboratorio, las imágenes diagnósticas y las técnicas especiales; fue por siglos un documento “puro” cuyo valor clínico era ajeno a intereses económicos o a estadísticas hospitalarias o estatales. Algunas eran ejemplos claros del “tino” clínico del médico tratante y la prosa era tan elegante y vívida que con solo leerla nos transportaba a la cabecera del enfermo. Con gran admiración recuerdo las historias clínicas e interconsultas escritas por el profesor Andrés Roselli donde también brillaban la destreza clínica y la prosa más perfecta. El verdugo de la historia médica tradicional es la his- toria clínica electrónica; un nefasto documento que ni en su forma ni en su contenido pueden emularla. La historia clínica electrónica es un amasijo de datos, resultados de laboratorio, frases técnicas, códigos indescifrables, y en menor proporción, información clínica. Cumple (al menos en EE. UU.) el odioso propósito de satisfacer los caprichosos requisitos de las compañías aseguradoras y de las entidades estatales que con gran celo cuantifican la “calidad” de los servicios prestados a través de la historia clínica. La historia clínica electrónica es pues, en forma individual, una cuenta de cobro y en conjunto, una base de datos; el destinatario de esta dejó de ser el clínico que realiza una interconsulta o el estudiante que la lee con sed de conocimiento buscando emular a sus maestros, para ser un burócrata que distante la escudriña sin afecto alguno. Se ciñe la historia clínica elec- trónica al llamado principio del “Taylorismo” en el cual se busca que cada componente de un trabajo sea estudiado en forma científica, medido con precisión, y estandarizado para optimizar su eficiencia y productividad económica (2). Si bien este principio ha sido exitoso en compañías como Toyota, no es posible comparar la producción de carros en serie con el arte (basado en la ciencia) de la Medicina. Argumentan quienes proponen este sistema que éste aumenta la eficiencia del médico y le permite ver más pacientes en menos tiempo; ignoran que la atención médica exige tiempo, atención a la minucia y a un cuidadoso escrutinio de los vericuetos físi- cos, sociales, y psicológicos que conforman al enfermo. Por demás, ignoran que los médicos queremos más y no menos tiempo con nuestros pacientes. (1) MD, Profesor Titular de Neurología y Neurocirugía, Medical University of South Carolina, Estados Unidos (2) MD, Profesor de Neurología, coordinador Educación Médica, Universidad de La Sabana, Chía, Colombia

Acta Neurol Colomb. 2017; 33(3):127- 128 Chalela JA, Restrepo J. No se trata de ceñirse al pasado en forma tozuda ni de rechazar la tecnología moderna. La historia clínica electró- nica es bienvenida al arsenal del clínico moderno, pero debe conservar el diseño y la esencia de la historia clínica original. Debe estar al servicio del paciente y del clínico y no a los pies de los burócratas que la manosean a su antojo. La historia clínica electrónica debe contener información, no solo datos. El ejercicio de la Medicina debe ser un acto libre y transpa- rente donde solo tienen cabida los intereses del paciente, la historia clínica debe permanecer libre de influencias externas que no comparten el carácter altruista del acto médico. ¡Qué gran reto! REFERENCIAS

  1. Fombella J, Cereijo J. Historia de la historia clínica. Galicia Clin. 2012;73(1):21-26.
  2. Hartzband P, Groopman J. Medical Taylorism. N Engl J Med. 2016;374:106-108. http://dx.doi.org/10.1056/NEJMp1512402.