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La vida de Remus Lupin en la escuela Hogwarts, Esquemas y mapas conceptuales de Derecho Social

La experiencia de remus lupin en la escuela hogwarts, desde su llegada hasta su graduación. Se detalla cómo se enfrenta a la discriminación por su condición de lupino, cómo se relaciona con sus amigos y cómo se adapta a la vida en la escuela. También se mencionan algunos de los eventos más importantes de su vida en hogwarts.

Tipo: Esquemas y mapas conceptuales

2020/2021

Subido el 04/08/2023

aylen-fernandez
aylen-fernandez 🇦🇷

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All the Young Dudes (traducido)
Posted originally on the Archive of Our Own at http://archiveofourown.org/works/27988638.
Rating: Mature
Archive Warning: Graphic Depictions Of Violence, Major Character Death
Category: F/F, F/M, M/M
Fandom: Harry Potter - J. K. Rowling
Language: Español
Stats: Published: 2020-12-10 Completed: 2021-04-26 Words: 543,650
Chapters: 188/188
All the Young Dudes (traducido)
by Ohnobubble
Summary
Un fic muy largo que sigue la trayectoria de los Merodeadores por Hogwarts (y más allá)
desde el punto de vista de Remus. Difiere del canon en que el padre de Remus murió y por
lo tanto fue criado en un hogar para niños, con otro par de imperfecciones.
Este fic le pertenece MsKingBean89. Yo lo estoy traduciendo con su permiso.
// NO IMPRIMIR: MsKingBean89 aclaró en su Tumblr que puede traerle problemas legales
//
// NO COMPARTIR EN WATTPAD: MsKingBean89 no quiere que atyd se encuentre en
esa plataforma. Por favor si ves a alguna cuenta en wattpad que lo haya subido, aclararle
todo esto. //
Lista de reproducción de Spotify:
https://open.spotify.com/user/htl2006/playlist/3z2NbLq2IVGG0NICBqsN2D?
si=Liyl_JKJSx2RUqks3p50kg
Compilado por un lector increíble, JustAnotherPerson. Les recomiendo escucharlo, es
genial.
Cualquier duda con algún término o demás, déjalo en los comentarios.
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¡Descarga La vida de Remus Lupin en la escuela Hogwarts y más Esquemas y mapas conceptuales en PDF de Derecho Social solo en Docsity!

All the Young Dudes (traducido) Posted originally on the Archive of Our Own at http://archiveofourown.org/works/27988638. Rating: (^) Mature Archive Warning: (^) Graphic Depictions Of Violence, Major Character Death Category: (^) F/F, F/M, M/M Fandom: (^) Harry Potter - J. K. Rowling Language: (^) Español Stats: (^) Published: 2020-12-10 Completed: 2021-04-26 Words: 543, Chapters: 188/

All the Young Dudes (traducido)

by Ohnobubble Summary Un fic muy largo que sigue la trayectoria de los Merodeadores por Hogwarts (y más allá) desde el punto de vista de Remus. Difiere del canon en que el padre de Remus murió y por lo tanto fue criado en un hogar para niños, con otro par de imperfecciones. Este fic le pertenece MsKingBean89. Yo lo estoy traduciendo con su permiso. // NO IMPRIMIR: MsKingBean89 aclaró en su Tumblr que puede traerle problemas legales // // NO COMPARTIR EN WATTPAD: MsKingBean89 no quiere que atyd se encuentre en esa plataforma. Por favor si ves a alguna cuenta en wattpad que lo haya subido, aclararle todo esto. // Lista de reproducción de Spotify: https://open.spotify.com/user/htl2006/playlist/3z2NbLq2IVGG0NICBqsN2D? si=Liyl_JKJSx2RUqks3p50kg Compilado por un lector increíble, JustAnotherPerson. Les recomiendo escucharlo, es genial. Cualquier duda con algún término o demás, déjalo en los comentarios.

Verano, 1971: St' Edmund's

Sábado 7 de Agosto, 1971 Despertó en la oscuridad. Hacía mucho calor en la pequeña habitación donde lo habían dejado, siendo inicios de Agosto. Aunque supuso que podía ser la fiebre. Siempre tenía una temperatura alta, la mañana siguiente. Solían ponerlo en una habitación con una ventana, pero unos meses atrás logró romper una de ellas, y si no hubiese tenido barrotes de todos modos entonces habría escapado. Los había escuchado hablar acerca de inmovilizarlo cuando creciera. Intentaba no pensar en ello. Recordaba la sensación de hambre, tan intensa que se transformaba en furia. Recordaba aullar y gritar por horas, dando vueltas alrededor de la celda una y otra vez. Quizás lo dejarían saltearse las lecciones hoy, y podría dormir. Eran las vacaciones de verano de todos modos, y no era justo que tuviera lecciones cuando todos los demás chicos tenían permitido pasar todo el día de ocio, jugando fútbol o mirando la tele. Sentándose, se estiró cuidadosamente, prestando atención a cada dolor y sonido en sus articulaciones. Había una marca fresca de garras atrás de su oreja, y una profunda mordida en su muslo derecho. Frotó la mano sobre su cuero cabelludo, donde su pelo estaba rapado muy cerca de su cabeza y se erizaba contra sus dedos. Lo odiaba, pero todos los chicos en el hogar para niños tenía el mismo corte severo. Significaba que cuando se les permitía salir al pueblo los fines de semana todos sabían que eran chicos de St. Edmund’s – lo cual era probablemente el punto. Los dueños de las tiendas sabían de quien tener cuidado. No era que los chicos hicieran algo para subvertir las expectativas. Les habían dicho tantas veces que eran los residuos de la sociedad; dejados a un lado e indeseados - ¿así que por qué no causar unos cuantos estragos? Remus escuchó pasos al final del pasillo. Era la Matrona; podía olerla, escuchar sus latidos. Sus sentidos siempre se sentían amplificados tras uno de sus episodios. Se levantó, envolviéndose en una manta a pesar del calor, y caminó silenciosamente hacia la puerta para escuchar mejor. No estaba sola, había un hombre con ella. Olía a viejo y de algún modo… diferente. Una esencia densa, férrica, la cual le recordó a Remus vagamente a su padre. Era magia. —¿Está seguro que vale su tiempo? — Matrona le preguntaba al extraño — En verdad es uno de nuestros peores casos. —Oh sí. —El viejo respondió. Su voz era rica y cálida como chocolate — Estamos muy seguros. ¿Aquí es donde lo mantiene durante…? —Sus episodios. —La matrona finalizó en su corta, nasal voz — Por su propia seguridad. Comenzó a morder, desde su cumpleaños pasado. —Ya veo. —Respondió el hombre, sonando pensativo, más que preocupado — Puedo preguntar, madam, ¿qué es lo que sabe de la condición del joven? —Todo lo que necesito saber. —Respondió la Matrona, fríamente — Ha estado aquí desde que tenía cinco años. Y siempre ha sido un problema, no solo porque es uno de los de su tipo. —¿De los de mi tipo? —El hombre respondió, calmado y sin perturbarse. Matrona bajó la voz, casi a un susurro. Pero Remus aún podía escuchar. —Mi hermano era uno. No lo he visto en años, desde luego, pero ocasionalmente me pide favores.

hombre tenía ojos amables, y sonsería a Remus detrás de sus gafas de medialuna mientras se acercaban. Le extendió una mano. —Sr. Lupin —dijo el viejo, cálidamente —, un placer conocerlo. Remus se quedó mirando, en trance. Nunca nadie se había dirigido a él con tanto respeto antes. Se sintió casi avergonzado. Tomó la mano del hombre, sintiendo una quemadura eléctrica mientras lo hacía, como ácido de batería. —Hola. —respondió, mirándolo. —Soy el Profesor Dumbledore. ¿Me pregunto si te me unirías en un paseo por los terrenos? Hace un día tan encantador afuera. Remus miró hacia la Matrona, quien asintió. Esto por sí solo hacia que valiera la pena hablar con un extraño vestido tan raro sobre la escuela – ella nunca lo dejaba salir durante la luna llena, ni siquiera con supervisión. Caminaron por unos cuantos corredores más, solo ellos dos. Remus estaba seguro que nunca había visto a Dumbledore en St Edmund’s antes, pero él ciertamente sabía por donde andar. Cuando estuvieron finalmente afuera, Remus respiró profundamente, la cálida luz del verano bañándolo totalmente. Los “terrenos”, como los había llamado Dumbledore, no eran extensos. Un parche de césped amarillento que los chicos usaban para el fútbol y una pequeña terraza con malezas creciendo a través de las grietas en el disparatado pavimento. —¿Cómo se siente, Sr Lupin? —preguntó el viejo. Remus se encongió de hombros. Se sentía igual que siempre se sentía después. Dolorido e inquieto. Dumbledore no le gritó por insolente, simplemente siguió sonriéndole mientras caminaban alrededor de la valla del perímetro. —¿Qué quieres? —Remus preguntó finalmente, pateando una piedra fuera de su camino. —Sospecho que ya tienes una idea. —Dumbledore respondió. Alcanzó su bolsillo y sacó una bolsa de papel marrón. Remus podía oler soberte de limón, y en efecto, Dumbledore le ofreció un caramelo. Lo tomó y succionó. —Eres mágico. —Dijo, simplemente — Como mi papá. —¿Recuerdas a tu padre, Remus? Se encogió de hombros de nuevo. No lo recordaba muy bien. Todo lo que su memoria le permitía alcanzar era la forma de un hombre alto, delgado vistiendo una capa larga, pasando por sobre él, llorando. Asumía que eso había sido la noche que había sido mordido. Eso lo recordaba, lo suficientemente bien. —Era mágico. —Dijo Remus — Podía hacer que pasaran cosas. Mamá era normal. Dumbledore le sonrió, amablemente. —¿Eso es lo que te dijo tu Matrona? —Algunas cosas. Otras cosas las sabía. Está muerto, de todos modo, se dio un tiro. Dumbledore se notó un poco desconcertado por esto, lo cual satisfizo a Remus. Era algo de lo que enorgullecerse, tener una historia trágica. No pensaba en su padre a menudo, más que para considerar si no se hubiese matado si Remus no hubiera sido mordido. Siguió.

—Mamá no está muerta igual. Solo no me quería. Así que aquí estoy. —Miró alrededor. Dumbledore había dejado de caminar. Estaban en el borde más lejano de los terrenos ahora, por la valla negra alta. Había una tabla floja ahí de la cual nadie sabía. Remus podía escabullirse por ahía si quería, y llegar la calle principal en el pueblo. Nunca iba a ningún lugar en particular; solo vagaba por ahí esperando que la policía lo recogiera y lo devolviera. Era mejor que no hacer nada. —¿Te gusta estar aquí? —Dumbledore preguntaba. Remus resopló. —Claro que no, joder. —miró de reojo a Dumbledore, pero no se metió en problemas por maldecir. —No, me imagino que no. —El viejo observó — He escuchado que causas problemas, ¿es cierto eso? —No soy peor que los demás —dijo Remus —, somos “chicos problema”. —Sí, ya veo. —Dumbledore rascó su barba como si Remus hubiera dicho algo de extrema significación. —¿Tienes otro caramelo? —Remus extendió la mano de manera expectante. Dumbledore le dio la bolsa y no pudo creer su suerte. El viejo loco era un total blandito. Masticó la pastilla esta vez, sintiéndola crujir como vidrio entre sus dientes, el sorbete explotando en su lengua como fuegos artificiales. —Dirijo una escuela, sabes. La misma a la que fue tu padre. Eso sorprendió completamente a Remus. Tragó el dulce y rascó su cabeza. Dumbledore continuó. —Es una escuela muy especial. Para magos, como yo. Y como tú. ¿Quieres aprender magia, Remus? Remus sacudió la cabeza, fervientemente. —Soy muy torpe. —Dijo, firmemente —. No voy a poder entrar. —Estoy seguro que eso no es cierto en absoluto. —Pregúntale a ella. —Remus sacudió la cabeza hacia el edificio alto y gris donde la Matrona esperaba —. Apenas si puedo leer, incluso. Soy estúpido. Dumbledore lo miró por mucho tiempo. —No ha tenido un inicio fácil en la vida, Sr Lupin, y lo siento por ello. Conocí a su padre, solo un poco, y estoy seguro que él hubiera querido… como sea. Estoy aquí para ofrecerle algo diferente. Un lugar con los suyos. Quizás incluso un modo de dirigir todo ese enojo que tiene. Remus lo miró. ¿Qué diferencia hacía, si estaba en un hogar o en el otro? Matrona nunca le daba dulces, y tampoco olía a magia. Los chicos en la escuela de Dumbledore no podían ser peores que los de St Edmund’s, y si lo eran al menos podía defenderse en una pelea, ahora. Pero. Siempre había un “pero”. —¿Qué hay de mis episodios? —Preguntó, doblando los brazos —. Soy peligroso, ¿sabes? —Sí, Remus, lo sé. —Dumbledore respondió, tristemente. Colocó una mano sobre el hombro de Remus, muy gentilmente —. Veremos qué se nos ocurre. Déjamelo a mí. Remus se lo sacó de encima y masticó otro sorbete de limón. Caminaron de vuelta al edificio en

Primer Año: El expreso de Hogwarts

Remus se frotó el cuero cabelludo de nuevo, luego la nariz, que seguía escurriendo. Le había estado molestando desde la cena la noche anterior, cuando otro niño lo había golpeado. Para ser justos, Remus lo había pateado primero. Pero el niño - Malcolm White - tenía catorce y el doble del tamaño que Remus de once años. Malcolm se había estado burlando de que Remus iba a ir a una escuela especial para niños lentos, y tuvo que tomar represalias. Tenía un ojo morado ahora, de lo cual se arrepentía. Todos en la escuela nueva pensarían que era un matón. Pero suponía que era un matón, después de todo. Matrona le quitó la mano de su cabeza con un manotazo y él le frunció el ceño. Se encontraban el enorme corredor de boletos en King Cross mirando dos números de plataforma. Estaba el número nueve, luego el número diez. Matrona miró la carta en su mano nuevamente. -Por el amor de Dios. -murmuró. -Tenemos que correr hacia las barreras -dijo Remus -, te lo dije. -No seas ridículo -dijo Matrona - no voy a correr hacia nada. -Yo voy entonces. Déjame aquí. Remus solo le había creído a medias a Dumbledore cuando le había explicado cómo acceder a la plataforma 9 ¾. Pero entonces le habían empezado a llegar paquetes, entregados por búhos y conteniendo libros extraños y raras selecciones de ropa y todo tipo de rarezas como plumas y pergamino. Dumbledore había sido indefectiblemente generoso durante el último mes. Se había presentado a Remus con una lista de cosas que necesitaría para su nueva escuela, y le había prometido enviarle lo más que pudiera de la reserva de segunda mano de Hogwarts. Ahora Remus estaba dispuesto a creer casi cualquier cosa que le dijera el viejo. Nunca había tenido tantas posesiones, y estuvo realmente satisfecho cuando Matrona guardó todo bajó llave en su oficina para que no fuese robado por los otros niños. Ahora todo había sido apretado en una maltrecha y vieja maleta de una tienda de caridad que tenía que sostener de un modo muy particular para que no se desbaratara. -No te voy a dejar en ningún lado, Lupin. Tan solo espera aquí mientras encuentro un guarda. - Matrona se apresuró hacia la oficina de boletos, su gran trasero tambaleándose mientras iba. Remus hecho un vistazo furtivamente, luego lamió sus labios. Podría ser su única oportunidad. Corrió hacia la barrera a todo pulmón, cerrando los ojos con fuerza mientras se acercaba a los torniquetes de metal. Pero no se golpeó contra nada. La atmósfera cambió, y abrió los ojos para encontrarse a sí mismo en una plataforma completamente diferente, rodeado de gente. No gente. Magos. El tren por sí solo era enorme, magnífico y anticuado. "El Expreso de Hogwarts". Se aferró a su maleta con ambas manos, mordiéndose el labio. Había muchos otros niños, de su edad y mayores, pero se encontraban todos con sus familias, algunos llorando mientras eran abrazados y besados por sus protectoras madres. Se sintió muy pequeño y muy solo, y pensó que era mejor simplemente apresurarse y subirse al tren. Adentro no pudo alcanzar la estantería del equipaje y guardar sus cosas, así que escogió un vagón vacío y se sentó, con la maleta en el asiento junto a él. Miró a la gente en la plataforma a través de

la ventana, apretando la frente contra el frío vidrio. Se preguntó si todos venían de familias de magos también. Se preguntó si alguno de ellos tenía episodios como él. No lo creía - ninguno parecía tener cicatrices. Muchos de ellos vestían ropas normales, como él - quizá con menos agujeros y parches, pero algunos vestían largas túnicas y altos sombreros puntiagudos. Muchos de los otros niños tenían búhos, o gatos que cargaban en canastos. Incluso vio una niña con una iguana posada sobre su hombro. Remus se comenzaba a sentir incluso más nervioso, su estómago irritándose mientras se daba cuenta que a pesar de todo lo que Dumbledore le había dicho de estar entre "los suyos", estaría igual de fuera de lugar en Hogwarts de lo que estaba en cualquier otro lado. Justo entonces, se dio cuenta que alguien lo miraba de vuelta desde la plataforma. Era otro niño, de su misma edad. Era alto y delgado, pero no flaco como Remus. Tenía cabello oscuro, mucho más largo que el de cualquier otro chico que hubiera visto, ondulándose elegantemente sobre sus hombros. Tenía pómulos finos y elevados, una boca pronunciada e impactantes ojos azules. Viendo a Remus mirando fijamente, el otro niño arqueó una ceja perfecta en un gesto que claramente decía: "¿y tú qué estás mirando?" Remus apretó la lengua bajo su labio inferior para que su barbilla sobresaliera, haciendo una mueca. El otro niño sonrió burlón, apenas, luego le levantó dos dedos. Remus casi se rió. -Sirius, ¡¿Qué crees que estás haciendo?! Ven aquí ahora mismo. -Una bruja con pinta bastante severa y las mimas cejas angulares que el niño se metió en la escena, jalando a su hijo lejos de la ventana. El chico rodó los ojos pero obedeció, y desaparecieron hacia arriba de la plataforma. Remus se sentó en el maltratado asiento de cuero y suspiró. Se comenzaba a sentir hambriento, esperaba que el viaje no fuera demasiado largo. Matrona le había empacado dos sándwiches de queso seco y pepinillos y una manzana, pero no le apetecían demasiado. Luego de unos minutos más, la puerta de su vagón se abrió de golpe, y una niña entró corriendo. Ignoró a Remus, abalanzándose a la ventana, presionando las manos contra el vidrio y despidiéndose frenéticamente de su familia parada sobre la plataforma. Era pequeña y pálida, con cabello rojo brillante recogido en una apretada trenza. Su cara estaba enrojecida de llorar. -Es horrible decir adiós, ¿verdad? -tenía un elevado acento de clase media. -Uh, sí, supongo. -Remus asintió, cohibido. No le gustaban mucho las chicas. St Eddy's era para un solo sexo, y el único contacto que tenía con mujeres era la Matrona y la enfermera de la escuela - ambas eran crueles, perras viejas. La niña lo miraba curiosa. -¿Eres de familia muggle también? Mi nombre es Lily. -Remus -respondió, torpemente - mi padre era un mago, pero no lo conocí... bueno, crecí con muggles. -No lo podía creer cuando recibí mi carta -ella sonrió, cálida, animándolo - pero no puedo esperar a ver cómo es, ¿Tú sí? Remus no podía pensar en cómo responder - pero no tuvo que hacerlo. La puerta se abrió de nuevo y un niño asomó la cabeza. Tenía cabello negro y largo, como el chico al cual Remus le había hecho muecas, pero era totalmente recta. Tenía una nariz larga y el ceño profundamente fruncido. -Ahí estás, Lily, te he estado buscando por una eternidad. -dijo, echándole a Remus una mirada sucia, el tipo de mirada a la cual estaba bien acostumbrado.

nuevo. Era el niño lindo que le había blasfemado en la estación. Echó un vistazo alrededor, furtivamente. -¿Ninguno de ustedes es familiar mío, verdad? -habló. Tenía el mismo elevado acento de clase alta que Peter y James tenía. A Remus le disgustaron todos enseguida, sabiendo que pensarían que él era común - y un mestizo, lo que sea que fuese eso. -No creo -James respondió, sonriendo ampliamente - James Potter. -extendió la mano de nuevo. El otro chico la sacudió, fácilmente. -Oh bien, un Potter. Papá me dijo que no te hablara. -se sentó junto a Remus, sonriendo abiertamente. -Sirius Black.

Primer Año: La selección

Remus estaba bastante seguro que estaba soñando. O que se había ahogado en ese espantoso lago y esto solo era su cerebro inventando cosas antes de que muriera. Estaba parado en un corredor de piedra enorme, del tamaño de una catedral. Estaba lleno de estudiantes, todos vestidos en túnicas negras idénticas - aparte de sus corbatas - e iluminado por velas. No cualquier tipo de velas, estas velas estaban flotando de verdad. Podría haber aceptado aquello; podía ser un buen truco con las luces, algo que tuviera que ver con alambres. Pero luego miró hacia arriba y casi grita. No había techo - tan solo el vasto cielo nocturno tendido sobre ellos, nubes grises colgantes y resplandecientes estrellas. Nadie más parecía interesado, salvo la niña pelirroja - Lily - y otros cuantos chicos. Remus asumía que debían tener padres muggles también. Remus tenía su uniforme ahora, y se sentía mejor de estar vestido como todos los demás. Todos los estudiantes se sentaban a lo largo de las mesas del banquete, bajo los estandartes de su casa. James había explicado emocionado las diferencias entre cada casa, muy para el disgusto de Sirius y Peter, ambos convencidos de que acabarían en el lugar equivocado. Remus no sabía si estar nervioso o no. No sabía cuánto le iba a importar; probablemente lo iban a echar después de la primera clase de todos modos. Mientras más tiempo pasaba entre magos más se convencía de que no podía ser realmente uno. La Profesora McGonagall, una delgada mujer de rostro severo que había guiado a todos los de primer año al corredor ahora se encontraba parada frente a un banquillo, sosteniendo un sombrero viejo y desaliñado. Esta era la prueba de la cual James les había hablado. Se tenían que poner el sombrero, y entonces de algún modo iban a ser seleccionado en una de las casas. Remus miró a cada uno de los estandartes. Ya sabía que no iba a terminar en Ravenclaw; no si tenías que ser listo. No le agradaba mucho el que tenía el tejón - no eran animales precisamente emocionantes, especialmente comparados con serpientes. Le gustaba el color verde, también, si todo se reducía a elegir un color. Pero entonces, James y Peter se habían mostrado muy entusiastas por Gryffindor, y viendo que eran las únicas personas que habían sido amigables con él hasta el momento, no le molestaría ir con ellos. Un niño llamado Simon Arnold fue el primero en ser llamado. El sombrero fue colocado sobre su cabeza, cubriendo la mitad superior de su cara. Remus se preguntó si olía tan mal como se veía. Matrona siempre había sido una maniaca de las liendres, y esperaba que ninguno de los chicos que fuera antes tuviera. Simon fue prontamente seleccionado a Hufflepuff, la casa del tejón, ante un aplauso tumultuoso. Sirius Black fue uno de los primeros de su grupo en ir, y se veía positivamente nauseabundo mientras se aproximaba al banquillo. Hubo unos cuantos abucheos de la mesa de Slytherin - algunos de los estudiantes mayores le estaban gritando. Dos mujeres jóvenes con masas de rizos oscuros y los mismos pómulos elevados y labios pronunciados que Sirius, que estaba ahora temblando en el banquillo. El corredor estuvo callado unos momentos mientras el sombrero se mantuvo en la cabeza de Black. Entonces el sombrero chilló. —¡Gryffindor! Unos momentos de aturdido silencio antes del aplauso esta vez. McGonagall gentilmente levantó el sombrero de la cabeza de Sirius y le dio una pequeña, rara sonrisa. Él se veía completamente horrorizado, lanzando una mirada desesperada a la mesa de Slytherin, donde las dos chicas exclamándole siseaban, con los ojos entrecerrados. Se levantó y caminó lentamente hacia los Gryffindors, donde fue el primer nuevo estudiante en tomar su lugar bajo los estandartes rojo y

Gryffindor, uno de los prefectos se la puede mostrar. Remus asintió, callado, y ella se fue. —¿Qué fue eso? —preguntó James —. ¿McGonagall ya te llamó a su oficina? Incluso Sirius miró hacia arriba, curioso. Remus se encogió de hombros, como si no le importara de cualquier forma. Sabía lo que estaban pensando - el niño rudo ya estaba en problemas. Sirius estaba mirando su ojo morado de nuevo. Afortunadamente, la comida había aparecido, distrayendo a todos. Y realmente había “aparecido” - los platos previamente vacíos de pronto estaban colmados con un verdadero festín. Dorados pollos rostizados, montones de crujientes papas rostizadas, platos de zanahorias vaporizadas, guisantes bañados en mantequilla, y una enorme jarra de rica salsa oscura. Si la comida iba a ser así todo el tiempo, entonces Remus se preguntaba si podría ignorar sombreros parlantes y pedantes compañeros de casa. Prestó mucha atención cuando uno de los prefectos de Gryffindor, que se presentó a sí mismo como Frank Longbottom, dirigió a los de primer año a su sala común en una de las torres. Remus odiaba perderse, e intentó cimentar el viaje en su mente mientras avanzaban. Hizo una nota mental del tamaño y forma de cada puerta por la que entraban, cada retrato por el que pasaban, y qué escaleras se movían. Estaba tan cansado y lleno de buena comida que los retratos y escaleras movibles ya no le parecían fuera de lugar. Una vez que llegaron al corredor correcto, Remus vio la oficina de McGonagall, marcada con una placa de bronce, y decidió terminar con la reunión de una buena vez. Pausó fuera de la puerta y estaba apunto de tocar cuando James apareció. —¿Quieres que esperemos por ti, amigo? —¿Por qué? —preguntó Remus, echándole un ojo al chico de pelo oscuro sospechosamente. James se encogió de hombros. —Para que no termines aquí solo. Remus se quedó mirándolo un momento, antes de sacudir la cabeza lentamente. —No, estoy bien. —tocó la puerta. —Entre. —llegó una voz de adentro. Remus empujó la puerta para abrirla. La oficina era chica, con una pequeña chimenea y filas de libros contra una pared. McGonagall se hallaba sentada detrás de un escritorio inmaculadamente ordenado. Sonrió apenas y señaló a Remus para que se sentara en la silla opuesta. Él lo hizo, inhalando y frotándose la nariz. —Estoy encantada de conocerle, Sr Lupin. —la maestra dijo en un aflautado acento escocés. Su cabello era gris, peinado hacia atrás en una dona severa, y vestía una túnica de verde oscuro aseguradas con un cierre dorado en forma de cabeza de león — Estoy aún más encantada de tenerlo en Gryffindor, de la cual soy la cabeza de casa. Remus no dijo nada. —Su padre estuvo en Ravenclaw, sabe. Remus se encogió de hombros. McGonagall frunció los labios. —Pensé sería mejor hablar con usted lo antes posible acerca de su… condición. —dijo, en voz baja — Dumbledore me ha explicado que ha tenido interacción mínima con el mundo mágico hasta

ahora, y siento que es mi obligación hacerle saber que la gente con su problema en particular se enfrenta con un estigma enorme. ¿Sabe lo que significa “estigma”? Remus asintió. No podía deletrearla, pero conocía la palabra lo suficientemente bien. —Quiero que sepa que mientras esté en mi casa, no toleraré que nadie lo trate diferente ni de manera desagradable. Esto aplica para todos los estudiantes bajo mi cargo. Sin embargo —aclaró su garganta —, quizá sea prudente que ejerza precaución. —No le iba a decir a nadie. —respondió Remus — Como si quisiera que alguien supiera. —Bueno, claro. —McGonagall asintió, mirándolo con curiosidad — Eso me lleva a mi siguiente punto. Se han hecho arreglos para la luna llena – que ocurre este Domingo, me parece. Si pudiese reportarse ante mí luego de la cena, le diré a dónde ir. ¿Quizás le pueda decir a sus amigos que está visitando a alguien en casa? Remus resopló. Se frotó la nuca. —¿Puedo irme ahora? La profesora asintió, frunciendo el ceño ligeramente. Afuera, Remus se encontró a James, aún parado ahí, solo, esperándolo. —Te dije que estaría bien. —dijo Remus, molesto. James solo sonrió. —Seh, pero te perdiste a Longbotton dándonos la contraseña. No quería que te quedaras aquí toda la noche. Vamos. James lo guió hacia el final del corredor, donde colgaba una gran pintura de una voluminosa mujer vestida de rosa. —Widdershins —dijo James, y el retrato se movió, deslizándose como una puerta. Entraron en la sala común. Habían tenido una sala de recreación en el Reformatorio para Niños y Jóvenes de St Edmund’s, pero no tenía nada que ver con esto. La habitación apenas si había sido decorada, conteniendo una TV en blanco y negro, muy pequeña, y unos cuantos juegos de mesa. Las barajas de cartas estaban siempre incompletas, y la mayoría de las sillas estaban rotas o dañadas. La sala común de Gryffindor era cálida, cómoda y acogedora. Había enormes sofás y sillones con pinta aplastable, una gruesa alfombra marrón frente al fuego ardiente, e incluso más retratos que adornaban las paredes. —Estamos acá arriba —dijo James, guiando a Remus por una escalera de caracol en una esquina. En la cima, había otra puerta que abría a una habitación. De nuevo, nada que ver con las instalaciones de St Edmunds. Había cuatro camas, todas enormes, colgando con gruesas cortinas de terciopelo rojo con borlas de oro. Había otra chimenea, y cada chico tenía un pesado baúl de caoba y estanterías junto a sus camas. Remus vio su triste y pequeña maleta apoyada junto a uno de los baúles. Se movió hacia ahí, asumiendo que era su cama. Peter se encontraba revolviendo entre sus propias cosas, sacando ropa y revistas y libros, haciendo un desorden terrible. —No encuentro mi varita —se quejó —, mamá me hizo empacarla para no perderla en el tren,

Remus asintió, por un momento portándose más atrevido. —Amo a los Beatles, uno de los chicos de mi habitación en el hogar tiene al menos diez sencillos, pero nunca me deja tocarlos. —¿Chicos en el hogar? —Sirius arqueó una ceja. Remus pensó que se veía muy mayor —. ¿Quieres decir tu hermano? —No —Remus sacudió la cabeza, devolviéndole el récord y encogiéndose hacia atrás — vivo en un hogar para niños. —¿Cómo un orfanato? —preguntó Peter, con los ojos bien abiertos. Remus sintió su enojo crecer, sus orejas calentándose. —No —escupió. Sintió los ojos de los demás arrastrarse hacia su moretón de nuevo y se volteó a desempacar el resto de sus cosas en silencio. Eventualmente Potter y Black comenzaron una conversación sobre algo llamado Quidditch, que pronto se volvió una discusión bastante acalorada. Remus se trepó en su cama y plegó las cortinas, saboreando la privacidad. Estaba oscuro, pero Remus estaba acostumbrado a la oscuridad. —Uno pensaría que que se esforzaría más en hacer amigos. —Peter murmuró lo suficientemente alto a los otros dos —. Especialmente si es hijo de muggles. —¿Estás seguro que el sombrero no te tenía que poner a ti en Slytherin? —Sirius arrastró sus palabras. Peter se calló después de eso.

Primer Año: Luna Llena

Domingo, 5 de Septiembre de 1971 Remus terminó el resto de la semana ignorando a los otros chicos tanto como pudo. Esa era una técnica que había adquirido en St Edmund’s - era mejor no ser notado, y mejor aún si nadie sabía nada de ti en absoluto. (Aún tenía un brazo entumido o la cabeza metida en el inodoro, pero en general nadie hacía un esfuerzo para meterse con él.) James, Sirius y Peter no eran para nada como los chicos de St Eddy’s, desde luego. Era lo que Matrona llamaría “bien educados”. Sirius y James especialmente parecían venir de familias con dinero, podía darse cuenta por el modo en que hablaban de sus hogares, así como del modo en que hablaban - cada vocal y consonante claramente pronunciadas. Remus escuchaba atentamente y se decidió a dejar de soltar sus “H”. No era solo sus acentos, sino lo que decían. Remus había crecido con adultos diciéndole constantemente “¡silencio!”, y con chicos que se metían contigo por ser un empollón si decías más palabras de las necesarias. James y Sirius hablaban como personajes de una novela; su lenguaje lleno de descriptivas metáforas y sarcasmo mordaz. Su rapidísimo ingenio era más intimidante que un golpe en la cara, pensó Remus - al menos eso se terminaba rápido. Hasta ahora había evitado a los otros yendo a pasear alrededor del castillo. En St Edmund’s había tenido muy poca libertad personal, y se la pasaba mucho de su tiempo encerrado en habitaciones. En Hogwarts parecía no haber lugar a donde no pudieras ir, y Remus estaba determinado en investigar cada centímetro del extraño paisaje. Les habían proporcionado mapas para ayudarles a encontrar sus salones de clase, pero Remus consideró el suyo carente y demasiado simplificado. No listaba, por ejemplo, un pasaje secretó que encontró que llevaba de las mazmorras a los baños de chicas del primer piso. No tenía idea de por qué diablos alguien necesitaría moverse entre ambos, y la primera vez que lo usó fue abordado por un fantasma particularmente irritante que le echó chorros con un jabón de mano. También hubiese sido útil, razonó Remus, animar el mapa del mismo modo que lo estaban los retratos - entonces al menos podrías seguir la pista de las ridículas escaleras movibles. Estaba seguro de que una de las habitaciones se movía también, nunca parecía estar en el mismo lugar que digamos. Cuando llegó el Domingo Remus temía el Lunes, que no solo sería el primer día después de la luna llena, sino también el primer día de clases. Luego de la cena - que Remus la pasó solo, unos cuantos asientos lejos de Sirius, James y Peter - se dirigió rápidamente camino hacia la oficina de McGonagall. Ella lo estaba esperando, junto con la enfermera de la escuela, a quien ya había sido presentado. Era una mujer con pinta agradable y amable; aunque algo quisquillosa. —Buenas noches, Sr Lupin —McGonagall sonrió — gracias por ser tan puntual. Vamos. Para sorpresa de Remus, las dos mujeres lo guiaron no a las mazmorras, como pensó que harían, sino fuera del castillo, hacia un árbol muy torcido. El sauce boxeador era una adición reciente a los terrenos - Dumbledore había explicado en su discurso al inicio del año que había sido donado por un ex pupilo. Remus pensó que quien sea que lo donó realmente debió odiar la escuela, porque el árbol no era solo terrorífico en aspecto, sino irracionalmente violento. Mientras se acercaron, la Profesora McGonagall hizo algo tan increíble que Remus casi grita del shock. Pareció que se esfumó - encogiéndose de pronto, hasta que no estaba ahí en absoluto. En su lugar se hallaba un pulcro gato atigrado de ojos amarillos. Madam Pomfrey no dio señal de estar sorprendida, mientras el gato corrió hacia el árbol, que estaba agitando sus ramas como un niño

sobre su febril frente. —No me agrada la pinta que tienes —dijo, mientras él abrió sus soñolientos ojos —, es una locura, pensar que puedes empezar un día entero de escuela así. ¡Estás exhausto! Nunca nadie había expresado un nivel así de preocupación por él, y no se lo tomó para bien. La hizo a un lado, jalando sus ropas. —Estoy bien. Quiero ir. Ella le hizo tomar algo antes de dejarlo pararse – tenía sabor frío y metálico, pero sí que lo hizo sentir mejor después. Se apresuró a la torre de Gryffindor a ponerse su uniforme lo más rápido posible - no quería perderse el desayuno, se moría de hambre. —¡¿Dónde estabas?! —James lo abordó en cuanto irrumpió en la habitación. Los otros tres chicos se encontraban ya levantados y vestidos, viéndose inmaculados – a excepción del cabello de James, que siempre se levantaba en la parte de atrás. —En ningún lado. —Remus se abrió paso para tomar sus cosas. —¿Estás bien? —preguntó Sirius, apartando la mirada del espejo donde estaba alisando su propio cabello. —Eso —agregó James, mirando cuidadosamente a Remus — te ves un poco raro. Remus les frunció el ceño. —No molesten. —Solo estamos siendo agradables. —dijo Peter, las manos en sus caderas. Los tres miraron a Remus, quien estaba a punto de remover su camisa cuando recordó sus heridas. —¡¿Qué?! —les gruñó —, ¿Me van a ver vestir? Ustedes niños ricos son un montón de maricones. —se marchó al baño con sus ropas y azotó la puerta. Luego de unos momentos escuchó a Peter quejarse de que tenía hambre y todos se fueron.

Primer Año: Pociones

Viernes 10 de Septiembre, 1971 Para el final de su primera semana de clases, Remus había perdido diez puntos de casa, aprendido un hechizo, y ganado otro moretón; esta vez en su barbilla. Las primeras clases habían estado bien - habían sido introductorias, y mientras Lily Evans se pasó cada clase borroneando furiosamente hojas y hojas de anotaciones, nadie más parecía molestarse demasiado. Les habían asignado unos cuantos sencillos deberes, pero Remus planeaba pretender olvidarse anotarlos en caso de que alguien preguntara. Encantamientos era la más emocionante - el diminuto profesor encantó un montón de piñas para revolotear alrededor de la habitación, para el deleite de todos. Después de unos cuantos intentos del hechizo por sí mismos, Lily había levitado su piña al menos un metro en el aire, y Sirius logró que la suya girara como un trompo - hasta que perdió el control y rompió una ventana. James, Peter y Remus tuvieron menos suerte, pero Remus estaba seguro que la suya había saltado al menos una o dos veces. Transformaciones era igual de interesante, pero mucho más seria, ya que era dirigida por la Profesora McGonagall. No iba a haber trabajo práctico en absoluto durante la primera semana, explicó, pero les iba a asignar muchos deberes para calibrar el nivel de sus habilidades. Historia de la magia era absolutamente fatal, y lo menos que se hablara de ella mejor. Remus luchaba por no dormirse mientras el fantasmal Profesor Binns flotaba arriba y abajo por los pasillos, recitando fechas y nombres de batallas. Él también dejó deberes - dos capítulos para leer del texto asignado. Sirius rodó los ojos ante esto y murmuró a James: —¿Seguramente ya todos terminaron “Una Historia de la Magia”? Es cosa de niños. —James asintió, bostezando. Remus se sintió nauseabundo. No había abierto uno solo de los libros de su baúl aún, excepto para arrancar la primera página de “Pociones Nivel Uno” para pegar su goma de mascar. De hecho estaba animado por Pociones, esperando al menos ver algo explotar, como en química. Pero resultó involucrar leer mucho también, y peor aún, tenían que compartir clase con los de primer año de Slytherin. El Profesor que dirigía la clase de Pociones era irritablemente alegre y se tomó casi media hora solo para leer la lista. —Black, Sirius... ajá, ¡ahí estás! Bastante sorprendido en la selección hijo mío, ¡bastante sorprendido! ¡He tenido a todos los Blacks en mi casa desde que empecé a enseñar! No te lo debes tomar personal, joven Sirius, ¡Pero tendré que esperar grandes cosas! Sirius se veía como si quisiera que se lo tragara la tierra. Slughorn continuó llamando nombres. —Un Potter y un Pettigrew, ¿eh? Bueno, bueno, junto con el Sr. Black aquí esta clase tiene bastante linaje, ¿eh? Déjame ver… ¡Lupin! Conocí a tu padre; no era uno de los míos, pero un maldito buen duelista. Un asunto desagradable… Remus parpadeó. Se preguntó si Slughorn sabía que era un hombre lobo. Toda la clase lo estaba mirando - a estar alturas sabían que había sido criado en un hogar para niños, y que su padre era mágico (Remus sospechaba que Peter les había contado), pero nadie se había atrevido a preguntarle mucho más. Parecía haber otro rumor corriendo por ahí de que era violento y