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PRIMER ORDEN Y SEGUNDO ORDEN, Resúmenes de Literatura

SE BASAN EN LOS CONCEPTOS DE PRIMER Y SEGUNDO ORDEN DE ACUERDO A SU ORDEN ORDENADO

Tipo: Resúmenes

2018/2019

Subido el 30/10/2019

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Hacia un modelo de cognición histórica: los conceptos de primer y
segundo orden.
Hacia un modelo de cognición histórica: los conceptos de primer y segundo orden.
Siguiendo a Peck y Seixas (2011), los nuevos esfuerzos en el terreno de la educación histórica centrada en formas
específicas de construcción de conocimientos disciplinarios implica, en primer lugar, contar con un modelo de cognición
histórica sólido y basado en el empleo de conceptos organizativos y en las formas de investigación propias de la disciplina.
Éste modelo tiene que ser claro y comunicable y, al mismo tiempo, debe mantener abiertos los caminos hacia la complejidad
que pueden aparecer más allá de cualquier algoritmo simplista
En el centro de este modelo está la distinción entre los contenidos de la historia (¿Qué pasó y cuándo ocurrió?), llamados
también conceptos de primer orden o sustanciales, y los de segundo orden que se refieren a categorías analíticas que
permiten la comprensión de estos eventos.
Para abundar diremos que los conceptos de primer orden comprenden los procesos históricos concretos que se han
desarrollado a lo largo del tiempo en diversas latitudes y espacios sociales. De hecho, frecuentemente hacen parte de
índices más o menos extensos ubicados de historias generales comprendidas en lo que hoy conocemos como “Historia
Universal” o “Historia Nacional”. En el caso de México, estos conceptos de primer orden constituyen aún la matriz de planes
y programas de estudio de innumerables currícula escolares que, no obstante su predominio, muestran una tendencia a la
transformación, por lo menos en el terreno de la educación básica y de la formación de docentes.
Además de los contenidos históricos concretos, los conceptos de primer orden se refieren a los significados específicos que
adquieren algunos términos convencionales como “Revolución”, “Estado”, “Rey”, “Independencia”, “Gobernante” en
contextos específicos y, por lo tanto, diferenciados. Como ejemplo, baste citar la muy distinta connotación que adquiere el
término “Rey” cuando lo empleamos para referirnos a los señoríos mexicas o cuando lo usamos en teniendo a la Nueva
España como escenario histórico.
En este caso, los conceptos de primer orden constituyen significados que se despliegan a partir de contextos específicos y
apoyan un manejo preciso de los contenidos históricos.
Por el contrario, los conceptos históricos de segundo, pueden definirse como nociones que “proveen las herramientas de
comprensión de la historia como una disciplina o forma de conocimiento específica... estos conceptos le dan forma a lo que
hacemos en historia” (Lee & Ashby, Progression in HIstorical Understanding among students ages 7 - 14, 2000).
Entre estos conceptos de segundo orden o procedimentales se encuentran los siguientes: tiempo histórico (espacio- tiempo,
procesos y actores), cambio y permanencia, causalidad, evidencias históricas, relevancia y empatía.
Por la importancia de estos conceptos ordenadores, es importante detenernos un poco en ellos, no sólo para intentar
clarificarlos, sino para ponerlos en relación con la educación formal.
Tiempo histórico.
Sin duda, el concepto estelar “entre historiadores” es el de tiempo histórico ya que sin él no es posible “historizar” (otorgarle
densidad histórica) ningún proceso, objeto o personaje ya que fuera de él no podrían tener lugar. Como bien dice Marc
Bloch (Bloch, 1982) , “los hombres son hijos de su tiempo”.
Ahora bien, el tiempo histórico implica siempre una relación entre el espacio1[i] y el tiempo2[ii] pues ambas dimensiones
son indisociables. Y es esta coordenada la que nos permite “situar” un proceso determinado en la historia.
EDUCACIÓN HISTÓRICA EN EL AULA.
LIC. GERMÁN MONTERO LÓPEZ.
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Hacia un modelo de cognición histórica: los conceptos de primer y

segundo orden.

Hacia un modelo de cognición histórica: los conceptos de primer y segundo orden.

Siguiendo a Peck y Seixas (2011), los nuevos esfuerzos en el terreno de la educación histórica centrada en formas específicas de construcción de conocimientos disciplinarios implica, en primer lugar, contar con un modelo de cognición histórica sólido y basado en el empleo de conceptos organizativos y en las formas de investigación propias de la disciplina. Éste modelo tiene que ser claro y comunicable y, al mismo tiempo, debe mantener abiertos los caminos hacia la complejidad que pueden aparecer más allá de cualquier algoritmo simplista

En el centro de este modelo está la distinción entre los contenidos de la historia (¿Qué pasó y cuándo ocurrió?), llamados también conceptos de primer orden o sustanciales, y los de segundo orden que se refieren a categorías analíticas que permiten la comprensión de estos eventos.

Para abundar diremos que los conceptos de primer orden comprenden los procesos históricos concretos que se han desarrollado a lo largo del tiempo en diversas latitudes y espacios sociales. De hecho, frecuentemente hacen parte de índices más o menos extensos ubicados de historias generales comprendidas en lo que hoy conocemos como “Historia Universal” o “Historia Nacional”. En el caso de México, estos conceptos de primer orden constituyen aún la matriz de planes y programas de estudio de innumerables currícula escolares que, no obstante su predominio, muestran una tendencia a la transformación, por lo menos en el terreno de la educación básica y de la formación de docentes.

Además de los contenidos históricos concretos, los conceptos de primer orden se refieren a los significados específicos que adquieren algunos términos convencionales como “Revolución”, “Estado”, “Rey”, “Independencia”, “Gobernante” en contextos específicos y, por lo tanto, diferenciados. Como ejemplo, baste citar la muy distinta connotación que adquiere el término “Rey” cuando lo empleamos para referirnos a los señoríos mexicas o cuando lo usamos en teniendo a la Nueva España como escenario histórico.

En este caso, los conceptos de primer orden constituyen significados que se despliegan a partir de contextos específicos y apoyan un manejo preciso de los contenidos históricos.

Por el contrario, los conceptos históricos de segundo, pueden definirse como nociones que “proveen las herramientas de comprensión de la historia como una disciplina o forma de conocimiento específica... estos conceptos le dan forma a lo que hacemos en historia” (Lee & Ashby, Progression in HIstorical Understanding among students ages 7 - 14, 2000).

Entre estos conceptos de segundo orden o procedimentales se encuentran los siguientes: tiempo histórico (espacio- tiempo, procesos y actores), cambio y permanencia, causalidad, evidencias históricas, relevancia y empatía.

Por la importancia de estos conceptos ordenadores, es importante detenernos un poco en ellos, no sólo para intentar clarificarlos, sino para ponerlos en relación con la educación formal.

Tiempo histórico.

Sin duda, el concepto estelar “entre historiadores” es el de tiempo histórico ya que sin él no es posible “historizar” (otorgarle densidad histórica) ningún proceso, objeto o personaje ya que fuera de él no podrían tener lugar. Como bien dice Marc Bloch (Bloch, 1982) , “los hombres son hijos de su tiempo”.

Ahora bien, el tiempo histórico implica siempre una relación entre el espacio 1 [i] y el tiempo 2 [ii] pues ambas dimensiones

son indisociables. Y es esta coordenada la que nos permite “situar” un proceso determinado en la historia.

LIC. GERMÁN MONTERO LÓPEZ.

Es necesario considerar que cuando hablamos de procesos históricos implicamos también la participación de actores que se involucran en ellos en función de sus necesidades, intereses y motivaciones propias. Obvio es señalar que en estos actores se concentra la dimensión humana de la historia y que sin ellos ninguna historia tendría lugar.

Como señala Peter Lee (Lee P. , 2005), en el terreno educativo, es necesario considerar que aún los niños más pequeños (no familiarizados con el uso de las mediciones convencionales o que no dominan el manejo del reloj) han internalizado sus estructuras temporales básicas como día o noche; tiempo de desayunar, comer o cenar; tiempo de ir a la escuela y tiempo de estar en casa, etc. Pero sin duda requerirán tiempo y ejercicios sistemáticos para distinguir entre lo viejo y lo antiguo o para mensurar procesos de larga duración.

Posteriormente podrán desarrollar algunas nociones históricas no intuitivas como la idea de “época”, contexto histórico, coyuntura, etc., mismas que por su complejidad implican una abstracción mayor que el manejo del reloj, el conocimiento del calendario o la ordenación cronológica de los años, lustros, décadas y siglos. Por supuesto que esto no significa que las marcas convencionales de tiempo (fechas y cronología) no sea importante en historia o que los alumnos no deban manejarlas sólo que estos datos son suplementarios y no centrales en la comprensión de los procesos históricos.

Cambio y continuidad.

El pasado, como señala Eric Hobsbawm (Hobsbawm, 2006), es un mundo para viajeros pues implica un permanente encuentro con territorios desconocidos que se transforman permanentemente. Justamente, esta idea del cambio le hace concebir al ave migratoria como una gran metáfora de la historia que él concibe como una disciplina en búsqueda permanente de nuevos confines que explorar.

De hecho, como afirma Peter Lee (Lee P. , 2005), los historiadores descartan la idea de que la realidad es estática, pero dan cuenta de procesos de continuidad que implican la larga duración.

En este sentido, en las aulas, es pertinente asociar a la noción de tiempo histórico la de cambio y continuidad formulando cuestiones como: ¿Qué cambia? Cómo? ¿Los cambios fueron leves o muy profundos? ¿Qué cuestiones permanecieron? ¿Cómo lo podemos saber?

Estas preguntas orientan la comprensión no sólo de los cambios sino de sus ritmos y su direccionalidad ya que los cambios pueden corren en diversas direcciones, no sólo en un sentido progresista, comprenderlo implica, reconocer la complejidad de las transformaciones históricas.

Empatía.

La empatía en historia tiene que ver con el supuesto de que la gente que vivió en el pasado no pensaba ni actuaba como nosotros y, por esta razón, al explicar los procesos en los que tomaron parte (ya fuese de manera individual o colectiva) es necesario hacerlo a la luz de sus propias miradas y no de las nuestras. Ello no implica penetrar la mente de los otros sino tener la capacidad de comprender ideas totalmente distintas de las nuestras. A partir de nuestras fuentes, un ejercicio empático nos permite inferir los puntos de vista de los actores involucrados y, a partir de este conocimiento, explicar lo que ellos hicieron.

Causalidad.

La idea de causa se asocia a la de cambio en la medida en que se identifica con procesos que rompen con el continuom de la vida cotidiana. No obstante, las causas desencadenantes de estos procesos no constituyen “eslabones “ de “cadenas” de eventos lineales sino hacen parte de redes complejas que interactúan directa e indirectamente de manera simultánea para producir conjuntos de procesos que no ocurrirían si esta retícula no se hubiese puesto en movimiento.

LIC. GERMÁN MONTERO LÓPEZ.

El desarrollo del pensamiento histórico y los conceptos de segundo orden en la clase de historia.

Estos conceptos de segundo orden, suministran las herramientas necesarias para hacer historia, para pensar históricamente pues permiten organizar la información disponible en términos explicativos y no únicamente descriptivos.

El empleo de conceptos de segundo orden implica que en las aulas los estudiantes trabajarán con evidencias (fuentes históricas primarias y secundarias) para:

  • Reconocer a la historia como una disciplina que permite conocer y explicar procesos ocurridos en el pasado (no vivenciales) así como sus relaciones con el presente.
  • Formular interrogantes, plantear hipótesis, identificar evidencias y validar argumentos en torno a procesos del pasado y sus relaciones con el presente empleando conceptos históricos de primer y segundo orden.
  • Discernir de manera reflexiva, es decir, a partir de conceptos históricos de segundo orden, el manejo de fuentes históricas y el debate en comunidad, la relevancia de procesos, personajes y/o acontecimientos históricos.
  • Debatir, a partir de evidencias, las diversas y a veces conflictivas historias sobre el pasado planteadas por los historiadores y/o los testigos de procesos del pasado.
  • Además, esta categorización lleva directamente a otra idea clave: la progresión en el pensamiento histórico, en este sentido, Lee, Ashby y sus colegas británicos han mostrado cómo los conceptos de segundo orden de los estudiantes pueden llegar a ser cada vez más sofisticados y autónomos.

Ello conlleva el hecho de que en lugar de examinar a los alumnos únicamente a partir de un simple grupo de respuestas correctas, debemos evaluar qué tan bien equipados están para participar en debates sobre nuestra historia, debates que en el caso de un país como México multicultural y diverso, han ocupado un lugar relevante en el pasado y seguramente seguirán ocurriendo en el futuro.

LIC. GERMÁN MONTERO LÓPEZ.