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psicologia social Las marcas de la oralidad en el texto teatral son: FRAGMENTACIÓN: en la, Esquemas y mapas conceptuales de Psicología Social

Las marcas de la oralidad en el texto teatral son: FRAGMENTACIÓN: en la lengua oral aparecen oraciones como “fragmentos”, ya que el hablante omite algunas palabras que ha mencionado antes para evitar su repetición. El interlocutor repone automáticamente esas palabras. (Diez días, quince o veinte, ya perdieron la cuenta) PAUSAS: el hablante suele producir pausas que le permiten organizar mentalmente su enunciado. (Hay… tantas cosas… que nunca tuve…) MULETILLAS: son expresiones que ocupan las pausas para mantener vigente el canal.( eh… bueno…. Este….) INTERRUPCIONES: el hablante comienza una expresión con una estructura sintáctica determinada, y la interrumpe para iniciar otra con una diferente. (Para mí sería un compromiso… Supongo que la Asistencia Pública… Yo no…) APELACIONES DIRECTAS AL INTERLOCUTOR: el hablante puede interpelar directamente a su oyente. (Señores, quién los entiende.)

Tipo: Esquemas y mapas conceptuales

2019/2020

Subido el 28/06/2023

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Libro TERAPIA DE CRISISS MODELO TEORICO
ALFREDO MOFFATT
Editorial Búsqueda 1982
PRESENTACION
Este libro es el resultado de cinco años de investigación sobre las terapias en el momento
agudo de la perturbación mental, en el momento de la crisis. La idea inicial era acortar la
duración de los tratamientos sin por ello dejar de resolver el conflicto histórico profundo.
Buscando este atajo a la obtención de la salud, este aumento de eficiencia, siempre con la
idea de que mayores sectores se beneficien con las técnicas de psicoterapia, se configuró
otra tarea que era necesaria para la anterior y que fue la de replantear algunos supuestos
teóricos. Esto dio lugar a ver toda la psicopatología desde otra perspectiva, que fue la
desorganización de la temporalidad, en vez de la represión de la sexualidad como etiología
básica de la enfermedad. Una concepción más centrada en los trastornos de la identidad
que en los trastornos vinculares.
Tal vez este planteo etiológico dependa estrechamente de nuestra actual perspectiva
cultural que nace en una sociedad de masas con un acelerado proceso de cambio (debido al
geométrico crecimiento tecnológico). Contexto social en donde resulta más difícil la
integración yoica, la identidad, que resolver los trastornos del vínculo sexual, tema que
constituía un foco de perturbaciones en la sociedad victoriana de principios de siglo.
Podríamos decir que el modelo teórico está construido tomando como cuadro básico la
esquizofrenia y no la histeria.
Este modelo teórico que presentamos, como también las técnicas terapéuticas tienen corno
campo más específico el momento de crisis pero también son eficientes en los tratamientos
de corta y mediana duración. Quedan fuera de su campo las neurosis y psicosis
estabilizadas que funcionalizaron socialmente sus síntomas.
La hipótesis básica de esta manera de pensar el psiquismo partió de la observación clínica
de una larga conquista del hombre, que adquirió la capacidad de construir secuencias, es
decir, poder imaginarse dentro de una sucesión imaginaria de presentes que le sostienen
ese presente implacable en donde siempre se encuentra y que constituye en todo momento
un salto entre lo que fue y lo que será.
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¡Descarga psicologia social Las marcas de la oralidad en el texto teatral son: FRAGMENTACIÓN: en la y más Esquemas y mapas conceptuales en PDF de Psicología Social solo en Docsity!

Libro TERAPIA DE CRISISS MODELO TEORICO

ALFREDO MOFFATT

Editorial Búsqueda 1982

PRESENTACION

Este libro es el resultado de cinco años de investigación sobre las terapias en el momento agudo de la perturbación mental, en el momento de la crisis. La idea inicial era acortar la duración de los tratamientos sin por ello dejar de resolver el conflicto histórico profundo. Buscando este atajo a la obtención de la salud, este aumento de eficiencia, siempre con la idea de que mayores sectores se beneficien con las técnicas de psicoterapia, se configuró otra tarea que era necesaria para la anterior y que fue la de replantear algunos supuestos teóricos. Esto dio lugar a ver toda la psicopatología desde otra perspectiva, que fue la desorganización de la temporalidad, en vez de la represión de la sexualidad como etiología básica de la enfermedad. Una concepción más centrada en los trastornos de la identidad que en los trastornos vinculares. Tal vez este planteo etiológico dependa estrechamente de nuestra actual perspectiva cultural que nace en una sociedad de masas con un acelerado proceso de cambio (debido al geométrico crecimiento tecnológico). Contexto social en donde resulta más difícil la integración yoica, la identidad, que resolver los trastornos del vínculo sexual, tema que constituía un foco de perturbaciones en la sociedad victoriana de principios de siglo. Podríamos decir que el modelo teórico está construido tomando como cuadro básico la esquizofrenia y no la histeria. Este modelo teórico que presentamos, como también las técnicas terapéuticas tienen corno campo más específico el momento de crisis pero también son eficientes en los tratamientos de corta y mediana duración. Quedan fuera de su campo las neurosis y psicosis estabilizadas que funcionalizaron socialmente sus síntomas. La hipótesis básica de esta manera de pensar el psiquismo partió de la observación clínica de una larga conquista del hombre, que adquirió la capacidad de construir secuencias, es decir, poder imaginarse dentro de una sucesión imaginaria de presentes que le sostienen ese presente implacable en donde siempre se encuentra y que constituye en todo momento un salto entre lo que fue y lo que será.

La capacidad de anticipar, de imaginar lo futuro le permitió al hombre separarse definitivamente de los animales, pues estos siguieron encerrados en su presente inmediato, una percepción sin historia las crisis agudas (neuróticas y psicóticas) que nos llevó a proponer como punto de partida la suposición de que la conciencia es puntual, y que la vivencia de continuidad yoica es resultado de, sin posibilidad de autopercibirse, de organizar una identidad en el tiempo. Toda la cultura la suponemos al servicio de asegurar la continuidad del yo en el tiempo y esto es lo que trataremos de demostrar en este libro. Si aceptamos esta hipótesis básica, vemos que la continuidad del psiquismo (su identidad) no es un hecho dado “natural", sino que es resultado de una construcción imaginaria humana, a esa construcción la llamamos el tiempo. Esto nos lleva finalmente al nudo central de la teoría, que es que el punto más profundo (el vértice) de la enfermedad mental es consecuencia de la pérdida, de la destrucción de esta trama de sostén de la continuidad yoica y debido a esto la persona se fragmenta, se disuelve su vivencia de existir. Descubre que el tiempo objetivo no existe. Queda en un vacío paralizado, el cual es tan insoportable que sale de él a través de una restitución neurótica o psicótica (según la gravedad de la fragmentación), que no será otra cosa que una nueva trama de continuidad, una nueva cultura (su delirio o su neurosis) pero que esta vez no es compartida por Ios demás, sino que es subjetiva, que arma un yo, pero un yo encerrado, soIo. De este encierro lo rescatará su terapeuta (si la tarea es exitosa) que lo ayudará a reingresar a los supuestos culturales compartidos, la trama de continuidad que nos permite a todos nosotros enfrentar la discontinuidad de la conciencia y organizar proyectos de vida. Los vínculos y el campo simbólicos nos permiten leer una realidad perceptual que de otro modo sería una seriación caótica, de hechos sin lectura posible. A lo largo de todo el libro veremos que la tarea del terapeuta es devolver al paciente la capacidad de concebir sucesiones, de organizar una historia con un sentido utilizando para ello todos los hechos que le ocurrieron en su vivir. Sintetizando nuestra propuesta de salud, enfermedad y terapia, diremos que vivir es un juego difícil, pues es resolver la paradoja siguiente: uno debe cambiar siendo el mismo. En ese proceso se debe atravesar el tiempo, crecer, transformarse en otros (las etapas evolutivas) y, al mismo tiempo, integrar todos los yos que fuimos pero en función del yo que deseamos ser.

También Eric Berne nos permitió poder comprender las historias y mitos familiares. Pero la caracterísitica más importante para dar una idea de la inserción de este modelo en el campo actual, fue la actitud de utilizar herramientas concepturales y técnicas de las diversas escuelas, todas estas coherentizadas por nuestro modelo de psiquismo desde la temporalidad. La elaboración grupal de este modelo de pensar la enfermedad y la terapia fue posible por la tarea asistencial en instituciones de Argentina, Estados Unidos y Brasil y también por los cursos y laboratorios dados por el autor en los últimos años, los laboratorios psicodramáticos en coterapia con la Licenciada Laura Jitric. Esto permitió la discusión y complejización del esquema inicial con el aporte de los alumnos desde distintas perspectivas teóricas. El esquema teórico sufrió varias modificaciones a medida que los conceptos usuales no explicaban los trastornos agudos y eran necesarios otros supuestos operativos para una psicoterapia intensiva en los tratamientos de corta y mediana duración. Fue necesario replantear todos los conceptos psicopatológicos desde el momento en que las defensas del yo fueron reinterpretadas como defensas respecto a otra situación temida por el yo: la disolución yoica. En esta tarea de coherentizar el modelo teórico fue esencial la colaboración de Laura Jitric, quien fue la interlocutora que me permitió encontrar esquemas para enfrentar este ansiógeno tema de la temporalidad. También fue responsabilidad suya la revisión y corrección del manuscrito final. Para facilitar la comprensión del modelo hemos incorporado gráficos. La información diagramática al espacializar las relaciones permite una mayor capacidad de síntesis y además ayuda a establecer nuevas relaciones. Durante todo el desarrollo de esta teoría, los diagramas como isomorfismos visuales del pensamiento discursivo, nos facilitaron el establecer la red de oposiciones (contradicciónsíntesis) en que se basa el modelo. Además consideramos que didácticamente facilitan la trasmisión de la información. El libro está dividido en dieciséis unidades temáticas, que permiten ordenar el desarrollo de la explicación, temas que han sido destacados en una tipografía mayor. De todos modos este primer informe sobre una nueva línea de pensamiento y operación en el terreno de la enfermedad mental no pensamos que esté completo sino que transmite un esquema para ser usado como instrumento de trabajo en el análisis y la reparación del dolor psicológico, praxis donde se confrontará, desarrollará y complejizará. Lo que pretendemos es plantear uno de los esquemas posibles en respuesta a las nuevas e inéditas características de este mundo anómico, fracturado y en cambio acelerado que nos toca vivir y además operar en él como psicoterapeutas.

Finalmente deseo agradecer a los maestros y compañeros de tareas de los que seguramente tomé ideas originales para desarrollar esta propuesta, como Enrique Pichon Rivière, Rubén Masera, Angel Fiasché, Eduardo Pavlovsky, Ricardo Grimson, César Janello, y muchos otros con los que compartí momentos de búsqueda y creatividad.

MODELO TEORICO

Parte 1 INTRODUCCION LA CRISIS Intentaremos precisar cómo concebimos la crisis psicológica. Lo haremos con sumo cuidado, pues la teoría de crisis dependerá del análisis que se dé de esta perturbación psicológica y su solución. La crisis se manifiesta por la invasión de una experiencia de paralización de la continuidad del proceso de vida. De pronto nos sentimos confusos y solos, el futuro nos aparece vacío y el presente congelado. Si la intensidad de la perturbación, sea una crisis de crecimiento (evolutiva) o la consecuencia de un cambio imprevisto (traumática), aumenta, comenza- mos a percibirnos como "otro", decir, tenemos una experiencia de despersonalización. Esto provoca una discontinuidad en la percepción de nuestra vida como una historia coherente, organizada como sucesión en la que cada una de las etapas es consecuencia de la anterior. Por lo demás, todos tenemos experiencias de las crisis psicológicas, pues forman parte del recorrido por diversas etapas llamado vivir, o más exactamente existir. Para que una situación produzca una crisis, más importante que el nivel de traumatismo sufrido por el paciente es lo inesperado de la nueva situación que se le exige vivir, la que sentirá como "irreal" y experimentará fuera de lo que está sucediendo. Diríamos que sólo es real lo que se espera, lo que fue concebible antes como posibilidad en la fantasía de futuro. Por eso se dice que esto o lo otro no estaba previsto (previsto), esto es, no estaba visto de antemano y cuando las circunstancias nos colocan dentro de un personaje que nunca habíamos anticipado: el de huérfano, viudo, adulto, culpable, etc., puede sobrevenir el desconcierto, la crisis. La expresión orgánica de este proceso de desorganización de la personalidad es la angustia vivida corporalmente, que se acompaña de trastornos cardiorespiratorios,

mismo tiempo, posibilita la previsión de mi desaparición y mi muerte. Los animales, que sólo viven el presente, evitan ambas cosas, la civilización y la angustia. Sólo sufren cuando el cuchillo está a la vista, pero no lo prevén, no lo imaginan como nosotros los humanos. Respecto al cuerpo que es nuestra dimensión en el espacio, la diferencia con la dimensión imaginaria, la conciencia, es que ésta es siempre puntual, discontinua, en cada instante sucesivo es distinta y el cuerpo en cambio tiene asegurada su continuidad por las leyes fisicoquímicas. Es decir el cuerpo existe (continúa) por sí mismo, en cambio a la mente es necesario hacerla existir, hacerla continuar. Es necesario distinguir las crisis evolutivas de las crisis traumáticas. Las primeras son las que se producen al arribo de nuevas etapas previstas; las segundas son consecuencia de un accidente inesperado. Para recorrer una vida debemos atravesar muchas crisis. Nosotros proponemos nueve, con la edad a que aproximadamente se dan, a saber: el parto, el destete (al año), el ingreso a la escuela (y simultáneamente la crisis edípica, a los cinco años), la pubertad (a los 12 años), la separación de la familia de origen (la exogamia, a los 20 años), la crisis de la mitad de la vida (midlife crisis, a los 40 años), la jubilación (a los 60 años), y por último la decrepitud y la muerte. De todas estas transiciones, las más importantes desde el punto de vista de las situaciones de emergencia psicológicas a que dan lugar, son la exogamia, la separación del hogar parenteral (que a veces se produce con mucho atraso cronológico) y la crisis de la mitad de la vida; que son: el pasaje a la adultez y a la maduración respectivamente. También al enfermar se atraviesa una crisis (de todas ellas el brote esquizofrénico es el más grave). Y, finalmente, incluso en el proceso de curación se pasa por otra crisis y es la metamorfosis que produce (o más correctamente, asiste) el terapeuta. Pichon Riviere decía: "A la enfermedad se entra y se sale con lágrimas". La intervención de urgencia o de crisis se basa justamente en que el período más plástico de una enfermedad psicológica (sea ella neurótica o psicótica) es la crisis de comienzo, pues aún no hay sino confusión y soledad; no se ha estructurado todavía el delirio protector (o el mecanismo neurótico) que, a la vez que protege al enfermo de la desorganización psicológica, lo aísla de los demás y lo cronifica en su rol de enfermo.

EL PROCESO DE VIVIR

El lugar del trastorno mental es el espacio de lo imaginario. Es este el lugar de lo que "no está", del peligro que, inexistente en el presente, se alucina; y también de la tristeza por la ausencia de alguien o algo que "ya no está". Es el espacio de los fantasmas, de lo que ya sucedió o va a suceder (que nos retienen o nos esperan). Lo imaginario se constituye porque lo percibido cambia, la realidad se transforma, lo que estaba ahí desaparece. Para que mi vinculación con lo que sucedió se mantenga, debo imaginarlo, sustituirlo con una imagen interna. Como esto sucede de continuo, va acumulándose un stock de imágenes internas que llamamos memoria. Esto nos muestra la ecuación que liga el vínculo (de amor o de odio) con la transformación del mundo real, esto es la acción del tiempo o sencillamente el tiempo. Lo imaginario depende de la acción del tiempo sobre el objeto deseado o temido. En otras palabras, cuando desaparece lo que amo u odio, aparece el fantasma: Amor + Tiempo = Fantasma, que sólo será recuerdo si se acepta el proceso de pérdida, si no, será delirio al no aceptar la transformación que me impone la temporalidad. En cierto modo, podemos ya ver de qué manera se relacionan (se complementan) la teoría sexual freudiana y esta teoría de la temporalidad: Vínculo (sexo) + Pérdida (tiempo) = Neurosis. De modo que es igualmente posible adoptar el punto de vista de la sexualidad o el de la temporalidad para centrar la configuración de una psicología o una psicopatología que dé cuenta de la enfermedad. La primera se concentrará sobre todo en los vínculos entre el yo y el otro; la segunda, en la constitución de la identidad, en la vinculación del yo con los yos que hemos sido y los que estamos por ser. La hipótesis fundamental de nuestro modelo de estructura psíquica se basa en el supuesto de la conciencia puntual, esto es que sólo existen presentes discontinuos y que el hombre hizo el verdadero salto cualitativo en su evolución respecto alos animales cuando concibió la anticipación (imaginó los presentes que vendrán) y de este modo pudo constituir sucesiones de presentes percibidas como una seriación continua. Por tanto comenzó a planificarse a sí mismo y a percibirse en movimiento hacia adelante. La percepción del tiempo es una construcción cultural, en el proceso de la vida, las diapositivas (discontinuas) se transformaron en película cinematográfica, en la que hay ilusión de movimiento. Esto nos permite definir con exactitud cómo concebimos el trastorno mental: como la vuelta a la diapositiva, es decir, a esa discontinuidad original que había sido superada por el adiestramiento en percibir secuencias, al que los padres

como algo patológico, pero en las condiciones extremas de sobrevivencia, como ocurrió con los sobrevivientes del accidente aéreo de los Andes, fue definido como una conducta adaptativa. (Ver pág. 63). En relación al lugar en que se instala la locura, que es en lo imaginario (pues es la representación del acto y no el acto el que enferma), diremos que no sólo por imaginar se está loco. Es necesario además que se cumpla otra condición: que quien imagina, lo haga solo, quede fuera de todo grupo y decodifique el caos de la realidad de acuerdo con un código subjetivo que nadie comparte. Y ese código será su delirio o su neurosis. Al ver cosas que nadie más ve se dificulta su relación con los demás que, aunque no estemos del todo sanos, al menos compartimos un delirio. Y cuando alguien hace algo, sabemos qué nos está proponiendo. Ante la dificultad de predecir la conducta de una persona cuyo pensamiento está trastornado (respecto a la expectativa social), el grupo debe resolver la disfuncionalidad. A esta tarea se la llama "tratamiento" psiquiátrico o tratamiento psicológico si la desviación de la norma es menor. IDEOLOGIAS TERAPEUTI CAS La tarea de reintegrar a alguien al juego social (que, en determinadas épocas, él mismo suele ser totalmente enfermo; el nazismo, por ejemplo), puede adoptar tres formas: a) las terapias represivas (electroshocks, hospicios) con las que se consigue que el paciente abandone el síntoma porque el temor al tratamiento es mayor que el que experimenta frente a sus fantasmas internos; b) las terapias adaptativas, en las que el psicoterapeuta norma desde el sistema vigente y c) las terapias elaborativas, por las que se ayuda al paciente a que se elija y llegue a ser él mismo. (Quizá en la Argentina Pichon Riviere sea el máximo representante de la terapia como contribución al crecimiento y el desarrollo de la personalidad). Esta clasificación de las ideologías terapéuticas tiene por objeto la clara ubicación de cómo concebimos la tarea en que consiste la terapia, a saber, lograr que alguien cuyo desarrollo está amputado, pueda llevar una vida más plena en relación con el proyecto que elija. Una vez más recurriendo a una metáfora, diremos que el terapeuta no es el padre de la criatura (la curación), sino sólo el partero que asiste al nuevo nacimiento.

MODELO TEORICO Y TECNICO

Antes de entrar a exponer en extenso el desarrollo de la teoría de crisis, intentaremos dar una idea preliminar acerca del modelo conceptual e instrumental para la resolución de las situaciones críticas a que recurrimos. Nuestro esquema de abordaje es especialmente indicado para las urgencias psicológicas, pero también constituye un nuevo planteo de psicoterapia destinado al mundo actual, la sociedad de masas con el proceso de esquizofrenización que impone, es decir, la sociedad fragmentadora de las funciones psicológicas, la que no reprime tanto el sexo como la identidad. El modelo tiene un nivel teórico que propone una perspectiva distinta de la enfermedad y la cura, y un nivel técnico que propone maniobras para ayudar al paciente en el traslado de la enfermedad a la salud. La nueva perspectiva consiste en rever todos los trastornos mentales desde el tiempo y no desde el sexo como origen de la patogenia. Se entiende que al referirnos al tiempo designamos al proceso de cambio continuo de la realidad que, al transformarse de manera irreversible, hace difícil la conservación de la mismidad, del sentimiento de ser uno el mismo a pesar del cambio, especialmente si en el transcurso del proceso de la vida debemos ser (estamos obligados) distintas personas sólo ligadas por un núcleo yoico constituido en la infancia a veces en condiciones difíciles y confusas. Debemos ser un bebé, un niño, un adulto, etcétera; y en cada uno de esos períodos nos autopercibimos desde el bebé, el niño o el adulto. Lo cual plantea un interrogante: ¿con qué elementos sostenemos la autopercepción de un sistema psíquico en continuo cambio? Esto es equivalente al problema del relativismo en la física einsteniana, según el cual el sistema de coordenadas también se mueve. ¿Cómo medir en este caso? Desde un sistema externo estable. En el caso del psiquismo, este sistema externo a la subjetividad es la cultura, esto es, el conjunto de explicaciones compartidas que organizan la sucesión azarosa de la realidad y permiten coordinar las conductas grupales. También los vínculos que permiten la identificación amorosa y el testimonio que de mí da la mirada del otro son elementos que rescatan de la subjetividad caótica y atemporal. La capacidad de establecer vínculos emocionales y de compartir estructuras (la libido y la palabra) son las dos funciones con las que se constituye ese sistema de referencia que nos permite sobrevivir a los cambios autopercibiéndonos como los mismos a través del tiempo. Con todo esto estamos comenzando a dar una idea acerca del objeto que debe estudiarse y repararse: más que de un aparato psíquico que tiene sus secretos en el

existencialismo. Pero se trata de un existencialismo que tiene que ver muy poco con lo que se llama psicoanálisis existencial, que no es sino la propuesta freudiana con un barniz posterior de Dasein. Proponer una terapia que esté organizada prospectivamente puede provocar, suponemos, muchas resistencias, pues el futuro es el espacio de lo desconocido, también de lo temido y, básicamente, es el lugar del tiempo donde está esperándonos nuestra muerte, nuestra desaparición. Se considera más seguro buscar el problema hacia atrás, en el espacio de lo ya sucedido. Las terapias arqueológicas centran en el pasado la búsqueda del misterio. Pero esto es como caminar por un bosque temido avanzando de espaldas, mirando hacia el camino ya recorrido. Proponer darse vuelta causará angustia, pero pensamos, especialmente en épocas de bruscos cambios, que va a ser lo más conveniente. Sin embargo, la inversión de la mirada que proponemos es muy sutil en la práctica, pues el futuro es un reflejo del pasado, está constituido con fragmentos del pasado que, por otra parte, es la única información que poseemos en cada momento del total de nuestro proceso vital. METODOLOGIA Para que este esquema de pensamiento quede inscripto en la actual filosofía de la ciencia, lo proponemos como sistema de interpretación de los fenómenos psíquicos (especialmente de las perturbaciones) y no como verdad de la naturaleza, concepción que corresponde más bien a cómo se entendía la ciencia en el siglo pasado. A los modelos de pensamiento y operación se les exige actualmente que no contengan contradicciones internas y básicamente que produzcan economía de conceptualización y operación, es decir, que expliquen la mayor cantidad de fenómenos posibles con el esquema más sencillo y, en nuestro caso, permitan operaciones terapéuticas más eficientes. Nosotros partimos, para estructurar nuestro modelo, de un instrumento de pensamiento desarrollado en los últimos años, la teoría de sistemas, porque permite explicar las transformaciones de estructuras que deben conservar una configuración básica (en nuestro caso, el núcleo de identidad) a pesar de los cambios del medio (la transformación temporal). Esto constituye el problema de la homeostasis, que es el estudio de los mecanismos por los cuales una estructura sobrevive al intercambio con el medio conservando su identidad.

Como el objeto de nuestro estudio es más el proceso de vida que un aparato psíquico estático, hemos operado con los conceptos de: constricción, en relación con la predicción de estados futuros; entropía, como la tendencia básica de los sistemas a ir perdiendo gradualmente organización; intercambio de información, en relación con la teoría de juegos y cadena de transformaciones, que analiza las etapas en las sucesiones. Con esto queremos solamente indicar nuestra inscripción metodológica, que no proviene de metáforas biologistas, sino del uso de las matrices del análisis de sistemas. Pensamos que esto es consecuencia directa del abandono de la actitud arqueológica en el estudio de las perturbaciones psíquicas para adoptar la actitud prospectiva (el paciente como proyecto perturbado) que nos exige la resolución de las crisis psicológicas. MODELO TECNICO Respecto al modelo técnico, no se utilizan técnicas totalmente nuevas, sino sólo esquemas de trabajo para acompañar el proceso de terapia que será también una crisis, y procurar apoyo al paciente para que llegue a ser "el otro”, esto es, el curado. En psicoterapia lo que puede variar es la explicación de lo que significa curarse y de "qué" curarse, pero vemos en la historia de este quehacer que no hay grandes innovaciones en cuanto a las maniobras técnicas utilizadas para ella. El encuadre, la transferencia, la interpretación, el psicodrama, la rehabilitación, etc., han recibido distintos nombres, pero en su estructura íntima, siempre se han utilizado las mismas maniobras por las que alguien ayuda a los demás a conectarse y explicarse sus fantasmas internos. De modo que propondremos un esquema de trabajo en el que se recurrirá a maniobras terapéuticas provenientes de diversas psicoterapias, que reciben su coherencia de la teoría de crisis. El quehacer operativo del terapeuta lo proponemos en cuatro etapas o pasos. Constituye una "caja de herramientas" para operar, especialmente útiles cuando se impone una terapia breve o de urgencia. Este conjunto de técnicas es el que permite resolver el pasaje que implica la terapia. El terapeuta sostiene la transformación del paciente, lo que constituye también una crisis, sólo que iatrogénica (producida por la cura). Las técnicas permiten la creación del espacio imaginario donde debe cumplirse la tarea de la cura, que consistirá, de acuerdo con la teoría de crisis, en la reconstrucción del proyecto individual como instrumento de reinserción en la cultura, es decir, en lograr una explicación de sí que sea compartida y entendible por los demás. La diferencia entre un proyecto de vida y un delirio consiste en

Parte 2 EL TIEMPO LA TEMPORALIDAD Entraremos ahora en un momento difícil y también bastante ansiógeno de la exposición: se trata del análisis de esa construcción cultural imaginaria llamada ”tiempo”, que organiza nuestra percepción de la realidad y controla nuestra identidad a través de la seriación de transformaciones (biológicas, vinculares, etcétera) a que somos sometidos a lo largo del ”viaje” que llamamos vida. El hombre primitivo tuvo que inventar el mundo, la cultura. Especialmente, debió crear un artificio, una ficción, una construcción imaginaria que llamó tiempo. (Hace tanto que el hombre la inventó, que luego creyó que era algo real). Debió inventarlo para poder tener la sucesión de presentes caóticos de actos y percepciones que apenas realizados se desvanecen. La fugacidad del presente es causa de que no bien sentimos y percibimos algo, esto ya no es, ya escapó a esa otra dimensión de lo imaginario y comenzamos a dudar de lo que realmente fue. Comenzaremos con la observación del acto de percibir. Evidentemente no hay organización de la percepción si no se configura la relación figura-fondo en el caos de información que recibimos. Algo tiene que ser elegido como figura y lo demás para a ser fondo, y llevamos a cabo esta elección desde el recuerdo de percepciones anteriores (de antiguos presentes). La percepción define el presente que es sólo espacio y por otro lado la memoria (el stock de información) define el pasado; pero hay una segunda dimensión del tiempo que tiene por objeto la satisfacción de la exigencia de organizar la acción en relación con fines, esto es, la anticipación, la proposición de cuáles serán los presentes que están por venir. Se trata de la imaginación, del futuro. Y es aquí donde el hombre da un salto cualitativo pues es capaz de planificar y sumar esfuerzos e información, es decir, planificar la cultura. Analizaremos, pues, la anatomía y la patología del acto de ”estar vivo”, del psiquisrno en relación con ese pasaje continuo en el que hay que saltar sin descanso del presente al futuro y ver cómo éste se hace pasado. Es como saltar un pozo que vuelve a estar por delante y que es necesario saltar otra vez. Estamos condenados a caminar de la incertidumbre a la pérdida, pero la cultura construyó sistemas de sostén para este salto que permiten arrnar proyectos y hacer así una vida con sentimiento de realización.

De las dos partes del tiempo, el que ofrece mayor interés desde el punto de vista de la crisis es el futuro, pues el principal síntoma de estas perturbaciones es la vivencia de futuro vacío. La vida es como un viaje en la niebla: sólo vemos ”ahí nomás”; y para poder avanzar debemos alucinar un camino. Y a este camino lo inventamos con partes del camino recorrido, suponiendo que hay curvas y escalones que se repiten. De todos modos ese futuro (el proyecto) es siempre una plataforma que avanza en ese vacío de información que tenemos siempre adelante. FUTURAR RECUERDOS Una manera de explicar la construcción de esa suposición llamada futuro se basa en el hecho de que se memorizan recuerdos de situaciones inconclusas, que por no haberse ”cerrado”, contienen energía psíquica y tienden a ”futurarse”, es decir, a ser esperados. Si el recuerdo de la situación inconclusa es placentero, tendrá lugar el deseo, que es el territorio de la salud, pero si lo que casi sucedió fue una experiencia dolorosa, el recuerdo se futura en lo que llamamos miedo. La futuración de recuerdos (la organización prospectiva) nos permite la sucesión histórica, pues cuando ese re- cuerdo ”arrojado” al futuro llega a ser presente, nos reconocemos como los mismos que lo arrojamos ”allí adelante” y, por tanto, tenernos el sentimiento de continuidad yoica, en la que el yo sido (pasado), el yo (presente) y el yo por ser (futuro) pertenecen al mismo núcleo yoico que se desplaza por el tiempo, palabra con que nos referimos a esa inasible corriente transformadora que ”empuja” a la realidad. Respecto al futuro, aclaramos que nuestro estudio no tiene nada que ver con conocerlo de antemano, con predecirlo, sino con poder o no realizar dos funciones respecto del espacio virtual llamado futuro: una es poder construir supuestos prospectivos para poder operar el presente y la otra es estar en condiciones de integrar cualquier futuro que realmente suceda desde la sucesión histórica personal. En la contradicción dialéctica entre el pasado y el presente la síntesis es el futuro. Esto nos aclara la especial característica del futuro, y es que siempre es un espacio virtual, pues cuando se llega a él y se transforma en presente da lugar a una nueva oposición con el pasado y una nueva síntesis, el nuevo futuro. En resumen, dos permiten tres, y el último es virtual. El futuro es como el arco iris, cuando nos acercamos se vuelve a alejar, pero siempre vuelve a estar

crueldad para con el lector, sino porque por más defensas y mecanismos de evitación que opongamos a esta regla esencial de la vida – que entramos para salir – en cualquier momento se nos presenta la vivencia de finitud, de desamparo existencial que debemos elaborar como personas y especialmente como terapeutas si queremos ayudar a otros cuando experimenten esta vivencia de lucidez existencial y necesiten ”taparla” con locura. Siempre los mecanismos de la naturaleza son posibles de estudiar en la medida que fallan, por su patología, pues cuando andan bien no se saben sus partes. La fisiología se entendió por la patologia, por eso la temporalidad la hemos tenido que estudiar y analizar por su patología, que es la locura. EL VACIO En el vacío (que es el tiempo paralizado) se desestructura la configuración de figura- fondo, pues el fondo de la percepción de la figura depende de los recuerdos (siempre es histórico). Así pues, se produce un presente en blanco, una percepción sin sentido. Esto es lo que principalmente se experimenta en las crisis agudas (en el brote esquizofrénico, la crisis máxima, se produce la vivencia de fin del mundo). Diríase que la vida, la vivencia de existir, es como una bicicleta: si se detiene, se cae. Esta experiencia de vacío es del todo insoportable, pues su consecuencia es la vivencia de la disolución del yo; y por tanto, para evitarlo, la persona recurre a la reconstrucción de los sistemas de continuidad (vínculos y estructuras). Según como los reconstruya podrá caer en el delirio o la neurosis si recurre a explicaciones subjetivas o si no volver a la salud (a compartir estructuras), es decir a la cultura, si puede elegir la salud. Contar con salud mental no es nada sencillo, pues es imposible evitar metamorfosearnos: debemos dar existencia a todos los personajes de nuestra historia vital, y si se la negarnos a algunos, es sólo a costa de crear fantasrnas que intentan negar la transformación (la temporalidad). Por ejemplo, la histeria es la ”re-presentación” eterna de la seducción edípica, y la neurosis obsesiva es la ”repetición” de actos gue también intentan congelar el tiempo, pues todo vuelve a empezar una y otra vez. Para utilizar una imagen, ya dijimos que la salud sería algo así como la creación de una película cinematográfica, a partir de los presentes discontinuos y, por tanto, existir en el devenir, rnientras que en la crisis la película cinematográfica se transforma en diapositivas y se queda en la paralización, en el vacío.

ENFERMEDAD BÁSICA Y ENFERMEDAD COMO DEFENSA

La ”enferrnedad básica” es una desorganización masiva (la paralización, el vacío) que se encuentra por debajo (como causa última) de lo categorizado comúnmente como enfermedad, que, según la concebimos nosotros, no es sino una defensa (ineficaz y subjetiva) contra la vivencia primaria de vacío y disolución del yo, que es el verdadero vértice de la enfermedad. Las psicosis y las neurosis son, pues, defensas de algo peor, aunque mutilen las condiciones que permiten hacer una vida medianamente realizada. Cuando analicemos los cuadros psicopatológicos en el diagrama en cruz, diferenciaremos entre defensas patológicas arcaicas (Ias psicosis) y defensas patológicas culturales (las neurosis) respecto de la evitación de la paralización del existir. DEPRIVACION SENSORIAL Respecto a lo anterior son interesantes las experiencias norteamericanas sobre los efectos en el psiquismo de la de- privación sensorial masiva. Las condiciones experimentales eran el aislamiento total del sujeto; éste se encontraba en una cámara de aislamiento acústico, en la oscuridad, acostado y con las manos enfundadas en cilindros de tela. Quedaba sin estimulación externa ninguna. Al cabo de varias horas un alto promedio de los sujetos comenzaba a tener alucinaciones visuales (formas en movimiento) y la sensación de encontrarse con otra persona (vigilados, controlados, etcétera). Padecían también otros trastornos que configuraban un delirio protector contra la vivencia insoportable de paralización y vacío. De acuerdo con nuestra propuesta de modelo psíquico, habían creado los sistemas de continuidad de la corriente de conciencia (estructuras y vínculos) que podían en esas condiciones. EL GRAN TIEMPO A veces el tiempo queda detenido, pero no de manera patológica: se trata de las intensas vivencias de totalización que producen los estados emocionales límites, el impacto de un accidente, la exaltación en el triunfo largamente esperado, la embriaguez, el orgasmo. El yo queda fuera del tiempo y se autopercibe como totalidad histórica (el éxtasis religioso y el satori del budismo zen deben ser los casos lírnites).