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Este documento analiza el spot publicitario de marca perú 'perú nebraska' (2011) y el manifiesto de la 'generación con causa', una iniciativa de cocineros peruanos. Se examina cómo estos materiales se relacionan con los cambios y desafíos que ha enfrentado perú en las últimas décadas, incluyendo la tensión entre la 'promesa neoliberal' y la 'promesa republicana' planteada por el analista alberto vergara. El análisis abarca temas como la representación de la identidad peruana, el uso de los recursos naturales, la gastronomía como elemento de orgullo nacional y las propuestas de la 'generación con causa' para promover la biodiversidad y el empoderamiento de productores locales. Una mirada integral a la evolución socioeconómica y cultural del perú contemporáneo a través de estos materiales audiovisuales y textuales.
Tipo: Ejercicios
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Intregrantes:
- Ronald Rai Rivas Castillo
actividades que se muestran después, escriba un texto (200-400 palabras) en el que responda las siguientes preguntas: ¿qué nos dice esto sobre la noción de ciudadanía
grandes empresas, claro, pero también crearía cientos de miles de empleos formales para peruanos que viven en las zonas más pobres. Es el perro del hortelano. Respetemos los bosques vírgenes y nativos, pero comencemos por los 8 millones de hectáreas que han sido convertidos en desiertos y destruidos en los últimos años por las concesiones rapiña, la coca y la tala salvaje. Allí podrán generarse un millón de empleos y además trabajos en la elaboración de muebles. Es una vergüenza que Chile exporte US$2.000 millones en madera sin tener una hectárea de Amazonía, Uruguay US$1.000 millones, Brasil US$8.000 millones y que el Perú apenas exporte US$200 millones. Un segundo tema demuestra lo mismo, es la tierra. Para que haya inversión se necesita propiedad segura, pero hemos caído en el engaño de entregar pequeños lotes de terreno a familias pobres que no tienen un centavo para invertir, entonces aparte de la tierra, deberán pedirle al Estado para fertilizantes, semillas, tecnología de riego y además precios protegidos. Este modelo minifundista y sin tecnología es un círculo vicioso de miseria, debemos impulsar la mediana propiedad, la clase media de la agricultura que sabe conseguir recursos, buscar mercados y puede crear trabajo formal. ¿Pero qué es lo que observamos en el país? Cuando uno ve una playa muy bella, alguien ya la denunció hace muchos años y no ha puesto un centavo de inversión para hacer en ella un balneario y pasará decenios más sin valor. Así están todos los cerros que rodean Lima, donde la inversión podría hacer milagros. Así están todas la canteras y calizas de cemento denunciadas pero no trabajadas. Además existen verdaderas comunidades campesinas, pero también comunidades artificiales, que tienen 200 mil hectáreas en el papel pero solo utilizan agrícolamente 10 mil hectáreas y las otras son propiedad ociosa, de ‘mano muerta’, mientras sus habitantes viven en la extrema pobreza y esperando que el Estado les lleve toda la ayuda en vez de poner en valor sus cerros y tierras, alquilándolas, transándolas porque si son improductivas para ellos, sí serían productivas con un alto nivel de inversión o de conocimientos que traiga un nuevo comprador. Pero la demagogia y el engaño dicen que esas tierras no pueden tocarse porque son objetos sagrados y que esa organización comunal es la organización original del Perú, sin saber que fue una creación del virrey Toledo para arrinconar a los indígenas en las tierras no productivas. Este es un caso que se encuentra en todo el Perú, tierras ociosas porque el dueño no tiene formación ni recursos económicos, por tanto su propiedad es aparente. Esa misma tierra vendida en grandes lotes traería tecnología de la que se beneficiaría también el comunero, pero la telaraña ideológica del siglo XIX subsiste como un impedimento. El perro del hortelano. El tercer tema es el de los recursos mineros en los que el Perú tiene la riqueza más grande del mundo, no solo por la cantidad sino también por la variedad de recursos mineros, o que permite que si un producto baja de precio, se compense con otros productos. Sin embargo, apenas la décima parte de esos recursos está en proceso de explotación, porque aquí todavía discutimos si la técnica minera destruye el medio ambiente, lo que es un tema del siglo
pasado, claro que antes lo destruía y los problemas ambientales de hoy son básicamente por las minas de ayer, pero en la actualidad las minas conviven con las ciudades sin que existan problemas y en todo caso eso depende de lo estricto que sea el Estado en la exigencia tecnológica a las empresas mineras y en negociar mayor participación económica y laboral para los departamentos donde estén las minas. Cuando voy a la ciudad de Ilo y veo su desarrollo urbano, que es el más avanzado del Perú, sé que es producto de la minería y de la pesquería y me duele comparar eso con el pueblo de Ayabaca, que tiene más recursos mineros que la mina de Cuajone en el sur, pero que vive la mayor pobreza. Y es que allí el viejo comunista anticapitalista del siglo XIX se disfrazó de proteccionista en el siglo XX y cambia otra vez de camiseta en el siglo XXI para ser medioambientalista. Pero siempre anticapitalista, contra la inversión, sin explicar cómo, con una agricultura pobre, se podría dar un salto a un mayor desarrollo. Y contra el petróleo, han creado la figura del nativo selvático ‘no conectado’; es decir, desconocido pero presumible, por lo que millones de hectáreas no deben ser exploradas, y el petróleo peruano debe quedarse bajo tierra mientras se paga en el mundo US$90 por cada barril. Es preferible para ellos que el Perú siga importando y empobreciéndose. Un cuarto tema es el del mar; Japón tiene menos riqueza pesquera pero come cinco veces más pescado por año y por habitante que el Perú, porque ha desarrollado su maricultura. Pero aquí, cada vez que se quiere otorgar un lote de mar para que un inversionista ponga sus jaulas de crianza artificial, aumente la producción y cree trabajo, reaccionan los pescadores artesanales de la caleta cercana, que ven nacer una competencia más moderna y dicen que se está bloqueando su derecho al libre paso, que se contamina el mar y otros invocan lo sagrado del Mar de Grau, en vez de aceptar esta nueva actividad que podría generar cientos de miles de empleos. Además, el Perú tiene en la cordillera una riqueza enorme por las lluvias que caen sobre ella. Se calcula que anualmente caen 800 mil millones de metros cúbicos en la cordillera que bajan por los ríos hacia el Pacífico y el Atlántico. De lo que va al Pacífico aprovechamos una pequeña cantidad para agricultura y para la generación eléctrica, pero de lo que baja hacia el Atlántico a formar el Amazonas, no aprovechamos prácticamente nada. ¿Cómo aprovecharlo? Ahora que el petróleo aumenta y seguirá aumentando su precio, debemos pensar en la generación eléctrica que es renovable, casi eterna y limpia. Y pensar su uso y su venta en términos continentales. Grandes centrales eléctricas hechas sobre el Marañón y en las caídas del bajo Urubamba, nos permitirán vender energía a Ecuador, Colombia, Chile, Brasil. Pero eso tienen que hacerlo grandes capitales privados o internacionales que necesitan una seguridad de muy largo plazo para invertir miles de millones y para poder recuperar sus inversiones. Pero el perro del hortelano dice: ¿Por qué van a hacer dinero con nuestras caídas de agua? Mejor que lo haga el gobierno regional. Pero no dicen con qué dinero. Así pues, cualquier peruano que mire a su alrededor verá cuánta riqueza existe que no está puesta en valor. En quinto lugar, el propio trabajo humano no está puesto en valor para el que trabaja. El trabajo informal que es mayoritario, es un trabajo no incorporado a la economía ni a la
Preguntas
Generar consciencia respecto a la inseguridad alimentaria y el no desperdicio de alimentos, a través de un puente entre la cocina y la labor social, con la finalidad de disminuir y erradicar dicha problemática en la sociedad. ¿Cómo?
¿Cómo?
¿Cómo?
quisimos y decidimos vivir bajo la voluntad de un tercero, abdicamos una vez más de aquello que define a la libetad republicana: autogobernarse.^1 Pero el fin del siglo XX no estuvo marcado únicamente por el último descalabro de la promesa republicana, también lo estuvo por el ascenso de otra promesa: la neoliberal. Si el republicanismo es una teoría y práctica política, el neoliberalismo es una teoría y práctica económica. Debo decir que no uitilizo neoliberalismo en un sentido peyorativo o apocalíptico, sino analítico […] El neoliberalismo es un programa de acción política que tiene en el centro de sus intereses la libertad del individiuo a través del establecimiento de una economía de mercado abierta […] En la agenda neoliberal, un individuo libre es aquel que no encuentra intromisiones del Estado al actuar en el mercado. En tal sentido, como el marxismo, el neoliberalismo es un economicismo. Contiene un programa político, pero se deriva de una teoróa y una preocupación primordialmente económica. Puesto que la libertad individual queda definida por la vía de un mercado sin presencia del Estado, se necesita restringir cuanto sea posible la actividad económica estatal […] Como consecuencia, la libre cometencia dará lugar al crecimiento económico que redundará en beneficio de todos. Así, a partir de unos principios claros y simples, el neoliberalismo ofrece una forma de progreso. Desde luego, como asumierton y argumentaron intelectuales y think tanks neoliberales, esto generará desigualdades económicas, pero, en última instancia, más que un problema, son el motor del progreso económico, pues ellas incentivan la competencia que genera el crecimiento. Para un neoliberal, inevitablemente, la pobreza es más grave que la desigualdad. Entonces, si el republicanismo es una teoría política que promete igualdad, instituciones y ciudadanos, el neoliberalismo promete libertad, mercado y emprendedores. Si el republicanismo adoleció de un elitismo intraductible hacia las grandes mayorías, el neoliberalismo conectó con ellas como discurso y como proyecto político [los “nuevos ricos”, los emprendedores de Lima Norte, Lima Este, Lima Sur]. Si el republicanismo confía en la educación como mecanismo para construir una comunidad libre, el neoliberalismo confía en el laissez-faire [dejar pasar, que las cosas - el mercado, la economía- pasen sin ninguna regulación] para obtener un individuo libre. Si el republicanismo es una doctrina de lo público, el neoliberalismo pregona lo privado. Ahora bien, el desencuentro de estas promesas en el Perú contemporáneo no proviene de la teoría, sino de la experiencia histórica: en veinte años el neoliberalismo cumplió con sus promesas, el republicanismo se apresta a cumplir doscientos años y nos sigue fallando. (^1) Las otras libertades son la igualdad entre ciudadanos (no necesariamente económica, sino ante la ley y, especialmente, de participación activa en la política), unas leyes e instituciones legítimas (aceptadas por los propios ciudadanos, es decir, que ellos las hayan escogido y no hayan sido impuestas a la fuerza o de manera irregular), y la confianza entre los propios ciudadanos para formar una comunidad en el que se pueda dialogar y/o expresar disconformidad en el espacio público, sin ningún tipo de censura o represión. Vergara, Ciudadanos sin república , p. 19.
El neoliberalismo no prometió un país más igualitario, tampoco uno más democrático; ni prometió uno más justo, tampoco una comunidad de ciudadanos fortalecidos. Como hemos visto, su agenda era otra: mercados desregulados, crecimiento económico, desigualdad si hacía falta, el individuo como consumidor y/o empresario. Y el neoliberalismo cumplió su promesa. Eso le ofreció al Perú y eso le trajo. En un país donde las promesas políticas se pasan por el wáter permanentemente, los neoliberales peruanos cumplieron su palabra. Las políticas neoliberales en pie desde 1990 reconfiguraron el país: se creció a todo vapor, se redujo la pobreza como nunca antes, la inflación se convirtió en un recuerdo, apareció una nueva clase media, las ciudades y el consumo explotaron, el discurso del emprendimiento se volvió jerga popular y hasta el mundo rural prosperó. En fin, en apenas un par de décadas, el Perú se convirtió en algo que ni el más optimista podría haber imaginado en 1990. El Perú de hoy es en gran medida hechura de números neoliberales y sus ideas. Para decirlo en inglés, they delivered. Y puesto que el componente político del neoliberalismo es secundario frente al económico, hicieron su trabajo sin ascos bajo el autoritarismo de Fujimori y tampoco se hicieron paltas con la democracia reestrenada en 2000. Las instituciones democráticas o republicanas nunca fueron su prioridad. Alberto Vergara (2015). “Introducción”. En Ciudadanos sin república. ¿Cómo sobrevivir en la jungla política peruana? Planeta Editorial, pp. 17 - 2 4. Disponible en: https://vergarapaniagua.com/wp-content/uploads/2017/11/cp- 4 - vergara-alberto- introduccic3b3n-en-ciudadanos-sin-repc3bablica.pdf Preguntas:
no ganase un populista y seguiríamos enrumbados al desarrollo. Tal era el catequismo de los actores económicos y sus satélites. Por cierto, esto forma parte de un problema común latinoamericano: el crecimiento económico en sociedades altamente desiguales permite que las clases altas se consideren a un paso del primer mundo. La burbuja favorece el mito. Y Rolando Arellano, un experto en mercadeo que en predios empresariales pasa por científico social, vendió durante años la tesis según la cual el Perú de los 2000 ya no era uno marcado por las diferencias económicas sino por distintos “estilos de vida”, y donde la clase media era tan extensa que ahora la pirámide social tenía forma de rombo. La pandemia ha demostrado que las cosas eran muy distintas al burbujismo empresarial. Lo que estructura la vida social peruana es la vulnerabilidad que segrega una economía con 70% de informalidad. El 80% del desarrollo urbano peruano se ha hecho al margen de la ley. El 70% del transporte es informal. Y a esto se suma una penuria y desconexión grave: como ya dije, el porcentaje de peruanos con una cuenta bancaria es 40%; y casi la mitad de los hogares peruanos no tiene una nevera. ¿Clases medias sin nevera, cuenta bancaria o título de propiedad? Decidieron creerlo. Entonces hemos sufrido, para resumirlo con Sabina, 20 años de mitos mal curados. Ahora, no todo el mundo compró el embuste. En un libro del 2013, los economistas José Gallardo y Piero Ghezzi señalaron con todas sus letras que el modelo peruano no contenía las semillas del desarrollo. Muchos otros investigadores apuntaron en direcciones semejantes. Y yo mismo, desde un marco más político, sostuve en mi libro Ciudadanos sin república (2013) que el Perú contemporáneo estaba definido por el éxito de la promesa neoliberal y el fracaso de la promesa republicana, y que si no acercábamos ambas promesas no había desarrollo posible. Pero a la derecha consagrada al santo dígito del PBI le dio igual. Se consideró que el modelo económico era también modelo de desarrollo. Alberto Vergara (2020). “La crisis del covid-19 como Aleph peruano”. CIUP (19 de junio de 2020). Disponible en: https://ciup.up.edu.pe/analisis/la-crisis-covid- 19 - como-aleph-peruano/
Actividad 1