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Madrileña bertoldi, cantante argentina
Tipo: Apuntes
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¡No te pierdas las partes importantes!
La artista que rompe esquemas en la música argentina y
equilibrio entre la exposición y la autenticidad.en su proceso creativo, su búsqueda de identidad y eluniverso sonoro propio. En esta entrevista, nos adentramosBuenos Aires, ha desafiado convenciones y creado uninicios en un pequeño pueblo hasta su consagración enencuentra en la música su refugio y su desafío. Desde sus
rock
años para Marilina fueron un huracán, una ventola imparable que arrasó con sus miedos y sus inseguridades de raíz, generándole una presión al pedo que no estaba en los planes y que llevó como pudo, Marilina dixit. Con lo que no pudo el viento fue con la música. Allí quedó, intacta, en la entrada de una pandemia que le sirvió a Marilina como refugio, una calma, otra huida,esta vez de las luces y los flashes que adornan la ciudad. Fue ahí, en su casa, donde craneó canciones y terminó su quinto álbum de estudio, que verá la luz, vaya paradoja, a fines de febrero, principios de marzo. –Casi cuatro años del último disco, Prender un fuego, mucho tiempo en silencio y ahora volviste con dos canciones nuevas y un álbum próximo a salir. ¿Qué pasó en todo este tiempo? –En realidad, tenía la idea sacar los temas antes, pero me fui atrasando. Esto responde, imagino, a que es la primera vez que produzco algo enteramente y me falta ser un poco más organizada. Entonces, nada, como que respondí al tiempo en el que creativamente iba sintiendo que podía avanzar, pero la creatividad no entiende de tiempos: está o no está. –Si bien siempre te caracterizaste por no repetirte, por tu eclecticismo, desde Prender un fuego, el primer disco donde te metiste muy de lleno en la producción, hay un sonido, un mundo estético que empieza a identificarte. ¿Lo ves así? –Sí, entendí que la producción es parte de la composición.
Me gusta que haya una identidad propia, que no es lo mismo que repetirse. Buscar un sonido propio y tener esa identidad que haga que alguien pueda reconocer que “esto es medio Marilina” me parece un plus increíble, es hermoso, como un color nuevo que inventaste.
más allá del rock blusero con el que se la solía identificar.“Fumar de día”, “La casa de A”, “Correte”, “O no?”, todas esas canciones que figuran entre las diez más escuchadas todas esas canciones que figuran entre las diez más escuchadas de la artista en Spotify están allí. Hay un cambio estético también muy fuerte, hay oscuridad y empoderamiento, la sensación exacta de alguien capaz de lograrlo todo. Y lo logró, porque unos meses después del lanzamiento, el álbum recibió el Gardel al Mejor Disco del Año, se quedó con el de Oro y ella se convirtió en la segunda mujer –y la primera lesbiana– en la historia de esos premios en recibir ese galardón. La pionera había sido Mercedes Sosa en 2000. ”Who the fuck is Marilina Bertoldi?”, titulaban los medios y se preguntaba la vieja guardia rockera. “La reina y la esperanza del rock feminista”, contestaban, categóricos y malaleche, en los copetes. Por eso, aquellos
La calma que antecede al huracán. Así le dicen. O al revés también: la calma después de la tormenta. La carrera artística de Marilina Bertoldi es tan vertiginosa como los tiempos que corren; que corrían, en realidad. Un puñadito de canciones artesanales prendió la mecha de una piba que rajó de un pueblito al norte de Santa Fe para encontrar en Buenos Aires su propio norte y dejar atrás fantasmas y pesadumbres de un pasado retrógrado, en blanco y negro. A esas canciones se les sumaron discos, ideales, convicciones e identidad. Cada vez más gente iba a los recitales de la más chica de las Bertoldi (Lula Bertoldi, voz de Eruca Sativa, es la hermana mayor), hasta que, en 2018, Prender un fuego incendió literalmente todo: todo. Fue el primero que tuvo a Marilina como productora de todos los temas, y el álbum significó un salto de experimentación sonora
“La reina y la
esperanza del rock
feminista”
La calma que antecede al huracán. Así le dicen. O al revés también: la calma después de la tormenta. La carrera artística de Marilina Bertoldi es tan vertiginosa como los tiempos que corren; que corrían, en realidad. Un puñadito de canciones artesanales prendió la mecha de una piba que rajó de un pueblito al norte de Santa Fe para encontrar en Buenos Aires su propio norte y dejar atrás fantasmas y pesadumbres de un pasado retrógrado, en blanco y negro. A esas canciones se les sumaron discos, ideales, convicciones e identidad. Cada vez más gente iba a los recitales de la más chica de las Bertoldi (Lula Bertoldi, voz de Eruca Sativa, es la hermana mayor), hasta que, en 2018, Prender un fuego incendió literalmente todo: todo. Fue el primero que tuvo a Marilina como productora de todos los temas, y el álbum significó un salto de experimentación sonora más allá del rock blusero con el que se la solía identificar. “Fumar de día”, “La casa de A”, “Correte”, “O no?”, todas esas canciones que figuran entre las diez más escuchadas todas esas canciones que figuran entre las diez más escuchadas de la artista en Spotify están allí. Hay un cambio estético también muy fuerte, hay oscuridad y empoderamiento, la sensación exacta de alguien capaz de lograrlo todo.
Y lo logró, porque unos meses después del lanzamiento, el álbum recibió el Gardel al Mejor Disco del Año, se quedó con el de Oro y ella se convirtió en la segunda mujer –y la primera lesbiana– en la historia de esos premios en recibir ese galardón. La pionera había sido Mercedes Sosa en 2000. ”Who the fuck is Marilina Bertoldi?”, titulaban los medios y se preguntaba la vieja guardia rockera. “La reina y la esperanza del rock feminista”, contestaban, categóricos y malaleche, en los copetes. Por eso, aquellos años para Marilina fueron un huracán, una ventola imparable que arrasó con sus miedos y sus inseguridades de raíz, generándole una presión al pedo que no estaba en los planes y que llevó como pudo, Marilina dixit. Con lo que no pudo el viento fue con la música. Allí quedó, intacta, en la entrada de una pandemia que le sirvió a Marilina como refugio, una calma, otra huida,esta vez de las luces y los flashes que adornan la ciudad. Fue ahí, en su casa, donde craneó canciones y terminó su quinto álbum de estudio, que verá la luz, vaya paradoja, a fines de febrero, principios de marzo. –Casi cuatro años del último disco, Prender un fuego, mucho tiempo en silencio y ahora volviste con dos canciones nuevas y un álbum próximo a salir. ¿Qué pasó en todo este tiempo? –En realidad, tenía la idea sacar los temas antes, pero me fui atrasando.
Esto responde, imagino, a que es la primera vez que produzco algo enteramente y me falta ser un poco más organizada. Entonces, nada, como que respondí al tiempo en el que creativamente iba sintiendo que podía avanzar, pero la creatividad no entiende de tiempos: está o no está. –Si bien siempre te caracterizaste por no repetirte, por tu eclecticismo, desde Prender un fuego, el primer disco donde te metiste muy de lleno en la producción, hay un sonido, un mundo estético que empieza a identificarte. ¿Lo ves así? –Sí, entendí que la producción es parte de la composición. Me gusta que haya una identidad propia, que no es lo mismo que repetirse. Buscar un sonido propio y tener esa identidad que haga que alguien pueda reconocer que “esto es medio Marilina” me parece un plus increíble, es hermoso, como un color nuevo que inventaste.