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Un resumen de las ideas de los primeros filósofos griegos sobre la naturaleza y el origen del universo. Abarca las teorías de tales de mileto, anaximandro, anaxímenes, pitágoras, heráclito, parménides y empédocles. Estos pensadores buscaron explicar cuál era el principio fundamental o la primera causa de la existencia, explorando conceptos como el agua, el aire, lo ilimitado, los números, el cambio y la unidad de la realidad. Sus ideas sentaron las bases del pensamiento filosófico y científico occidental, anticipando teorías modernas como la evolución. Una visión general de las principales contribuciones de estos influyentes filósofos presocráticos.
Tipo: Resúmenes
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1.3.1. El problema de la naturaleza.
1. Tales de Mileto – en torno a 585 a.C. Tales: según Aristóteles, Tales fue el primero en preguntar: "¿cuál es la materia básica del universo?" (Baird, 8); es decir ¿cuál fue la primera causa de la existencia, de qué elemento o fuerza procedió todo lo demás? Tales afirmó que era el agua porque cualquiera que fuera la primera causa, debe ser parte de todo lo que vino después. Cuando el agua se calentaba se convertía en aire (vapor), cuando se enfriaba se solidificaba (hielo), añadida a la tierra se convertía en lodo, una vez seca volvía a solidificarse, bajo presión podía mover rocas, mientras que, en reposo, proporcionaba un hábitat para otros seres vivos y era esencial para la vida humana. Por lo tanto, a Tales le pareció claro que el elemento subyacente de la creación tenía que ser el agua.
2. Anaximandro – en torno a 610 - en torno a 546 a.C. Anaximandro: no obstante, Anaximandro no tenía esa idea tan clara, así que amplió la definición de la primera causa con su concepto superior del apeiron ("lo ilimitado, lo desmesurado, lo infinito o lo indefinido" (Baird, 10)) que era una fuerza creativa eterna que traía las cosas a la existencia de acuerdo con un patrón natural establecido, destruyéndolas y recreándolas con nuevas formas. Ningún elemento natural podría ser la primera causa, afirmó, porque todos los elementos naturales deben haberse originado a partir de una fuente anterior. Una vez creadas, afirmó, las criaturas evolucionaban para adaptarse a su entorno, por lo que sugirió por primera vez la teoría de la evolución más de 2.000 años antes que Darwin. 3. Anaxímenes – en torno a 546 a.C. Anaxímenes: Anaxímenes, considerado alumno de Anaximandro, afirmó que el aire era la primera causa. Baird comenta al respecto: Anaxímenes propuso el aire como el principio básico del mundo. Si bien al principio su tesis puede parecer un paso atrás de lo más completo (como lo ilimitado de Anaximandro) a lo particular y menos completo (como el agua de Tales), Anaxímenes agregó un punto importante. Explicó un proceso por el cual el uno subyacente (el aire) se convierte en los muchos observables: por rarefacción, el aire se convierte en fuego y, por condensación, el aire se convierte sucesivamente en viento, agua y tierra. Las diferencias cualitativas observables (fuego, viento, agua, tierra) son el resultado de cambios cuantitativos, es decir, de cuán densamente cargado está el principio básico. Esta opinión la sostienen todavía los científicos. (12)
por la frase Panta Rhei ("todo cambia" o "la vida es flujo") y el dicho de "nadie puede bañarse dos veces en el mismo río" en alusión a que todo está siempre en movimiento y el agua del río cambia momento a momento, al igual que lo hace la vida. Para Heráclito, la existencia nació y se mantenía a través de un choque de opuestos que fomentaba continuamente la transformación (día y noche, las estaciones, etc.), de modo que todo estaba siempre en continuo movimiento y en un estado de perpetuo cambio. La lucha y la guerra, para Heráclito, eran aspectos necesarios de la vida en el sentido de que encarnaban el concepto de cambio transformador. Resistirse a este cambio significaba resistirse a la vida; aceptar el cambio fomentaba una vida pacífica y sin problemas.
6. Parménides – en torno a 485 a.C. Parménides: Parménides rechazó esta visión de la vida como cambio en su escuela de pensamiento eleática que enseñaba el monismo; la creencia de que toda la realidad observable es una sola sustancia, no creada e indestructible. El cambio es una ilusión; cambian las apariencias, pero no la esencia de la realidad que es compartida por todos los seres humanos. Lo que uno experimenta y teme como "cambio" es ilusorio porque todos los seres vivos comparten la misma esencia sustancial. No se puede confiar en los sentidos para interpretar una realidad que sugiere cambios, dijo, porque los sentidos no son fiables. En cambio, hay que reconocer que "hay un camino que es y un camino que no es" (una forma de hecho y una forma de opinión) y reconocer la unidad esencial de una existencia material que no hace diferencias: los humanos crecen, se desarrollan y mueren tal como lo hacen los animales y las plantas. Lo que las
personas ven como "diferencias" entre ellas y los demás son solo detalles menores. Sus conceptos fueron aclarados por Meliso de Samos (en torno al siglo V a.C.), a quien a veces se hace referencia como el "tercer eleático" después de Parménides y Zenón.
7. Empédocles – en torno a 484-424 a.C. Empédocles: Empédocles rechazó por completo la afirmación de que el cambio era una ilusión y creía que la pluralidad era la naturaleza esencial de la existencia. Todas las cosas se diferenciaban en su propia y única manera, y mediante el encuentro de los opuestos, se liberaban las energías creativas que llevaban a la transformación. Baird escribe al respecto: Empédocles buscó reconciliar la insistencia de Heráclito en la realidad como cambio con la afirmación eleática de que la generación y la destrucción son inconcebibles. Volviendo a la creencia tradicional de los griegos en los cuatro elementos, encontró un lugar para el agua de Tales, el aire de Anaxímenes y el fuego de Heráclito, y añadió la tierra como el cuarto. Además de estos cuatro elementos, que Aristóteles llamaría más tarde "causas materiales", Empédocles postuló dos "causas eficientes": la lucha y el amor. (31-32) La lucha, para Empédocles, diferenciaba las cosas del mundo y las definía; el amor las acercaba y las unía. De esta manera, las fuerzas opuestas de lucha y amor, trabajaban juntas para conseguir una unidad de diseño y totalidad que, según creía Empédocles, era lo que la escuela eleática de Parménides intentaba decir, pero sin llegar a lograrlo.