



Prepara tus exámenes y mejora tus resultados gracias a la gran cantidad de recursos disponibles en Docsity
Gana puntos ayudando a otros estudiantes o consíguelos activando un Plan Premium
Prepara tus exámenes
Prepara tus exámenes y mejora tus resultados gracias a la gran cantidad de recursos disponibles en Docsity
Prepara tus exámenes con los documentos que comparten otros estudiantes como tú en Docsity
Los mejores documentos en venta realizados por estudiantes que han terminado sus estudios
Estudia con lecciones y exámenes resueltos basados en los programas académicos de las mejores universidades
Responde a preguntas de exámenes reales y pon a prueba tu preparación
Consigue puntos base para descargar
Gana puntos ayudando a otros estudiantes o consíguelos activando un Plan Premium
Comunidad
Pide ayuda a la comunidad y resuelve tus dudas de estudio
Descubre las mejores universidades de tu país según los usuarios de Docsity
Ebooks gratuitos
Descarga nuestras guías gratuitas sobre técnicas de estudio, métodos para controlar la ansiedad y consejos para la tesis preparadas por los tutores de Docsity
En este documento se presentan tres técnicas para mejorar la comprensión de un texto durante la lectura: subrayar ideas importantes, ir al diccionario para clarificar palabras desconocidas y glosas para debatir y responder al autor. El autor recomienda hacer algo mientras se lee y no confiar en una lectura única para retener el conocimiento.
Qué aprenderás
Tipo: Monografías, Ensayos
1 / 6
Esta página no es visible en la vista previa
¡No te pierdas las partes importantes!
Conocimiento: Iniciación teórica.
La lectura es una actividad compleja en la que intervienen tres actores fundamentales: un autor, un texto y un lector. El primero, el autor, trata de plasmar sus pensamientos y sus ideas en un producto escrito. Ese acto demanda ciertas habilidades y competencias. El texto se erige en el motor fundamental de la interacción autor-lector.
De entrada, anticipemos que no puede haber un método de lectura adecuado y eficaz sin los procesos de registro o escritura. En otras palabras, hay que hacer algo mientras leemos. Muchas personas tienen la falaz idea de haber entendido
un texto con sólo una lectura, y sin hacer nada diferente a leer las palabras (decodificar signos), ya sea mental u oralmente. Pero no hay nada más engañoso. Con el tiempo, esta persona descubrirá que el conocimiento que adquirió de esa lectura se va perdiendo, se va olvidando. Y como lo diría Estanislao Zuleta alguna vez, “ qué tal que todo lo recordáramos” ; por eso, se nos hace absolutamente imprescindible interactuar con el texto de manera activa: escribir, tomar apuntes, subrayar, dialogar con el texto.
Los métodos que presentaremos a continuación ni son nuevos ni son la panacea del proceso de lectura. Sencillamente haremos una serie de observaciones para cualificarlos, para sacarles el máximo provecho y para que no se conviertan en simples reflejos mecánicos de lo que sabemos que hay que hacer, pero no sabemos cómo hacerlo.
1. SUBRAYAR O RESALTAR. Consiste en señalar (con un color, o con códigos como subrayados, rectángulos, corchetes o resaltadores) las ideas más importantes del texto. Cabría, entonces, hacernos aquí las preguntas: ¿y qué es lo más importante en un texto?, ¿cómo sabemos si algo es realmente importante? Hay que partir de la base que el autor ya ha hecho un esfuerzo para depurar sus ideas, de tal manera que sólo le comunique al lector lo que él considera que es importante. De una gama amplia de conceptos y argumentos, él sólo nos muestra los más significativos. Por eso, podríamos concluir parcialmente que todo en el texto es importante.
Sin embargo, debe haber niveles jerárquicos en la presentación de estas ideas, de tal suerte que el lector podrá discernir que hay unos momentos más trascendentales que otros. Que hay unos instantes que sirven para apoyar, para complementar, para ampliar ideas angulares.
lector los une un mismo texto base de referencia: el diccionario. Ante cualquier duda, por mínima que sea, hay que recurrir a él. Este hábito saludable nos sirve para dos propósitos básicos: ampliar nuestro vocabulario y entender la intencionalidad de un autor con el uso de una palabra en un contexto determinado. De hecho, una palabra que no sea “iluminada” semánticamente puede oscurecer el sentido de todo un texto.
3. GLOSAR. Hemos dicho que la lectura se inscribe en una compleja interacción comunicativa donde intervienen tres actores. Como la lectura ideal debe hacer parte de un proceso de comunicación, se supone que debe haber una retroalimentación, es decir, una respuesta por parte del destinatario. Lo vemos cotidianamente en los intercambios que se hacen por medios como el teléfono, donde alguien habla, otro escucha, y luego este otro responde para que el primer alguien atienda.
En la lectura, ¿cómo podemos contestarle al autor y al texto? No lo podemos hacer por una llamada, y es casi imposible por el contacto personal, cara a cara. Por ello, el diálogo autor-lector se debe hacer por medio del texto: el primero comunica, y el segundo replica de la misma forma, es decir, escribiendo.
Un lector activo aprovecha cualquier espacio en blanco que le deja el autor para responderle ahí mismo, in situ. Las glosas son, pues, las acotaciones que hace al margen un lector, del producto de su raciocinio mental detonado por el proceso de decodificación textual. El lector puede ampliar las ideas, refutarlas, “traducirlas” a sus esquemas personales, contrastarlas con su bagaje cultural o supratextual. Las glosas son el espacio para el diálogo y el debate entre el lector y el autor, y también para anotar los significados de las palabras desconocidas surgidas del método de lectura anterior.
4. EXTRAER LAS IDEAS PRINCIPALES (TEXTO ALTERNO). Como hemos insinuado, sólo quien hace algo con el texto se puede considerar que ha tomado el camino correcto para la comprensión textual. Ahora complementemos las ideas anteriores: sólo quien escribe mientras lee realiza un proceso profundo de interacción textual. Un primer nivel de esta actividad consiste en la identificación y sistematización de los momentos más significativos del texto; un segundo nivel consiste en “aterrizar” estas ideas al lenguaje propio de quien escribe. Esta actividad se conoce como parafrasear.
Ya sea lo primero o lo segundo, el buen lector lleva a la par la construcción de un texto alterno, donde va reconstruyendo los significados textuales. Como vemos, esta actividad es complementaria al glosado, pero un poco más depurada e intencionada, que incluso se puede convertir, con base en los procesos de condensación y construcción, en un resumen del texto.
Hemos introducido los métodos de lectura más eficaces. No quiere decir que sean los únicos (existen otros códigos personales, como las llamadas de atención con signos de exclamación o con acotaciones como OJO, IMPORTANTE, como los signos de interrogación cuando no hay claridad o cuando se detecte una contradicción interna, o como los asteriscos *, las enumeraciones y las flechas para relacionar ideas…), pero sí estamos convencidos de que llevados a feliz término y con rigor pueden ayudar a fortalecer los propósitos de lectura de alguien que ha asumido la loable y gratificante tarea de enfrentarse a un texto escrito.