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Este documento ofrece una perspectiva histórica sobre la comprensión y tratamiento de la conducta anormal a lo largo de la antigüedad y el Renacimiento. Se abordan creencias antiguas, como la demonología y el exorcismo, y se examina cómo las explicaciones naturales gradualmente reemplazaron las creencias sobrenaturales. Se destacan las contribuciones de filósofos y médicos clave, como Hipócrates y Platón, y se explora cómo las creencias sobre la locura estaban relacionadas con las acusaciones de brujería.
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Tipo: Apuntes
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Aún falta ver si dicha explicación aún se considerará válida en las décadas por venir. (Gran parte de esta sección histórica se basa en las discusiones acerca de la conducta desviada por parte de Alexander y 4FMFTOJDL )VOUFSZ.BDBMQJOF /FVHFCBVFS 1979; Spanos, 1978, y Zilboorg y Henry, 1941.)
Otras creencias incluyen la práctica de la trepanación. Según investigaciones arqueológicas, los hombres de las cavernas de la Edad de Piedra tal vez pudieron tratar los
trastornos mentales con un método quirúrgico que se conoce como trepanación. El mismo consiste en retirar parte del cráneo dejando una abertura a través de la que el espíritu maligno podía escapar.
❖ Locura colectiva (siglo XIII) La creencia en el poder sobrenatural se volvió tan predominante e intensa que con frecuencia afectaba a poblaciones completas. A este fenómeno se le denomina histeria colectiva. Sus inicios fueron en Italia, en la primera mitad del siglo XIII; una gran cantidad de personas fue afectada por varias formas de locura colectiva, o histeria grupal, en las que muchas de ellas exhibían síntomas similares que en apariencia no tenían alguna causa física. Una de las manifestaciones mejor conocidas de este trastorno era el tarantismo, una manía por bailar que se caracterizaba por desvarío salvaje, baile y convulsiones. La histeria era más común en pleno verano y se atribuía a la mordida de una tarántula. La manía se esparcía con rapidez a través del resto de Europa, donde se le llegó a conocer como “el baile de San Vito”. Otra forma de locura colectiva era la licantropía, un trastorno mental cuyas víctimas imaginaban que eran lobos e imitaban las acciones de los mismos. El estrés y el miedo se asocian con brotes de locura colectiva, y este factor podría ser una causa para el fenómeno de la histeria o locura colectiva. Durante el siglo xiii, por ejemplo, hubo gran intranquilidad social, pues la peste bubónica había aniquilado a un tercio de la población europea. Por otro lado, la guerra, la hambruna y la pestilencia eran incontrolables y el orden social de esos tiempos se desmoronaba. Brujería (siglos XV a XVII) Durante los siglos XV y XVI los reformistas sociales y religiosos cuestionan cada vez más la autoridad de la Iglesia. Reformistas como Martín Lutero atacaron la corrupción y los abusos del clero, con lo que precipitaron la Reforma Protestante del siglo XVI. Los funcionarios de la Iglesia vieron tales protestas como insurrecciones que amenazaban su poder y señalaron que Satanás mismo fomentaba estos ataques, de este modo tenían la libertad de contraatacar justificada. Con Satanás en el escenario la Iglesia apoyaba de manera activa una creencia de posesiones demoníacas y brujas que ya era popular. Hechos que caracterizan este periodo: ● Para contrarrestar la amenaza, el papa Inocencio VIII emitió una bula papal (decreto) en 1484, en la que hacía un llamamiento al clero para identificar y exterminar brujas.
● En 1486, se publica el extremadamente influyente Malleus Maleficarum (El martillo de la bruja). La mera existencia de este documento confirmaba la existencia de las brujas y también señalaba las formas de detectarlas. ● Los defectos físicos y de la piel eran vistos como señal de un pacto diabólico, por ejemplo se creía que las marcas rojas en la piel (lunares) eran formadas por la garra del diablo al cerrar pactos de sangre y, por lo tanto, eran evidencia irrefutable de haber tenido contacto con Satanás. Los defectos de nacimiento como el pie deforme congénito y el paladar hendido también levantaban sospechas. ● La Iglesia reconocía dos formas de posesiones demoníacas: involuntarias y voluntarias. Dios permitía al diablo tomar a una víctima como castigo por una vida pecadora. Una persona voluntaria, que hacía un pacto de sangre con el diablo a cambio de poderes sobrenaturales, era capaz de asumir forma animal y causar desastres como inundaciones, pestilencia, tormentas, arruinar cosechas e impotencia sexual. ● Las personas cuyas acciones se percibían como peculiares a menudo eran sospechosas de brujería. ● Era aceptable usar la tortura para obtener confesiones de supuestas brujas y muchas víctimas confesaron porque preferían morir que prolongar su agonía. ● Las cacerías de brujas ocurrían tanto en las colonias americanas como en Europa. Durante este momento de la historia miles de hombres y mujeres inocentes, incluso niños, fueron decapitados, quemados vivos o mutilados. Las autoridades actuaban amparándose en los testimonios de niños que posiblemente podrían estar influenciados por los cuentos que se narraban en la época. En ese contexto, se crea un círculo vicioso, puesto que parecería razonable asumir que las personas con enfermedad mental eran especialmente propensas a ser considerados brujos; sin embargo, en la otra cara de la moneda están los historiadores psiquiátricos quienes argumentan que los trastornos mentales estaban en las raíces de las persecuciones de brujas (Alexander y Selesnick, 1966; Deutsch, 1949; Zilboorg y Henry, 1941). La creencia de que muchas de las personas acusadas de ser brujas eran personas con enfermedad mental se basaba en la siguiente evidencia:
Benjamin Rush, ampliamente conocido como el padre de la psiquiatría estadounidense, intentó entrenar a los psiquiatras para tratar a los pacientes mentales e introducir políticas de tratamientos más humanos en los hospitales de ese tipo. Insistió en que a los pacientes se les concediera respeto y dignidad, y en que fueran empleados de manera productiva mientras estaban hospitalizados, una idea que anticipó el concepto moderno de terapia de trabajo. Sin embargo, Rush no era inmune a las prácticas y creencias establecidas de su tiempo: sus teorías habían recibido influencia de la astrología, y sus remedios incluían sangrías y purgas. Dorothea Dix Maestra de escuela de Nueva Inglaterra, se perfila como la reformista social estadounidense prominente del siglo XIX. Mientras daba clases a las prisioneras en la escuela dominical, se familiariza con las condiciones deplorables en que las enfermas mentales internadas eran forzadas a vivir.Durante cuarenta años, Dix trabajó incansablemente para las personas con enfermedad mental. Realizó campañas para reformar la legislación y reunir fondos para establecer hospitales y asilos apropiados. Reunió millones de dólares, fundó 13 hospitales y mejoró las condiciones en muchos otros. Pero la lucha por la reforma estaba lejos de terminar. A pesar de que los grandes hospitales que reemplazaron a las cárceles y los hospicios tenían mejores instalaciones físicas, faltaba el humanismo, preocupación personal del movimiento de tratamiento moral. Más adelante, en 1908; el movimiento de tratamiento moral recibe impulso con la publicación del libro Mind That Found Itself (Una mente que se encontró a sí misma), de la autoría de Clifford Beers, acerca de su propio colapso mental y en el que narra el trato inhumano que él y otros pacientes experimentaron en tres instituciones mentales, donde se les golpeó, estranguló, escupió y sujetó con camisas de fuerza. Su narración fue tan vivida que provocó gran simpatía en el público y atrajo el interés y el apoyo de establecimientos psiquiátricos, incluyendo figuras eminentes como la del psicólogo-filósofo William James. Beers fundó el National Committee for Mental Hygiene (Comité Nacional para la Higiene Mental) (precursor de la National Mental Health Association [Asociación Nacional de Salud Mental], ahora conocida como Mental Health America [Salud Mental América]), una organización dedicada a educar al público sobre la enfermedad mental y la necesidad de dar tratamiento a quienes la padecen en vez de castigarlos por sus conductas inusuales. A Través de este recorrido se han mostrado los avances en el campo del tratamiento de la conducta anormal, no obstante, y sin ánimo de motivar al pesimismo, como se expone en la fuente consultada, “sería ingenuo creer que estas reformas han eliminado por completo el trato inhumano hacia estos pacientes.” En infinitas maneras se ha venido denunciando el trato inhumano que siguen recibiendo los pacientes con enfermedades mentales. Para finalizar este apartado nos hacemos eco del autor de la fuente consultada repitiendo sus palabras: Sería ingenuo pensar que ha cesado el mal trato a quienes padecen enfermedades mentales, pero se debe reconocer que las condiciones y el tratamiento para las personas con enfermedad mental ha mejorado mucho en nuestro tiempo.