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Trastornos psicopatológicos en niños: síntomas, causas y diagnóstico, Guías, Proyectos, Investigaciones de Psicoterapia

Este documento analiza los trastornos psicopatológicos en niños, incluyendo comportamientos que causan sufrimiento al niño y al entorno, trastornos en el control de los esfínteres, trastornos en el área de lenguaje, trastornos específicos del aprendizaje, trastornos disociales y trastornos adaptativos con estado de ánimo depresivo. Se discuten factores genéticos, etiología, epidemiología, diagnóstico y tratamiento de estos trastornos.

Tipo: Guías, Proyectos, Investigaciones

2022/2023

Subido el 19/03/2024

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¡Descarga Trastornos psicopatológicos en niños: síntomas, causas y diagnóstico y más Guías, Proyectos, Investigaciones en PDF de Psicoterapia solo en Docsity!

Director

JAIME RODRÍGUEZ SACRISTÁN

CATEDRÁTICO DE PSIQUIATRÍA INFANTIL DE LA UNIVERSIDAD DE SEVILLA

PSICOPATOLOGÍA INFANTIL BÁSICA

Teoría y casos clínicos

Casos clínicos de niños y adolescentes

PEDRO J. MESA CID PROFESOR TITULAR DE PSICOPATOLOGÍA INFANTIL DE LA UNIVERSIDAD DE SEVILLA

JOSÉ F. LOZANO OYOLA

PROFESOR ASOCIADO DE PSICOPATOLOGÍA INFANTIL DE LA UNIVERSIDAD DE SEVILLA

  1. Comorbilidad
  2. Clínica
  3. Clasificación clínica
  4. Diagnóstico
  5. Pronóstico
  6. Tratamiento

Parte cuarta. Psicopatología de las funciones psíquicas complejas

  1. Trastornos del lenguaje
    1. Clasificación nosológica
    2. Clínica de los trastornos específicos del desarrollo del habla y del lenguaje
    3. Diagnóstico general de los trastornos del lenguaje
    4. Diagnóstico diferencial
  2. Trastornos de la sexualidad. La experiencia sexual infantil. Aspectos psicopatológicos
    1. Aspectos evolutivos
    2. La evolución de los intereses sexuales en la infancia
    3. Aspectos psicopatológicos

Parte quinta. Síndromes clínicos específicos

  1. La ansiedad y sus trastornos en la infancia
    1. Concepto
    2. Síntomas psicofisiológicos
    3. Comportamientos comunes infantiles en los que interviene la ansiedad
    4. Clasificación de las formas de ansiedad
    5. La evaluación psicológica de la ansiedad
  2. Trastornos generalizados del desarrollo. El autismo infantil y otros problemas psicóticos
    1. Concepto
    2. Etiología
    3. Epidemiología
    4. Clínica
    5. Clasificaciones clínicas y nosológicas
    6. Formas clínicas
    7. Diagnóstico
    8. Diagnóstico diferencial
    9. Tratamiento
  3. Las depresiones infantiles
    1. Causas
    2. Clínica
    3. Diagnóstico
    4. Pronóstico
    5. Tratamiento
  4. Deficiencia mental. Etiología. Formas clínicas. Aspectos psicopatológicos
    1. Concepto
    2. Etiopatogenia de la deficiencia mental
    3. Formas clínicas de deficiencia mental
    4. Aspectos psicológicos de la deficiencia mental
    5. Psicopatología infantil y deficiencia mental
  1. Tratamiento
  2. Trastornos de conducta. Los comportamientos disociales. Clínica. Diagnóstico. Tratamiento
  3. Etiopatogenia
  4. Epidemiología
  5. Clínica
  6. Tratamiento
  7. Trastorno hipercinético. Clínica. Comorbilidad. Diagnóstico. Tratamiento
  8. Etiopatogenia
  9. Epidemiología
  10. Clínica
  11. Criterios diagnósticos
  12. Comorbilidad y diagnóstico diferencial
  13. Evaluación
  14. Evolución y pronóstico
  15. Intervención terapéutica

Parte sexta. Psicopatología en los diferentes contextos

  1. La psicopatología en la edad escolar y en la adolescencia
    1. Psicopatología en la edad escolar
    2. Los problemas psicopatológicos en la edad escolar
    3. Aspectos psicopatológicos de la actividad escolar y los trastornos del aprendizaje. El fracaso escolar
    4. Psicopatología de la adolescencia
    5. Síndromes clínicos característicos de la adolescencia
  2. Las enfermedades infantiles como causas de estrés en el niño y la familia. Aspectos psicopatológicos de las enfermedades
    1. Reacciones psicológicas a la enfermedad
    2. Aspectos psicológicos y psicopatológicos de la enfermedad pediátrica
    3. Aspectos psicológicos de la enfermedad crónica en la infancia
  3. Psicopatología y contexto social. La familia como riesgo y protección. El maltrato en la infancia
    1. Factores de riesgo y factores protectores para la salud mental en la infancia
    2. Contexto familiar y psicopatología
    3. El maltrato en la infancia

Parte séptima. Los tratamientos en psicopatología infantil

  1. Los tratamientos en psicopatología infantil. Principios generales. Modalidades de intervención
    1. Factores que influyen en el resultado del tratamiento
    2. Principios generales en el tratamiento
    3. Modalidades de tratamiento
    4. Perspectivas futuras de la planificación del tratamiento

Casos clínicos en psicopatología de niños y adolescentes

Caso 1. Paula: Terrores nocturnos Caso 2. José Luis: Autismo infantil

Créditos

Relación de autores

Pedro Benjumea Pino Profesor Titular de Universidad. Departamento de Psiquiatría, Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico. Universidad de Sevilla. Rafaela Caballero Andaluz Profesora Ayudante de Universidad. Departamento de Psiquiatría, Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico. Universidad de Sevilla.

José F. Lozano Oyola Profesor Ayudante de Universidad. Departamento de Psiquiatría, Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico. Universidad de Sevilla. Pedro J. Mesa Cid Profesor Titular de Universidad. Departamento de Psiquiatría, Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico. Universidad de Sevilla. María Dolores Mojarro Práxedes Profesora Titular de Universidad. Departamento de Psiquiatría, Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico. Universidad de Sevilla.

Jaime Rodríguez Sacristán Catedrático de Psiquiatría Infantil. Departamento de Psiquiatría, Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico. Universidad de Sevilla.

Andrés Rodríguez-Sacristán Cascajo Médico pediatra. Servicio de Pediatría. Hospital Universitario Virgen Macarena. Sevilla. Asunción Rodríguez-Sacristán Cascajo Médico psiquiatra. Sevilla.

unos hechos o fenómenos de otros parecidos. Saber diagnosticar supone diferenciar y distinguir, y para ello debemos utilizar un lenguaje y unos términos en los que todos estamos de acuerdo, porque en caso contrario caeríamos en la selva del nominalismo, que es el hecho peligroso de que cada autor o cada profesional emplee términos diferentes de los demás para el mismo síndrome. Para evitar esa situación nacieron las clasificaciones internacionales: la CIE-10 y la DSM-IV. La Organización Mundial de la Salud —OMS— edita periódicamente una clasificación internacional de enfermedades. La última vez lo hizo en 1992, la llamada CIE-10. Nosotros hemos seguido en este libro esta clasificación porque está bien pensada y porque es la utilizada por la sanidad pública española y europea y porque creemos que no es bueno emplear dos clasificaciones de enfermedades al mismo tiempo. La clasificación americana, DSM-IV, puede ser útil también, pero creemos que no supera suficientemente la CIE-10. Para saber usar este «Casos clínicos de niños y adolescentes» hay que leer bien cada historia clínica y sobre todo reflexionar sobre los comentarios que siguen a cada caso. Y si además se tiene delante el texto de la CIE-10 será aún más útil, porque así situará mejor cada trastorno en el conjunto de otros síndromes parecidos. La elección de los casos que sirvan de ejemplo no es fácil, porque hay que escoger unos y descartar otros. En este libro están todos los trastornos importantes. No falta ninguno de los grandes síndromes. Pero creo que lo mejor es la reflexión sobre cada caso, que resalta la rica fenomenología de la clínica y las numerosas posibilidades de concreción individualizada y el sello de lo evolutivo que está presente siempre en psicopatología infantil. Pero no olvide el lector que también debe ser un actor del diagnóstico y debe tomar parte activa en el proceso de diagnosticar. Las reflexiones de los autores deben servir como punto de partida para ulteriores reflexiones del lector que debe enriquecer el texto. Los autores de este libro formamos parte del equipo de infantil del Departamento de Psiquatría, Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológicos de la Universidad de Sevilla. Los autores de Psicopatología infantil básica somos: Pedro Benjumea Pino, Rafaela Caballero Andaluz, Jose F. Lozano Oyola, Pedro J. Mesa Cid, María Dolores Mojarro Práxedes, Andrés Rodríguez-Sacristán Cascajo, Asunción Rodríguez-Sacristán Cascajo y Jaime Rodríguez Sacristán. Los autores de «Casos clínicos en niños y adolescentes», como ya hemos señalado, son Pedro J. Mesa Cid y José F. Lozano Oyola. Todos los autores hemos buscado el sentido unificador. El criterio integrador ha presidido siempre la redacción del contenido. Creemos que en nuestra especialidad ha llegado la hora madura que nos permite superar visiones parciales. Y la mejor prueba de ello es la procedencia de los autores (psicólogos, psiquiatras, pediatras) y la manera en que ha sido redactado y pensado cada uno de los capítulos. Todos hemos participado en la responsabilidad del contenido de cada capítulo. Hemos cuidado mucho que una visión científica o profesional no prevalezca sobre la manera de enfocar los problemas. Prologar un libro es siempre un acto de alegría por muchas razones. La primera razón es porque es como asistir a un parto de un miembro de tu familia y encima hacer de padrino. En

segundo lugar porque prologar es dar fe del trabajo realizado por un grupo de profesionales. Escribir un libro es siempre un hecho de altísima importancia. Decidirlo, gestarlo, redactarlo y terminarlo no es una labor cualquiera y siempre es un acto de valentía. Y en tercer lugar prologar este libro me genera una satisfacción especial porque es una obra en la que participan personas a las que tengo un particular afecto. Los he visto nacer —científicamente hablando— desde los tiempos de estudiante, crecer en tiempo de doctorado y madurar como profesores en nuestro departamento. Hemos compartido labores y hemos coincidido en valores y en formas de entender y comprender la psicopatología infantil. Como coordinador del libro, considero justo agradecer a los autores su buen espíritu, su interés y su colaboración. Asimismo reconocer a María Ángeles Morales León su inestimable ayuda en la labor de confección en ordenador del original. JAIME RODRÍGUEZ SACRISTÁN Sevilla, verano del año 2000

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El desarrollo psicológico normal y patológico en la

infancia. Los problemas psicopatológicos mayores y

menores y sus causas

JAIME RODRÍGUEZ SACRISTÁN JOSÉ F. LOZANO OYOLA RAFAELA CABALLERO ANDALUZ

No se puede entender la psicopatología del niño si no conocemos bien el desarrollo psicológico infantil. Ambos desarrollos —el normal y el patológico— están tan relacionados entre sí que con frecuencia va a resultar muy difícil diferenciar cuando termina uno y donde empieza el otro. El tejido psíquico del niño está constituido por sentimientos, por cogniciones y por el logro de un lenguaje cada vez más perfeccionado, más comunicativo y más útil. Poco a poco el niño va consiguiendo mejor eficacia psicomotora y razonamientos más complejos, empleando la memoria, la intuición y la imaginación. Y todo ello enraizado en el desarrollo armónico de la personalidad y del carácter. Va obteniendo, poco a poco, cada vez mayor estabilidad y mejor autocontrol. Todos esos logros los consigue a través de cambios sucesivos, a veces veloces y en otras ocasiones más lentos, pero siempre siguiendo un impulso madurador y progresivo. El camino que tiene el niño que recorrer hasta la madurez no es fácil. Visto en su conjunto es un sendero largo y difícil. Va consiguiendo nuevas metas, pero no siempre van a ir bien las cosas. Tiene que ir superando obstáculos y sorteando dificultades que algunas veces son infranqueables y no sólo por los riesgos que vienen de fuera sino por problemas o daños que están en su interior, en su organismo. Un 15% de los niños va a tener problemas psicopatológicos que exigirán una ayuda profesional, y un 30% va a sufrir fracaso escolar. En ocasiones los problemas psicológicos van a ser terribles, como ocurre con el autismo, porque se va a truncar el desarrollo psicológico normal del niño que se verá interferido en su evolución. Otras veces va a sobrevenir un freno o una desorganización en el desarrollo psíquico. Pero en todos los casos va a suceder lo mismo: lo patológico se enraizará siempre en el desarrollo psicológico normal. Por esa razón tenemos que empezar haciendo un resumen de los fenómenos y hechos psíquicos más importantes que ocurren en los años infantiles y de la adolescencia. Ello nos servirá de punto de partida y de marco de referencia.

1. EL DESARROLLO PSICOLÓGICO NORMAL

El desarrollo psicológico normal se realiza a través de logros sucesivos y progresos que permiten al niño resolver las demandas del medio en que vive, «aprendiendo a vivir», adaptarse y poco a poco ir madurando como persona. Esta visión personalística e integradora es necesaria para comprender el sentido global del desarrollo del niño, formando parte del devenir de la persona. Pero ese proceso psicológico madurador que es el desarrollo normal del niño es el resultado de la conjunción de muchas funciones y actividades psíquicas diversas que se integran en la unicidad de la personalidad infantil. Estas funciones psíquicas son de índole diferente, pero pueden llegar a agruparse en cuatro grandes ámbitos: el desarrollo de la actividad física y psicomotora, el desarrollo de las funciones cognitivas, el desarrollo emocional y el desarrollo de la dimensión social. A continuación vamos a ir analizando por separado los logros en cada una de esas grandes áreas.

1.1. Desarrollo físico y psicomotor

El recién nacido viene al mundo con unas capacidades físicas pobremente desarrolladas, pero pronto, en los dos primeros años de vida, evoluciona vertiginosamente gracias sobre todo a la maduración cerebral que permite un desarrollo psicomotor con un sentido céfalo-caudal (el niño controla primero el cuello y por último sus piernas) y próximo-distal (del centro a los extremos: primero los brazos y luego el movimiento de los dedos). Esta maduración permite que los sentidos, que en el recién nacido son toscos, vayan progresando y pueda explorar activamente su mundo. Pero el desarrollo no es meramente físico, ya que en los primeros años existe una estrecha relación entre el desarrollo de la motricidad, la inteligencia y la afectividad, de ahí que debamos resaltar la importancia del desarrollo psicomotor con el que el niño consigue determinados fines. A partir de la adquisición de la marcha independiente al año de edad aproximadamente, van apareciendo a lo largo de la primera infancia o etapa preescolar, nuevas habilidades tanto en la motricidad gruesa (subir y bajar escaleras, transportar objetos, montar en triciclo) como en la motricidad fina (que se observa en los movimientos más precisos de las manos: dibujar o realizar construcciones cada vez más complejas). Esto permite que vaya aprendiendo conductas que propicien su autonomía funcional (control de esfínteres, comer, vestirse, lavarse, etc.). También en esta primera infancia va tomando conciencia de su imagen corporal y definitivamente se produce una lateralización, una dominancia de la parte izquierda o derecha de su cuerpo. En la segunda infancia o etapa escolar (6-11 años), se perfeccionan las capacidades perceptivas y aumenta sensiblemente la fuerza muscular y la coordinación psicomotora que tan importante van a ser para tomar parte en juegos grupales o de equipo o para actividades como

determinadas premisas, etc. Además de ello, es consciente de su propio pensamiento y lo utiliza para justificar sus juicios. Su memoria y sus aptitudes perceptivas llegan al máximo.

1.3. Desarrollo afectivo

En el primer año de vida, casi todo el mundo afectivo del niño se basa en la relación con su principal cuidador, la madre, que comienza desde el momento del nacimiento y continúa durante la lactancia. En este primer año se desarrolla la conducta de apego, y se establece un vínculo que va a estar influido por variables tales como el temperamento del niño, la conducta de la madre o la calidad de los encuentros entre ambos, y que va a predecir cómo va a ser el comportamiento adaptativo a lo largo de la infancia. En la mayoría de los niños, aparece la angustia ante los extraños sobre el octavo mes, que va a ser reflejo de que existe un adecuado apego entre el niño y sus principales cuidadores. Conforme avanza el período y cumple los dos años, aparecen determinadas emociones como la alegría o la tristeza, además de la mencionada angustia, en respuesta a acontecimientos externos. En la primera infancia, la afectividad continúa desarrollándose y el niño va sintiéndose progresivamente más parte de su familia y de su pequeño mundo (guardería, primeros contactos con iguales, etc.), adquiriendo cada vez más iniciativa en estas relaciones. Es una época en la que tienen una especial importancia los llamados objetos transicionales, que proporcionan seguridad en situaciones estresantes para el niño. Característico de esta etapa es también la aparición de las conductas de oposicionismo (uso del no) y de desobediencia, que surgen sobre los 3 años y que le ayudan a delimitar su incipiente yo que hasta ahora estaba prácticamente unido al de la madre. Comienza a identificarse con su propio sexo, descubre sus genitales como fuente de placer y surgen los sentimientos de vergüenza. También va desarrollando una conciencia moral sobre lo que está bien o mal, basada principalmente en los premios y castigos que le dan los padres. En la segunda infancia, es mucho más intensa la relación con sus compañeros y amigos, lo cual facilita el perfeccionamiento de dar y recibir afecto que ya había iniciado en la etapa anterior y que ahora extiende a estos compañeros, sin perder el cariño que siempre ha expresado a sus padres, aunque va dejando de percibirlos como omnipotentes. El niño comienza a ser más consciente de sus propias reacciones afectivas y emocionales y las logra razonar (por ejemplo a través de los mecanismos de defensa que también están forjándose) o bien agrede verbalmente, mientras que antes, frente a cualquier contratiempo, las respuestas eran frecuentemente el llanto o el miedo. Por otro lado, cada vez se muestra más «maduro» en el sentido de que comienza a adquirir el sentido de la responsabilidad. En la adolescencia, los cambios más notables y trascendentes son los que afectan a la maduración puberal hormonal y sexual que se produce a gran velocidad, que puede ser una fuente potencial de problemas. Aparece el instinto sexual con toda su fuerza, hecho que puede ser vivido de una manera angustiosa por parte del adolescente y que se refleja, por ejemplo,

en la mayor frecuencia de la conducta masturbatoria. Los afectos y los sentimientos van dirigidos hacia sus iguales del otro sexo y son menos intensos los dirigidos hacia su familia, produciéndose en esta etapa las primeras relaciones amorosas, que no suelen ser duraderas. Al ser una época de tantos y tan rápidos cambios, el adolescente no siempre sabe adaptarse adecuadamente, lo que conlleva una situación de crisis y de conflicto.

1.4. Desarrollo social

En los dos primeros años la vida social del bebé está muy marcada por la relación con su madre o cuidador principal, con quien establece unas relaciones excepcionales. Muy pronto aparecen comportamientos relacionales de un enorme interés comunicativo. Así, sobre los tres meses, aparece la sonrisa social, que al principio es indiscriminada y que más adelante aparece preferentemente ante personas familiares. Entre 6 y 8 meses aparece la angustia ante los extraños que es una reacción de rechazo y llanto del bebé en presencia de alguien desconocido para él. En la primera infancia el niño comienza una socialización más estructurada. Se produce el primer contacto con la guardería y esta relación continuada y progresivamente mayor le permite reforzar las pautas de interacción que ha ido aprendiendo en el medio familiar. De todos modos, en esta etapa, la familia sigue siendo el punto de referencia en cuanto a importancia social y la calidad de la relación con ella, pronosticará la calidad de las relaciones con sus iguales. El desarrollo del lenguaje le resulta muy útil, ya que le permite relaciones sociales cada vez más ricas. Si bien en esta etapa no suelen darse especiales problemas sociales, sí hay que tener en cuenta que los niños que sean rechazados, tendrán una adaptación más complicada. En la segunda infancia busca los grupos de amigos para el juego, lo que le permite aprender reglas sociales y el sentido de convivencia, dando cada vez más valor a las opiniones de sus amigos que a las del profesor o las de los padres. Las relaciones sociales tienden a ser con iguales del mismo sexo agrupándose en pandillas, lo que le permite poner en práctica su mayor independencia de la familia y en algunos casos, ir en contra de la misma, si la relación no fue adecuada anteriormente. En la adolescencia, prefieren claramente las actividades grupales fuera de casa en comparación con las de dentro del hogar, especialmente si hay una relación afectiva estable. Al ser tan importantes estas relaciones, cuando el grupo de referencia es socialmente desviado, puede llevarle a problemas académicos o comunitarios graves. Puede ser la época del primer contacto con el mundo laboral o sólo la continuación de la formación académica, actividades en las que la relación del adolescente con su entorno social va a ser determinante para predecir su éxito en las mismas. En el cuadro 1.1 resumimos los logros que va consiguiendo el niño y los períodos aproximados en los que tienen lugar, así como los conflictos que son más frecuentes y, en su

años conducta. Depresiones. Síntomas de conversión. Esquizofrenia.

2. LOS FACTORES QUE INFLUYEN EN EL DESARROLLO

PSICOLÓGICO

Los trastornos psicológicos suelen ser debidos a que se encuentran afectados uno o más de los factores que determinan el desarrollo normal del niño, por lo que parece apropiado que describamos someramente estos factores que aparecen el cuadro 1.2.

CUADRO 1. Factores que influyen en el desarrollo psicológico

Biológicos: — Genéticos — Sistema nervioso — Desarrollo psicomotor — Desarrollo cognitivo — Temperamento Psicosociales: — Entorno afectivo — Entorno sociocultural:

  • Familia.
  • Iguales.
  • Escuela.
  • Sociedad.

2.1. Factores biológicos

El recién nacido es producto de la unión de un óvulo y de un espermatozoide con una información genética que da lugar a un embrión con una configuración única. Dicho embrión irá desarrollándose y alrededor de las 40 semanas de gestación nacerá un nuevo ser humano, que continuará madurando hasta la adultez. Nos referimos aquí tanto a la maduración física del niño, que apreciamos de forma directa, y también a un desarrollo que observamos de modo indirecto, como es la evolución de una parte del organismo tan determinante como el sistema nervioso. Al igual que el resto del organismo, el sistema nervioso comienza a madurar desde los primeros momentos de la formación del embrión y continúa haciéndolo tras el nacimiento

del bebé a un ritmo diferente, dependiendo de a qué función del sistema nervioso nos estemos refiriendo, de acuerdo con una programación biológica universal. Así, el recién nacido tiene reflejos involuntarios vitales para el niño como el de succión, y otros, que desaparecen con el tiempo, como el de Moro. La ausencia de los primeros o la presencia prolongada de los segundos indicaría muy posiblemente alguna anomalía en el sistema nervioso. A pesar de que el ritmo de maduración esté predeterminado genéticamente, hay que tener en cuenta que determinadas variables ambientales pueden acelerar o disminuir este ritmo de desarrollo, como es el caso de la estimulación precoz o los niños aislados en un entorno desfavorable. El sistema nervioso propicia (si no hay problemas osteomusculares) que el bebé además de estos movimientos reflejos, sea capaz de ejecutar movimientos voluntarios progresivamente más precisos, que posibilitan una mayor relación con su entorno; hablamos por tanto del desarrollo psicomotor. Sin embargo, hay determinados casos en que una lesión o malformación en el sistema nervioso (por ej., parálisis cerebral o espina bífida) dificultan la relación con su ambiente debido a las dificultades de movilidad que puede provocar, que se añaden a las propias de las enfermedades crónicas, provocando en muchos de estos niños dificultades de adaptación. El sistema nervioso también influye en el desarrollo cognitivo del bebé, que prácticamente desde el principio comienza a aprender mediante los estímulos y las experiencias que percibe a través de sus sentidos y elabora mediante las funciones cognitivas superiores (atención, memoria, lenguaje, etc.) que también se hallan en continua evolución. Esto le posibilita adquirir nuevos conocimientos y nuevas formas de enfrentarse a la realidad, cada vez más parecidas a las adultas. El lenguaje es una de las funciones cognitivas que diferencian al hombre de otras especies y que, sobre todo, le permite comunicarse con el entorno del mismo modo que lo hacen sus iguales. Si en el plano fisiológico no hay anomalías y el niño se encuentra en un entorno social adecuado, la adquisición del lenguaje facilita la adaptación al medio y sobre los 4-5 años, a la escuela, ya que a estas edades la mayoría poseen las habilidades lingüísticas básicas. Por temperamento se entiende un conjunto de disposiciones biológicas (nivel de actividad, adaptabilidad, distraibilidad, etc.) que determinan el modo de reaccionar ante el ambiente, que muestran estabilidad en el tiempo y en diferentes situaciones y que parecen tener cierta influencia hereditaria. Se han descrito distintos tipos temperamentales en los niños en función de disposiciones biológicas como las citadas anteriormente, que son hasta cierto punto modificables en función de la interacción padres-hijo.

2.2. Factores psicológicos y sociales

Un buen entorno afectivo puede ser un importante factor que influya en el desarrollo psicológico global del niño o en la generación del problema. La adecuada relación con sus padres le permitirá comprender el significado de las emociones, aplicarlas en sus relaciones