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El relativismo cultural es la actitud o punto de vista por el que se analiza el mundo de acuerdo con los parámetros propios de cada cultura.
Tipo: Apuntes
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El concepto de relativismo cultural Es posible que uno de los aportes más importantes de la antropología al pensamiento contemporáneo sea la constatación de la relatividad cultural. Este concepto supone que no existen valores absolutos cuya validez pueda ser considerada universal. Por ejemplo, el consumo de un determinado producto (como una droga) que en una sociedad pueda ser considerado motivo de marginación o exclusión, puede ser una exigencia para miembros de otras sociedades. Se cree que tal vez a excepción de la relación madre-hijo, fuertemente determinada por un componente biológico, las relaciones y costumbres que rigen cada cultura, no pueden ser asimiladas a un patrón único ya que son tan variadas como la misma diversidad humana. El relativismo cultural es la actitud o punto de vista por el que se analiza el mundo de acuerdo con los parámetros propios de cada cultura. Su filosofía defiende la validez y riqueza de todo sistema cultural y niega cualquier valoración absolutista moral o ética de los mismos. Se opone al etnocentrismo y al universalismo cultural —de carácter positivista— que afirma la existencia de valores, juicios morales y comportamientos con valor absoluto y, además, aplicables a toda la humanidad. El etnocentrismo suele implicar la creencia de que el grupo étnico propio es el más importante, o que algunos o todos los aspectos de la cultura propia sean superiores a los de otras culturas. Este hecho se refleja por ejemplo en los exónimos peyorativos que se dan a otros grupos y en los autónimos positivos que el grupo se aplica así mismo. Dentro de esta ideología, los individuos juzgan a otros grupos en relación a su propia cultura o grupo particular, especialmente en lo referido al lenguaje, las costumbres, comportamientos, religión y creencias. Dichas diferencias suelen ser las que establecen la identidad cultural. Frente al etnocentrismo, y como forma de combatirlo, se halla el relativismo cultural. Al hilo del discurso se entiende que el relativismo cultural consiste en ponerse en lugar del otro para entender su cultura. El relativismo cultural consiste en adoptar los patrones culturales de la sociedad que se pretende estudiar, a fin de poder comprender su lógica interna. Sin embargo, debemos comprender que este relativismo ha de ser puramente metodológico, y no radical. Es evidente que las culturas no son iguales, ni tienen por qué ser aceptables por entero sus valores. La interpretación radical del concepto de relativismo cultural nos llevaría a aceptar prácticas culturales desechables por entero, como las que se refieren al sometimiento de la mujer, o a
su lapidación. El relativismo es sólo un principio que nos orienta acerca de la manera de comprender a otra sociedad. El hecho de que el antropólogo se convierta en un miembro más de la cultura que estudia no significa que deba abdicar de su neutralidad científica. Las prácticas culturales que niegan los derechos humanos son reprobables desde cualquier punto de vista y, por supuesto, ello no contradice el principio del relativismo cultural, según el cual el antropólogo, o el científico social en general, debe tratar de ponerse en lugar del estudiado para comprender mejor su cultura. Por otro lado, el hecho de que existan prácticas culturales denunciables no implica que esto sea lo común. Al contrario, la mayor parte de las prácticas culturales son respetuosas con los derechos humanos y, además, respetuosas con su propia tradición. Eso explica la reivindicación de muchas sociedades para que sus derechos culturales sean preservados y, de hecho, los grupos defensores de los derechos culturales, de manera similar a como lo hacen los defensores de los derechos humanos, tratan de poner a salvo aquellas culturas que corren serio peligro de extinción. Sabido es que en el siglo XX se perdieron numerosas lenguas, tal vez más que nunca en el pasado. Así se explica que el movimiento en defensa de los derechos de las minorías culturales se haya generalizado en el mundo. Este movimiento alcanza especialmente a las minorías étnicas de toda la tierra. También alcanza a minorías religiosas y, en general, a todos los grupos humanos que poseen sus propias peculiaridades culturales, aun formando parte de los Estados. ¿Qué es el relativismo moral? Respuesta: El relativismo moral es entendido más fácilmente en comparación con el absolutismo moral. El absolutismo afirma que la moralidad depende de principios universales (leyes naturales, conciencia... la regla de Oro, si se quiere). Los cristianos absolutistas creen que Dios es la fuente última de nuestra moralidad común, y que por lo tanto, es tan inamovible como lo es Él. El relativismo moral asegura que la moralidad no está basada en ninguna norma absoluta. Más bien en “verdades” éticas que dependen de la situación, cultura, sentimientos propios, etc., El relativismo moral está ganando popularidad en nuestros días. Hay muchos argumentos para el relativismo; sin embargo, pueden decirse muchas cosas de todos ellos que demuestran su dudosa naturaleza. Primero, mientas que muchos de los argumentos usados en el intento de sustentar estas varias afirmaciones pueden sonar bien en principio, hay una contradicción lógica inherente en todas ellas porque todas ellas proponen el esquema moral “correcto”
comunidad. Se basa en el concepto de que los individuos son diferentes en sentido peyorativo, por lo cual algunos (considerados superiores) no quieren mantener contacto con aquellos que consideran inferiores. La segregación se puede dar en una sociedad respecto de los extranjeros que habitan el mismo espacio que los nativos. Sin embargo, en algunos casos la segregación también se puede dar entre diferentes grupos sociales dentro de la misma comunidad, por ejemplo con la gente humilde. La segregación social es alejarse de lo diferente a los parámetros que tenemos por modelo, que son los que imponen los medios de comunicación como ejemplo a seguir, Poe ejemplo. en nuestros días, vemos la obsesión por determinadas marcas de calzado deportivo, zapatillas , jean, autos, etc. también lugares de baile , diversión, etc. si no se usan y consumen esas marcas, la gente se siente segregada, dejada de lado y siente no pertenecer al selecto grupo de consumo que impone esas modas, IDENTIDAD SOCIAL El concepto de identidad social fue propuesto por Tajfel (1982) quien “…entiende la identidad social como aquella parte del auto concepto de un individuo que deriva del conocimiento de su pertenencia a un grupo (o grupos) social junto con el significado valorativo y emocional asociado a dicha pertenencia. El propio autor reconoce que utiliza una definición limitada de identidad para evitar discutir acerca de qué “es” la identidad. La hipótesis de la que parte Tajfel es que, por muy rica y compleja que sea la idea que los individuos tienen de sí mismos en relación con el mundo físico o social que les rodea, algunos aspectos de esta idea son aportados por la pertenencia a ciertos grupos o categorías sociales. En conclusión, la “identidad social” definida por Tajfel se debe considerar como un término usado para describir aspectos limitados del concepto de sí mismo que son relevantes para ciertos aspectos limitados de la conducta social.
Las identidades sociales son definidas aquí como discursos personales sobre quiénes somos y quienes son los demás, más en concreto, sobre lo que nos asimila o iguala y lo que nos diferencia. Estos discursos son el resultado de los procesos de identificación social , entendidos como procesos sociales de interacción entre el individuo y su entorno a lo largo de su biografía y siempre en transformación, reflexivos y dialécticos, nunca terminado pero que pueden ser recogidos en un momento determinado a través de la conversación concreta con los sujetos individuales. En estos discursos, los individuos utilizan, principalmente, una serie de rasgos convencionales que han adquirtido un sentido para el sujeto a través de su experiencia y socialización en los grupos de pertenencia. Cada rasgo hace referencia a una característica como el sexo, la edad o la etnia que tiene un significado convencionalmente adoptado, y que, por tanto, varía en el tiempo. Cada rasgo permite diferenciar categorías diferentes de personas. Y son utilizados en el discurso de la identidad social para distinguir a los iguales de los diferentes.