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CASO CLÍNICO: PACIENTE CON DIABETES TIPO 2 MAL CONTROLADA
Tipo: Resúmenes
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Paciente de sexo femenino, de 39 años, diagnosticada con resistencia a la insulina y prediabetes a los 22 años, en el contexto de obesidad tipo I y síndrome de ovario poliquístico (SOP). A pesar de las recomendaciones médicas, no mantuvo cambios sostenidos en su estilo de vida, lo que favoreció la progresión hacia una diabetes tipo 2, diagnosticada formalmente a los 30 años. Actualmente presenta un mal control glucémico, junto a hábitos alimentarios inadecuados y sedentarismo. Tiene antecedentes familiares de enfermedades metabólicas, lo que incrementa su riesgo cardiovascular. Su estado actual refleja la necesidad de una intervención nutricional integral y educación en salud. A. DATOS PERSONALES Sexo: Femenino. Edad: 39 años. Peso actual: 85 kg Estatura: 1.60 m Índice de Masa Corporal (IMC): 33.2 kg/m². Clasificación según la OMS: Obesidad tipo I (IMC 30.0–34.9 kg/m²). B. ANTECEDENTES FAMILIARES Madre con diagnóstico de diabetes tipo 2. Padre con diagnóstico de hipertensión arterial.
A los 22 años fue diagnosticada con: o Prediabetes. o Resistencia a la insulina. o Síndrome de Ovario Poliquístico (SOP). o En ese momento presentaba obesidad tipo I (IMC 31.4 kg/m²). A los 30 años fue diagnosticada con diabetes mellitus tipo 2 (DM2). Actualmente presenta mal control metabólico de la diabetes. No ha presentado complicaciones microvasculares diagnosticadas (como retinopatía o nefropatía), pero existe sospecha de hígado graso no alcohólico (elevación leve de ALT). D. ESTILO DE VIDA Ocupación: Trabajo de oficina (actividad física muy baja durante la jornada). Actividad física: Sedentaria; no realiza ejercicio regularmente. Sueño: Sueño no reparador y sensación de fatiga constante. Tabaquismo: Fuma ocasionalmente. Consumo de alcohol: Ocasional, en reuniones sociales. E. HÁBITOS ALIMENTARIOS Alimentación rica en: o Grasas saturadas. o Azúcares simples. o Productos ultraprocesados. Bajo consumo de: o Frutas frescas. o Verduras. o Fibra alimentaria. o Agua. Patrones irregulares de comida: o Suele saltarse el desayuno o el almuerzo. o Come en horarios tardíos , especialmente en la cena.
1,500 kcal/día, lo cual permite una pérdida de peso progresiva sin comprometer el estado nutricional. C. DISTRIBUCIÓN DE MACRONUTRIENTES A continuación, se presenta la distribución recomendada de macronutrientes para una dieta de aproximadamente 1,500 kcal/día, basada en las guías de la ADA (Asociación Americana de Diabetes), OMS y otras sociedades médicas. Esta distribución busca mejorar el control glucémico, favorecer la pérdida de peso y optimizar el perfil metabólico del paciente. MACRONUTRIENTE PORCENTAJE RECOMENDADO
Carbohidratos 45 – 50% 168 – 188 g/día Proteínas 20 – 25 % 75 – 94 g/día Grasas totales 25 – 30% 42 – 50 g/día
- Grasas saturadas <7% <12 g/día - Grasas trans 0% Evitar totalmente - Monoinsaturadas 10 – 15% 17 – 25 g/día Fibra dietética ≥25 g 25 – 30 g/día Se deben priorizar los carbohidratos de bajo índice glucémico, como cereales integrales, legumbres, frutas enteras y vegetales. Las proteínas deben provenir de fuentes magras (pollo, pescado, claras de huevo, legumbres), y las grasas deben enfocarse en ácidos grasos monoinsaturados y omega-3 (aceite de oliva, aguacate, semillas, pescado azul). D. MICRONUTRIENTES CLAVE Se recomienda prestar atención a los siguientes micronutrientes: Magnesio: Mejora la sensibilidad a la insulina; presente en vegetales de hoja verde, frutos secos y semillas. Cromo: Influye en la acción de la insulina; presente en granos enteros y nueces. Vitamina D: Participa en la regulación inmunometabólica; puede requerir suplementación si hay deficiencia. Potasio: Apoya el control de la presión arterial; se encuentra en frutas, verduras y legumbres.
Antioxidantes (vitamina C, E, flavonoides): Ayudan a combatir el estrés oxidativo característico de la diabetes. E. HIDRATACIÓN Y SODIO Es fundamental asegurar una buena hidratación con 1.5 a 2 litros de agua al día, evitando bebidas azucaradas, energizantes y jugos industriales. El sodio debe mantenerse por debajo de 2,300 mg/día, o menos si existe hipertensión, mediante la reducción del consumo de embutidos, enlatados, snacks salados y alimentos ultraprocesados. F. CONTROL DE HOMA-IR Y PERFIL BIOQUÍMICO Dado que la paciente presenta un índice HOMA-IR elevado, junto con glucemia en ayunas y niveles de insulina alterados, el abordaje nutricional debe enfocarse en reducir la hiperinsulinemia mediante el control de carbohidratos refinados, ayunos prolongados y patrones de alimentación que favorezcan la estabilidad glucémica. Además, si hay elevación de triglicéridos o colesterol LDL, debe promoverse el consumo de fibra soluble, omega-3 y limitar grasas saturadas y trans. G. EDUCACIÓN NUTRICIONAL Se debe integrar un proceso de educación alimentaria en el que la paciente aprenda a identificar porciones adecuadas, leer etiquetas nutricionales, distribuir sus comidas durante el día y evitar el picoteo nocturno. Se recomienda estructurar entre 4 – 5 comidas diarias pequeñas y controladas, con horarios regulares. H. ACTIVIDAD FÍSICA Aunque actualmente tiene un estilo de vida sedentario, es importante incorporar progresivamente actividad física. Se sugiere iniciar con caminatas de 30 minutos al menos 5 días por semana, y avanzar hacia rutinas mixtas que incluyan ejercicios de fuerza 2 veces por semana. El ejercicio mejora el metabolismo de la glucosa, la sensibilidad a la insulina y ayuda a controlar el peso corporal.
El plan de alimentación diseñado para una paciente con diabetes tipo 2 mal controlada y obesidad tipo I se basa en una selección cuidadosa de alimentos con bajo índice glucémico y alto contenido de fibra, con el objetivo de mantener niveles de glucosa estables durante el día. Se priorizaron fuentes de carbohidratos complejos como avena, arroz integral, legumbres y frutas enteras, combinadas con proteínas magras (pollo, pescado, huevos) y grasas saludables (aguacate, aceite de oliva, frutos secos), que además de ayudar en el control glucémico, promueven la saciedad, reducen la inflamación y previenen complicaciones cardiovasculares, frecuentes en personas con diabetes. La distribución calórica se adaptó a las necesidades energéticas estimadas de la paciente (1500 kcal/día), con una estrategia de cinco tiempos de comida diarios para evitar hipoglucemias o picos postprandiales. La proporción de macronutrientes se alineó con las recomendaciones internacionales (ADA, OMS), manteniendo un 45-50% de carbohidratos, 2 0 - 25% de proteínas y 25-30% de grasas. Esta distribución favorece la pérdida de peso gradual, mejora la sensibilidad a la insulina y respalda un metabolismo más eficiente, sin comprometer el aporte nutricional esencial. Además, se consideró el aporte adecuado de micronutrientes relevantes como el magnesio, cromo, calcio, vitamina D y potasio, que contribuyen al control glucémico, a la función cardiovascular y a la salud ósea. Se reforzó el consumo de fibra dietética (>25g/día) para mejorar la digestión y el perfil lipídico. B. SUGERENCIAS SOBRE CAMBIOS DE HÁBITOS ALIMENTARIOS, EDUCACIÓN NUTRICIONAL Y ACTIVIDAD FÍSICA Establecer horarios fijos para las comidas y evitar ayunos prolongados. Controlar el tamaño de las porciones utilizando el método del plato (½ vegetales, ¼ proteína, ¼ carbohidratos complejos). Disminuir el consumo de productos ultraprocesados, bebidas azucaradas, harinas refinadas y alimentos fritos. Aumentar la ingesta de agua natural, evitando jugos y gaseosas.
Planificar las compras, organizar menús semanales y cocinar en casa para tener mayor control sobre los ingredientes. Enseñar a la paciente a contar carbohidratos y a leer etiquetas nutricionales. Promover el conocimiento sobre el índice glucémico y cómo combinar los alimentos para un mejor control de la glucosa. Fomentar el registro diario de alimentos consumidos y niveles de glucosa para detectar patrones. Involucrar a la familia para fomentar un entorno de apoyo y hábitos saludables compartidos. Iniciar actividad física con caminatas de al menos 30 minutos al día, 5 veces a la semana. Añadir ejercicios de resistencia 2-3 veces por semana para mejorar masa muscular y sensibilidad a la insulina. Incorporar movimiento en la rutina diaria: usar escaleras, hacer pausas activas, caminar trayectos cortos. Evitar el sedentarismo prolongado, especialmente si permanece muchas horas sentada.