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Prácticas de psicodiagnóstico para adultos
Tipo: Apuntes
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CARRERA
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El grado de objetividad puede alcanzar la psicología INTRODUCCIÓN: Sobre la base de diferentes abordajes teóricos cognitivos y constructivistas, en el presente trabajo se analiza el alcance del concepto de objetividad como contrapuesto al de subjetividad. Se hace referencia a los procesos basados en los esquemas propuestos por Beck (1988) y a los tres niveles de cognición explicitados recientemente por Alford y Beck (1997), a la teoría de los constructos personales de Kelly (1963) Ya la relevancia que Mahoney (1985, 1989) otorga a la significación que cada persona construye acerca de sí misma y del mundo. Los autores mencionados, en distintos momentos de la evolución de sus respectivas teorías, coinciden en reconocer -lo mismo que Vygotsky (1934,1995) Y los psicólogos sociales en general - que el significado, si bien es idiosincrático, se construye necesariamente bajo la influencia de la cultura. En el marco de la evaluación psicológica se enfatiza la importancia que reviste la construcción de los significados personales y la necesidad de lograr espacios de significación compartida cuando se interactúa con una persona durante el proceso de evaluación. Se hace referencia a la valiosa y fructífera contribución de los estudiosos del inconsciente cognitivo (Froufe, 1997; Meichenbaum & Gilmore, 1984; Orbach, 1995), y a los aportes brindados por la teoría de la atribución al estudio del proceso de evaluación psicológica. Luego de destacar la responsabilidad del psicólogo frente a la labor evaluativa, se concluye que es preciso admitir la relatividad del concepto de objetividad cuando se plantean los alcances de su aplicación en el área de la evaluación y del diagnóstico psicológico. Desde la fundación de la física por Galileo, Descartes y Newton, ha predominado en las ciencias naturales la idea de lo simple y determinado, la búsqueda de un
lógicos (en contra de la tesis conductista) ni como conciencia de estos hechos (en contra de la psicología de cuño cartesiano), sino como una realidad compleja en que se muestra la existencia de una interioridad dinámica en relación con el mundo. Los procesos psíquicos, aunque se dan también en los animales, en el hombre son más ricos y complejos y, en muchos casos, exclusivos, como la alegría, la angustia, la acción voluntaria, etc.; además, a diferencia de los animales, los procesos psíquicos humanos se refieren al mundo y no al ambiente. El mundo, fren-te al ambiente, no es un lugar en donde satisfacer las necesidades, sino una realidad que puede ser conocida y amada en cuanto tal, es decir, en cuanto dotada de sentido para la persona. En el hombre, el estudio de la vida anímica está ligado íntimamente a la acción. Por una parte, porque a través de la acción nos relacionamos con la realidad, modificándola no solo natural sino también culturalmente. Por otra parte, porque la acción influye en la vida anímica humana, individualizándola, perfección andola, como ocurre en el carácter virtuoso. La vida anímica humana, mediante el ac-Capítulo I Objeto y ámbito de la psicología (entendido en sentido amplio, es decir, gestos, lenguaje y acciones propia-mente dichas), crea las condiciones de la convivencia humana y, a su vez, es influida por esta última. De este modo, el conocimiento de la vida anímica individual se enriquece con la experiencia de las manifestaciones anímicas propias y ajenas, que florecen sobre todo en las relaciones interpersonales. La perspectiva temática Tras haber definido el tema de la psicología, es necesario precisar la perspectiva temática, o sea, el enfoque psicológico de la vida anímica humana, una realidad que interesa profundamente al hombre pues la conoce como algo propio, si bien no sea capaz de abarcarla en toda su diversidad y riqueza. En la psicología se descubre así, aunque en un nivel distinto a las otras ciencias humanísticas, la relación entre individuo y especie humana. La vida anímica humana, además de objeto de la psicología, es también el tema de numerosas disciplinas científicas y artísticas. Está claro que la vida aní-mica humana, tanto indirecta como directamente, es el argumento de novelas, poemas, sinfonías, pinturas, películas, etc., y, en general, de cualquier tipo de expresión artística1. La literatura, por ejemplo, se interesa por el alma humana para crear personajes y tipos que representan las constantes de la psique en lo que tiene de individual y colectivo. La vida anímica humana puede estudiarse también desde el punto de vista práctico, como hacen por ejemplo la medicina, la psiquiatría, etc., o
desde el pun-to de vista teórico, como hacen la antropología filosófica, la teología, etc. La medicina y la psiquiatría, por ejemplo, se ocupan de los procesos psíquicos en tanto que están en la base de disfunciones orgánicas o de patologías psíquicas, es decir, ambas disciplinas estudian lo psíquico en la medida que influye en la salud del paciente. La antropología, en cambio, se ocupa de los procesos psíquicos en cuanto manifiestan la esencia de la persona. En todas estas disciplinas falta, sin embargo, un análisis de los procesos psí-quicos en cuanto tales, y de sus relaciones con lo que hemos llamado vida anímica humana. El estudio sistemático de los procesos psíquicos en cuanto tales es precisamente la perspectiva psicológica. EL ÁMBITO DE LA PSICOLOGÍA El ámbito de la psicología está delimitado por su objeto, la vida anímica en cuanto tal. Para estudiar el objeto de la psicología hay que partir, pues, del viviente. El viviente Según Aristóteles, la vida de cada viviente es su mismo ser3. La vida en cuanto tal está, por tanto, en el origen de todos los procesos psíquicos. De ahí la importancia de estudiar las características del ser vivo para comprender adecuadamente las particularidades de la psique humana. Características del viviente Desde el punto de vista fenomenológico, los rasgos esenciales de la vida son seis: a) el autodesarrollo; b) la integración; c) la autoconservación; d) la comunicación; e) la temporalidad, y f) la reproducción. a) El autodesarrollo o modificación de una forma en el tiempo. No es un cambio cualquiera, sino el guiado por un principio interior que actualiza las posibilidades innatas de aquel ser prescribiéndole la forma exterior y la organización interna. El conjunto de estas fuerzas es el principio configurador o pattern que, por ejemplo, actúa en la semilla del girasol. Cuando ese principio se desarrolla plenamente, alcanza su fin. El principio configurador del viviente se llama ente-lechería, porque tiene en sí el propio fin5.El desarrollo del viviente no debe pensarse como el crecimiento de un ser que posee ya todos los órganos y funciones6, sino como un proceso de diferenciación progresiva –morfológica y funcional– de lo simple e inorgánico a lo complejo organizado, constituido por partes especializadas. Los órganos vegetativos y sensitivos del animal, por ejemplo, son diferentes (los
autores han tenido las nuevas producciones teóricas y epistemológicas de las ciencias sociales de forma general. Esto ha hecho que la propia definición del concepto represente una dificultad, no por la pretensión de tener un referente cerrado y estático, sino por los propios elementos teóricos que implícita o explícitamente se han ido incorporando al propio concepto. La extensión y la diversidad en el uso del concepto, así como la diversidad de posiciones epistemológicas y metodológicas que concurren de forma simultánea en las investigaciones relacionadas con este campo de investigación obligan a un momento de reflexión teórica y epistemológica que impida que el concepto se banalice con la extensión de una práctica que, con frecuencia, es independiente de las bases filosóficas, teóricas y epistemológicas que estuvieron al inicio de su aparición y que hoy en día están sirven de sustento de sus diferentes tendencias y desdoblamientos. Moscovici y Markova (2006) a lo largo de su obra han reconocido como fuentes teóricas esenciales a Durkheim, Levy-Bruhl y Piaget. Sin embargo, en épocas más recientes (Moscovici, 2000a y b) han incorporado el pensamiento de Vygotsky, especialmente en los puntos de contacto de ese pensamiento con Levy-Bruhl y Piaget. Piaget expresa un énfasis en procesos cognitivos, mientras Levy-Bruhl, quien también da más peso a lo cognitivo, afirma la inseparabilidad del intelecto de las emociones. Por su parte, Durkheim, fue un autor que reivindicó el carácter especifico de lo social y, a pesar de sus posiciones metodológicas positivistas, comprendió con más claridad la especificidad ontológica de lo mental. Moscovici (2000b) ha intentado definir el espacio de lo emocional en las creencias partiendo de esta consideración de Levy-Bruhl y en momentos anteriores definió el aspecto emocional de las representaciones en las actitudes.
En el presente trabajo pretendo integrar a la discusión sobre las representaciones sociales una visión de subjetividad que he venido trabajando en los últimos quince años y que tiene como fuente esencial el último periodo del trabajo de Vigotsky, el cual, en mi opinión, representó uno de los momentos de mayor diferencia de su obra con la de Piaget. El objetivo es, pues, presentar las representaciones sociales dentro de la articulación de la subjetividad social y la individual (González, 1993), defendiendo la importancia del sujeto en su carácter generador en los espacios sociales en que actúa. Desde una perspectiva histórico-cultural, la subjetividad abre nuevas opciones para el desarrollo de las representaciones sociales y, sobre todo, permite una integración entre lo individual y lo social que, en mi opinión, no ha sido suficientemente desarrollada en la Psicología social hasta la actualidad. CONCLUCIÓN: A partir de todo lo descrito, explicado y argumentado anteriormente, afirmo que toda objetividad es subjetiva en tanto está configurada por un sujeto, por un ser humano subjetivo que siente, que piensa y que actúa con base en esos sentimientos, afectos, emociones, valores, actitudes, pensamientos, deseos, intenciones, creencias, aspiraciones, ideales y convicciones. El ser humano es subjetivo, en tanto sujeto, que deviene en personalidad a partir de la configuración de sus configuraciones afectiva, cognitiva e instrumental. “Todo conocimiento tiene un sujeto, se da siempre en un sujeto, y, por tanto, todo conocimiento será también y siempre subjetivo, aun cuando tenga componentes que vienen del objeto exterior” El punto de vista de Morín (2011) cuenta con el mundo, como objeto de estudio, pero reconoce al ser humano, como sujeto, en una relación bilateral e interdependiente, en la que cada uno se configura de manera recíproca e inseparable. Morín (1995) muestra como las ciencias antroposociales han sido el escenario de la lucha entre el paradigma objetivista (que disuelve al sujeto) y la
MALO, A. (06 de 2007). https://kupdf.net/download/malo-pe-antonio-introduccion-a-la- psicologia_58f72fdfdc0d60a862da9822_pdf. Obtenido de NTRODUCCIÓNA LAPSICOLOGÍA. Ortiz Ocaña, A. (julio diciembre de 2013). https://www.redalyc.org/pdf/414/41431644004.pdf. Obtenido de Universidad El Bosque.