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Manuscrito H de Freud, Apuntes de Psicopatología

Caso clinico de paranoia en Freud

Tipo: Apuntes

2024/2025

Subido el 09/05/2025

sofia-gomez-46u
sofia-gomez-46u 🇦🇷

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la neurastenia se genera un empobrecimiento totalmente si-
milar por el hecho de que la excitación se escapa como por
un agujero, pero en ese caso se bombea en vacío s. S., mien-
tras que en la melancolía el agujero e^tá en lo psíquico. El
empobrecimiento neurasténico, por su parte, puede des-
bordar sobre lo psíquico. Y además, los fenómenos son de
hecho tan semejantes que en muchos casos es preciso poner
cuidado para separarlos.
[Figura 3.] '^
Manuscrito H.'"' Paranoia
La representación delirante se clasifica en la psiquiatría
junto a la representación obsesiva como una perturbación
puramente intelectual, y la paranoia junto a la locura obsesi-
va como psicosis intelectual. Una vez cjue la representación
obsesiva se ha reconducido a una perturbación afectiva, y
se ha demostrado que debe su intensidad a un conflicto, es
forzoso que la representación delirante caiga bajo la misma
concepción; por tanto, también ella es la consecuencia de
"•' [Anexo a una carta (inédita) del 24 de enero de 1895. Es
este el primero de numerosos estudios de Freud sobre la paranoia.
Doy un resumen de ellos en mi «Nota introductoria» al análisis de
Schreber (ISllc), AE, 12, págs. 4-6.s o menos uno después
del presente manuscrito, Freud volvió a hacer un examen (menos in-
teresante) del tema en el Manuscrito K (infra, págs. 266 y sigs.),
qae luego, ampliado, constituyó h sección III del segundo trabajo
sobre las neuropsicosis de defensa (1896¿), AE, 3, págs. 175 y sigs.
Si bien aquí se indaga en el mecanismo de la proyección, no hay
ninguna vislumbre de que la afección tenga un fundamento en la
homosexualidad. Esa teoría fue dada a conocer por primera vez en
el análisis de Schreber (AE, 12, pág. 41), aunque allí nos dice Freud
(ibid.,
pág. 55) que había estado estudiando el problema ¡unto con
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¡Descarga Manuscrito H de Freud y más Apuntes en PDF de Psicopatología solo en Docsity!

la neurastenia se genera un empobrecimiento totalmente si- milar por el hecho de que la excitación se escapa como por un agujero, pero en ese caso se bombea en vacío s. S., mien- tras que en la melancolía el agujero e^tá en lo psíquico. El empobrecimiento neurasténico, por su parte, puede des- bordar sobre lo psíquico. Y además, los fenómenos son de hecho tan semejantes que en muchos casos es preciso poner cuidado para separarlos.

[Figura 3.] '^

Manuscrito H.'"' Paranoia

La representación delirante se clasifica en la psiquiatría junto a la representación obsesiva como una perturbación puramente intelectual, y la paranoia junto a la locura obsesi- va como psicosis intelectual. Una vez cjue la representación obsesiva se ha reconducido a una perturbación afectiva, y se ha demostrado que debe su intensidad a un conflicto, es forzoso que la representación delirante caiga bajo la misma concepción; por tanto, también ella es la consecuencia de

"•'• [Anexo a una carta (inédita) del 24 de enero de 1895. — Es este el primero de numerosos estudios de Freud sobre la paranoia. Doy un resumen de ellos en mi «Nota introductoria» al análisis de Schreber (ISllc), AE, 12, págs. 4-6. Más o menos un año después del presente manuscrito, Freud volvió a hacer un examen (menos in- teresante) del tema en el Manuscrito K (infra, págs. 266 y sigs.), qae luego, ampliado, constituyó h sección III del segundo trabajo sobre las neuropsicosis de defensa (1896¿), AE, 3, págs. 175 y sigs. Si bien aquí se indaga en el mecanismo de la proyección, no hay ninguna vislumbre de que la afección tenga un fundamento en la homosexualidad. Esa teoría fue dada a conocer por primera vez en el análisis de Schreber (AE, 12, pág. 41), aunque allí nos dice Freud (ibid., pág. 55) que había estado estudiando el problema ¡unto con

unas perturbaciones afectivas y debe su intensidad a un pro- ceso psicológico. Los psiquiatras suponen lo contrario, el lego está habituado a derivar la locura de unas vivencias anímicas conmocionantes. Quien en ciertas circunstancias no pierde su entendimiento «es que no tiene ninguno que perder»/'''

De hecho, esto es así: la paranoia crónica en su forma clásica es un modo patológico de la defensa, como la histe- ria, la neurosis obsesiva y la confusión alucinatoria. Uno se vuelve paranoico por cosas que no tolera, suponiendo que uno posea la predisposición psíquica peculiar para ello. ' ¿En cjué consiste esta predisposición? En la inclinación a aquello que constituye el signo distintivo psíquico de la paranoia; lo consideraremos con un ejemplo. Una doncella que va envejeciendo, de unos 30 años, vive junto con su hermano y su hermana [mayor]. Pertenecen al estamento obrero superior; mediante su trabajo, el hermano ha logrado instalarse como pequeño fabricante. Entretanto, alquilan una habitación a un compañero, un hombre muy viajado, algo enigmático, muy diestro e inteligente, que durante un año mora con ellos como el mejor camarada y la mejor de las compañías. Luego el hombre se despide, para retornar pasados seis meses. Ahora permanece sólo breve tiempo y desaparece definitivamente. Las hermanas suelen lamentar su ausencia, no saben más que hablar bien de él; no obstante, la menor le cuenta a la mayor sobre una vez que él intentó ponerla en peligro. Ordenaba ella la pieza mien- tras él todavía estaba en cama; entonces la llamó junto al lecho, y cuando se llegó sin sospechar nada, le puso su pene

Jiing y Ferenczi «en los últimos años». Ernest Jones (1955, págs. 303 y 281) menciona c]ue Freud había planteado el asunto a Ferenczi el I i tic febrero de 1908 —en una carta que Jones cita en parte (ibid., pág. 488)—, y lo había discutido con Jung unos días antes, el 27 de enero. J:n esa carta a Jung, asevera Jones (ibid., pág. 281), Freud de- cía que l'liess le había enseñado esto. Presumiblemente lo hizo de palabra, ya que en las publicaciones de Fliess no hay indicio alguno de ello. Ahora bien: hace poco se descubrió un memorando (hasta ahora inédito) que Freud envió a Jung y que versa sobre la teoría í\¿ la paranoia con bastante detalle; y tampoco en él hay trazas del tundamcnto homosexual. Aunque ese memorando no tiene fecha, se lo halló junio a otras cartas dirigidas a Jung que datan del primer scmcsire de 1907. Es probable, entonces, que la nueva teoría fuese concebida en el segundo semestre de ese año, y que Freud sólo la hubiese considerado seriamente poco antes de enviar las dos cartas a lung y Ferenczi antes mencionadas.] 5'' [Lessing, Emilia Galotti, acto IV, escena 7. La misma cita apa- rece en un trabajo inconcluso de Freud, «Personajes psicopáticos en el escenario» (1942a [1905-06]), AE, 7, pág. 281.]

tonces imperturbado, pero algo varió en la posición de to- da la cosa. Antes era un reproche interno, ahora era una insinuación que venía desde afuera. El juicio sobre ella había sido trasladado hacia afuera, la gente decía lo que ella habría dicho de sí misma. Algo se ganaba con ello. Al juicio pronunciado desde adentro habría debido aceptarlo; al que llegaba desde afuera podía desautorizarlo. Con esto, el jui- cio, el reproche, era mantenido lejos del yo. La paranoia tiene, por tanto, el propósito de defenderse de una representación inconciliable para el yo proyectando al mundo exterior el sumario de la causa que la representa- ción misma establece."' Dos preguntas: [1] ¿Cómo se llega a ese traslado? [2] ¿Rige también en otros casos de paranoia?

  1. Muy simple; se trata del abuso'"'" de un mecanismo psí- quico utilizado con harta frecuencia dentro de lo normal: el traslado o proyección. Ante cada alteración interior, tene- mos la opción de suponer una causa interna o una externa. Si algo nos esfuerza a apartarnos del origen interno, natural- mente recurrimos al origen externo. En segundo lugar, es- tamos habituados (por la expresión de las emociones) a que nuestros estados interiores se denuncien ante los otros. Esto da por resultado el delirio normal de ser notado, y la pro- yección normal. Y normal es, en efecto, mientras a todo esto permanezcamos concientes de nuestra propia alteración in- terior. Si la olvidamos, nos queda sólo la rama del silogismo que lleva hacia afuera, y de ahí la paranoia, con la sobresti- mación de lo que de nosotros se sabe y de los hechizos que padecemos. Y eso que se sabe de nosotros, y c]ue nosotros no sabemos, no podemos admitirlo. Por tanto, abuso del mecanismo de proyección a los fines de la defensa. Por otra parte, con las representaciones obsesivas ocurre algo por entero análogo. También el inecanismo de sustitu- ción es normal. Cuando la vieja doncella se aficiona a un perro, y el solterón colecciona tabaqueras, la primera susti- tuye su necesidad de comunidad conyugal, y el segundo, su necesidad de... conquistas numerosas. Todo coleccionista es un Don Juan Tenorio sustituido, como también el es-

"^ [En este enunciado emerge por primera vez el concepto de proyección, cuya primera aparición en una obra publicada se encuen- tra en el segundo trabajo sobre las neuropsicosis de defensa (1896¿), AE, 3, pág. 183, aunque allí se lo trata de manera mucho más su- maria que aquí.] '>" {«Misbrauch» al final del párrafo en el original; en AdA figura erróneamente «Ausbruch» {«estallido»}.]