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1. Refranes Populares alrededor de la Palabra 2. La Grosería o Pasionalidad que violenta el proceso racional 3. La perdida de sentido en la Repetición 4. La Palabra HP 5. Flipbook 6. Glosario 7. Referentes Visuales
Tipo: Apuntes
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La expresión popular reside en el lenguaje (gestual, hablado, escrito). Dentro de ese enorme universo están los refranes: oraciones puntuales y asiladas que resumen, cada una, todo un concepto o una situación social, siempre social. Pero nuevamente, dentro del mundo de los refranes hay muchas direcciones: algunos hablan del devenir de la vida, otros tratan la accidentalidad, algunos dan enseñanzas morales… pero hay un grupo extenso que contiene proverbios populares alrededor del buen uso de la palabra.
En este último grupo se comprende que la palabra es más que la conjunción de unas sílabas que generan una idea. En cambio, la palabra es un arma con un poder enorme, que bien entendieron los dadaístas al tratar de desintegrarla, y cuyos usos en generales no se van a comentar en este trabajo.
Algunos refranes entonces, no sólo representan en cierta medida a la cultura en que se insertan, sino que evidencian un ideal de comportamiento, porque hacen parte de una tradición que ha sido construida a lo largo de los años. La misma idea la expresó el autor de Don Quijote cuando dijo “los refranes son sentencias breves, sacadas de la experiencia y especulación de nuestros antiguos ancianos”.
A continuación, una lista de refranes que aluden al efecto de la mala utilización de la palabra para enseñar a quien habla la capacidad de filtrar sus pensamientos y así se obligue a que el razonamiento medie en sus proceso expresivo:
Pero por mucho que se intente controlar el espíritu del hombre, y no importa cuántos refranes hayan inventado nuestros abuelos para educar nuestros comportamientos, hay una falla inevitable en el proceso racional: la grosería. Una sola palabra violenta de inmediato la domesticación del comportamiento que pretenden las “buenas costumbres” y que no en pocas ocasiones se implanta a través de refranes.
La grosería, con su naturaleza de poca elaboración mental y de mucha pasionalidad, es entonces un ejemplo de aquello que se opone a los procesos “correctos” de los que hablan estos refranes alrededor del buen uso de la palabra. Una grosería es un momento de ceguera y de pasión. Es una palabra que evade el proceso racional y se salta el punte entre pensamiento y palabra. Un insulto intenta siempre tocar algo muy íntimo. Se nutre así de la blasfemia a instituciones sagradas para la sociedad como lo son la religión o la familia. En defensa, algunos pasajes de la Biblia la condenan: "…y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno.” (Santiago 3:6) ; "Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes." (Efesios 4:29).
ocasiones, como una santa, si bien algo molesta”. Incluso cuando el matrimonio y la procreación fueron aceptados por la Iglesia, las mujeres debían enfrentarse a una ridícula obligación doble: “O bien conservaban la virginidad pero no traían hijos al mundo, y desobedecían la exigencia de la maternidad; o bien tenían hijos… pero se alejaban del modelo virginal de María”. Y aunque desde el siglo XVIII, entre los enemigos de la Iglesia —alcahuetas, herejes, enfermos, judíos y brujos— estaban también las prostitutas, el desprecio hacia ellas no fue muy distinto al que causó el resto de las mujeres, vistas como unos monstruos de impudicia. El Decretum, redactado por Buchardo, obispo de Worms, en el año 1010, incluye entre los vicios femeninos: la masturbación, el lesbianismo, la pedofilia, el bestialismo, la magia sexual y, por supuesto, la prostitución. Como era de esperarse, para los padres de la Iglesia, ninguno tenía remedio.”
Y así, luego de un enorme viaje por la historia, que va desde Grecia hasta hoy, sufriendo transformaciones -de budza, a pudza, a puta- (Londoño, Julio César. Historia de una mala palabra. 2002. Colombia), la puta no era la única desprestigiada; su hijo también debía tener vergüenza. Y entonces nació el hijueputa , todo un nuevo personaje de la idiosincrasia latinoamericana, y muy específicamente, colombiana. Aunque no se quedó ahí: además de personaje – sustantivo- “¡Qué hijueputa tan bobo!” , el hijueputa también resultó siendo adjetivo “¡Qué frío tan hijueputa!” , y expresión “¡Ah hijueputa, dejé las llaves”.
El flipbook es una plataforma ideal para sintetizar todas las reflexiones anteriores, y también las que vienen a continuación:
Es unidireccional: no existe un diálogo entre quien lo crea y quien lo observa. Por esa misma razón, lo que ahí se expresa no es susceptible de ser revertido, excusado ni explicado.
Como medio, tiene relación tanto con el dibujo como con el video. Así, esconde un nivel de realidad/irrealidad bajo el cual la realidad no se presenta como tal, sino que se re-presenta con un sesgo que sólo permite la elaboración artificial. El dibujo no es una elección fortuita. En estos específicamente, se edita lo real al
presentar una boca sin rostro, eliminando otros elementos propios de una cara que son importantes para la realización completa de un gesto.
Adjetivo: la clase de palabras que modifican al sustantivo al que acompañan. Los adjetivos calificativos le atribuyen una cualidad o conjunto de cualidades. El adjetivo concuerda con el sustantivo al que hace referencia.