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Psicología de la Liberación: Aprendiendo de América Latina, Esquemas y mapas conceptuales de Psicología

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Tipo: Esquemas y mapas conceptuales

2020/2021

Subido el 05/05/2023

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La psicología de la liberación:
aprendiendo de América Latina*
Mark Burton**
E
Liberation Social Psychology (psicología social de la liberación, PSL) ha
sido desarrollada por un movimiento de psicólogos en América Latina
durante la última década, y este artículo explora el contexto en el cual
creció desde los trabajos de Ignacio Martín-Baró y su ulterior estudio
por Maritza Montero, entre otros. En la PSL surgen conceptos clave
que incluyen conscientización, realismo crítico, desideologización, marco
social, opción preferencial por las mayorías oprimidas y eclecticismo meto-
dológico. La aplicación de la PSL se ha dirigido a tres áreas. Primero, se
sugiere que la psicología comunitaria practicada en algunos lugares
de América Latina refleja la PSL en su énfasis por la transformación
social y el uso de métodos participativos. Segundo, el trabajo psicosocial
con víctimas de la represión estatal, enfocado en la sociedad, es consi-
derado ejemplo paradigmático de la PSL. Por último, los análisis político-
psicosociales de la realidad de los países latinoamericanos toman en cuenta,
de manera diversa, sus principios y conceptos. Para concluir, se discuten
algunos retos que enfrenta la PSL.
Palabras clave: psicología social de la liberación, opresión, transformación.
La psicología social de la liberación***
* Traducido por Joel Vázquez Ortega y Mark Burton.
** Manchester Learning Disability Partnership, Manchester Metropolitan University, The
University of Northumbria at Newcastle.
*** Agradezco a Maritza Montero, Jorge Mario Flores, Bernardo Jiménez, Ignacio Dobles,
Joel Vázquez, Tod Sloan e Ian Parker por sus sugerencias y materiales para la realización del
presente artículo. Asimismo, a Bernardo Jiménez, Carolyn Kagan y Joel Vázquez por sus
n la última década del siglo XX la psicología social de la liberación
(PSL) ha surgido como un nuevo campo en América Latina. A pesar
de que sus orígenes se ubican en los setenta y ochenta, hasta hace poco los
psicólogos han recurrido a tal término para identificar y orientar su trabajo.
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La psicología de la liberación:

aprendiendo de América Latina*

Mark Burton**

E

Liberation Social Psychology ( psicología social de la liberación , PSL) ha sido desarrollada por un movimiento de psicólogos en América Latina durante la última década, y este artículo explora el contexto en el cual creció desde los trabajos de Ignacio Martín-Baró y su ulterior estudio por Maritza Montero, entre otros. En la PSL surgen conceptos clave que incluyen conscientización, realismo crítico, desideologización, marco social, opción preferencial por las mayorías oprimidas y eclecticismo meto- dológico. La aplicación de la PSL se ha dirigido a tres áreas. Primero, se sugiere que la psicología comunitaria practicada en algunos lugares de América Latina refleja la PSL en su énfasis por la transformación social y el uso de métodos participativos. Segundo, el trabajo psicosocial con víctimas de la represión estatal, enfocado en la sociedad, es consi- derado ejemplo paradigmático de la PSL. Por último, los análisis político- psicosociales de la realidad de los países latinoamericanos toman en cuenta, de manera diversa, sus principios y conceptos. Para concluir, se discuten algunos retos que enfrenta la PSL. Palabras clave : psicología social de la liberación, opresión, transformación.

**La psicología social de la liberación*****

  • Traducido por Joel Vázquez Ortega y Mark Burton. ** Manchester Learning Disability Partnership, Manchester Metropolitan University, The University of Northumbria at Newcastle. *** Agradezco a Maritza Montero, Jorge Mario Flores, Bernardo Jiménez, Ignacio Dobles, Joel Vázquez, Tod Sloan e Ian Parker por sus sugerencias y materiales para la realización del presente artículo. Asimismo, a Bernardo Jiménez, Carolyn Kagan y Joel Vázquez por sus

n la última década del siglo XX la psicología social de la liberación ( PSL) ha surgido como un nuevo campo en América Latina. A pesar de que sus orígenes se ubican en los setenta y ochenta, hasta hace poco los psicólogos han recurrido a tal término para identificar y orientar su trabajo.

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Asimismo, esta orientación empieza a tener interés en Europa (Blanco, 1998; Burton, s/f; de la Corte Ibáñez, 1998, 2001 y s/f ) y en los Estados Unidos (Lykes, 2000; Watts y Serrano-García, 2003). La psicología latinoamericana de la liberación puede entenderse como parte de un proyecto más amplio de teoría y práctica liberadora que surgió en el contexto del trabajo para y con poblaciones oprimidas en toda Amé- rica Latina; tal proyecto ha sido recientemente sintetizado y formalizado por el filósofo Enrique Dussel (Alcoff y Mendieta, 2000; Dussel, 1997 y 1998). Los contextos sociopolíticos clave para este trabajo han incluido la represión y la guerra civil en El Salvador (Martín-Baró, Gaborit); las reper- cusiones de las dictaduras en Chile, Argentina y diversos países (Lira, Becker, Langer y otros); la experiencia de comunidades marginadas o migrato- rias pobres en Venezuela (Montero, Sánchez, Weisenfeld y algunos más), Puerto Rico (Serrano-García), Costa Rica (Dobles, Cordero) y Brasil (Maurer, Lane, Quintal de Freitas, etcétera). También otras contribuciones se han llevado a cabo en México (Jiménez, Vázquez, Flores), Estados Unidos (Aron, Corne, Lykes, Sloan, Prilleltensky y Watts), Cuba (González Rey, Tovar y otros) y España (a través de comentarios realizados por Blanco y de la Corte Ibáñez). Además de estos autores, otros trabajan explícita o implí- citamente dentro de una amplia orientación denominada psicología social de la liberación (Seedat en África del Sur; Bishop, Drew, Veno, Thomas y algunos más en Australia y Nueva Zelandia; Kagan y otros en Gran Bretaña).

¿Por qué considerar la psicología

social de la liberación?

Es importante reconocer que la PSL se ha desarrollado en un contexto muy diferente al nuestro, al europeo. Las sociedades de América Latina tienen una identidad específica, caracterizada por una gran extensión de la po- breza y por una exclusión social endémica. En muchos casos esto afecta a

comentarios críticos al texto. La versión original fue escrita para una audiencia angloparlante ya que no había mucha discusión de este movimiento en la literatura en inglés. Como se trata de una síntesis general del campo, a los lectores hispanoparlantes les hago la advertencia de que el presente artículo se realizó fuera de América Latina y su realidad, inevitablemente, a través de un lente determinado.

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en relación con las orientaciones que lo inspiran y, sobre todo, en relación con su utilidad y efectos. Comienzan a preguntarse a quién sirve y para qué sirve su quehacer, y han acumulado ya suficiente experiencia como para haber constatado que ciertas explicaciones teóricas asumidas como el modo apropiado de comprender y aprehender la realidad no producen respuestas, o bien las que dan son irrelevantes, o simplemente no funcionan, no sirven.” (Montero, 1994, cit. en de la Corte Ibáñez, 1998).

Sin embargo, el camino seguido por la PSL ha sido distinto al de los países centro, en los cuales el campo académico se ha asentado en una coexistencia, ampliamente pacífica, entre construccionistas sociales y empiricistas, con un pequeño efecto en la psicología aplicada; mucho del esfuerzo crítico ha quedado dentro de la comunidad académica en un nivel sumamente teó- rico (Burton, 2004; Burton y Kagan, 2003). Aunque discutible, la PSL puede actuar como un correctivo a la parálisis y a los juegos intelectuales posmodernistas de la psicología crítica (al menos en la versión vigente en Gran Bretaña), al asumir una orientación clara de la acción que no sólo hace las denuncias del uso de la psicología para oprimir sino además pro- pone una praxis alternativa.

Como un modelo de trabajo con grupos oprimidos

La PSL se desarrolló específicamente con relación al problema de las ma- yorías populares , las masas oprimidas, marginadas y excluidas en América Latina. En Europa también existen este tipo de poblaciones, las cuales son marginadas a causa de la manera en la que nuestra sociedad discrimina por la discapacidad, la incapacidad, la vejez, la enfermedad, la nacionalidad, la apariencia, el género, la sexualidad y la pobreza. La psicología, en su totalidad, ha descuidado este hecho de la exclusión, y apenas hace una entrada en la literatura formal (Burton y Kagan, 2004). Las condiciones en América Latina, especialmente el terror estatal y paramilitar en muchos países, han hecho que la PSL sea un recurso valioso para nuestro contexto europeo, ya sea en el trabajo con los refugiados que huyen de la persecución y la tortura, o en ayudar a reunir a las comunidades fragmentadas.

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En el contexto global

Los psicólogos que trabajan con una orientación liberadora se ven como parte de un movimiento más amplio para la justicia social y económica. Áreas clave que la PSL problematiza incluyen el compromiso, la ideología, la subjetividad y la identidad. Éstas son fundamentales para cualquier acción colectiva, sobre todo la que enfatiza la unidad en la diversidad. La reciente movilización masiva de personas contra la coalición e intervención de Gran Bretaña en las guerras de los neoconservadores estadounidenses y la lucha progresiva por la protección de los servicios públicos constituyen dos aspectos de la resistencia a la expansión capitalista en su fase globalizada neoliberal, donde las herramientas de la PSL pueden ser recursos útiles.

Su contexto

Debe entenderse entonces a la PSL como parte de un movimiento intelec- tual y político más amplio, que empezó en América Latina en los años sesenta y setenta y continúa con vigor renovado hasta hoy día. Todas las corrientes han estado enfocadas a repensar y reconstruir sus propias disci- plinas (educación, teología, psicología, sociología, filosofía) desde la pers- pectiva de los pobres, los excluidos, los marginados, los oprimidos, por y desde el compromiso y la solidaridad con ellos. Han enfatizado a las ma- yorías populares de América Latina y en general “al mundo de los dos terceros”. Los elementos clave han incluido la teoría económica de la de- pendencia (Cardoso y Faletto, 1979); la pedagogía popular de Paulo Freire (véase Freire, 1972); la sociología militante y la investigación acción par- ticipativa de Orlando Fals Borda y del grupo de La Rosca (Fals Borda, 1988; Fals Borda y Rahman, 1991); la teología de la liberación de Gutiérrez, Ellacuría, Romero, Boff, Sobrino, Betto y otros (véase Batstone et al., 1997; Gutiérrez, 1973), y la filosofía de la liberación de Franz Hinkelammert y Enrique Dussel (Dussel, 1997 y 1998).

Ideas centrales

Es bastante difícil caracterizar todo el trabajo psicológico que tiene una orientación libertaria en América Latina. No todos los que se encuentran

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medida psicoanalítico, realizado con las víctimas de las dictaduras militares de los países del cono sur, aunque es necesario señalar que éste no es el uso generalmente aceptado. En el 2003 apareció una edición especial de la revista estadounidense American Journal of Community Psychology, en ella se incluyeron principalmente trabajos elaborados fuera de América Latina, que tenían una intención liberadora (Watts y Serrano-García, 2003).

La praxis liberadora de América Latina

Un tema clave en el pensamiento de la liberación consiste en que la liberación no es una cosa y no puede ser localizada en un momento determinado. Tampoco se trata de una concesión, sino es un movimiento y una serie de procesos (Montero, 2000). Tiene sus orígenes en la interacción entre dos tipos de agentes o activistas:

  1. Los agentes catalíticos externos (que puede incluir a psicólogos co- munitarios).
  2. Los propios grupos oprimidos.

Esta noción latinoamericana de la liberación propone una alianza estra- tégica entre estos dos sectores. Una idea central es el concepto de la cons- cientización utilizado por Freire (1972). En la que tal vez es la explicación más clara hecha por Martín-Baró (1985), identifica tres aspectos:

  1. El ser humano se transforma al ir cambiando su realidad… por… un proceso activo… el diálogo.
  2. Mediante la paulatina decodificación de su mundo, la persona capta los mecanismos que le oprimen y deshumanizan… se abre el hori- zonte a nuevas posibilidades de acción.
  3. El nuevo saber de la persona sobre su realidad circundante le lleva a un nuevo saber sobre sí misma y sobre su identidad social... le permite no sólo descubrir las raíces de lo que es, sino el horizonte de lo que puede llegar a ser. Así, la recuperación de su memoria histó- rica ofrece la base para una determinación más autónoma de su futuro.

Freire tenía cuidado de no proporcionar recetas para este proceso, porque cada situación es diferente, y el riesgo es que el trabajador cometa el error

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de utilizar un modelo concreto desde un contexto a otro, mientras que las particularidades son diferentes en cada caso. Dussel (1998), en un trabajo panorámico citado con frecuencia por los que trabajan en la perspectiva de la PSL, ha resumido lo anterior, así como los modelos y experiencias relacionados en términos más generales. Postula una llamada (o interpelación) por parte de las víctimas (que conscientes de su opresión dentro de un sistema o excluidas de éste) hacen a los otros, quienes dentro del sistema mismo tienen una conciencia ética (los intelec- tuales orgánicos en el sentido gramsciano). Ambos sectores trabajan juntos denunciando lo injusto y construyendo una realidad social alternativa, es decir, colaboran en un proyecto de liberación compartido. Como Martín- Baró y Montero han destacado, esto finalmente implicaría la liberación de los opresores.

Realismo crítico

Martín-Baró estableció un planteamiento distinto sobre el rol de la teoría, el cual han seguido quienes trabajan dentro de este paradigma:

no sean los conceptos los que convoquen a la realidad, sino la realidad la que busque a los conceptos; que no sean las teorías que definan los problemas de nuestra situación sino que sean esos problemas los que reclamen y, por así de- cirlo, elijan su propia teorización. Se trata de cambiar nuestro tradicional idea- lismo metodológico en un realismo crítico (Martín-Baró, 1998: 314).

Por lo tanto, la teoría tiene más un papel de soporte (que objetivo), como una especie de andamiaje para guiar la acción. Su realismo no es simplista: de qué índole sea la realidad social puede ser difícil de compren- der, no sólo por la gente, sino para la propia psicología. Por eso es necesario desideologizar la realidad, quitando capas de la ideología (para Martín- Baró constituye el ejercicio disfrazado del poder) que hacen individual y naturalizan fenómenos como el fatalismo en las sociedades latinoameri- canas (Martín-Baró, 1987). Esta dirección de viaje se parece a los enfoques de Grounded Theory (teoría fundamentada), forma de investigación cualitativa (Strauss y Corbin, 1990), donde la teoría se construye meticulosamente desde el suelo de información por parte del investigador. Las diferencias radican en una

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intereses sociales claros que conducen al conflicto. El poder debe ser enten- dido no sólo en el sentido interpersonal, también en términos de su organi- zación en la sociedad. El conflicto y el poder tienen dimensiones económicas e ideológicas (Blanco, 1993). La ideología no es complementaria al poder sino una manifestación de ello: la mediación psíquica del ejercicio dis- frazado del poder (de la Corte Ibáñez, s/f). En segundo lugar, la dimensión social de la liberación tiene por lo general la prioridad sobre la de lo indi- vidual. La psicología en el molde norteamericano y europeo ha privilegiado la emancipación individual; por el contrario, en el contexto latinoame- ricano la liberación se asume como una dimensión primordialmente social, se trata de una liberación colectiva antes que individual (Martín-Baró, 1986). En tercer lugar, reflejando el realismo crítico, la verdad práctica tiene una prioridad sobre la verdad teórica. Martín-Baró propone una pregunta epistemológica: ¿cuáles deben ser los criterios que nos permiten determinar la verdad histórica de nuestros conocimientos psicológicos sobre las realidades que vivimos en Latinoamérica? (Martín-Baró, 1998: 325). Retomada direc- tamente de la teología de la liberación, se trata de la opción preferente de las mayorías oprimidas (originalmente la opción preferente de los pobres ). La psicología tiene que renunciar a su obsesión (idolatría) con sus proble- mas internos para centrarse en la atención a las necesidades de las mayorías populares, lo cual debe ser el objeto primario de la atención de los psicó- logos latinoamericanos, pues de ello depende la liberación de tales mayorías de las estructuras sociales que las mantienen oprimidas. Por tanto, a esto se deben enfocar el interés y los esfuerzos de la psicología (Martín-Baró, 1986).

Eclecticismo metodológico

Los psicólogos con una orientación derivada de la PSL combinan las téc- nicas tradicionales (las encuestas, el uso de métodos estadísticos, entre otros) con enfoques del nuevo paradigma (p. e., las representaciones sociales, investigación cualitativa, la fotografía cooperativa y el drama), la crítica de la ideología (que utiliza posiciones foucaultianas) o diversas concepciones relacionadas. No obstante, hay un énfasis en el compromiso freireano con el método de reflexión-acción-reflexión y la investigación acción par- ticipativa. Esto implica otro contraste con una buena parte de la psicología crítica europea.

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¿Cómo se aplica la perspectiva de la liberación en la práctica de la psicología?

Podría decirse que la PSL se aplica a tres campos principales. Éstos, sin embargo, se superponen considerablemente; por ejemplo, un trabajo ubi- cado como psicología comunitaria quizás también puede tener implica- ciones concernientes a la violencia del Estado, la impunidad o a un análisis sociopolítico más amplio (Cordero, 1997; Dobles, 1994).

Psicología social comunitaria

La psicología comunitaria en América Latina ha sido distinta de la que se hace en la otra América (Martín, 1998; Montero, 1994, 1996 y 1998; Quintal de Freitas, 2000; Riviera Medina y Serrano-García, 1990; Sánchez y Wiesenfeld, 1991; Tovar, 2001). Sus raíces están en la psicología social, con un énfasis menor en la tradición clínica y de la salud mental (precisa- mente una de las raíces estadounidenses de la disciplina). Hay una orien- tación para estudiar comunidades marginadas en escenarios tan diversos como los barrios pobres de Caracas, San Juan o Sao Paulo, o en los asenta- mientos rurales en Costa Rica o México. El énfasis varía pero, en general, el psicólogo es considerado un recurso para la comunidad al ofrecer su expe- riencia en la investigación, la comprensión del liderazgo, la organización, la dinámica del grupo y el conocimiento del sistema (por ejemplo, cuando se trata de la obtención de los recursos). El interés por los procesos de cons- cientización (Freire) y el uso de los métodos investigativos de la ciencia social (véase, Fals Borda, 1988; Fals Borda y Rahman, 1991) son típicos, como lo es también el esfuerzo por entender lo local y lo particular de la lucha y la autoliberación dentro de una perspectiva más amplia, esto es, social y global. Montero (1991) sugiere que esta psicología social comunitaria propor- ciona una base metodológica y empírica para la psicología de la liberación, mientras que la investigación acción participativa, la teoría de la depen- dencia y la educación popular, junto con la revisión crítica de la psicología tradicional, brindan el soporte teórico. La psicología social comunitaria se imparte y se practica en algunas universidades de Venezuela, México, Colombia, Puerto Rico, Cuba, Costa Rica, Brasil, Chile, Perú y Argentina, abordando una variedad de asuntos sociales que incluyen la promoción de la salud; el desarrollo económico

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de violencia política (por ejemplo, en Angola). Asimismo, ha desarrollado múltiples actividades de investigación tanto en la dimensión clínica como en la psicosocial, tratando de relacionar los problemas individuales con la realidad macrosocial, es decir, articulando los dos aspectos. Mientras tanto, en Chile, las discusiones sobre las implicaciones sociales, subjetivas y políticas de los diecisiete años de gobierno autoritario todavía continúan. La repa- ración social a las víctimas sigue siendo un aspecto importante; la cuestión de la unidad y la reconstrucción nacional es un tema en la salud mental chilena con una dimensión política y pública. Desde los primeros seña- lamientos acerca de los efectos psicológicos, familiares y sociales, el trabajo del ILAS ha incluido la denuncia pública de los agentes del régimen mi- litar y se convirtieron en el testimonio de lo que el país ha experimentado. Al mismo tiempo, se han desarrollado modelos de tratamiento dirigidos en especial a aliviar el sufrimiento de los afectados directamente por la represión política. A pesar de la urgencia de tal desafío, la reflexión socio- política siempre ha formado parte del trabajo y ha sido el sustento de la acción, sin el cual no hubiera sido capaz de entender todas las dimensiones del sufrimiento padecido por aquellos con quienes ha trabajado el ILAS, asumiendo al mismo tiempo el compromiso de publicar, desarrollar y man- tener los vínculos con colegas chilenos e internacionales (ILAS, 2003).^3 En la labor del ILAS y otros, como el equipo de apoyo psicosocial de las Madres de la Plaza de Mayo en Buenos Aires (Hollander, 1997) o la organi- zación AVRE en Colombia (Castaño y López, 1994), el énfasis es convertir el sufrimiento (anteriormente un dolor secreto) en algo social, compartido, a fin de volver a jugar los papeles sociales activos. En el curso de su trabajo, el grupo de Buenos Aires ha producido la evidencia del poder curativo a través del activismo político (véase, Hollander, 1997). Lira y Weinstein (1990) definen su modelo terapéutico en términos de nueve objetivos:

  1. Catarsis y reconstitución de la experiencia traumática.
  2. Alivio de lo sintomático.
  3. Elaboración emocional de la experiencia traumática.
  4. Vinculación de la experiencia traumática en los significados existen- ciales en la vida del sujeto.
  5. Recuperación de su rol como ser social.

(^3) Ibídem.

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  1. Reubicación de la experiencia traumática en el contexto de la expe- riencia vital del sujeto.
  2. Reestructuración del proyecto existencial: continuidad entre pasado, presente y futuro.
  3. Recuperación de vínculos colectivos.
  4. Enfrentamiento de los problemas de parejas o familiares producidos por la experiencia de la tortura.

Nuestro enfoque terapéutico otorga importancia decisiva a la reestruc- turación del proyecto existencial que se halla asociada directamente a la recuperación, por parte del individuo, de un rol activo como ser social. La psicoterapia debe ir acompañada, entonces, de condiciones que ayudan a que el sujeto recupere el sentido de su vida anterior a la experiencia, o que permitan que éste, en paradójica contradicción con las intenciones del torturador, favorezca el crecimiento y el desarrollo personal de quien fue su víctima (Lira y Weinstein, 1990: 387).

Estos autores también destacan la necesidad de que el terapeuta sea capaz de interpretar las experiencias de manera sociopolítica, para que el afectado pueda contestar las preguntas: ¿por qué torturan? y ¿por qué a mí?, y así descubrir la racionalidad en una situación tan caracterizada por la arbitrariedad y la confusión. El tema de recuperar la memoria de lo que sucedió, de los que han sido detenidos o desaparecidos es una clave común en estos trabajos. Esto es im- portante en términos del énfasis general en la praxis libertaria del papel de la memoria colectiva, en tanto recurso político y social, pero además a causa de la negación oficialmente asumida (o sancionada) de lo que pasó. En Guatemala, desenterrar a los asesinados, identificarlos y conmemorar lo ocurrido, a través de ceremonias tradicionales mayas, es muy significa- tivo y existen varios proyectos interdisciplinarios en desarrollo (Flores et al ., 2002). Una dimensión adicional a todo lo anterior lo constituye la labor para procesar y terminar con la impunidad de los responsables. Los psicólogos están recurriendo como recursos a abogados, arqueólogos forenses y miem- bros de las propias comunidades afectadas (Flores et al ., 2002; Reza, s/f ). Los congresos internacionales de PSL han sido fundamentales para inter- cambiar las experiencias (por ejemplo, entre los que trabajan en El Salvador y Guatemala). El enfoque terapéutico se encuentra con la psicología

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celebrado en el 2002, se presentaron estudios sobre el uso del terror por parte de los paramilitares colombianos y sus efectos en la vida de la familia y la subjetividad (Estrada, 2002); la guerra psicológica de la contrainsur- gencia y el genocidio guatemalteco (Flores, 2002) y el uso del régimen de Bush de la propaganda, después del atentado contra las torres gemelas (Sánchez, 2002). Otros trabajos se han centrado en asuntos como el desa- rrollo de la niñez bajo condiciones de violencia institucionalizada (Gaborit, s/f ), el proceso de urbanización (Jiménez, 2002), los asuntos rurales (Cor- dero, 1997), la situación de los derechos humanos (Vázquez, 2002) y los nuevos movimientos sociales en Latinoamérica (Vázquez, 2000). Se viven acontecimientos recientes en la región, tales como la disminución de la impunidad (Argentina, Chile), la elección de gobiernos progresivos (Vene- zuela, Brasil) o al menos de un aumento de parlamentos progresistas (Ecuador, Bolivia, Chile, El Salvador, Uruguay), junto con la intensificación de la intervención económica y militar de Washington (el Plan Puebla-Panamá en México y Centroamérica, el Plan Colombia, la Comisión de Ayuda a una Cuba Libre). Todo ello quizá conduzca a un interés cada vez mayor para construir comentarios y análisis, al igual que a la búsqueda de nuevos medios para intervenir en la esfera pública (Dobles, 2003). Es claro que no hay un enfoque unificado que pueda llamarse psicología social de la liberación, pero existe una familia de enfoques que caen bajo ese título y denotan suficientemente un uso y desarrollo de tales ideas para adscribirse a esta perspectiva.

Desafíos

A pesar de su amplia aplicabilidad al trabajo para y con poblaciones margi- nadas, y al grado de compromiso de sus autores, la psicología social de la liberación se conoce muy poco fuera de América Latina, donde, incluso, es una tendencia minoritaria. Se insiste otra vez en exponer su enfoque distintivo en lugar de generar un desarrollo adicional. Al mismo tiempo, persiste lo que Montero (2002, comunicación personal) ha identificado como el riesgo continuo de caer en un mero activismo, o también al uso del discurso libertario para encubrir prácticas repetitivas poco críticas, donde el abuso y la explotación regresan o se justifican. Finalmente, como cual- quier movimiento social progresista, en realidad enfrenta tareas enormes, por ejemplo, contribuir a la oposición, al imperio de la explotación y la

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dominación capitalistas, construir sistemas viables de apoyo para la propia PSL con y para los marginados y oprimidos. Ésta, entonces, representa un interés minoritario con credibilidad sólo en ciertos lugares. Los congresos internacionales de psicología social de la liberación hasta ahora realizados han convocado únicamente a unos cientos de interesados, siendo en su mayoría de los propios países donde se han llevado a cabo, debido a que los costos del viaje son prohibitivos para que haya asistentes de otros lugares. Además, existe poca continuidad de la red entre cada uno de los encuentros, aunque ya se ha tomado en cuenta este problema, pues hay una pequeña red de entusiastas y algunos tienen una posición respetada en la disciplina. La calidad del debate es alta, sin embargo, no se presenta mucho trabajo original. El psicólogo crítico norteamericano Tod Sloan expresa una comparación con la psicología crítica europea:

En general, los académicos latinoamericanos tienen pocos recursos y tiempo para actualizarse, como sí ocurre con los británicos progresistas. En el Reino Unido, a menudo parece haber demasiada teoría, mientras que en América Latina, en cambio, parece que no hay suficiente (2002, comunicación personal).

A pesar de haber aperturas esperanzadoras en Latinoamérica, también hay enormes fuerzas en contra de iniciativas como éstas. Los constantes problemas económicos de la región (casi todas las economías se han caído a partir de 2002) y la dominación e interferencia continuas por parte de un imperio que neutraliza cualquier amenaza a sus intereses económicos (por ende, políticos), constituyen un límite real para la liberación de los ex- cluidos de la fiesta del capitalismo. Los intereses de los académicos y profesionales no son siempre iguales a los de los sectores oprimidos, y la vinculación entre los psicólogos socia- les progresistas y otros movimientos alternativos no es muy fuerte. En cuanto al Congreso Internacional de Psicología Social de la Liberación realizado en Guatemala (2001), hubo un intento excelente de involucrar a los movi- mientos sociales populares, tanto a los de Guatemala como a los de otros lugares, proporcionándole una crítica urgente al encuentro. Horacio Mar- tins de Carvalho, asesor del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST) de Brasil, dictó un impresionante discurso que abordó la naturaleza de la lucha para la justicia social, las ocupaciones de la tierra y las comunidades democráticas de reciente aparición, junto con las prácticas culturales que han evolucionado para sostener la lucha. El congreso encuadró efectiva- mente la problemática de: ¿en qué puede contribuir la psicología? y ¿qué

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