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Descripción sobre recursos naturales, de la materia problemáticas
Tipo: Esquemas y mapas conceptuales
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Para Julián y Andrés, hijos y artistas
El hombre, agrupado en sociedad, vive en un planeta, la Tierra, único y de un tamaño limitado y del cual extrae todo lo que necesita para sobrevivir. Sería un ejercicio seguramente imposible tratar de imaginarnos algo de lo que diariamente utilizamos que no haya sido provisto, directa o indirectamente, por la Tierra o, si queremos llamarlo de otra forma, por la naturaleza. Desde el simple aire que respiramos hasta la luz solar, y desde el petróleo refinado que utiliza nuestro automóvil hasta el alimento que comemos, todo se basa en lo que la naturaleza nos provee en forma directa o mediante transformaciones que realizamos sobre lo que nos brinda.
La mayor parte de las veces no le damos a ese hecho mayor importancia y esa naturaleza se nos aparece como algo ilimitado y que podemos utilizar sin mayor cuidado, simplemente porque siempre estuvo allí y siempre lo estará. Pero si miramos con atención a nuestro alrededor, de inmediato podemos ver que esa idea no es necesariamente correcta: encontramos que los ríos muchas veces parecen cloacas, que los automóviles despiden nubes de humo nauseabundo, que los parques y plazas son cada vez más raros, que las playas donde antes nos bañábamos tranquilamente tienen carteles advirtiendo sobre el peligro de las aguas contaminadas, que es difícil sentarse en algún lugar sin que nos lleguen todo tipo de ruidos. Y si ampliamos nuestro panorama haciendo uso de los medios masivos de comunicación, vamos a constatar que la situación no es mejor ni en el resto del país ni el resto del mundo, y que en muchos lugares la situación es aún peor. El ambiente, esa misma naturaleza concretizada y referenciada directamente con la sociedad, parece no ser tan ilimitado ni tan indestructible.
La situación del ambiente, o mejor dicho la situación que se plantea por la complicada relación que la sociedad tiene con el ambiente (ya sea utilizando ese nombre o algún otro), ha sido objeto de la atención del hombre desde hace mucho tiempo, si bien
solo en los últimos 30 años ha tomado ese nombre y ha adquirido una relevancia publica y notoria. Como sucede con cualquier tema que se instala dentro de la sociedad humana, el propio crecimiento del mismo va generando nuevos conceptos y nuevas perspectivas que, en el caso de lo ambiental y su relación con la sociedad, han conformado un panorama notablemente complejo. El objeto principal de este libro, dirigido a un publico interesado en el tema si bien no necesariamente especializado en él, es profundizar en esos conceptos, analizar las relaciones y evaluar los conflictos emergentes de las mismas. Para eso trataremos de aclarar algunas ideas (algunas comunes y otras no tanto), plantear la configuración de la dinámica de las relaciones sociedad/ambiente, revisar su historia y analizar como se han visto a estas relaciones a lo largo del tiempo. Finalmente, intentaremos hacer conocer las características de un particular movimientos social que esta dinámica ha impulsado, tal cual es el ambientalismo y discutir un concepto que ha tomado mucho impulso, tal cual es desarrollo sostenible. Cada grupo de temas esta tratado en un capitulo separado y, si bien el libro conforma una unidad y cada capitulo se refiere a los temas anteriores, aquellos que ya tengan alguna experiencia en el tema se pueden circunscribir sin mayores problemas a aquellos capítulos que mas les interesen.
Si bien el libro parte de la posición personal del autor al respecto de todos estos temas, trata de ser mas inquisitivo que dogmático y despertar en el lector preguntas mas que afianzar certezas. En el tema del ambiente y la sociedad, tal vez tenemos demasiadas apreciaciones que se toman como verdades reveladas y pocas posiciones que reflejen una saludable duda y una posición crítica. Tampoco es un libro que brinde al lector una catarata de información, la cual sin mucho trabajo se puede encontrar en la gran cantidad de publicaciones que se encuentran disponibles y que tienden a hacerse obsoletas muy rápidamente. Nuestra intención es brindar conceptos antes que datos y plantear interrogantes antes que dogmas.
Un objetivo secundario de este libro es servir como puente entre el lector y la enorme bibliografía que sobre le tema socio-ambiental se produce en el idioma inglés. Al
La sociedad y su escenario ambiental
El hombre, tanto individualmente como organizado en un grupo social de cualquier escala y nivel de complejidad (familia, grupo local, nación, etc.), desarrolla sus múltiples actividades en un escenario concreto, formado por muchos elementos: luz solar, suelo, aire, agua en diversas formas (ríos, lluvia, humedad ambiental), plantas y animales grandes y pequeños, construcciones de todo tipo y tamaño, luz artificial, caminos, aire acondicionado, máquinas para diversos fines, la lista es necesariamente muy larga. Este complejo escenario es lo que podemos llamar el ambiente^1. Si queremos darle una connotación antropocéntrica (vale decir, centrada en nosotros mismos), podríamos llamarlo “el ambiente humano”. Pero esto sería partir del supuesto de que el ambiente se puede separar en diferentes “ambientes” específicos (el ambiente del hombre, del perro, de la hormiga...).
Este supuesto parece estar lejos de ser verdad. En realidad el hombre es un actor recién llegado al escenario ambiental del que se quiere apropiar: los mamíferos, género al cual pertenece, existen en la Tierra desde mucho antes, los animales en general desde todavía antes y la vida, como manifestación biológica, desde todavía más atrás en el tiempo. Y todas estas formas de vida se desarrollaban también en “su” ambiente. Está bien que podemos decir que el hombre tiene una particular capacidad para modificar algunos de los factores que forman el ambiente y también de agregarle nuevos elementos. Pero esto no le da necesariamente derecho de propiedad exclusiva sobre ese ambiente del cual forma parte.
(^1) Existe una confusión con respecto al uso de este término. Aunque es común que nos refiramos a él como “medio ambiente”, esto no deja de ser una reiteración innecesaria, dado que “medio” y “ambiente” son términos que significan lo mismo. En otros idiomas, se usa una sola palabra para este término, por ejemplo milieu o environment en francés o environment en inglés.
Sobre la posibilidad de que existan diferentes “ambientes”, digamos que en realidad esto es solamente una simple treta metodológica destinada a entender mejor un sistema complejo y muchas veces oscuro. Para alcanzar esto se separa y aísla una parte del sistema, como hace un cirujano cuando cubre el cuerpo del enfermo dejando solamente expuesta el área sobre la que va a intervenir. Desde ese punto de vista, es válido hablar del ambiente de un cierto animal o recortar el ambiente desde un punto de vista territorial (por ejemplo, el ambiente urbano o del ambiente de tal lugar). Es decir, es válido siempre y cuando hagamos explícita esa maniobra metodológica y no la transformemos en una verdad revelada.
También hay que tener en cuenta que la posibilidad de diferenciar ambientes tiene que ver con la escala de análisis que hayamos adoptado y con el nivel de detalle que busquemos. Pero en la realidad concreta, el ambiente es uno solo, un complejo y dinámico sistema de elementos e interrelaciones que coincide con los que algunos llaman la ecosfera o también biosfera , aquella relativamente delgada porción que incluye la superficie del globo, las capas inferiores de la atmósfera y las superiores de la litosfera, todas caracterizadas por una particular combinación físico-química que permite el desarrollo de la vida, organizada a su vez en ecosistemás de diverso tamaño y complejidad, esto es, combinaciones particulares de elementos del ambiente que tienen una dimensión territorial concreta.
Para partir de un acuerdo básico, digamos que para nosotros el concepto de ambiente engloba a todos los elementos y relaciones que se encuentran dentro de la biosfera, tanto los que son estrictamente naturales como los que han sido producto, en mayor o menor grado, de la intervención humana. Vale la pena hacer esta aclaración porque es común creer que el término “ambiental” se refiere solamente a lo estrictamente natural, dejando de lado lo hecho por el hombre (lo que comúnmente se conoce como “artificial”). Lo que en el fondo es una separación forzada y artificial (aquí el término está mejor empleado!!) de un conjunto de elementos que en la realidad concreta se encuentran
procesos de la Tierra fuera de la especie humana..” 2 y la diferencia entre uno y otro es que el ambiente incluye los elementos que fueron alterados por el hombre, mientras que los que conforman la naturaleza no lo han sido, “..la naturaleza es lo que precede a la actividad humana” (ibid). En esta idea, el ambiente se piensa como una especie de “colchón” entre la naturaleza intocada y el mundo artificial del hombre. La definición anterior, por su claridad, es muy útil como “definición de trabajo”. Pero tiene una particularidad que hay que tener en cuenta: es una definición “en contra de” el hombre, lo convierte en un personaje fuera de escena, diferencia al hombre por un lado y la naturaleza y el ambiente por otro, como si fueran elementos distintos. Esta es la separación que comúnmente existe en la mirada de los hombres hacia lo que ellos no han construído, y no es nueva, como veremos más adelante. Pero esta división del mundo en tres sectores (la naturaleza, el hombre y sus artefactos y el ambiente entre medio de ambos), que en la práctica cotidiana se resume en un mundo polarizado entre la naturaleza y el hombre, despierta muchas preguntas, por ejemplo: el hombre esta dentro de la naturaleza, fuera o algo entremedio? si la respuesta es que esta fuera, eso siempre fue así o en algun momento el hombre “salió” de la naturaleza?
Como se puede ver, en cuanto nos ponemos a escarbar un poco detrás del tema, surgen una serie de dudas sobre el alcance de cada termino, lo que se complica aún más si nos referimos por un lado al mundo de lo cotidiano y por otro al ámbito científico. Tratemos de responder estas preguntas básicas, para que a lo largo de este libro compartamos un mismo lenguaje.
Desde un punto de vista biológico, el hombre es una especie como cualquier otra, dado que su aparato de mantenimiento, producción, reproducción y movilidad no es demasiado diferente al del resto de los animales, dado que comparte los mismos principios físicos, químicos y mecánicos. Desde el punto de vista estrictamente biológico, entonces,
(^2) Simmons, I.G. Humanity and Environment. A cultural Ecology , Longman, , Harlow, 1997, pag. xi.
el hombre es parte integrante del gran ecosistema que conforma la ecosfera en su totalidad. Pero vimos que para la mayor parte de la gente, cuando se habla de naturaleza el hombre no está incluido en la misma, aunque aprovecha alguno de sus productos. Esto significa o bien que el hombre en algún momento “salió” de la Naturaleza o bien que nunca estuvo integrado en ella. Esta segunda posibilidad parece algo fantasiosa cuando se la relaciona a un supuesto origen extraterrestre de la raza humana (seremos marcianos en realidad?). Pero la primer opción tiene una larga tradición en relación a la creencia religiosa que acepta, como un acto de fe, la idea de la creación divina de un mundo inicialmente “natural” y paradisíaco, del cual el hombre es expulsado, generando así una división entre lo humano y lo natural, creencia que tiene la innegable virtud de la simplicidad. Pero aún sin seguir al pie de la letra esta tradición religiosa y si seguimos pensando al hombre como separado de la naturaleza, habría que considerar que la raza humana en un momento dejo de pertenecer al reino animal y se transformó en “otra cosa”.
Es allí donde nos tendríamos que poner de acuerdo en qué fue lo que produjo esa separación: tal vez la invención de herramientas, tales como el hacha de piedra? El control del fuego? El comienzo de la escritura, es decir, de sistemas de comunicación diferentes a los de la simple voz? Las primeras representaciones de tipo artístico, como las pinturas rupestres? La agricultura? La vida urbana? Todos estas cosas diferencian fuertemente al hombre de otros animales, pero cuál de ellas (o alguna otra) lo diferencia de lo “natural”?
Para salir del paso podemos cambiar totalmente nuestra perspectiva y pensar (como lo hacen los pensadores enrolados en la posición posmoderna) que la propia idea de naturaleza es “exterior” al hombre en tanto y en cuanto es una simple construcción social, y por lo tanto no existe la posibilidad de darle una definición estricta, sino que ésta va ir cambiando con diferentes contextos históricos y culturales. Por ejemplo, mucho se ha hablado sobre la diferencia entre la visión que sobre la naturaleza tiene las tradiciones judeo cristianas y budistas, la una de tipo antropocéntrico, la otra adaptando una perspectiva biocéntrica y holística. Esta visión cultural de la naturaleza es evidentemente
de un elemento (por ejemplo, el ambiente del oso pardo o el ambiente del Chaco). Naturaleza y ambiente se refieren al mismo conjunto o sistema, sólo que en distinto nivel de materialidad. El primero es un termino teórico y abstracto, el segundo es concreto y específico. La primer definición es solo conceptual, mientras que la segunda obedece a un recorte territorial. En el primer caso, la diferenciación o integración del hombre a la naturaleza depende estrictamente de la mirada del observador y es una consecuencia de la posición culturalmente determinada de este último (ideológica, religiosa o política) y por lo tanto no puede ser objeto de una definición objetiva. En el caso del ambiente, objetivamente el hombre puede o no estar integrado al mismo (hay muchos casos de ambientes – los preferidos por los ecólogos más tradicionales- donde el hombre no interviene ni directa ni indirectamente). Y sobre las consecuencias de esta relación es de lo que vamos a hablar en este libro.
Natural, salvaje y artificial
La muy generalizada idea de la separación hombre-naturaleza debería llevarnos a discutir (o por lo menos tratar de aclarar) algunos conceptos que estan muy cercanos a ella y que se relacionan con al grado de acción del hombre sobre las cosas. El primer término problemático es el de “salvaje” o “silvestre”, que aparentemente se refiere a algo vivo que no ha sido influenciado por el hombre, no ha sido “domesticado”. Pero cuál es el limite de esa influencia? Por ejemplo, cualquiera de nosotros definiría al cardo que crece en las pampas como “salvaje”. Sin embargo, esta planta fue traída de Escocia en el siglo XIX, por lo tanto a que “reino” pertenece, al de la Naturaleza o al del hombre??.
La idea de salvaje implica comúnmente la no adhesión de algo o de alguien a los usos y costumbres del mundo “civilizado”. Durante mucho tiempo, y cuando el adjetivo era dirigido a determinadas personas, se superponía una concepción racista a otra de carácter naturalista. De esta manera, un hombre “salvaje” era aquel que no se comportaba
como nosotros y que, además, vivía “en la naturaleza”. De allí faltaba solo un paso para decidir que esa condición era suficiente para que se lo considerara inferior y por lo tanto digno de ser esclavizado, educado o, si no había tiempo ni necesidad de eso, directamente eliminado. La historia de nuestros países de América Latina esta en buena medida escrita sobre esa concepción de lo salvaje, condición que muchas veces directamente sacaba al hombre “salvaje” de su condición humana. Así aparecía la idea de desierto como un territorio “vacío”, eventualmente poblado por animales y hombres salvajes…
Relacionada con el ambiente, la noción de salvaje tiene un paralelo con la de “naturaleza virgen”, aquellos trozos de la superficie terrestre que no habían visto la intervención del hombre. Esta noción, típica de romanticismo del siglo XIX, permeó fuertemente en la sociedad y la naturaleza virgen pasó a tener una condición casi sagrada, se transformó en un territorio sublime, al cual se le atribuían todas una serie de virtudes y que solo aceptaba una visión estética del paisaje. De esta manera, nos acostumbramos a pensar como sinónimos naturaleza virgen y belleza. Esto no dejó de tener consecuencias concretas. Por ejemplo, la gran mayoría de los Parques Nacionales se crearon en ambientes donde se conjugaban ambos criterios, el de virginidad y el de hermosura. Recién hace pocos años el criterio esteticista fue poco a poco abandonado por otro más solidó desde el punto de vista científico (en capítulos posteriores hablaremos más sobre el tema del conservacionismo).
Pero la idea de la naturaleza virgen, del ambiente primigenio, no tiene mucho asidero desde el punto de vista de la historia ambiental y se relaciona con la idea anterior de lo “salvaje”. En términos estrictos, después de millones de años de vida humana sobre el planeta y sobre todo desde que este se extendió, al fin de la última Época Glacial, por casi todo el mundo, no hay prácticamente ningún lugar “virgen” desde el punto de vista de la presencia temporaria o permanente del hombre. Tal vez si buscáramos algún rincón apartado de la Antartida podríamos encontrar un lugar que nunca haya sido pisado por el hombre, pero prácticamente todos los lugares que la gente considera “salvajes” han sido
este haga nada por producirlo. A estos recursos naturales éste le agrega otro tipo de recursos para obtener finalmente el producto deseado: así aparecen, por ejemplo, los recursos humanos, tecnológicos o financieros. Por ejemplo, si el hombre quiere producir pan, recurre primero al conjunto de recursos naturales (suelo, luz, agua) que le permiten hacer crecer una planta de trigo. Este cultivo lo hace mediante la aplicación de recursos tecnológicos (arado, plaguicidas, herbicidas, fertilizantes), humanos (el trabajo que utiliza), económicos (los salarios que paga por ese trabajo y el precio que paga por los recursos tecnológicos) y financieros (el capital que tiene o que pide prestado para hacer esos pagos). Todos esos recursos los vuelve a utilizar bajo distinta forma a lo largo del proceso de producción del pan: molinos harineros, panaderías, transportes entre uno y otro, sistemas de distribución del producto final. Pero hay que tener en cuenta que nada se hubiera podido hacer si en el extremo de esta cadena productiva no estuvieran los recursos naturales. Podríamos decir, no hay pan si no hay luz, aire y suelo...
Pero el hombre, o mejor dicho la sociedad (esto es, el conjunto de la población humana más las relaciones que se establecen dentro de ella), no es un productor perfectamente eficiente, que aprovecha absolutamente todo de lo que toma de la naturaleza, sino que al usar esos recursos naturales y a lo largo de la cadena productiva y en su vida cotidiana genera una gama de desechos que indefectiblemente retornan al ambiente. Allí van a parar entonces todos los residuos que resultan de sus distintas actividades, tales como la basura generada en cada hogar, los líquidos cloacales, los deshechos industriales o los gases producidos por los motores. Todo esto conforma lo que en general se llama contaminación ambiental , refiriéndose por una parte a los elementos no naturales que producimos y por otra al escenario donde nos relacionamos con la naturaleza, esto es, el ambiente.
Si sumamos por una parte el uso de los recursos naturales y por otra la contaminación que ese uso y todas las otras actividades del hombre generan, llegaremos al concepto de lo que generalmente se conoce como degradación del ambiente , o sea la
suma de acciones humanas que de una u otra manera afectan el ambiente en que el hombre vive. Porque el ambiente es, para el hombre organizado en sociedad, al mismo tiempo una fuente de recursos y un depósito de residuos.
Volviendo al ejemplo del pan, el hombre cuando produce trigo introduce en el ambiente una serie de productos ajenos al mismo (fertilizantes químicos, tóxicos para destruir las plagas) para obligar a que se produzca un solo tipo de especie (en este caso el trigo), lo que nunca sucede en la naturaleza, dado que el ambiente es, naturalmente, biodiverso. En ese proceso remueve la tierra innecesariamente, alterando sus características físicas y químicas, elimina todas las plantas que no le interesan (a las que llama despectivamente “malezas”) y también introduce en la atmósfera gases producto de la combustión del motor del tractor que utiliza y, al final del ciclo, no devuelve al suelo sino una pequeña parte de lo que produjo en el (la paja del trigo). El resto es trasladado a un lugar lejano (con más aporte de gases a la atmósfera), donde en parte se convierte en harina y en parte se devuelve al ambiente como residuo (la cáscara de los granos de trigo) y así por el estilo a lo largo del proceso. Se podría hacer un interesante cálculo de cuanto se ha degradado el ambiente para que comamos un pedazo de pan, y seguramente el resultado nos quitaría en parte ese placer!!
Población y recursos
Una sociedad está formada por un grupo humano, medible en su cantidad y sus características (sexo, edad, origen, distribución, rasgos físicos, actividad económica, religión, cultura, etc.) tanto puntualmente como a lo largo del tiempo; y una serie de relaciones que los integrantes mantienen entre sí y con su ambiente. Al grupo humano se lo conoce como población , y cuando se suman sus relaciones, se lo denomina sociedad. La población crece en tamaño a lo largo del tiempo, dado que sus integrantes se reproducen respondiendo a un imperativo biológico y la sociedad se vuelve cada vez más compleja, en parte porque sus integrantes son cada vez más (y por lo tanto sus relaciones
Este proceso de complejización se apoya en buena medida en una ampliación de la base productiva, sin la cual simplemente esa complejidad no podría existir. Y esa ampliación pone a la sociedad en conflicto con su ambiente, dado que este no necesariamente responde a los mismos intereses, observa los mismos tiempos o tiene el mismo tipo de comportamientos. Uno de los principales problemas que enfrenta la sociedad cuando hace uso de los recursos naturales y contamina el ambiente, es que en realidad está utilizando para su desarrollo una serie de elementos que no son infinitos, sino que existen en una cantidad limitada o se reproducen a una velocidad determinada. Pero, por otra parte, el hombre se reproduce muy rápidamente, cada vez vive mayor tiempo y, como vimos, a lo largo de su historia ha aumentado la cantidad de las cosas que individualmente consume. Esto significa que cada vez somos más y cada vez utilizamos más cosas, lo que implica que cada vez exigimos más de la naturaleza, ya sea consumiendo sus elementos o contaminándola con nuestros residuos. Lo que podría llevarnos a reflexionar sobre si esto se puede mantener por mucho tiempo o, si damos vuelta la idea, preguntarnos: ¿cuánta gente cabe en el mundo sin destruirlo? Tratar de responder a esa pregunta ha llevado mucho tiempo y mucho trabajo y todavía no nos hemos puesto de acuerdo.
Un simple problema de conocimiento
La sociedad ha vivido toda su existencia en un ambiente determinado, pero hace relativamente poco que trata realmente de conocerlo. Durante la mayor parte de su historia lo que conocía del mundo que lo rodeaba estaba determinado por su propio conocimiento empírico o por lo que distintos “medios” le referían: la tradición familiar, la Iglesia, el Rey, el Señor Feudal, todos le daba su versión sobre el ambiente y sus diferentes manifestaciones. La Iglesia lo refería a un poder supremo que diseñaba todo lo que lo rodeaba, el rey y sobre todo el señor feudal le indicaban que nada de eso era suyo. En realidad, y durante la mayor parte de la historia de la Humanidad, fue el conocimiento empírico (directo o indirecto) lo que marcó la relación del hombre con su ambiente.
Este conocimiento directo tiene algunas particularidades. Tal vez la más característica es su corto alcance temporal. Tenemos un ejemplo muy claro de esto en la percepción que cada uno de nosotros tiene de los cambios que se producen en el ambiente que lo rodea. Por ejemplo, es inevitable que, si hablamos con un productor agropecuario, el va a tener una apreciación sobre cómo cambio el régimen de lluvias a lo largo del tiempo y va a determinar con digna certeza que “ahora llueve mucho menos que antes”. El problema comienza a surgir cuando entrevistamos a su vecino y éste, con certeza no menos digna, nos dice “ahora llueve mucho más que antes”. Y la confusión es total cuando obtenemos un registro de lluvias y este indica que en realidad siempre ha llovido más o menos lo mismo. Para agregar un problema más, casi siempre la persona que opina nos va a indicar cual es la causa de que llueva más o menos, que puede ser la deforestación, la instalación de un dique (estas son dos de las causas predilectas) o una prueba nuclear.
En Argentina tenemos un excelente ejemplo de esto: es de “conocimiento público” (esto es, que la mayor parte de la gente cree en eso) que el clima de Santiago del Estero cambió porque allí se produjo un proceso de deforestación y no hay santiagueño que no jure que ahora llueve menos que antes. Sin embargo, la estadística de precipitaciones (ver Grafico 1) indica que, en los 78 años que van de 1908 a 1986, en 36 años llovió más que el promedio de ese lapso y en 38 años menos y que a lo largo del tiempo se alternaron períodos secos y húmedos y que, para colmo de males, a partir de 1975 hubo un notable período húmedo.
Sucede que un individuo, o un grupo de individuos, no posee una memoria de capacidad tal como para permitirle reconocer “promedios” de los sucesos ambientales. Como todos sabemos la memoria funciona mediante una serie de recuerdos selectivos, que a medida que pasa el tiempo se borran parcialmente y se “apilan” en la memoria temporal. De allí que el recuerdo de, por ejemplo, la sequía, perdura mucho más que el de los años buenos.
Lo anterior no quiere significar que el conocimiento empírico sobre el ambiente sea