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Tipo: Apuntes
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Resumen: En el acontecer histórico de Chile y América Latina resaltan rasgos mestizos, interculturales, sincréticos. No es algo racial ni una síntesis estática. Elementos diferentes se conjugan e interpelan unos a otros. Son procesos biológicos, sociales, simbólicos. Pueden ser asumidos positivamente en la acción y reflexión cristiana. Al optar por las mayorías mestizas, frágiles y discriminadas, estamos al servicio de la Vida que es polifacética. La teología ve la potencialidad y la ambivalencia en los procesos mestizos. Palabras clave: Acontecer histórico. Identidad intercultural. Procesos mestizos. Chile en América Latina. Abstract: Mestizo, intercultural, syncretic phenomena are very important in Chile and Latinamerica. It is not a matter of races and cultural synthesis. Rather, different biological, social, symbolic elements are able to interact and challenge each other. They can be approached positively by christian action and thinking. When most people who are mestizo suffer discrimination, we may make an option for Life that is pluridimensional. Theology acknowledges that mestizaje has its potentiality and its ambivalence. Key words: History. Intercultural identity. Mestizaje. Chile within Latin America. 1 Diego Irarrázaval, licenciatura en teología, profesor adjunto del Instituto de Ciencias Religiosas (Universidad Católica Silva Henríquez). diegoira@hotmail.com Este ensayo (Mestizaje Latinoamericano) ha sido publicado en la Revista Cuarto Intermedio, La Paz, 81:35-46, 2006. REVISTA TEMAS SOCIOLÓGICOS Nº 13 • 2009 • pp. 209 - 220
Mestizaje latinoamericano - Diego Irarrázaval Los diversos modos de ser mestizo constituyen una energía policromática y promisoria. No es algo del pasado entre indios y blancos, ni mera yuxtaposición de colores, ni una síntesis actual que borra las diferencias. Más bien se trata de procesos interacti- vos, que generan nuevas realidades e intercambios entre grupos diferentes. Pueden pues contribuir a un mejor porvenir latino- americano, que sea policromático y emancipador. Durante muchos años he esquivado el mestizaje; deseo co- menzar a asumir una deuda conmigo y con otras personas. A uno le cuesta encarar algo devaluado y reprimido como es la con- dición mestiza. Muchos prefieren una identidad cuadrada. Es arduo el diálogo entre diversas facetas que constituyen a cada persona. Se rehúye lo que fluye y es impredecible. Me sumo a quienes reafirman lo propio y a la vez aprecian a quienes son diferentes, y así visualizan una mayor humanización.
Mestizaje latinoamericano - Diego Irarrázaval que incide en cada ser humano. Se suele sólo atribuir la negritud a quienes tienen tal color de piel, y son descartados los ingre- dientes de negritud en la cultura cotidiana y en las formas de cristianismo popular que influyen en cada persona (tenga o no tenga la piel morena). Uno desea que las personas de América Latina puedan asi- milar y apreciar diversos elementos indígenas, mestizos, negros, asiáticos (y demás) que dinamizan la sensibilidad y el comporta- miento intercultural.
REVISTA TEMAS SOCIOLÓGICOS Nº 13, 2009 de modo monolítico. No hay que matar diferencias y particula- ridades. En términos conceptuales, existen intolerancias y dicotomías (por ejemplo, lo calificado como objetivo es segregado de lo sub- jetivo y viceversa). Algunos dualismos son absurdos y grotescos (como la belleza blanca... y la fealdad negra...). La mayor intole- rancia es hacia mezclas. Un asunto a seguir trabajando es la pers- pectiva complementaria de afianzar identidades (originarias, ne- gras, mestizas) y a la vez cultivar la interculturalidad. Otra controversia es que lo mestizo sea definido en torno a temas étnicos y culturales. Esto favorece tendencias etnocéntricas que aunque sean bien intencionadas de hecho sacralizan lo par- ticular. Además, vale examinar lo étnico y cultural en correlación con factores económicos, políticos, religiosos (¡donde también está lo mestizo!). Me sumo a quienes ven en el mestizaje procesos polisémicos con complejas dimensiones biológicas, socioculturales, económi- cas, políticas, espirituales, estéticas. No acepto el (sin)sentido co- mún que reduce lo mestizo a algo físico y estático (a lo europeo blanco combinado con colores autóctonos). Más bien, como ha escrito Sonia Montecino, se trata de “una dinámica que involucra simultáneamente múltiples e intrincados elementos biológicos, culturales, socioeconómicos, y ... aspectos simbólicos” (MONTE- CINO, 2005:656). No se trata pues de algo racial, ni unidimensio- nal, ni unívoco. Constatamos una gama de mestizajes, en América Latina y el Caribe, según regiones y procesos socioculturales. Tenemos zonas urbanas con todas las sangres y estratos socio-culturales, áreas indígena-mestizas, espacios con inmigración antigua o bien reciente, una variedad de mestizajes afro-americanos, y también entrecruzamiento de elementos asiáticos con caribeños y latinoa- mericanos.
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Mestizaje latinoamericano - Diego Irarrázaval ral, y la encierran en una habitación ilustrada. Por eso desconfían y obstaculizan la inculturación, que hace presente el Evangelio en otros universos simbólicos. En un sentido positivo, valen las lecturas cristianas del mes- tizaje. Se han dado unos pasos. Juan Carlos Scannone ha ano- tado el ser pueblo-mestizo sujeto de historia, y la “prevalencia de la unidad sobre el conflicto (sin encubrirlo)”, que son factores que “corresponden al sentido cristiano de la vida” y que están en continuidad con concepciones bíblicas (SCANNONE, 1990:187- 9). Algunos escritos (de Elizondo, Bañuelas, Isasi-Díaz, Espín, Salinas, y otros) han estado subrayando el carácter mestizo de la población y por consiguiente del quehacer teológico. Así va resolviéndose la ceguera racial-cultural que adolecían elabora- ciones de la fe. A la vez, conviene ser cautelosos ante elogios teológicos del mestizaje, porque éste lograría unificar e integrar. En parte es cierto; pero dicho argumento también deja a un lado las diferen- cias, y es usado para negar la existencia de lo autóctono e indí- gena. Se pasan por alto tensiones y articulaciones complejas (por lo cual no es adecuado entender el mestizaje como síntesis). En América Latina el “pueblo de Dios” es pluricultural; no predo- mina una síntesis mestiza; más bien, cada porción del pueblo de Dios explicita su particularidad y lleva a cabo su comunión con quienes son diferentes. Al interior de la iglesia hay varias posturas. Prefiero el reco- nocimiento de formas cristianas que conjugan elementos -en lo simbólico, ritual y ético- que continúan siendo distintos, y que se complementan unos a otros. En este sentido uno aprecia el cato- licismo popular, y también las inculturaciones de carácter evan- gélico y pentecostal. Ahora bien, la reflexión oficial exalta la vivencia católica del pueblo, y le atribuye un carácter mestizo y unificador. Esta postu- ra en parte fue incorporada en el documento de la Conferencia de
Mestizaje latinoamericano - Diego Irarrázaval de diferencias” (HOPENHAYN, 2005:22). Es más o menos fácil reconocer las diferencias; y es más arduo asumir los entrecruza- mientos en las identidades y creencias. A mí mismo y a otras personas hago la pregunta: ¿qué impli- ca reconocerse como mestizo? Más allá de la retórica, ¿asumimos entrecruzamientos que nos enriquecen? ¡Algo, pero no mucho! La riquísima compilación de estudios locales y regionales, con el sugerente título de Revisitando Chile, considera el mesti- zaje en general (partes I y III), aunque ello no es explicitado como tal en los aportes regionales y locales (parte II). Por otra parte hay que considerar aspectos históricos como lo hacen Sonia Pinto, Ri- cardo Trumper, Maximiliano Salinas. El ensayo de Hopenhayn incentiva un replanteamiento del mestizaje al iniciarse un siglo XXI posmoderno. En cuanto a terminología, puede hablarse de “mestización” y “amestizarse”, de intercambios y a la vez de dife- rencias entre modos de vivir. Lamentablemente el término “mesti- zaje” suele estar limitado a lo racial y a asuntos del pasado. Reconocerse mestizo es obstaculizado porque lo nacional y latinoamericano es tratado de modo uniforme. No es fácil el re- conocimiento de uno mismo en relación con otro/otra que por ser diferente me enriquece. Además, existen cuestiones silencia- das debido al androcentrismo y a la intolerancia racial. En medio de tantos obstáculos, vale reconocer que “el lado no blanco, ese lado que percibimos como nocturno, ilumina y conduce nuestras acciones” (MONTECINO, 2005:659). Aunque la sociedad absolu- tiza lo blanco, cuando uno siente y actúa cada día como mestizo (aunque uno no se auto-defina como tal), lo oscuro paradojal- mente va iluminando el caminar. Voy terminando. Los mestizajes se desenvuelven en proce- sos históricos. No es una “esencia mestiza”, ni es una mezcla fi- siológica de razas. En términos positivos, es como un tejido mul- ticolor, que es configurado por condiciones históricas. Es algo interiorizado y disfrutado de manera cotidiana. Por ejemplo, en
REVISTA TEMAS SOCIOLÓGICOS Nº 13, 2009 la alimentación que combina diversas realidades, como los com- ponentes en tamales, empanadas, salteñas. Así también lo mani- fiestan las flexibles músicas y danzas de carácter mestizo. He subrayado (sumándome a tantos que sueñan y generan vida) la realidad mestiza al interior de América Latina, donde hay plurales identidades que se entrecruzan. Entiendo el mes- tizaje como procesos que conllevan articulación entre diferentes elementos que están a favor de la Vida. Es admirable la creativi- dad de pueblos mestizos, que avanzan por rutas propias, y que permiten que lo oscuro ilumine las acciones.^4 Bibliografía Bañuelas, Arturo (ed.) (1955). Mestizo Christianity , Maryknoll: Orbis. De La Cruz, Sor Juana Inés (1996). Obras Completas , Méjico: Porrúa. Elizondo, Virgilio (1975). Christianity and Culture , San Antonio: MAC. _______________ (1988). The future is mestizo , Bloomington: Meyer. Espin, Orlando (1997). The faith of the people , Maryknoll: Orbis. Hopenhayn, Martín (2005). América Latina, desigual y descentrada , Buenos Aires: Norma. Irarrázaval, Diego (1992), “Sincretismo indígena, negro, mestizo, en la reli- gión mariana”, Páginas , 116:77-98 /Lima, CEP. _______________ (2002), “La cuestión intercultural”, Páginas, 2002, 177:74- 83/Lima, CEP. Isasi-Díaz, Ana María (1993). En la lucha, elaborating a mujercita theology, Min- neapolis: Fortress. Montecino, Sonia (2005). “Mestizaje”, en R. Salas (coord.), Pensamiento críti- co latinoamericano , II, Santiago: UCSH. Morandé, Pedro (1984). Cultura y modernización en América Latina , Santiago: PUC. 4 Al releer mis escritos, veo que ponía acento en las diferencias, y casi nada en los mestizajes. Véase “Sincretismo indígena, negro, mestizo, en la religión mariana”, Páginas (Perú), 116 (1992), 77-98, “Misión inculturada e inter-religiosa” en P. Suess (org.), Os confins do mundo no meio de nos, Sao Paulo: Paulinas, 2000, 75-96, “La cuestión intercultural”, Páginas 177 (2002), 74-83.