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Este documento explora la formulación de problemas de investigación científica, diferenciando entre problemas de hecho, de conocimiento y de conocimiento científico. Se analizan criterios sustantivos y formales para evaluar la pertinencia de las preguntas de investigación, incluyendo ejemplos de preguntas que deben evitarse. Se ofrecen recomendaciones para la formulación de problemas de investigación, destacando la importancia de la precisión y la delimitación del tema de estudio.
Tipo: Resúmenes
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Momento Lógico: Se ha decidido llamar de esta a la parte inicial del proceso; y esto se lo considera como la fase en que se plantea explícitamente la "teoría inicial", el modelo teórico del que partimos y que se habrá de verificar durante la investigación; es en este momento cuando se formulan los problemas básicos de toda indagación y cuando hay que atender preponderantemente a la racionalidad de lo que proponemos y a la coherencia lógica de nuestro "marco teórico". Momento Metodológico: En este punto, el investigador debe tratar de fijar su estrategia ante los hechos que va a estudiar, es decir, debe formular un modelo operativo que le permita acercarse a su objeto y conocerlo, en lo posible, tal cual es. Del mismo modo debe indicarse que, en este segundo momento, es preciso encontrar métodos específicos que permitan confrontar teoría y hechos; la preocupación mayor durante toda esta fase es la de elaborar sistemas de comprobación lo más confiables posibles. Momento Técnico: Una vez ya elegidos los métodos o estrategias generales que servirán para ejecutar nuestro trabajo; se hace necesario abordar las formas y procedimientos concretos que nos permitan recolectar y organizar las informaciones que necesitamos. A esta tercera fase la denominamos momento técnico, y desde un punto de vista más general no se distingue mayormente de la anterior; no obstante, por tratarse de trabajos considerablemente diferentes en la práctica de la investigación, hacemos la distinción que nos ocupa. En la misma suele incluirse también el trabajo práctico de la obtención de los datos, pues en éste se redefinen y ponen a punto las técnicas y los instrumentos que se emplean en la investigación. Momento Teórico: Cuando el investigador ya dispone de los datos que le proporcionan los objetos en estudio, se abre una nueva fase, caracterizada por su propósito de realizar una nueva elaboración teórica en función de los datos adquiridos. Se vuelve así de los hechos a la teoría, del objeto al sujeto, cerrando el ciclo del conocimiento, aunque no definitivamente, pues la nueva teoría alcanzada sólo podrá concebirse como un superior punto de arranque para el desenvolvimiento de nuevas investigaciones. No suele darse un nombre específico a esta última fase de la investigación, aunque la denominación de momento teórico o síntesis parecería la más adecuada. Esquena N.° 1:
¿Qué Es Un Problema? Investigar es “problematizar” sin embargo no toda duda o interrogante constituye necesariamente un problema científico. Problemas de hecho: Su solución se resuelve en un “saber hacer” Vamos a definir a los “problemas de hecho” como aquellos problemas en que la dimensión cognitiva se integra con la dimensión pragmática. Su solución o superación se reduce a un “saber-hacer”. Problemas de conocimiento: Problemas que se resuelven con conocimiento integrado a la práctica. Ej. La práctica profesional está al servicio de la solución de este tipo de fenómenos. Los “problemas de conocimiento” en cambio, abren cierto distanciamiento entre esa “dimensión pragmática” y la “dimensión cognitiva o representacional” que acompaña toda acción. En ese caso es posible objetivar la situación problemática de modo tal de hacerle inteligible para anticipar y revisar posibles soluciones. Los niveles de complejidad en esta capacidad anticipatoria y en el tipo de revisiones posibles son muy amplias. Toda práctica profesional, por ejemplo, está al servicio de la solución de problemas que compromete a específicos tipo de fenómenos. Un profesional es, precisamente, alguien que se ha formado examinando, revisando y acopiando “reglas” o “conocimientos” que su tradición disciplinaria ha consolidado para enfrentar los específicos problemas que esa disciplina aborda. En tal sentido puede decirse que en toda práctica profesional, se presentan “problemas de conocimiento”; ya que cada nueva situación que se enfrenta exige echar mano al archivo de los conocimientos disponibles. Por supuesto que siempre habrá alguna cuota de creatividad, originalidad y eventualmente innovación. Al menos por el hecho de que cada situación presentará desafíos singularísimos, cuyo tratamiento no se reducirá nunca a una mera “aplicación” de lo ya sabido. Así, por ejemplo, si un diseñador industrial debe realizar un cierto artefacto “X”, resistente a determinados niveles de temperatura, adecuado para ser manipulado, apto para la cocción de alimentos, estéticamente aceptable para una cierto target poblacional, etc.; es probable que tenga que revisar su archivo de conocimientos en torno a todas estas cuestiones. Puede ser del caso que se encuentre necesitado incluso de profundizar en esos conocimientos, y realizar algún tipo de trabajo investigativo, ya sea para comparar específicos materiales, para evaluar la aceptabilidad del producto en una muestra de esa población objeto, para evaluar diversos diseños alternativos en torno a la funcionalidad de su manipulación, etc.
conocimientos teóricamente fundado (es decir, inscriptas en alguna tradición de investigación, disciplina o práctica científico-profesional). Definidos estos criterios, vamos a ilustrar algunas situaciones en que la formulación de los problemas atenta contra la pertinencia. De modo tal que, con mucha frecuencia formulaciones de ese tipo resultarían inviables como problemas de investigación científica. Las siguientes serían algunas de las modalidades que deberían evitarse a la hora de formular un problema de investigación de tipo científico: a. preguntas que implican “juicios de valor”: Las siguientes preguntas constituyen ejemplos de formulaciones que implican juicios de valor (y que como tales no constituyen preguntas pertinentes como pregunta de investigación): “¿Es buena la atención hospitalaria?” “¿Es socialmente justa la universidad gratuita?” Responder a este tipo de preguntas (siempre que se mantengan en los términos en que están planteadas) requiere asumir un juicio de valor acerca de lo que debe considerarse como “buena atención”, o “ socialmente justo ”. Dicho de otro modo, las respuestas a estas preguntas implicarán alguna presunción o justificación valorativa. Toda investigación está fundamentada en valores. Y sería válido desarrollar un trabajo de investigación motivado en interrogantes como los que hemos planteado. En la escritura de un Proyecto de Investigación suele pedirse la explicitación de los fines que la motivan –usualmente en un apartado denominado “Propósitos” o también en la “ Justificación” del tema que se quiere investigar (se dirá por ejemplo que el propósito de una investigación es “Contribuir a… o “Aportar elementos de juicio para mejorar la acción de…”). b. preguntas de información o falsas preguntas: “¿Los familias con necesidades básicas insatisfechas tienen menor nivel educativo que el resto de la población?” “¿Cuál es el índice de desocupación de la población de Lanús?” “¿Cuánto creció la población mundial en los últimos diez años?” Desde el punto de vista formal (como lo veremos seguidamente) este tipo de preguntas podrían considerarse buenas preguntas de investigación. Sin embargo, si se las considera sustancialmente (es decir por sus contenidos) pueden considerarse “falsas preguntas”; ya sea porque se las puede contestar accediendo a información ya disponible, o porque se formulan sobre la base de una certeza tautológica. Por ejemplo, si en la definición operacional de “necesidades básicas” se ha incluido como un indicador el “nivel educativo” es esperable entonces que ambos conceptos estén solapados entre sí: lo que se predica como un atributo está contenido en el sujeto (o dicho de otro modo, “nivel de insatisfacción de necesidades básicas” y “nivel educativo” funcionan como si fueran la misma variable). En otros casos, puede tratarse de una pregunta cuya respuesta se encuentra accediendo a alguna fuente que dispone del dato o la información requerida.
Si así fuera, esa información constituye un presupuesto, o un elemento a tener en cuenta al momento de justificar y encuadrar las preguntas sustantivas de la investigación; pero no un problema de esa investigación (recordemos que uno de los criterios de pertinencia de los problemas de investigación era que arrojaran un conocimiento no disponible). c. preguntas que apuntan a la intervención. “¿Cómo garantizar el acceso a la atención psiquiátrica o psicológica de las personas con bajos recursos?”. “¿Qué mecanismos de difusión pueden implementarse para promover campañas de prevención de las adicciones?” Se trata de formulaciones que apunta a cuestiones de implementación práctica. Sin duda podrían formularse preguntas de investigación asociadas a éstas; cuyos resultados o respuestas contribuirían a orientar las acciones o la intervención. Por ejemplo, para el segundo caso, podrían formularse preguntas como las siguientes: “¿qué cambios se observan en la accesibilidad a los recursos de atención psicológica o psiquiátrica de población socioeconómica X cuando se implementa el plan Y (de promoción asistencial en salud mental)?” Para responder a esta cuestión es necesario evaluar a la misma población antes y después de la implementación del «Plan Y» en términos de sus conductas en el tratamiento de desechos electrónicos. Podría también formularse la pregunta de manera tal de comparar dos poblaciones semejantes (en términos de algunos aspectos considerados relevantes) a los efectos de evaluar las diferencias que se registran entre las que recibe la campaña de concientización y las que no la reciben. d. preguntas filosóficas y/o sobre causas últimas o primeras. Las preguntas de investigación deben distinguirse también de las preguntas que motivan la reflexión filosófica. El método socrático –por ejemplo- conocido como mayeútica, que significa “alumbramiento”, se basa precisamente en el ejercicio del diálogo entre preguntas y respuestas. Por medio de ese ejercicio de interrogación se conduce al interlocutor a tomar contacto con su propia ignorancia para que, a partir de esa toma de conciencia, se motive en la búsqueda de un conocimiento mejor fundado (de allí el sentido del término “alumbramiento”: dar a luz un nuevo saber). Este ejercicio intelectual es propio de la filosofía. Se trata efectivamente de un ejercicio de tipo reflexivo, intelectual o conceptual orientadas precisamente a la “definición y el conocimiento de lo general”. Ejemplos de preguntas filosóficas serían los siguientes: “¿Qué es la verdad?” “¿Qué es lo bello?” “¿Qué es la ciencia?”
Consideraciones en torno a la formulación de problemas de investigación. Las recomendaciones que haremos aquí están orientadas a guiar el trabajo de investigadores, tesistas y alumnos/as que se inician en la práctica de investigación. Asumiremos como supuesto que, en el inicio de ese trabajo el investigador dispone de representaciones muy generales acerca de lo que se propone investigar, que sólo progresivamente se irán transformando en genuinos asuntos de investigación2. La primera tarea se encamina entonces a “focalizar” o precisar el objeto (=tema) a investigar. En ese camino el ejercicio de formulación de problemas suele aparecer como uno de los primeros desafíos a enfrentar Es importante advertir, sin embargo, que el esfuerzo invertido en esa tarea resulta muy redituable para el destino de toda la investigación. Dedicar tiempo a la selección y formulación de los problemas es una tarea doblemente provechosa en el proceso de investigación: por una parte contribuye a precisar el asunto que se quiere investigar por otra esa formulación preanuncia los caminos y el enfoque a asumir en la investigación. Concomitantemente, cuanto más confusos sean los problemas más incierta la marcha del trabajo investigativo. Un mismo campo temático puede encerrar infinidad de enfoques, temas y problemas de investigación; es por eso que resulta necesario distinguir a unos de otros. Así por ejemplo si la investigación aborda temáticas como las siguientes: «Las representaciones de la salud/enfermedad en la población Mapuche», «El alcoholismo en la juventud urbana», «Las competencias cognitivas para la resolución de problemas sociales en niños/as preescolares», etc.. No se sigue de estas enunciaciones el asunto mismo que abordará la investigación; ya que no se derivan de manera necesaria los problemas específicos que corresponden a cada una. Es necesario explicitar qué asunto, y en especial qué problemas se derivan de esos temas. A partir de ese ejercicio de explicitación se realiza comienzan a emerger los implícitos teóricos que -por lo general- en un primer momento constituyen una constelación difusa de intereses e ideas; como así también los potenciales escenarios o situaciones empíricas que harán posible la contrastación o el abordaje positivo de ese asunto de investigación. Recomendaciones para la formulación de problemas de investigación examinando algunos errores frecuentes. De lo dicho hasta aquí surge que la «investigación de tipo científica»3 está motivada por la búsqueda de respuesta a un tipo peculiar de problemas.
A los efectos de precisar la “peculiaridad” de esos problemas examinaremos algunas propiedades que los caracterizan. Esa revisión será también de utilidad para guiar la tarea de su formulación en el marco de un proyecto o un plan de investigación. Distinguiremos dos criterios para evaluar la formulación de problemas de investigación: a) criterios sustantivos; b) criterios formales.
Problema O.G: Variable. Por variable entendemos cualquier característica o cualidad de la realidad que es susceptible de asumir diferentes valores. Es decir, que puede variar, aunque para un objeto determinado que se considere pueda tener un valor fijo. Cuando nos referimos a una característica o una cualidad, que pueden tener los objetos en estudio, cualesquiera que ellas sean, hablamos de propiedades de los objetos pero nunca de los mismos objetos. Una mesa no puede ser, en sí, una variable, pero si nos referimos a la altura de una mesa estamos efectivamente en presencia de una variable, pues una mesa puede tener una altura de 0 , 40 m, de 0 , 80 m, o de cualquier otro valor. O sea que esa cualidad de la mesa (la altura), puede asumir diferentes valores: es por lo tanto una variable. No quiere decir eso que la altura de una determinada mesa deba variar, sino que el concepto genérico de “altura de una mesa” puede variar de un caso a otro 34 . Las variaciones pueden producirse también para un mismo objeto, y no sólo entre diferentes objetos considerados. Pero, en este caso, tampoco podemos expresar que es el objeto mismo el que varía, pues esta modificación habrá de ser siempre la de alguna de sus características (incluyendo dentro de ella a su misma “existencia”). Así, por ejemplo, diremos que es una variable el caudal que posee un río y no el río en sí mismo. El tiempo es siempre considerado como una variable, pues los hechos pueden producirse en un momento o en otro, dentro de un continuo que va discurriendo constantemente. Por ello, si los fenómenos pueden tener siempre un tiempo determinado - diferente para cada caso - es que lo consideramos también como una variable. Población.
La siguiente etapa, que llamamos delimitación de la investigación, incluye la tarea de fijar objetivos específicos para el trabajo que se va a desarrollar, aclarando qué fines se considera posible alcanzar concretamente. Porque no puede hacerse investigación científica estudiando todo a la vez, sin ningún orden ni disciplina: es necesario contar con un tema de estudio preciso y bien delineado que, por sus proporciones, pueda ser investigado en correspondencia
población entre 12 y 15 años de edad”, “personas que sufren del mal de Parkinson” o “empresas de telecomunicaciones transnacionales”. Hacer una delimitación espacial significa, por lo tanto, definir una categoría homogénea de objetos sobre los cuales habrá de recaer nuestra atención. Formado por: Tiempo. Espacio. Contenido.
Objetivos extrínsecos: Una investigación puede hacerse para satisfacer muy diferentes necesidades, inquietudes o intereses. Puede ocurrir que nuestros estudios se encaminen directamente a conocer los aspectos que nos permitirán resolver mejor una situación concreta, a la búsqueda de los elementos necesarios para poder actuar luego en un sentido específico. En otros casos la investigación se justifica simplemente por la necesidad de esclarecer algún problema que resulta de interés dentro del mundo científico, por más que no se vislumbren aplicaciones directas para sus resultados. Cuando analizamos los fines que, en este sentido, persigue nuestro trabajo, nos estamos refiriendo a sus objetivos extrínsecos o externos, porque se refieren a la utilidad que, fuera del ámbito estrictamente científico, van a tener las conclusiones que saquemos. Desde este punto de vista las investigaciones suelen clasificarse en dos grandes tipos: puras y aplicadas.
Son investigaciones puras aquellas en que los conocimientos no se obtienen con el objeto de utilizarlos de un modo inmediato, aunque ello no quiere decir, de ninguna manera, que estén totalmente desligadas de la práctica o que sus resultados, eventualmente, no vayan a ser empleados para fines concretos en un futuro más o menos próximo. Por ejemplo, las indagaciones que varios científicos realizaron sobre la estructura del átomo fueron hechas como trabajos de investigación pura, pues no se veían, para las mismas, aplicaciones concretas. No obstante, pocos años después, siguieron diversas formas de emplear dichos conocimientos, algunas de ellas tan terroríficas como las bombas atómicas. La investigación aplicada persigue, en cambio, fines más directos e inmediatos. Tal es el caso de cualquier estudio que se proponga evaluar los recursos humanos o naturales con que cuenta una región para lograr su mejor aprovechamiento, o las investigaciones encaminadas a conocer las causas que provocan una enfermedad, con el fin de proteger la salud. Hay investigadores que, un poco candorosamente, prefieren dedicarse a este tipo de trabajos porque piensan que de ese modo podrán influir más directamente en su entorno. No negamos la buena intención que pueda existir en tales casos pero, lamentablemente, debemos recordar que una cosa es la posible aplicabilidad de una investigación y otra muy distinta su aplicación concreta y efectiva, especialmente en el caso de las ciencias sociales. Para que ello se produzca es preciso que existan tanto la voluntad como los recursos que pueden llevar las conclusiones teóricas al plano de la vida real.
Objetivos intrínsecos: Pero los fines de una investigación deben también especificarse en cuanto al tipo de conocimiento que el científico espera obtener al finalizar el trabajo. Nos estamos refiriendo, en este caso, a los objetivos internos o intrínsecos de la investigación, o sea a la calidad y tipo de los hallazgos que pretendemos alcanzar. Para ello es necesario preguntarse: ¿qué es lo que podemos llegar a saber, razonablemente, sobre nuestro tema en estudio? Es decir, ¿buscamos un simple conocimiento de tipo general, que nos aproxime al conocimiento del problema? ¿deseamos una descripción, más o menos completa, de un determinado fenómeno, o nos interesa saber por qué las cosas se producen de una cierta manera y no de otra? En este momento el investigador debe esforzarse por pensar con la mayor claridad lógica y, no está demás decirlo, con la mayor honestidad intelectual posible, para poder definir cuáles son sus propósitos y objetivos reales y para evaluar hasta qué punto será posible alcanzarlos. Los tipos de investigación que más frecuentemente se plantean a los investigadores, desde el punto de vista de los objetivos intrínsecos, no son más que respuestas generalizadas a las preguntas formuladas anteriormente. Ellas pueden clasificarse así en (Tipo de hallazgos que se buscan): a) Exploratorias: Son las investigaciones que pretenden darnos una visión general y sólo aproximada de los objetos de estudio. Este tipo de investigación se realiza especialmente cuando el tema elegido ha sido poco explorado, cuando no hay suficientes estudios previos y cuando aún, sobre él, es difícil formular hipótesis precisas o de cierta generalidad. Suelen surgir también cuando aparece un nuevo fenómeno que, precisamente por su novedad, no admite todavía una descripción sistemática, o cuando los recursos de que dispone el investigador resultan insuficientes como para emprender un trabajo más profundo. Tal es el caso de los estudios que, mediante sondas, se realizan sobre los planetas del sistema solar, o de las investigaciones que actualmente se efectúan sobre inteligencia artificial. No son investigaciones exploratorias, sin embargo, las que se enfocan sobre objetos de estudio que son bien conocidos para algunos científicos, pero que el investigador personalmente no conoce bien: en este caso se trata simplemente de que éste está familiarizándose con un tema, estudiándolo, explorándolo subjetivamente, pero no realizando una investigación que vaya a aportar conocimiento nuevo. Tampoco se consideran exploratorios los trabajos en que se aplican, para objetos nuevos, conocimientos ya suficientemente generalizados en una cierta disciplina. No es exploratoria, entonces, una indagación sobre la composición mineral del suelo de una región hasta entonces inaccesible, pues existen innumerables estudios que versan sobre dicho asunto, con una metodología bien establecida, para infinidad de otras regiones del planeta. b) Descriptivas: Su preocupación primordial radica en describir algunas características fundamentales de conjuntos homogéneos de fenómenos. Las investigaciones descriptivas utilizan criterios sistemáticos que permiten poner de manifiesto la estructura o el comportamiento de los fenómenos en estudio, proporcionando de ese modo información sistemática y comparable con la de otras fuentes. Las mediciones y relevamientos que realizan los geógrafos son, por ejemplo,