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GONZALEZ RAMIREZ - Mar de indicios. Imágenes de la violencia feminicida y la pornografía sádica en Ciudad Juarez
Tipo: Apuntes
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Este artículo indaga sobre algunos de los feminicidios ocurridos en Ciudad Juárez, Chihuahua, para saber si en su móvil se encuentran los intereses de la industria de pornografía sádica. Analiza las imágenes violentas relacionadas con la violencia de género, apoyándose en la metodología de G. Didi- Huberman. Parte, asimismo, de ciertas imágenes de obras plásticas —cuyo tema es la violencia feminicida—, y de fotografías pornográficas publicadas en revistas, libros e Internet. Dichas imágenes se contrastan con las lesiones descritas en reportes forenses, contenidas en el informe especial presentado en 2003 por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Este análisis permite encontrar numerosos vínculos de los feminicidios con la pornografía, detrás de los cuales se encuentra la “industria cultural radical”, cuyos refe- rentes literarios se pueden encontrar en autores como el Marqués de Sade y Georges Bataille —entre otros—, cobijados por una generalizada tolerancia social y naturalización de la violencia hacia las mujeres. El artículo también se apoya en postulados teóricos de autores como Adorno, Kant, Arendt y Agamben.
Feminicidio, pornografía sádica, Ciudad Juárez, Chihuahua.
This article is part of a master’s thesis in art history to determine whether the motives for the female homicides in Ciudad Juárez, Chihuahua, Mexico, are connected to the sadistic pornography industry. I analyze radical images linked to gender violence, based on the methodology of G. Didi-Huberman. I also begin with certain images from visual arts—whose subject matter is vio- lence perpetrated against women—and pornographic photos published in
magazines and books, and on the Internet. These images were compared to the injuries described in forensic reports contained in the Special Report pre- sented in 2003 to the National Human Rights Commission in Mexico. This analysis made it possible to find numerous connections between the female homicides with pornography, and to identify the underlying “radical cultural industry,” whose literary reference points may be found in authors such as the Marquis de Sade and Georges Bataille, among others, protected by widespre- ad social tolerance and a process naturalizing violence against women. The article is also based on technical postulates by writers such as Adorno, Kant, Arendt, and Agamben.
Keywords Female homicide, sadistic pornography, Ciudad Juárez, Chihuahua.
Introducción En este artículo sólo abordaré lo relativo al análisis de las imágenes porno- gráficas y su correlación con la información forense clasificada.
Somos seres de perversidad inmensa cada uno de noso- tros; villanos para quienes no existe más dios que sus deseos, más leyes que los límites de su resistencia, más cuidados que sus placeres […].Indudablemente existen muy pocos excesos que no cometamos. Si por desgracia algunas de vuestras vidas son sacrificadas a nuestra falta de templanza, adaptaos valerosamente a la situación […] lo mejor que le puede suceder a una mujer es morir joven. SADE (1985: 189)
Mi hipótesis central es que existe una industria que produce y comerciali- za imágenes con el terror, la tortura, el dolor y la muerte de algunas mujeres. Que durante esa producción se causan espantosas lesiones en los cuerpos de víctimas asesinadas en Ciudad Juárez, de las que se da cuenta en los infor- mes forenses correspondientes. En dichos expedientes también encontré un patrón consistente relacionado con el peso, la talla, la longitud del cabello, rastros de ataduras especializadas en pies y manos, “cortes irregulares” o desprendimiento del cuerpo cabelludo y diversas mutilaciones en los cuerpos^1 de jovencitas cuyo promedio de edad era de 17 años. Estos datos me permi- tieron orientar mi investigación hacia esaindustria de pornografía sádica, la
(^1) Se registraron mutilaciones de ojos, mamas, pezones, órganos reproductivos y vitales, incluso pérdida de piezas dentales.
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nografía sádica radical—, representa un prototipo de la industria cultural y, dado que dicha industria rebasa todos los límites contemplados en los pará- metros morales y éticos conocidos en la cultura occidental, hay que añadirle la categoría de “mal radical” —originalmente propuesto por Emmanuel Kant y reinterpretado por Hanna Arendt (apud Délano, 2000)—, así como la teoría de los campos de G. Agamben. Por todo esto consideré necesario par- ticularizar la industria que aquí abordo y nombrarlaIndustria cultural radi- cal, ya que esta categoría engloba sus aspectos más importantes.
Juárez, “mito mundial del crimen” La hipótesis sobre la pornografía sádica, o el llamado cinesnuff, ha sido des- calificado como “mito de Juárez” por las autoridades gubernamentales, quie- nes insisten en que tales crímenes se cometieron dentro de la “violencia intra- familiar”:
Una leyenda negra se construyó sobre Ciudad Juárez en la última década, causándole un daño difícil de reparar a su imagen y a su sociedad, basada en especulaciones, exage- raciones, mitos e información errónea en torno al fenóme- no de los crímenes de mujeres, que rebasaron las fronteras del estado y del país (Minjáres, 2005).
Y debido a esta descalificación, no se ha seguido esta línea de investiga- ción, lo que ha garantizado la impunidad de los victimarios.
Metodología Para seleccionar los casos comencé por clasificar 444 (Moreno, 2006); después clasifiqué los contenidos en el Informe Especial de la CNDH-2003 de acuerdo con los siguientes criterios:1) causa de muerte e instrumento utilizado —arma de fue- go,estrangulamiento,objeto contundente,punzocontundente y punzocortante—;2) tipo y número de lesiones,3) lugar en donde fueron localizados los restos de las víctimas. Posteriormente eliminé los casos en que: se utilizaron armas de fuego, lugar del hallazgo que pudiera vincularse con algún domicilio y las lesiones repor- tadas por el forense que pudieran explicarse a través de la violencia conocida. La selección final que hice fue determinada por la clara intención de da- ñar, la cual se evidencia en las lesiones tan severas, producto de una violencia exacerbada ejercida sobre las víctimas, encontradas al revisar los expedien- tes. El siguiente caso es un ejemplo donde se lee que, sin hacer incisiones en espalda, pecho o abdomen —lo que descartaría el tráfico de órganos—, se le extrajeron numerosos órganos internos a esta joven a quien se señala como desconocida:
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Además de la ferocidad que se evidencia en la fractura de cráneo, las heridas en cuello, tórax y la “ausencia de los órganos internos”, hay otra información que se desprende del reporte forense y que, desde mi punto de vista, ayuda a explicar esa ausencia. Al describir la vulva como “de forma redondeada”, el médico forense está llamando la atención sobre un órgano cuya forma natural es “redonda”. Entonces, si este especialista la describe de esa manera, es porque el tejido de tal órgano se encuentra dilatado, es decir, la vulva ha quedado con una forma “inusualmente” redonda. Se sabe que para que la vulva —o el ano— queden dilatados en un cadáver, es necesario que se introduzca un objeto —lo suficien- temente grande como para que tal órgano se dilate— mientras la víctima aún se encuentre con vida, y que tal objeto se mantenga dilatándolo hasta que lle- gue la muerte. De lo contrario —si se retira el objeto cuando la víctima aún está viva—, la vulva recuperará su forma natural debido, precisamente, a la elasticidad que la caracteriza. Inferimos que lo que debió vivir la víctima para que su cuerpo quedara en esas condiciones fue terrible, y creemos que po- dría ilustrarse con las figuras 4 y 5, según se explicará más adelante. Otros dos enigmáticos casos que llamaron poderosamente mi atención son los que describen un desconcertante corte hecho en el seno izquierdo de dos jóvenes:
(^2) Para abundar en la información véase González (2009) y cndh (2003).
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El hecho de que en este grabado —tan lejano en tiempo y espacio a los casos que presentamos— se represente una lesión similar en forma y tama- ño a las descritas por el forense, resulta muy inquietante. Creemos que su pre- sencia podría obedecer a alguna de las siguientes posibilidades:1) que es una casualidad;2) que quien hizo estas heridas quiso imitar la escena ilustrada en el grabado, el que tal vez había visto en algún otro lugar o en la revista donde se publicó en 1985 (Russell, 1994), y3) que esta herida tiene un sim- bolismo especial y forma parte de un ritual practicado en los casos de Ciudad Juárez que hemos citado. En los casos que se presentan más abajo, encontramos mutilaciones de ojos, mamas, presencia de ataduras especializadas, cortes irregulares en el cabello, fractura, pigmentación o falta de piezas dentales en víctimas cuyas características físicas son similares en todas ellas y su promedio de edad es de 17 años.
Mutilación de mama
Figura 1. Grabado japonés del siglo XIV.
región mamaria derecha asimismo presenta ausencia de tejido se presenta hasta el hombro derecho. Por su parte, el médico legista que practicó la necropsia a este cadáver, des- cribió únicamente que se trataba de una persona del sexo femenino, con una edad cronológica de entre 15 a 16 años de edad, complexión regular, tez morena […] cuya naturaleza de su fallecimiento no se pudo determinar, no obstante, se estableció que el tiempo de muerte aconteció entre 8 y 12 días aproxima- damente, antes de practicársele la necropsia (CNDH, 2003).
Mutilación de ojos
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Figura 2.
Figura 3.
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la explicación a dicha marca.^4 Vemos a una mujer sujeta por los tobillos y las muñecas, al mismo tiempo que es empujada hacia delante mediante una vari- lla de metal colocada en su espalda, precisamente a la altura de su cintura. Creemos que la presión ejercida y el tiempo que dura tal objeto empujando la espalda, hace que se imprima en la piel —o incluso que perfore la espal- da— provocando una herida que eventualmente podría adquirir la forma de la parte del objeto que toca el cuerpo.
Extracción de órganos internos Como ya señalé más arriba, la extracción de órganos internos es uno de los daños más desconcertantes, no sólo por lo que en sí mismo representa, sino porque en esos casos también se refiere la dilatación del ano o la vagina. Las figuras 4 y 5 nos ayudan a explicar la manera en que tal vez se hicieron dichas extracciones. Observamos a una mujer absolutamente sometida. Ha sido conectada a un complejo aparato dotado de poleas y de una especie de bomba de vacío. El objeto metálico en forma depene hueco ha penetrado su área geni- tal y tal vez se conecte a esta supuesta bomba de vacío —nótese los cables eléc- tricos que salen del aparato y pasan tocando el pie derecho de la mujer—, y tal vez sea a través de este mecanismo como se extraen las entrañas de la víctima. También de esta manera se puede explicar el que la vulva o el ano queden dila- tados, pues al mantenerse objetos, como ese “pene”, hasta después de que la víctima ha muerto, necesariamente dejará tal órgano dilatado. Otro detalle que puede apreciarse es una especie de cuerda o gancho de metal que sale de la misma área genital donde está introducido el “pene” hueco, gancho atado a una cuerda que llega hasta el cabello de la joven.
Figura 4.
(^4) Tomada de http: //www.muyzorras.com/galerias.php?gratis=http: //www.porn-site-samples.com /wired_pussy/08_cdeba/index.html 27 de octubre de 2006.
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Por la forma redondeada de sus codos y sus brazos, y por la lozanía de su rostro, la estrechez de sus caderas y su abdomen —liso y sin imperfeccio- nes— presumo que es muy joven; tal vez no llegue a los veinte años de edad. Calculo que su estatura es de un metro cincuenta, ya que la mesa junto a la que está parada le llega a la altura del pubis. Si la altura de la mesa es de 75 centímetros (que es promedio general de la altura de las mesas) y el pubis marca la mitad de la estatura, entonces esta última debe ser de aproximada- mente un metro cincuenta centímetros y, por tanto, su peso alrededor de 50 kilogramos. Otro dato que también podemos obtener de esta imagen es la altura de quien tomó la fotografía. Por el ángulo ligeramente en picada se deduce que debe medir unos 30 centímetros más que el objetivo enfocado. Si la joven mide 1.50, el fotógrafo debería medir 1.80 metros. Es importante este dato porque coincide, tanto en las proporciones de las víctimas como con los per- sonajes de la figura 8, donde vemos un hombre que carga con suma facilidad a la joven que lleva sobre su hombro. Recordemos que la estatura promedio de las víctimas es de 1. 55 metros y su talla es “delgada”, similar a la joven de la figura 7. Esta talla coincide también con formas armónicas, altamente apreciada para imágenes pornográficas. Según podemos observar en las figuras 9 y 10, esta talla también facilita la manipulación de la víctima como cargarla en vilo, vestirla, desvestirla, amarrarla, amordazarla, envol-
Figura 6.
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Figura 7.
(a)
(b)
(c)
(d)
Figura 8. Aquí se aprecia una de las maneras en que se mani- pula a las víctimas, por lo cual su talla debe ser menuda.
tra recostada. Sus brazos están atados, pegados a su cuerpo, a la altura de las muñecas y los codos. Tiene los puños fuertemente cerrados. Conserva el sostén con el que se la ve en la figura 7. No tiene pantaletas, lo que se apre- cia porque una parte de la cuerda —a la que se le ha hecho una especie de tejido— pasa por entre sus genitales, como si saliera del interior de su cuer- po. Conserva las medias de nailon sujetas con un “liguero”, así como zapatos de “tacón de aguja”. En la figura 9 (c-d) su cuerpo luce amortajado, envuelto en el plástico o “látex” —como dice el título de la serie fotográfica—; tal vez esa era la razón por la que en la figura 10 vemos un plástico recubriendo la mesa. En lo poco que vemos de su rostro, percibimos su rigidez, parece que ya está muerta. El hecho de que la hayan fotografiado de perfil nos hace pensar que la intención es mostrar —o sugerir— su muerte, ya sea real o actuada. Estas imágenes nos dan una pista y nos ayudan a explicar lo que tal vez les ocurrió a algunas víctimas de Ciudad Juárez, ya que las lesiones en dien- tes, efectivamente, pueden ocasionarse si se mantiene una dura mordaza den- tro de la boca, como lo confirma la opinión de dos expertas odontólogas forenses a quienes les expuse mi hipótesis. Ellas opinaron que, en efecto, si se tortura a la persona amordazada, los movimientos involuntarios que haga — ya sea como reacción al dolor que se la somete o para intentar expulsar la
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Figura 10.
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mordaza— ocasionarán que sus dientes choquen continuamente con el duro objeto, provocándole severas fracturas. Enseguida encontraremos fragmentos de los informes forenses de algunos casos —no todos— donde se reportan lesiones dentales, y donde también confirmamos el patrón físico de las víctimas, sumado a las ataduras en manos o pies y los cortes irregulares en su cabello:
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Conclusiones Como es fácil imaginar, el primer encuentro que tuve con ese “mal radical” —materializado en los daños reportados en las víctimas— me provocó un estado de turbación frente algo que me parecía completamente inexplicable, y sólo puede escapar cuando comencé a encontrar ciertas respuestas. Fue ese derecho y obligación a imaginar, como propone Georges Didi-Huberman (2004), lo que me permitió encontrar una hebra dentro de la madeja de impunidad al investigar sobre los feminicidios de Ciudad Juárez. A partir del concepto adorniano (1994) de “industria cultural”, y su vin- culación con el concepto kantiano de “mal radical”, pude abordar la industria pornográfica responsable de los asesinatos de mujeres, ya que estos conceptos describen elementos tales como el arte convertido en mercancía, la perversi- dad como móvil de una conducta que se materializa en imágenes pornográficas radicales, industria a la que he llamado “industria cultural radical”. Concepto que contiene la categoría kantiana, frente a las formas contemporáneas del mal y la desarrollada por Arendt “banalidad del mal” (apud Délano, 2000), así como la “Teoría de los campos” de Agamben. En vista de los hallazgos presentados, las lesiones y los otros elementos encontrados en los cuerpos de las víctimas, sólo adquieren sentido si las observamos como producto de la actividad criminal de esaindustria de por- nografía sádica radical, que opera amparada por un ambiente social tal que no sólo no condena, sino que incita estas actividades a través de la violencia feminicida, violencia específica que he llamadofeminicidio sádico sexual. Ante lo anterior, queda demostrado que hablar de lapornografía sádica radical, como móvil de estos feminicidios, es totalmente pertinente, dada la cantidad y tipo deindicios que he brindado. Por ello, no debemos aceptar que las autoridades cancelen esta línea de investigación argumentando que obe- dece a “la imaginación de mentes hollywoodenses”, ya que esta declaración no sólo daña aún más a las víctimas y a sus deudos, sino que contribuye a la “banalización” de la violencia contra las mujeres.
Bibliografía Adorno, Theodor W. (1994), “La industria cultural”, en Max Horkheimer y Theodor W. Adorno,Dialéctica de la ilustración. Fragmentos filosóficos, Juan José Sánchez (introd. y trad.), Madrid,Trotta. Comisión Nacional de los Derechos Humanos (2003), Informe de la CNDH, http: //www.cndh.org.mx/lacndh/informes/espec/juarez2003/index.htm. Délano, Alexandra (2000),Hannah Arendt: cómo enfrentar la banalidad del mal, tomado de http: //www.difusioncultural.uam.mx/revista/junio2000/ arendt.html.
Didi-Huberman, Georges (2004),Imágenes pese a todo. Memoria visual del Holocausto, Mariana Miracle (trad.), Barcelona, Paidós. González Ramírez, Rosa María (2009), “Mar de indicios. Imágenes de la violencia feminicida y la pornografía sádica en Ciudad Juárez”, tesis, México, UNAM. Minjáres, Gabriela (2005),Diario de Juárez, 5 de junio. Moreno, Norberto (2006),444/Ciudad Juárez/93-06, expediente del Femi- nicidio, ed. del autor, México. Russell, Diana E. H. (1994),Against Pornography. The evidence of Harm, California, Russell Publications. Sade, Donatien Alphonse (1985),Julieta o el vicio ampliamente recompen- sado, Madrid, Cátedra.
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