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Este documento analiza la relación entre las mujeres y los conflictos ambientales en Brasil, explorando cómo sus experiencias y percepciones influyen en la comprensión y estrategias de resistencia. Se examinan casos concretos, destacando el liderazgo y organización de las mujeres a pesar de la violencia y criminalización que enfrentan. Además, se analiza cómo la gestión de estos conflictos ignora las diferencias de clase, género, raza y etnia, favoreciendo a la élite. El documento resalta la importancia de visibilizar las estrategias de resistencia de las mujeres desde una perspectiva interseccional.
Tipo: Monografías, Ensayos
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Mujeres y conflictos ambientales: territorios nuestros CUERPOS nI nuestros nI
Atribución 4.0 Internacional (CC BY 4.0) Esa obra esta licenciada con una licencia Creative Commons Atribución-No Comercial-Comparte Igual 4.0 Internacional. Textos y fotos pueden ser utilizados, copiados, distribuidos, exhibidos o reproducidos en cualquier medio o forma, sea mecá- nico, será electrónico, incluyendo fotocopia, desde que no tenga objetivo comercial y sean citadas las fuentes, autores y autoras. Instituto Políticas Alternativas para o Cone Sul – Pacs Avenida Henrique Valadares, 23, sala 504 Centro, Rio de Janeiro (RJ) Telefone: +55 21 2210- contato@pacs.org.br / www.pacs.org.br www.facebook.com/PACSInstituto / twitter.com/InstitutoPACS Coordinadora General / Sandra Quintela Coordinadores Adjuntos / Gabriel Strautman e Joana Emmerick Texto / Fabrina Furtado Edición / Joana Emmerick e Marina Praça Revisión / Patrícia Bonilha Traducción / Lívia Abdalla Revisión Español / Heitor Levy Proyecto Grafico y Diagramación / Camila Schindler Diagramación original / Yuri Leonardo Diagramación da versión español / Rachel Gepp Apoyo / Misereor Edição original em português: 2017 /1ª Edição ESP
- Dados Internacionais de Catalogação na Publicação (CIP) (Câmara Brasileira do Livro, SP, Brasil) Mujeres y conflictos ambientales : ni nuestros cuerpos, ni nuestros territorios : de la invisibilidad a la resistencia / Instituto Pacs. -- 1. ed. -- Rio de Janeiro : Pacs, 2020. Bibliografia ISBN 978-65-992516-0-
Índice 6 Presentación 12 Introducción 18 1. Conflictos ambientales: ¿escasez de recursos o necesidades ilimitadas? 22 2. Conflictos ambientales y mujeres: ¿por qué resaltar esa relación? 42 3. Del RIO DE JANEIRO, MINAS GERAIS y MARANHÃO: impactos y resistencias en los territorios 43 AZona Oeste de Rio de Janeiro: prioridad para el avance del capital 49 Rompimiento de la represa de Samarco: el mayor crimen ambiental de la historia de Brasil 54 Piquiá de Baixo: complejo siderúrgico, crimines ambientales y resistencias 58 Consideraciones Finales 61 Fortaleciendo el debate y las luchas 64 Referencias Bibliográficas
¿Qué lugares asumen las mujeres en estos conflictos? En el Instituto Políticas Alternativas para o Cone Sul (Pacs) , desde hace algunos años observamos la per- manencia de un hueco en el debate realizado por movimientos sociales y otros espacios de producción de conocimiento que discurren sobre la justicia ambiental y los derechos humanos, enseñando la invisibili- dad de los impactos – como lo de la minería y de la siderurgia que mató a Berta – sobre las vidas de las mujeres. ¿Cómo tratar a los impactos directos y diferenciados de estos tipos de proyectos sobre nuestras vidas? ¿Qué lugares asumen las mujeres en estos conflictos? ¿Cuáles son los im- pactos desde una mirada feminista? Poco a poco, comprendimos que para contestar a esas cuestiones es necesario ir más allá de una “impac- tología” y afirmar y visibilizar las estrategias de resistencia engendra- das por nosotras mujeres ante las transformaciones sociales y territo- riales que tales ofensivas traen para nuestras vidas. Eso es, como son vivenciadas las resistencias que afir- man el derecho de existir, que cons- truyen procesos de movilización y contestación social, que actúan en las disputas territoriales impulsadas por las intervenciones de poderosos actores económicos y políticos, aún cuando no reconocidas en su propio ámbito de lucha. De este modo, es necesario com- prender esos procesos de forma ampliada, considerando las distintas dimensiones de vidas atingidas, en sus formas cotidianas de producir y reproducir la vida. Tarea desafia- dora, pero necesaria. Y para la cual es fundamental afirmar los saberes tradicionales, originarios y populares en nuestro continente, así como los procesos de producción colectiva de conocimientos. En ese sentido, en el 2015, construimos una propuesta de mapeo de las amena- zas y de los conflictos ambientales que partiera de las miradas y de las prácticas de producción de vivir de las mujeres de la Zona Oeste de Rio de Janeiro.
En las márgenes de la ciudad, la Zona Oeste es muy similar al rio Gualcarque, donde sigue la lucha del pueblo Lenca y del COPINH. En las márgenes de los lugares de produc- ción de conocimiento, propusimos la construcción colectiva de nuestras propias herramientas de investiga- ción y acción política. Asumiendo que las márgenes son, o deberían ser, el centro, partimos de la centralidad de los trabajos (re)productivos y de cuidados, llevados a cabo mayorita- riamente por mujeres, para afirmar la resistencia desde esas experiencias de vida. Ese manual, escrito por Fabrina Fur- tado con colaboración de Cristiane Faustino, del Instituto Terramar , presenta la sistematización pionera y necesaria para nuestro proyecto. Investigadora comprometida con la lucha por justicia social y ambiental, la autora trae de su acumulo analíti- co y también de la practica vivida en la construcción de las Relatorías de Derechos Humanos, Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales (Plataforma Dhesca), realizadas también con Cristiane Faustino, elementos para que reflejemos sobre los conflictos ambientales a partir de la crítica a los sistemas de poder del patriarcado y del racismo. Es una contribución a la instrumenta- lización de los procesos de lucha, pero también una pieza para argüir en otros ámbitos, especialmente en aquellos comprometidos con la construcción de sociedades más justas, pero que avanzan poco en miradas que reflexionan sobre los procesos de reproducción de la vida social en su totalidad. Esperamos que este material contri- buya para llamar la atención para las dinámicas de conflicto y moviliza- ción que marcan el actual protago- nismo de sujetos políticos históri- camente subordinados en América Latina, como grupos indígenas y de mujeres. En el ciclo de profundas perdidas que vivimos hoy, es menes- ter mirar estos procesos colectivos de manera integral, comprendiendo las tendencias que tales resistencias anuncian, propiciando relecturas en el sentido de (re)apropiación de la historia cuando vista desde abajo hacia arriba. Las mujeres y los pueblos como sujetos con los cuales el Estado tiene una deuda histórica, ambiental, social y política. Recordar a Bertha y a su lucha es recordar a la mujer que ella fue, es y será en todas nosotras. Es, sobre- todo, resaltar que ante a los mega- proyectos de muerte, que avanzan a cada día sobre los territorios, se levantan pueblos y comunidades en lucha, espacios en los cuales las mu- jeres desempeñan un rol protagonis- ta en la construcción de la lucha local
La lógica del desarrollo es el patriarcado racista ocurriendo en la vida real y cotidiana de las comunidades…
La minería es machista, no ha traído ningún futuro para las mujeres. Cristiane Faustino, Integrante da la coordinación colegiada del Instituto Terramar y entonces Relatora del Derecho Humano al Medio Ambiente de la Plataforma Dhesca, Açailândia (MA) Joselma de Oliveira, miembro de la Associação Comunitária de los Moradores de Piquiá, Açailândia (MA), 2015 ” “ Representante del Centro de Defesa da Vida e dos Direitos Humanos, Açailândia (MA), 2013
la industria extractiva. Cuando hablamos de conflictos ambientales queremos llamar la atención para los conflictos alrededor del acceso, del uso, de la apropiación y de la significación del mundo material y simbólico; y cuando hablamos de la industria extractiva nos referimos a las actividades de producción y a la expansión territorial de las frentes de la minería, de la agroindus- tria, del monocultivo de árboles, del petróleo y gas y del complejo energético relacionado a ellas. Nos interesa en particular la relación entre ese modelo y el saber y las resistencias de las mujeres, además de los impactos sobre ellas. Desde los años 1990, la industria extractiva, impulsada por la acción de los estados como, por ejemplo, a través de su financiación, de la flexibilización de la legislación y del soporte ideológico, asume un papel central en la economía política de Brasil y América Latina. A pesar de que gran parte de los actuales megaproyectos de desarrollo hayan sido elaborados en el periodo de la dictadura militar, la dependencia de la industria extractiva, incluso legi- timada a partir del discurso sobre la necesidad de financiar las políticas sociales, asumió una forma extensi- va en este periodo de liberalización económica, en especial a partir del dominio de la retórica neoliberal acerca de las virtudes del libre mer- cado y de la inserción internacional del capitalismo brasileño. En los años 2000, América Latina se consolidó como una frontera importante para la intensificación de la actividad extractiva y de la incorporación de territorios para esas actividades. Para tanto, los diferentes estados se esforzaron en generar condiciones favorables a la atracción de inversiones internacio- nales, recurriendo a la desregulaci- ón social y ambiental, y a la garantía de una fuerte presencia del sector empresarial en la esfera política. En Brasil, la fragmentación y la flexibi- lización de la legislación ambiental o el descuido en su aplicación, el desmantelamiento de los órganos ambientales y la criminalización de las luchas sociales son algunos de los procedimientos ya implantados y que se vienen agudizando. Los cambios en el marco regulador de la minería y las ofensivas del legislativo federal para garantizar la liberación de esta actividad en tierras indígenas son avances rele- vantes para intensificar y acelerar las actividades extractivas minerales en el país. En nombre del progreso, del desarrollo y del crecimiento económico, ese proceso se viene implantando a partir de concepcio- nes elitistas, patriarcales y racistas, definidas por hombres blancos y
occidentales y, por lo tanto, repro- duce una colonialidad del saber, que profundiza desigualdades históricas. La reciente transformación de la coyuntura económica internacional, con el fin del ciclo virtuoso de las commodities^1 , afectó negativamente la capacidad del gobierno brasileño de conciliar, como había hecho en- tre el 2003 y el 2010, la promoción de políticas sociales con los inte- reses del capital financiero y de la industria extractiva. Se instauró así una crisis en la forma de gobernar que se basaba en la idea de que es posible “administrar” el capitalismo manteniendo “pactos” entre los em- presarios y los sindicatos. El golpe parlamentario del 2016 profundiza y explicita aún más el “cerco de la democracia” por parte de las cor- poraciones. Cerco que se desarrolla a través de la captura de distintas dimensiones de expresión y practica del poder – político, jurídico, de la comunicación e información, del saber y de la apropiación privada de la economía. La pesada agenda de desregulación de los llamados “ajustes económicos y políticos” configura intentos de imponer con- tra-reformas que visan dar consis- tencia institucional a la fuerza de las corporaciones en la conducción de los asuntos públicos. Esa relación incestuosa entre estado y corporaciones, que hoy se dilata de manera más violenta, oculta las transformaciones territoriales resultantes del modelo de desarrollo y del sistema capitalista basados en la industria extractiva, que expulsa poblaciones enteras de sus locales de producción y reproducción o hacen inviables sus modos de vida. Así que, los impactos sociales y ambientales de la actuación de esas corporaciones, en su relación con el estado, no son democráticos; son diferenciados y desigualmente distribuidos. Además, las activida- des predatorias, con pocos empleos de calidad, como la minería, son tratadas como supuesto interese público, independiente de los costos sociales y ambientales. Los impac- tos ambientales y los riesgos decur- rentes de ellos para las poblaciones son naturalizados, subestimados o pasados por alto. 1 • Por definición, commodity es todo recurso que se encuentra en estado bruto o tiene bajo valor añadido, o sea, a materia-prima extraída, manufacturada e inserida en el proceso de exportación. Las commodities pueden ser agrícolas (como café, soja, maíz, algodón y caña), minerales y financieras. Hay aún las llamadas commodities ambienta- les, como energía, madera y água.
sensibilidad, que las volvería más cuidadosas y más preocupadas por el ambiente que los hombres. Alejada de un análisis más profundo sobre las relaciones de poder y las complejida- des que permean las relaciones de gé- nero, ese abordaje se arriesga a tener un sesgo esencialista, reproduciendo desigualdades históricas y alineándo- se con la perspectiva patriarcal de la sociedad, que relega a las mujeres el lugar y toda la responsabilidad por el cuidado. Queremos debatir ese cuidado, pero también el rol de las mujeres, en espe- cial las negras, pescadoras, agriculto- ras e indígenas, a través de sus lidere- sas, resistencias y enfrentamientos, no solo en las intervenciones sobre los conflictos ambientales, pero también para los cambios estructurales en nuestras formas de vivir y reproducir, y en el enfrentamiento a las estructu- ras de dominación y poder. Además de desafiar al machismo y al racismo en la casa, en el trabajo, en el campo, en la selva y en la ciudad, en todas sus relaciones sociales, las mujeres resisten y enfrentan la agroin- dustria, las empresas de minería, petróleo, siderurgia, hidroeléctricas, la especulación inmobiliaria y otros proyectos y agentes dominantes. Mujeres perjudicadas por conflictos ambientales luchan por la garantía de su supervivencia y la de su familia,
de sus pueblos y sus comunidades, contra la expropiación de los territorios tradicionales y por la manutención y reproducción de sus modos de vida. Luchan contra el capitalismo, el patriarcado y el racis- mo. En la desafiadora coyuntura, esa lucha se vuelve aún más necesaria. Basado en una perspectiva crítica sobre la actual realidad vivida por las mujeres en distintas regiones de Brasil, el objetivo de este trabajo es reflexionar acerca de los conflictos ambientales generados y profundi- zados por la industria extractiva y por los proyectos de infraestructura relacionados, o sea, de desarrollo, y sus implicaciones sociales y territo- riales. Lo hacemos especialmente a partir de miradas, saberes y lugares frecuentemente negados o apropia- dos y transformados. Sean ellos sobre como las mujeres son atingidas por los conflictos ambientales, como se auto perciben en el contexto de esos conflictos o como sus cuestiones son tratadas (o no) en el ámbito de las luchas sociales y de las instituciones públicas y privadas involucradas. Para tanto, partimos de los siguientes argumentos: las experiencias de las mujeres influyen en sus percepciones y valores sobre las cuestiones ambien- tales y, por lo tanto, sobre los conflic- tos; y, los impactos de esos conflictos son sentidos y vivenciados de formas distintas por hombres y mujeres y entre ellas, pues son marcados por relaciones desiguales que preestable- cen responsabilidades especificas en función del género, de la clase y de la raza, como queda explicito en los ejemplos a lo largo del texto. Así vamos, primero, a reflexionar acerca del concepto de conflicto ambiental, sus significados y sus implicaciones; en la segunda parte el foco és la relación entre las mujeres y los conflictos ambientales, en térmi- nos de la definición del problema, de los impactos y de las resistencias; la tercera parte analiza más a fondo esas cuestiones a partir de casos concretos de conflictos ambientales y resisten- cias, en especial, de las mujeres de la Zona Oeste de Rio de Janeiro y, más específicamente, del barrio de Santa Cruz, en su lucha contra el complejo siderúrgico TKCSA; de las mujeres de Minas Gerais, en su enfrentamien- to al mayor crimen ambiental ocur- rido en Brasil, causado por la minera Samarco; y de las mujeres del distrito industrial de Piquiá de Baixo, en el municipio de Açailândia (MA) en su enfrentamiento contra un complejo siderúrgico que involucra a diversas empresas. Para concluir, se presentan consideraciones todavía por trabajar en la profundización de este debate, en las posibles investigaciones y en los procesos de formación liderados por las mujeres, sobre las mujeres y los conflictos en los territorios.
El discurso de la escasez de recursos esconde las razones de la apropiaci- ón de la naturaleza y las relaciones sociales de exploración que fundan ese proceso. No podemos reducir la cuestión ambiental a la cantidad de materia (todo que ocupa espacio y tiene masa) y energía, o sea, los medios, la determinación de la selva como suministro de carbono o de un territorio como proveedor de “servicios ambientales”. El “ambien- te” es también construido, definido y reproducido a partir de los aspectos culturales e históricos y cuestionar los fines de la apropiación de este “ambiente” es central. Cuando habla- mos en ambiente o naturaleza, no se trata de una entidad separada de las relaciones sociales, algo homogéneo, uno, accedido, ocupado, utilizado y percibido de la misma forma por todo el mundo. Estamos tratando de prácticas sociales sobre el espacio donde ocurren interacciones entre las personas y los procesos biofísicos. No por acaso, en la mayoría de los idiomas indígenas no existe la palabra “naturaleza”. Los conceptos se refieren a localidades o nombres específicos. En algunos casos, existen diferentes nombres para la misma localidad, dependiendo de aspectos específicos del local. Así, muchas veces en el uso del concepto de “naturaleza” se ocultan aspectos que el nombre indígena de las localidades explicita, como las interacciones en- tre las personas y el medio, sus usos y las memorias construidas; memo- rias que dan significado y valor a las “localidades” (KILL, 2014). Dercy Telles, expresidenta del Sin- dicato dos Trabalhadores e Trabalha- doras Rurais de Xapuri y agricultora de la Reserva Extrativa Chico Mendes (Resex) , en Acre, criticando a los impactos de los monocultivos de árboles plantadas, explica: “No existe un ser humano capaz de reproducir una selva, porque la sel- va es un conjunto de especies que jamás alguien reproducirá, incluso porque en ellas hay especies que no se puede ver por el ojo humano de tan pequeñas que son […] […] ser de la selva significa bienestar porque uno tiene una vida extre- mamente tranquila en comunión, harmonía con la naturaleza. Es muy bueno vivir en la selva” (entrevista en 21 de set. 2013). Tal vez la ciencia dominante refute esa afirmativa con base en las posi- bilidades tecnológicas de cambiar el ambiente. No obstante, si esa ciencia, patrocinada por grandes corporacio- nes, es capaz de producir los Orga- nismos Modificados Genéticamente (OMG), no se tiene mostrado apta a producir tecnologías capaces de hacer frente a la complejidad socio
ambiental en los territorios. Antes, la dedicación de la ciencia se ha volcado para una súper explotación del medio ambiente, en la cual la enorme can- tidad de monocultivos tiene como contrapartida la profundización de la degradación social y ambiental, en una lógica de fin y no de continuidad, de modo totalmente opuesto a las afirmativas de Dercy. Otro enfoque sobre la problemática ambiental afirma que el problema central no es el hecho de que los “recursos” sean finitos, pero la apro- piación indebida de la naturaleza que resulta en impactos negativos para los grupos sociales y étnicos más pobres: las mujeres y las poblaciones negras, tradicionales e indígenas. O sea, el pro- blema no es que los recursos naturales estén terminando, sino que la Vale, la Samarco, la ThyssenKrupp Companhia Siderúrgica do Atlántico (TKCSA) y tantas otras corporaciones los estén utilizando de manera desigual, para usos privados, mientras comunidades pierden sus territorios y, así, el acceso al mundo material y simbólico necesario para su producción y reproducción. No es que los recursos que sean escasos, sino que las necesidades de las corporaciones y del Estado que las apoya son ilimitados. De ese modo, se puede afirmar que las diferencias de concepciones y prácticas de uso y ocupación de los Es justamente por el conflicto que las mujeres están afirmando que el capitalismo, el machismo y el racismo no son inevitables y que, por lo tanto, deben y pueden ser superados.