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Marx y su concepción del hombre: La enajenación y el trabajo, Apuntes de Ética

En este texto, Marx aborda el concepto de la enajenación o 'extrañamiento' del hombre en la sociedad industrial. El autor explica cómo el hombre se desvincula de sus propias facultades creativas y cómo los objetos de su trabajo se convierten en seres ajenos que lo dominan. Además, se analiza la relación entre la existencia y la esencia del hombre, y cómo la enajenación se extiende a la relación entre el hombre y los demás y la naturaleza.

Qué aprenderás

  • ¿Cómo define Marx la enajenación o 'extrañamiento'?
  • ¿Cómo se relaciona la existencia y la esencia del hombre según Marx?
  • ¿Cómo se produce la enajenación en el proceso del trabajo?
  • ¿Cómo se puede superar la enajenación según Marx?
  • ¿Cómo se extiende la enajenación a la relación entre el hombre y los demás y la naturaleza?

Tipo: Apuntes

2021/2022

Subido el 14/03/2022

-Deisy.1008
-Deisy.1008 🇨🇴

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5.
LA ENAJENACIÓN
El concepto del hombre activo, productivo, que capta
y abarca al mundo objetivo con sus propias faculta-
des no puede ser plenamente comprendido sin el
concepto de la negación de la productividad: la ena-
jen,ación. Para Marx, la historia de la humanidad es
una historia del desarrollo creciente del hombre y,
al mismo tiempo, de su creciente enajenación. Su
concepto del socialismo es la ernancipación de la ena-
jenación, la vuelta del hombre a_ rnismo, su auto-
rrcalización.
La enajenación (o "extrañamiento") significa, para
Marx, que el hombre no se experimenta a sí mismo
como el factor activo en su captación jiel mundo,
sino que el mundo (la naturaleza, los demás-y el
mismo) permanece ajeno a_él., Están por encima y
en contra suya como objetos, aunque puedan ser ob-
jetos de su propia creación. La enajenación es, esen-
cialmente, experimentar al mundo y a uno mismo
pasiva, receptivamente, como sujeto separado del
objeto.
Todo el concepto de la enajenación encontró su
primera expresión en el pensamiento occidental en
el concepto de idolatría del Antiguo Testamento.^ La
esencia de lo que los ..profetas llaman "idolatría" no
es que el hombre adore a muchos dioses en vez de a
uno solo. Es que los ídolos son obras de la mano del
hombre, son cosas y el hombre se postra y adora a
las cosas: adora lo que él mismo ha creado. Al ha-
cerlo,
se transforma en cosa. Transfiere a las cosas
1 La relación entre enaienación e idolatría ha sido sub-
rayada también por Paul Tillich en Der Mensch im Chris-
tentum und im Marxismtis, Dusseldorf, 1953, p. 14. Tillich
señala también en otra'conferencia, "Protesíantische Vi-
sion", qnc el concepto de enajenación se encuentra tam-
bién, sustancialmente, en el pensamiento agustiniano.
l.owUli ha advertido, por su parte, que lo ciue Marx
combate no son los dioses, sino los ídolos (cf. Von Hegel
zii Nietz'iche, p. 378).
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5. LA ENAJENACIÓN

El concepto del hombre activo, productivo, que capta y abarca al mundo objetivo con sus propias faculta- des no puede ser plenamente comprendido sin el concepto de la negación de la productividad: la ena- jen,ación. Para Marx, la historia de la humanidad es una historia del desarrollo creciente del hombre y, al mismo tiempo, de su creciente enajenación. Su concepto del socialismo es la ernancipación de la ena- jenación, la vuelta del hombre a sí_ rnismo, su auto- rrcalización. „ La enajenación (o "extrañamiento") significa, para Marx, que el hombre no se experimenta a sí mismo como el factor activo en su captación jiel mundo, sino que el mundo (la naturaleza, los demás-y el mismo) permanece ajeno a_él., Están por encima y en contra suya como objetos, aunque puedan ser ob- jetos de su propia creación. La enajenación es, esen- cialmente, experimentar al mundo y a uno mismo pasiva, receptivamente, como sujeto separado del objeto. Todo el concepto de la enajenación encontró su primera expresión en el pensamiento occidental en el concepto de idolatría del Antiguo Testamento.^ La esencia de lo que los ..profetas llaman "idolatría" no es que el hombre adore a muchos dioses en vez de a uno solo. Es que los ídolos son obras de la mano del hombre, son cosas y el hombre se postra y adora a las cosas: adora lo que él mismo ha creado. Al ha- cerlo, se transforma en cosa. Transfiere a las cosas

1 La relación entre enaienación e idolatría ha sido sub- rayada también por Paul Tillich en Der Mensch im Chris- tentum und im Marxismtis, Dusseldorf, 1953, p. 14. Tillich señala también en otra'conferencia, "Protesíantische Vi- sion", qnc el concepto de enajenación se encuentra tam- bién, sustancialmente, en el pensamiento agustiniano. l.owUli ha advertido, por su parte, que lo ciue Marx combate no son los dioses, sino los ídolos (cf. Von Hegel zii Nietz'iche, p. 378). 55

56 MARX Y SU CONCEPTO DEL HOMBRE

de su creación los atributos de su propia vida y en lugar de reconocerse a sí mismo como la persona creadora, está en contacto consigo mismo sólo a tra- vés del culto al ídolo. Se ha vuelto extraño a sus propias fuerzas vitales, a la riqueza de sus propias potencialidades y está en contacto consigo mismo sólo indirectamente, como sumisión a la vida conge- lada en los ídolos. La muerte y el vacío del ídolo se expresan en el Viejo Testamento: "Tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen", etc. Cuanto más transfiere el hom- bre sus propias facultades a los ídolos más pobre se vuelve y más dependiente de los ídolos, para que és- tos le permitan recuperar una parte pequeña de lo que originalmente le correspondía. Los ídolos pueden ser una figura que represente a la divinidad, el Es- tado, la Iglesia, una persona, objetos poseídos. La idolatría varía sus objetos; no se encuentra de nin- guna manera, únicamente, en aquellas formas en las que el ídolo tiene un pretendido sentido religioso. La idolatría es siempre el culto de algo en lo que el hombre ha colocado sus propias facultades creadoras y a lo que después se somete, en vez de reconocerse a sí mismo en su acto creador. Etitre las diversas formas de enajenación, la más frecuente es la ena- jenación en el lenguaje. Si expreso un sentimiento con una palabra, si digo, por ejemplo, "Te amo", la palabra indica la realidad que existe dentro de mí, la fuerza de mi amor. La palabra "amo" es un sím- bolo del hecho amor, pero tan pronto como se pro-

2 Ésta es también, por cierto, la psicología del fanático. Está vacío, muerto, deprimido i>ero para compensar el estado de depresión y muerte interior, escoge un ídolo, ya sea el Estado, xm partido, una idea, la Iglesia o Dios. Convierte a este ídolo en lo absoluto y se somete a él totalmente. Al hacerlo, su vida cobra sentido y encuentra un estímulo en la sumisión al ídolo escogido. Su entu- siasmo no surge, sin embargo, del goce en la relación productiva; es un entusiasmo intenso pero frío, construido sobre la muerte interior o, si se quiere expresarlo simbó- licamente, es "hielo ardiente".

58 MARX Y SU CONCEPTO DEL HOMBRE vimiento de rebelión con más de cien años de vida contra la deshumanización del hombre en la sociedad industrial". En realidad, el concepto de enajenación es, en lenguaje no teísta lo que, en términos teístas, podría llamarse "pecado": la cesión que hace el hom- bre de sí mismo, de Dios dentro de sí mismo. El pensador que acuñó eLtoncepto de enajenación fue Hegel. Para él, la historia del hombre era, al mismo tiempo, la historia de la enajenación del hom- bre (Entfremdung). "Lo que busca realmente el espíritu —escribió en la Filosofía de la Historia —, es la realización de su idea; pero, al hacerlo, esconde ese fin a su propia visión y siente orgullo y satisfac- ción en esta enajenación de su propia esencia."» Para Marx, como para Hegel, el concepto de enajenación se basa en la distinción entre existencia y esencia, en el hecho de que la existencia del hombre está enaje- nada de su esencia; que, en realidad, no es lo que potencialmcnte es o, para decirlo de otra manera, que no es lo que debiera ser y debe ser lo quejgo;: dría ser^ *" Para Marx, el proceso de la enajenacj¿rL_se cx- "presa en el trabajo y en la división del trabajo. E h trabajo es, para él, la relación activa del hornbre con la naturaleza, la creación de un mundo nuevo, inclu- yendo la creación del hombre^mismoi (La actividad intelectual es siempre por supuesto, para Marx, tra- bajo, lo mismo que la actividad manual o artística.) Pero, a medida que la propiedad privada y la división del trabajo se desarrollan, el trabajo pierde su ca- rácter de expresión de las facultades del hombre; el trabajo y sus productos asumen una existencia sepa- rada del hombre, "su voluntad y su planeación.j"El objeto producido'por el trabajo, su producto, se opone ahora a él como un ser ajeno, como un poder inde- pendiente del productor. El producto del trabajo es trabajo encarnado en un objeto y convertido en cosa física; este producto es una objetivación del tra-

G The Phylosophy of History, trad. de J. Sibree, The Colonial Press, Nueva York, 1899.

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bajo." o El trabajo está enajenado porque ha dejado de ser parte de la naturaleza del trabajador y "en consecuencia, no se realiza en su trabajo sino que se niega, experimenta una sensación de malestar más que de bienestar, no desarrolla libremente sus ener- gías mentales y físicas, sino que se encuentra física- mente exhausto y mentalmente abatido. El trabaja- dor sólo se siente a sus anchas, pues, en sus horas de ocio, mientras que en el trabajo se siente incómo- do".^ Así, en el acto de la producción la relación del trabajador con su propia actividad se experimenta "como algo ajeno y que no le pertenece, la actividad como sufrimiento (pasividad), la fuerza como debi- lidad, la creación como castración".^ Mientras que el hombre se enajena así de sí mismo, el producto del trabajo se convierte en un "objeto ajeno que lo do- mina. Esta relación es, al mismo tiempo, la relación con el mundo sensorial externo, con los objetos natu- rales, como mundo ajeno y hostir'.í» Marx subraya dos puntos: 1) en el proceso del trabajo, y especial- mente del trabajo en las condiciones del capitalismo, el hombre se enajena de sus propias facultades crea- doras y 2) los objetos de su trabajo se convierten en seres ajenos y llegan a dominarlo, se convierten en fuerzas independientes del productor. "El obrero existe para el proceso de producción y no éste para el obrero." ^

En este punto está muy difundida una mala in- terpretación de Marx, aun entre los socialistas. Se cree que Marx hablaba sobre todo de la explotación económica del trabajador y del hecho de que su par- ticipación en el producto no fuera tan grande como debiera o de que el producto debía pertenecerle, en vez de al capitalista. Pero, como ya lo he demos- trado, el Estado como capitalista, como en la Unión Soviética, no habría sido mejor acogido por Marx

o Véase Apéndice I, p. 105. Véase Apéndice I, p. 108. 8 Véase Apéndice I, p. 109. o Véase Apéndice I, p. 109. 10 El capital, t. I, p. 410.

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toda la historia, alcanza su cima en la sociedad ca- pitalista y que la clase trabajadora es la más enaje- nada. Este supuesto se basaba en la idea de que el trabajador, al no participar en la dirección del tra- bajo, al ser "empleado" como parte de las máquinas a las que sirve, se transforma en una cosa por su de- pendencia del capital. De ahí que, según Marx, "la emancipación de la sociedad de la propiedad privada, de la servidumbre, tome la forma política de la eman- cipación de tos trabajadores; no en el sentido de que sólo se trate de la emancipación de éstos, sino porque esta emancipación incluye la emancipación de la hu- manidad entera. Porque toda la servidumbre humana está implícita en la relación del trabajador con la producción y todos los tipos de servidumbre sólo son modificaciones o consecuencias de esta relación".i Hay que subrayar, además, que el fin de Marx no se limita a la emancipación de la clase trabajadora, sino que tiende a la emancipación del ser humano a través de la restitución de la actividad enajenada, es decir, de la actividad libre de todos los hombres y a una sociedad en la que el hombre, y no la producción de cosas, sea el fin, en la que el hombre deje de ser "un monftruo paralítico para convertirse en im ser humano plenamente desarrollado". El concepto de Marx del producto enajenado del trabajo se ex- presa en uno de los temas más fimdamentales des- arrollados en El capital, en lo que él llama "el feti- chismo de la mercancía". La producción capitalista transforma las relaciones de los individuos en cua- lidades de las cosas mismas y esta transformación constituye la naturaleza de la mercancía en la pro- ducción capitalista. "Y forzosamente tiene que ser así, en un régimen de producción en que el obrero existe para las necesidades de explotación de los va- lores ya creados, en vez de existir la riqueza material para las necesiaades del desarrollo del obrero. Así como en las religiones vemos al hombre esclavizado por las criaturas de su propio cerebro, en la produc- ís Véase Apéndice I, pp. 116-7.

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ción capitalista le vemos esclavizado por los produc- tos de su propio brazo." i^ "La maquinaria se adapta a la debilidad del ser humano, para convertir al débil ser humano en una máquina." ^^ La enajenación del trabajo en la producción del hombre es mucho mayor que cuando la producción era artesanal y de manufactura. "En la manufactura y en la industria manual, el obrero se sirve de la herramienta: en la fábrica, sirve a la máquina. Allí, los movimientos del instrumento de trabajo parten de él; aquí, es él quien tiene que seguir sus movi- mientos. En la manufactura, los obreros son otros tantos miembros de un mecanismo vivo. En la fábri- ca existe por encima de ellos un mecanismo muerto, al que se les incorpora como apéndices vivos".i» Es de la mayor importancia para la comprensión de Marx advertir cómo el concepto de la enajenación era y siguió siendo el punto central del pensamiento del joven Marx, que escribió los Manuscritos económico- filosóficos, y del "viejo" Marx que escribió El capital. Aparte de los ejemplos que ya hemos dado, los si- guientes pasajes, uno de los Manuscritos y otro de El capital, manifiestan claramente esta continuidad:

"Este hecho supone simplemente que el objeto pro- ducido por el trabajo, su producto, se opone ahora a él como un ser ajeno, como un poder independien- te del productor. El producto del trabajo es trabajo encarnado en un objeto y convertido en cosa física; este producto es una objetivación del trabajo. La realización del trabajo es, al mismo tiempo, su obje- tivación. La realización del trabajo aparece en la esfera de la economía política como una invalidación del trabajador, la objetivación como una pérdida y como servidumbre al objeto y la apropiación como enajenación." ^f' Esto es lo que escribió Marx en El capital: "Den- tro del sistema capitalista, todos los métodos encami- 13 El capital, t. I, p. 254. 1* Véase Apéndice I, p. 151. í-"' El capital, t. I, p. 349. i""' Véase Apéndice I, p. 105.

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bajo, del producto del trabajo y de las circunstancias, está inseparablemente relacionada con la enajena- ción de uno mismo, de nuestros semejantes y de la naturaleza./ "Una consecuencia directa de la enajena- ción del hombre del producto de su trabajo, de su actividad vital y de su vida como especie es que el hombre se enajena de los demás hombres. Cuando el hombre se confronta a sí mismo, también con- fronta a otros hombres. Lo que es cierto de la rela- ción del hombre con su trabajo, con el producto de su trabajo y consigo mismo también lo es de su rela- ción con los demás hombres, con el trabajo de éstos y con los objetos de su trabajo. En general, la afir- mación de que el hombre se enajena de su vida como especie significa que cada hombre está enajenado en relación con los otros y que cada uno de los otros está, a su vez, enajenado de la vida humana."-" El hombre enajenado no sólo está enajenado en rela- ción con los demás hombres; está enajenado de lai esencia de la humanidad, de su "ser como especie",) tanto en sus cualidades naturales como espirituales. Esta enajenación de la esencia humana conduce a un egotismo existencial, descrito por Marx como la esen- cia humana del hombre convirtiéndose en "medio para su existencia individual. [El trabajo enajenado] enajena al hombre de su propio cuerpo, la naturaleza extema, su vida mental y su vida hwnana". ^i El concepto de Marx se acerca aquí al principio kantiano de que el hombre debe ser siempre un fin en sí mismo y nunca un medio para realizar un fin. Pero amplía este principio afirmando que la esen- cia humana del hombre nunca debe convertirse en medio para la existencia individual. El contraste entre la visión de Marx y el totalitarismo comunista no podría expresarse más radicalmente; la humanidad] en el hombre, dice Marx, no debe convertirse siquie-'/ ra en medio para su existencia individual; mucho', menos podría considerarse, pues, un medio para el Estado, la clase o la nación. 20 Véase Apéndice I, pp. 112-3. 21 Véase Apéndice I, p. 112.

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La enajenación conduce a la perversión de todos los valores. Al hacer ~3e" la economía y sus valores —"la ganancia, el trabajo, el ahorro y la sobrie- dad"^-— el íin supremo en la vida, el hombre no desarrolla los valores verdaderamente morales, "la riqueza de una buena conciencia, de la virtud, etc.^ pero ¿cómo puedo ser virtuoso si no estoy vivo y cómo puedo tener buena conciencia si no tengo con- ciencia de nada?" ^^ En la enajenación, cada esfera de la vida, la económica y la moral, es independien- te de la otra, "cada una se concentra en una. esfera específica de la actividad enajenada y está ella mis- ma enajenada en relación con la otra".-* Marx advirtió lo que -sucede con las necesidades humanas en un mundo enajenado y previo con sor- prendente claridad la conclusión d^ este proceso, tal como sólo actualmente es apreciable. Mientras que, en una perspectiva socialista, se atribuiría la prin- cipal importancia "a la riqueza de las necesidades humanas y también, en consecuencia, a un nuevo modo de producción y a un nuevo objeto de produc- ción", a "una nueva manifestación de las capacidades humanas y un nuevo enriquecimiento del ser hu- mano",25jen el mundo enajenado del capitalismo las necesidades no son expresiones de las potenciali- dades latentes del hombre, es decir, no son necesida- des humanas; en el capitalismo "todo hombre especu- la con la creación de una nueva necesidad en otro para obligarlo a hacer un nuevo sacrificio, para colo- carlo en una nueva dependencia y atraerlo a un nuevo tipo de placer y, por tanto, a la ruina econó- mica. Cada hombre trata de establecer sobre los demás un poder ajeno, para encontrar así la satisfac- ción de su propia necesidad egoísta. Con la masa de objetos, pues, crece también la esfera de entes ajenos a los que está sometido el hombre./Todo nue- vo proaucto es una nueva potencialidad de engaño y

22 Véase Apéndice I, p. 154. 2-5 Véase Apéndice I, p. 154. 2í Véase Apéndice I, p. 154. 2r. Véase Apéndice I, p. 149.

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prójimo, desempeña el papel del alcahuete entre él y sus necesidades, le despierta apetitos insanos y está en espera de cualquier debilidad para, después, recla- mar la remuneración por esta obra de amor." 20 El hombre que se ha sometido así a sus necesidades enajenadas es "un ser mental y físicamente deshu- manizado. .. la mercancía con conciencia de sí y capaz de actuar por sí mismo." ^^ Este hombre-mercancía sólo conoce una manera de relacionarse con el mun- do exterior, poseyéndolo y consumiéndolo (usándolo). Cuanto más enajenado se encuentre, más estará cons- tituida su relación con el mundo por el sentido de poseer y de usar. "A medida que seas menos, que expreses menos tu propia vida, tendrás más, más ena- jenada estará tu vida y más economizarás de tu pro- pio ser enajenado." 2s

Sólo una corrección ha hecho la historia al con- cepto de enajenación de Marx; Marx creía que la clase trabajadora era la clase más enajenada, de ahí que la emancipación de la enajenación partiera nece- sariamente de la liberación de la clase trabajadora. Marx no previo la medida en que la enajenación había de convertirse en la suerte de la gran mayoría de la gente, especialmente del sector cada vez mayor de la población que manipula los símbolos y los hombres, más que las máquinas. El empleado, el vendedor, el ejecutivo están actualmente todavía más enajenados que el trabajador manual calificado. El funciona- miento de este último todavía depende de la expre- sión de ciertas cualidades personales como la destre- za, el desempeño de un trabajo digno de confianza, etc., y no se ve obligado a vender en el contrato su "personalidad", su sonrisa, sus opiniones; los mani- puladores de símbolos son contratados no sólo por su capacidad, sino por todas esas cualidades de per- sonalidad que los hacen "atractivas cajas de persona- lidad", fáciles de manejar y de manipular. Son los verdaderos "hombres-organización" —más que el tra- ían Véase Apéndice T, pp. 149-50. •i^ Vé'MSC Apéndice I, p. 120. ^'H Véase Apéndice I, p. 152.

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bajador caliíicado— y Í>U ídolo es la compañía.^ Pero, por lo que se refiere al consumo, no existe diferencia alguna entre los trabajadores manuales y los miem- bros de la burocracia. Todos ansian cosas, nuevas cosas, para poseerlas y usarlas. Son los receptores pasivos, los consumidores, encadenados y debilitados por las cosas mismas que satisíacen sus necesida- des sintéticas. No se relacionan con el mundo pro- ductivamente, captándolo en su plena realidad y haciéndose uno con el mundo en este proceso; ado- ran las cosas, las máquinas que producen las cosas, y, en este mundo enajenado, se sienten como extra- ños y absolutamente solos. A pesar de la subestima- ción que hace Marx del papel de la burocracia, su definición general habría podido ser escrita, sin em- bargo, en la actualidad: "La producción no sólo
produce al hombre como mercancía, la mercancía hu- mana, el hombre en el papel de mercancía; de acuer- do con este papel lo produce como un ser mental y físicamente deshumanizado. [La] inmoralidad, frus- tración y esclavitud de trabajadores y capitalistas.' Su producto es la mercancía con conciencia de sí y capaz de actuar por sí misma... la mercancía hu- mana." 29 ^ Marx difícilmente habría podido prever hasta que punto las cosas y las circunstancias de nuestra pro- pia creación se han convertido en nuestros amos; nada podía probar, sin embargo, más drásticamente su profecía que el hecho de que toda la raza huma- na se encuentra hoy prisionera de las armas nucleares que ha creado y de las instituciones políticas que son, igualmente, de su propia creación. Una huma- nidad aterrada se pregunta ansiosamente si se sal- vará del poder de las cosas que ha creado, de la acción ciega de las burocracias que ha organizado.

20 Véase Apéndice I, p. 120.