

Prepara tus exámenes y mejora tus resultados gracias a la gran cantidad de recursos disponibles en Docsity
Gana puntos ayudando a otros estudiantes o consíguelos activando un Plan Premium
Prepara tus exámenes
Prepara tus exámenes y mejora tus resultados gracias a la gran cantidad de recursos disponibles en Docsity
Prepara tus exámenes con los documentos que comparten otros estudiantes como tú en Docsity
Los mejores documentos en venta realizados por estudiantes que han terminado sus estudios
Estudia con lecciones y exámenes resueltos basados en los programas académicos de las mejores universidades
Responde a preguntas de exámenes reales y pon a prueba tu preparación
Consigue puntos base para descargar
Gana puntos ayudando a otros estudiantes o consíguelos activando un Plan Premium
Comunidad
Pide ayuda a la comunidad y resuelve tus dudas de estudio
Descubre las mejores universidades de tu país según los usuarios de Docsity
Ebooks gratuitos
Descarga nuestras guías gratuitas sobre técnicas de estudio, métodos para controlar la ansiedad y consejos para la tesis preparadas por los tutores de Docsity
apunte acerca de la microbiota y la ansiedad, la forma en la que nuestro cuerpo pierde el balance por una mala alimentación.
Tipo: Apuntes
1 / 3
Esta página no es visible en la vista previa
¡No te pierdas las partes importantes!
La depresión y la ansiedad son trastornos mentales comunes que afectan tanto la salud emocional como física. Las enfermedades mentales afectan entre un 15% y 20% de la población. La depresión es un desorden caracterizado por la tristeza a largo plazo y la pérdida de interés en las actividades que se disfrutan anteriormente presenta cansancio, trastornos del sueño, apatía, desgana, pérdida del habla, postura encorvada, cansancio, fatiga y en casos graves, pensamientos suicidas, mientras que la ansiedad son situaciones en las que el sujeto se siente amenazado por un peligro externo o interno presentando sensación de ahogo, inestabilidad, temblores o miedo a morirse (Ferrari et al., 2024). Aunque la causa exacta aún no se comprende completamente, se sabe que áreas del cerebro como la corteza prefrontal y la amígdala son encargadas de regular las emociones, se alteran debido al estrés crónico, lo que puede contribuir a los síntomas depresivos o ansiosos. Además, se ha identificado una relación importante entre el sistema digestivo y el cerebro, conocida como el eje intestino-cerebro, que influye en el bienestar emocional. Factores como el microbiota intestinal y los neurotransmisores generados en el tracto digestivo pueden afectar directamente a dichas patologías. Habitualmente los trastornos mentales tienen diversos factores de riesgo, como antecedentes familiares, situación económica, cambios hormonales y experiencias traumáticas (Ferrari et al., 2024). Aunque existen tratamientos farmacológicos como antidepresivos y ansiolíticos acompañado de la psicoterapia pueden causar efectos secundarios como náuseas, vómitos, aumento de peso, diarrea, somnolencia y problemas sexuales prolongando a problemas cardíacos y abuso de sustancias (Ferrari et al., 2024). Actualmente se ha demostrado que los suplementos de probióticos tienen efectos positivos en trastornos del estado de ánimo y el autismo. Los probióticos son microorganismos vivos (principalmente bacterias beneficiosas), que ayudan a disminuir la inflamación y regular los niveles de metabolitos. Aunque no actúan de manera inmediata como un fármaco, pero tienen pocos efectos secundarios (Zou et al., 2021). Los prebióticos y psicobióticos son alimentos generalmente ricos en fibra, vegetales y fruta que actúan como nutrientes en el microbiota humano. El objetivo es mejorar el equilibrio entre estos microorganismos y ayudar a sentir menos ansiedad, tristeza o irritación. Se encuentran en alimentos como granos integrales, plátanos, verduras de hoja verde, cebolla, ajo, soja y alcachofas (Zou et al., 2021). Los probióticos son microorganismos vivos, principalmente bacterias beneficiosas, que al ser consumidos en cantidades adecuadas contribuyen a mejorar la salud, especialmente la del sistema digestivo, pero también a la mental. Su papel va más allá del intestino, ya que a través de investigaciones recientes destacan que la alimentación influye en la conexión entre el cerebro, el intestino y su microbioma (BGM), en base a una comunicación bidireccional, especialmente durante las primeras etapas de la vida. El microbioma intestinal tiene tres rutas para llegar al cerebro: neuronal, endocrina e inmunorreguladora. Actualmente, ha surgido la psiquiatría nutricional, que trata el equilibrio psicológico en base a la nutrición, ya sea mediante fibra, plantas y polifenoles con un efecto beneficioso. La comunicación neuroendocrina funciona en base a microbios intestinales que interactúan con células enteroendocrinas, incluyendo hormonas como la grelina, que actúa en el nervio vago, ayudando en la regulación del apetito, la saciedad o en la prevención de la obesidad. Además, existe un grupo de metabolitos del Triptofáno (aminoácido fundamental para la producción de serotonina y melatonina), denominado índoles (sulfato de indoxilo), que son críticos para la función cerebral, ya que se
desempeñan en varios trastornos cerebrales como el Trastorno del Espectro Autista (TEA), la enfermedad de Alzheimer (EA) y la depresión (Horn et al., 2022). Algunas cepas probióticas, como Lactobacillus helveticus y Bifidobacterium longum, tienen la capacidad de producir neurotransmisores, como serotonina, dopamina y GABA, que son regulación del estado de ánimo. Además, ayudan a reducir la inflamación sistémica, mejorar la función de la barrera intestinal y regular el eje hipotálamo-pituitario- adrenal, reduciendo el nivel de cortisol, que es la hormona del estrés más importante. Estos efectos combinados hacen de los probióticos un instrumento complementario para resolver la ansiedad y la depresión (Horn et al., 2022). El trastorno depresivo mayor tiene alterado el microbioma intestinal debido a una dieta pobre en nutrientes, donde deben predominar los vegetales, ya que tienen efectos antiinflamatorios produciendo ácidos grasos de cadena corta y polifenoles. Para beneficiar la salud, se recomiendan los prebióticos (oligosacáridos y polifenoles), que son sustratos que ayudan a aumentar la actividad de los taxones microbianos intestinales relacionados con los carbohidratos complejos. Sin embargo, las vitaminas, minerales y grasas poliinsaturadas también sirven como cofactores para las enzimas, ya que pueden ayudar en la síntesis de neurotransmisores. Al consumir grasas omega-6 y omega-3, se tiene un efecto antidepresivo y se ayuda en trastornos cerebrales (Horn et al., 2022). Diversos estudios preclínicos y clínicos han evaluado el impacto de los psicobióticos en trastornos mentales como la ansiedad y la depresión. En modelos animales, la administración de ciertas cepas ha mostrado efectos ansiolíticos y antidepresivos, acompañados de cambios positivos en el comportamiento y en los niveles de neurotransmisores, por ejemplo, se realizó un experimento con ratones libres de gérmenes para evaluar el comportamiento ansioso después de la separación de la madre, lo que elevó los niveles plasmáticos de la hormona adrenocorticotrópica (ACTH) y corticosterona. Sin embargo, al administrarse Bifidobacterium infantis, se revirtió la respuesta de estrés. El microbiota, al comunicarse con el SNC, puede activar el nervio vago, impulsando la función cerebral mediante neurotransmisores que atraviesan la barrera intestinal (Sadeghpour Heravi, 2024). Actualmente, se ha incrementado el reconocimiento de los efectos positivos que tiene la incorporación de probióticos como parte de una estrategia nutricional, ofreciendo nuevas y prometedoras opciones terapéuticas para reducir los síntomas vinculados a trastornos complejos del estado de ánimo, como la depresión y la ansiedad (Sadeghpour Heravi, 2024). Es importante reconocer que una proporción significativa de los probióticos disponibles comercialmente provienen de alimentos fermentados que tienen un historial bien establecido de consumo seguro o de microorganismos que tienen el potencial de habitar en los cuerpos de personas sanas (Sadeghpour Heravi, 2024). Por ello, la prevención y las intervenciones tempranas son fundamentales, y el interés en tratamientos que restauren el equilibrio del microbiota intestinal ha ido en aumento debido a su impacto en la salud mental (Sadeghpour Heravi, 2024).