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Este documento proporciona un detallado recuento de la vida de herodes el grande, uno de los monarcas más importantes de la historia judía. Abarca desde su ascenso al poder hasta la sucesión de su reino, incluyendo información sobre su familia y descendientes. Se basa en fuentes primarias como los registros oficiales romanos y la obra del historiador nicolás de damasco. El texto analiza la compleja trama de relaciones y conflictos entre los miembros de la dinastía herodiana, ofreciendo una visión integral de este período clave de la historia antigua. Además, se menciona la participación de algunos de estos personajes en eventos relevantes como la rebelión judía y el advenimiento del imperio romano. En conjunto, este documento constituye una valiosa fuente de información para comprender la evolución política y social de judea durante el reinado de herodes el grande y sus sucesores.
Tipo: Guías, Proyectos, Investigaciones
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tesoros robados del Templo de Jerusalén tras la toma de la ciudad por los romanos en el año 70: el Candelabro de los Siete Brazos, la Mano de los Panes de Proposición, los rollos de la ley y el velo del Sancta Sanctorum
INTRODUCCIÓN
FLAVIO JOSEFO. BIOGRAFÍA. Historiador judío nacido en 37/38 d.C. y muerto a principios del s. II. Era hijo de un sacerdote llamado Matías, del orden de Joiarib (1 Cr. 24.7), y según él mismo era pariente de los asmoneos, que pertenecían al mismo orden. Después de un breve período de asociación con los esenios, y con un asceta llamado Bano que vivía en el desierto, se unió al partido de los fariseos a la edad de 19 años. En una visita a Roma en 63 d.C. le impresionó grandemente el poder del imperio. En el 66 d.C. se opuso tenazmente a la rebelión judía contra Roma, y aunque recibió una comandancia en Galilea, en la que manifestó considerable energía y habilidad, no tuvo confianza en la causa de los insurgentes. Después de la captura de la plaza fuerte de Jotapata por los romanos, que defendió hasta que resultó inútil toda resistencia, escapó y se escondió junto con otros cuarenta en una cueva. Cuando a su vez este refugio estuvo a punto de ser tomado los defensores entraron en un pacto suicida, y Josefo fue uno de los dos últimos sobrevivientes. Persuadió al otro sobreviviente que bien podrían entregarse a los romanos, lo que contribuyó a que se ganara el favor de Vespasiano, el comandante romano, al predecir que sería elevado a la púrpura imperial. La predicción se cumplió en 69 d.C. Al año siguiente Josefo fue agregado al cuartel general romano durante el sitio de Jerusalén, en el que actuó como intérprete de Tito (hijo de Vespasiano y su sucesor en el comando palestino) cuando quiso ofrecer condiciones a los defensores de la ciudad. Después de la caída de Jerusalén, Josefo fue a Roma, donde se estableció como cliente y pensionado del emperador, cuyo nombre de familia, Flavio, adoptó. Como sería de esperar, el comportamiento de Josefo durante la guerra le ganó el estigma indeleble de traidor ante los ojos de la nación. Aun así, empleó los años de su agradable estancia en Roma de manera tal que pudiera granjearse su gratitud en alguna medida. Dedicó esos años a una actividad literaria en la que se muestra como verdadero patriota, según su punto de vista, celoso de establecer el buen nombre de su pueblo. Su primera obra fue una Historia de la guerra judía , escrita primero en arameo para beneficio de los judíos de Mesopotamia, y luego publicada en una edición griega. La narración del principio de la guerra está precedida por un resumen de la historia judía desde 168 a.C. hasta 66 d.C. Sus dos libros
Mapa de Palestina a principios de la era cristiana.
LIBRO XVIII Abarca un lapso de treinta y dos años 1 CAPITULO I Quirino practica un censo en Siria. Coponio, procurador de Judea. Oposición de Judas de Galilea. El sumo pontífice Joazar induce a los judíos a la obediencia
1. Entretanto Quirino^2 , un senador que ya había ejercido todas las magistraturas y que luego de pasar por todos los grados honrosos obtuvo el consulado, además de haber ejercido otras dignidades, llegó a Siria, enviado por César, para administrar justicia en esta provincia y hacer el censo de los bienes. Lo acompañaba Coponio, de la orden ecuestre, para que quedara al frente de los judíos con plenos poderes. Quirino pasó a Judea, que había sido anexada a Siria, para llevar a cabo el censo de los bienes y liquidar los de Arquelao^3. Aunque los judíos al principio no quisieron acceder a la declaración, luego, por consejo del pontífice Joazar, dejaron de oponerse. Aceptando las razones de Joazar, permitieron que se hiciera el censo de los bienes.^4 Sin embargo, Judas,^5 un gaulanita nacido en el pueblo de Gamalis, con la adhesión del (^1) Entre los años 6 a 39 después de Cristo. En este libro se encuentra el controvertido pasaje sobre Cristo (Capítulo III, 3), que se considera adulterado o interpolado por algún copista cristiano posterior, y la historia de Juan el Bautista (Capítulo V, 2). 2 Es el mismo Cirenio mencionado en Lc II, 2. Publio Sulpicio Quirino, senador romano. Cónsul en Roma en el año 12 a.C. y no mucho después llevó a cabo una campaña contra los ingobernables homanedensios del centro de Asia Menor. En el 3 a.C. fue designado procónsul de Asia; en 3-4 d.C. fue consejero del heredero forzoso imperial, Cayo César, durante la expedición armenia de éste último; del 6 al 9 d.C. fue legado imperial de Siria- Cilicia. Murió en Roma, en el año 21. 3 Arquelao (v. Mt. II, 22) era el hijo de Herodes el Grande de quien heredó la etnarquía de Judea y Samaria, mientras su hermano Herodes Antipas recibió la tetrarquía de Galilea y Perea, y su otro hermano, Filipo los territorios al este y noreste del mar de Galilea (Gaulanítida, Auranítida, Traconítida e Iturea). Arquelao reinó entre los años 4 a.C. y 6 d.C. Acusado ante el emperador Augusto por una serie de atrocidades que cometió, partió a Roma y fue desterrado a Viena en las Galias. Su reino (Judea-Samaria) se convirtió en una provincia romana de tercera clase, dependiente del Legatus Propraetore o Legado Imperial de Siria, con gobernadores o prefectos romanos a la cabeza (más tarde procuradores). (^4) Dicho censo se realizó en el año 6 d. de C. y por lo tanto no puede ser el mismo censo mencionado en Lc. II, 1ss, del tiempo del nacimiento de Jesús, suceso éste que ocurrió cuando menos unos nueve años antes. La aseveración de Lucas II, 2 de que Jesús nació en los días del censo de Quirino se ha tratado de explicar mediante diversas hipótesis, que no viene al caso detallar. Sin embargo, el “empadronamiento” mencionado en Hch 5:37, en cuyos días estalló la rebelión de Judas el Galileo si es el mismo del año 6. 5 Cf. Hch. 5:37: “…en los días del empadronamiento, se levantó Judas el Galileo, que arrastró al pueblo en pos de sí; también éste pereció y todos los que le habían seguido se dispersaron”. (Biblia de Jerusalén).
almas son inmortales y estiman que se debe luchar para obtener los frutos de la justicia. Envían ofrendas al Templo, pero no hacen sacrificios, pues practican otros medios de purificación. Por este motivo se alejan del recinto sagrado, para hacer aparte sus sacrificios. Por otra parte son hombres muy virtuosos y se entregan por completo a la agricultura. Hay que admirarlos por encima de todos los que practican la virtud, por su apego a la justicia, que no la practicaron nunca los griegos ni los bárbaros, y que no es una novedad entre ellos, sino cosa antigua. Los bienes entre ellos son comunes, de tal manera que los ricos no disfrutan de sus propiedades más que los que no poseen nada. Hay más de cuatro mil hombres que viven así. No se casan, ni tienen esclavos, pues creen que lo último es inicuo, y lo primero conduce a la discordia; viven en común y se ayudan mutuamente. Eligen a hombres justos encargados de percibir los réditos y los productos de la tierra, y seleccionan sacerdotes para la preparación de la comida y la bebida. Su existencia no tiene nada de inusitado, pero recuerda en el más alto grado la de los dacas, llamados los Πολισταῖς (Polistoe, ciudadanos)^7.
Fundación de pueblos por los tetrarcas Herodes y Filipo en honor del emperador. Los samaritanos profanan el Templo y ocasionan siete días de impureza. El reino de Herodes el Grande, repartido entre sus hijos tras su muerte en el año 4 a.C.
1. Quirino liquidó los bienes de Arquelao y puso fin al censo, en el año treinta y siete después de la victoria de César en Accio contra Antonio. Joazar, que se había enemistado con el pueblo, fué destituído y en su lugar fué nombrado Anán^9 , hijo de Set. Herodes^10 y Filipo^11 se 9 El Anás de los Evangelios del Nuevo Testamento (Lc. III, 2; Jn. XVIII, 13-24), que fue sumo sacerdote entre los años 6 y 15 después de Cristo. 10 Herodes Antipas , hijo de Herodes el Grande y tetrarca de Galilea y Perea (Luc. III, 1, 19, etc.). Gobernó entre el 4 a.C. hasta el 39 d. de C. 11 Filipo o Felipe , otro de los hijos de Herodes el Grande, es mencionado en Lc. III, 1 como “ tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite (Traconítida)”. Josefo menciona dentro de los límites de su Tetrarquía a la Galaunítida, la Batanea y la Auranítida, además de la Traconítida, No confundirlo con otro hijo de Herodes del mismo nombre, el mencionado en el NT (Mt. XIV, 3; Mr. VI, 17; Lc. III, 19) como esposo de Herodías, la
con Tiberio; estaba ubicada en la mejor parte de Galilea, en el lago de Genezaret. En su vecindad hay un poblado de nombre Emaús que tiene fuentes termales. Fueron a vivir allí gran número de personas de Galilea, así como todos aquellos habitantes del país de Herodes que eran obligados por la fuerza a radicarse en él, entre ellos algunos de los principales. Herodes instaló también a muchos pobres para que vivieran allí y a otros cuya condición de libres no estaba claramente establecida; les otorgó muchos privilegios e inmunidades, para que se sintieran alentados a quedarse en aquella ciudad. Levantóles casas y les asignó campos. Todo esto porque sabía que el residir allí era contrario a las costumbres judías, pues para levantar la ciudad fueron destruidos muchos sepulcros, retirando los huesos. Nuestra ley declara impuros durante siete días a los que viven en tales lugares.
4. Por la misma época murió Fraates rey de los partos, a consecuencia de las intrigas fraguadas por su hijo Fraataces, por el motivo siguiente. Fraates, que tenía hijos legítimos, recibió de Julio César, entre otros regalos, una esclava de raza italiana, cuyo nombre era Termusa. Al principio, la trató sólo como concubina; pero cautivado por su belleza, algún tiempo después se casó con ella y la dignificó, aceptando también al hijo que tuviera con ella. Termusa obtenía del rey todo lo que quería, y como aspiraba a que su hijo ocupara el trono de los partos, pensó que sólo lo conseguiría si lograba imaginar algún medio para desplazar a los hijos legítimos de Fraates. Persuadió a su marido de que enviara a Roma como rehenes a los demás hijos. Así lo hizo el rey, pues no le era fácil oponerse a la voluntad de Termusa. En cuanto a Fraataces, que había sido educado para el gobierno, consideró molesto y demasiado largo esperar a que se le entregara el reino a la muerte de su padre. Con ayuda de su madre, de la cual según se decía era amante, intrigó contra su padre. Por ambos motivos se concitó el odio del pueblo, pues los súbditos consideraron que su incesto era un crimen tan grande como su parricidio. Antes de que se acrecentara su poder, en una sedición fué expulsado del reino y muerto. Los más nobles de los partos determinaron que sin rey no era posible el gobierno del estado, y que el rey debía ser de la familia de los Arsacidas. No era lícito que otros gobernaran; bastante habían sufrido a causa del matrimonio con una concubina italiana y del hijo que naciera del mismo. Enviaron mensajeros para que invitaran a ocupar el reino a Orodes, que era de estirpe real, a pesar de no ser bien visto por el pueblo por su excesiva crueldad, su genio intratable y su inclinación a la ira. También a éste lo mataron durante una conjuración; según algunos, mientras comían y bebían, pues todos tienen por costumbre llevar siempre las espadas; aunque, según otros, mientras se dedicaba a la caza. Es así que enviaron una legación a Roma, pidiendo que se les otorgara como rey a uno de los rehenes. Fué enviado Vonones, preferido a los otros hermanos. Parecía que la suerte le favorecía, pues tenía en su favor a las dos potencias más grandes del universo, la suya y la extranjera. Pero muy pronto los bárbaros cambiaron de opinión, por ser de naturaleza inconstantes, contra la indignidad de este trato, pues se negaban a obedecer a un esclavo extranjero, considerando a los rehenes como esclavos; y creían vergonzosa la designación, pues el rey no había sido impuesto por derecho bélico, sino, lo que era mucho peor, a consecuencia de una paz ultrajante. Sin tardanza enviaron legados para que hicieran venir a Artabano, que reinaba en la Media, de la familia de los Arsacidas. Lo convencieron y se presentó con el ejército. Vonones le salió al encuentro, pues al principio estaban en su favor la mayor parte de los partos, imponiéndose a Artabano, que se vió obligado a escapar a las fronteras de Media. Sin embargo, poco después, con un gran ejército, se trabó en lucha con Vonones a quien venció, de modo que éste, con algunos de sus soldados de caballería, escapó a Seleucia. Artabano, después de hacer una gran matanza entre los bárbaros, con el objeto de atemorizarlos, con sus tropas se dirigió a Ctesifón. Y así empezó a gobernar a los partos. hasta hoy.
Vonones se refugió en Armenia e inmediatamente reivindicó el derecho al gobierno en este país, y envió legados a Roma con este propósito. Pero Tiberio se lo negó, tanto por su negligencia como por sus amenazas, pues por intermedio de sus legados había amenazado con la guerra; como no disponía de otro medio para conservar el reino, ya que los más poderosos de la región de Nifates se habían unido a Artabano, se entregó a Silano, gobernador de Siria. Fué guardado con deferencia en Siria a causa de haber sido educado en Roma. Armenia fué dada por Artabano a Orodes, uno de sus hijos.
5. Por este tiempo murió Antíoco, rey de Comagena. Se originó una discordia entre el pueblo y los nobles, y ambas partes enviaron legados a Roma. Los nobles pedían que el reino fuera reducido a provincia, pero los del pueblo exigían que, de acuerdo con la costumbre nacional, continuara la forma del gobierno real. Un senadoconsulto designó a Germánico para que fuera a poner en orden los asuntos del oriente; era la ocasión que el destino le deparaba para que muriera. Encontrándose en el oriente, después de haber arreglado todos los asuntos, fué envenenado por Pisón, según cuentan otros historiadores^15. CAPITULO III Poncio Pilatos introduce clandestinamente imágenes del emperador en Jerusalén. Los judíos se sublevan. Tribulaciones de los judíos en Roma 1. Pilatos, pretor de Judea, salió de Samaria con su ejército para invernar en Jerusalén. Concibió la idea, para abolir las leyes judías, de introducir en la ciudad las efigies del emperador que estaban en las insignias militares, pues la ley nos prohíbe tener imágenes. Por este motivo los pretores que lo precedieron, acostumbraban a entrar en la ciudad con insignias que carecían de imágenes. Pero Pilatos fué el primero que, a espaldas del pueblo, pues lo llevó a cabo durante la noche, instaló las imágenes en Jerusalén. Cuando el pueblo se enteró, se dirigió a Cesárea en gran número y pidió a Pilatos durante muchos días que trasladara las imágenes a otro lugar. El se negó, diciendo que sería ofender al César; pero puesto que no cesaban en su pedido, el día sexto, después de armar ocultamente a sus soldados, subió al tribunal, establecido en el estadio, para disimular al ejército oculto. En vista de que los judíos insistían en su pedido, dió una señal para que los soldados los rodearan; y los amenazó con la muerte, si no regresaban tranquilamente a sus casas. Pero ellos se echaron al suelo y descubrieron sus gargantas, diciendo que preferían antes morir que admitir algo en contra de sus sabias leyes. Pilatos, admirado de su firmeza y constancia en la observancia de la ley, ordenó que de inmediato las imágenes fueran transferidas de Jerusalén a Cesárea. 15 Germanico , sobrino e hijo adoptivo del emperador romano Tiberio, falleció en Antioquia en el año 19, posiblemente víctima de una enfermedad fatal, pero se sospechó que Pisón (gobernador de Siria) lo envenenó como resultado de una enemistad feroz que se profesaban ambos. El suicidio subsecuente de Pisón impidió probarle el cargo de asesinato. Tiberio nunca escapó la sospecha, si no de instigar el asesinato de Germánico, por lo menos de incitar la enemistad que acabó en la tragedia. Germánico había sido un general exitoso e inmensamente popular que de no haber sido por su muerte prematura se habría convertido en emperador. Su hijo Cayo o Calígula sería después emperador. V. Tácito, Anales.
más su pasión, determiné dejarse morir de hambre para poner fin a sus sufrimientos. Decidido a morir así, se preparó para hacerlo. Pero había una liberta de su padre, de nombre Ide, experta en toda clase de crímenes. Se lamentó que el joven persistiera en morir, pues era evidente que realizaría su propósito. Se acercó a él y lo animó, asegurándole que gozaría de los abrazos de Paulina. El accedió a su propuesta, y ella le aseguró que le bastaban cincuenta mil dracmas para la conquista de aquella mujer. Después que infundió esperanzas en el joven y recibido el dinero solicitado, adoptó medios diferentes de los utilizados hasta entonces; pues veía que Paulina no podía ser seducida mediante dinero. Informada de que era muy dada al culto de Isis decidió realizar lo siguiente. Habiendo reunido a algunos de sus sacerdotes a quienes obligó con juramentos, y sobre todo luego de ofrecerles dinero, por el momento veinticinco mil, y otro tanto cuando el asunto se hubiera llevado a cabo, les expuso el amor del joven y los incité a que de todos modos procuraran apoderarse de la joven. Ellos, inducidos por el oro, prometieron hacerlo. El mayor de ellos se acercó a Paulina y pidió hablar con ella a solas. Habiéndosele concedido, dijo que venía en nombre de Anubis, pues el dios, a causa del amor que sentía por ella, la invitaba a que fuera a él. Estas noticias le resultaron agradables y deseables y se jactó ante sus familiares del honor que Anubis le otorgaba; anunció también a su marido que había sido invitada a comer y a acostarse con Anubis. El recibió estas noticias alegremente, pues conocía muy bien la honestidad de su mujer. Paulina se dirigió al templo, y después de haber cenado, siendo hora de acostarse, habiendo el sacerdote cerrado las puertas, dentro del templo se apagaron las luces. Mundo, que se había escondido, se unió con ella, y ella se entregó durante toda la noche, creyendo que se trataba del dios. El se fué antes de que se levantaran los sacerdotes que conocían la intriga. Paulina por la mañana se presentó ante su esposo a quien narró la aparición de Anubis, relatándola también orgullosamente a sus familiares. De éstos, unos no la creyeron, considerando la naturaleza del asunto; otros se admiraron de ello, pues no podían, sin ser injustos, dudar de su palabra, sí tenían en cuenta su honestidad y nobleza. Al tercer día después del hecho, Mundo se presentó a Paulina y le dijo: —Paulina, me has ahorrado doscientas mil dracmas, que pudiste agregar a tu fortuna; y sin embargo, me concediste lo que te pedí. Poco importa que te hayas esforzado en injuriar a Mundo; pues hiciste lo que yo deseaba bajo el nombre de Anubis. Dichas estas palabras, se fué. Ella, informada de la afrenta inferida, se rasgó los vestidos y relaté a su esposo la magnitud de la ofensa, pidiéndole que la vengara. Este presentó el asunto ante César. Tiberio, habiendo hecho averiguar lo acontecido entre los sacerdotes, los condenó a ser crucificados e hizo morir también a Ide, culpable de todo lo que había pasado a aquella mujer. Además destruyó el templo e hizo arrojar al agua del Tíber la imagen de Isis. A Mundo lo castigó con el destierro, considerando que no tenía por qué castigarlo más, pues había delinquido por la vehemencia de su amor. Estos fueron los actos vergonzosos con los que sacerdotes de Isis infamaron su templo. Ahora voy a referir lo que aconteció a los judíos que vivían en Roma, como dije antes.
5. Había un hombre de raza judía, que había huido de su patria, pues estaba acusado de proceder en contra de la ley y temía el castigo. Era un hombre perverso en todos los aspectos. Vivía en Roma y se decía intérprete de la ley de Moisés. Habiéndosele unido otros tres en todo semejantes a él, lograron persuadir a una mujer noble, Fulvia, que se había convertido a la ley mosaica y era su discípula, que enviara púrpura y oro al Templo de Jerusalén. Cuando lo recibieron, lo gastaron en sus cosas, pues en realidad lo habían pedido para este fin. Tiberio, a quien los denunció su amigo Saturnino, esposo de Fulvia, a instancias de su mujer, ordenó expulsar de Roma a todos los judíos. Los cónsules, habiendo primeramente
seleccionado cuatro mil hombres, los enviaron como soldados a la isla de Cerdeña, y entregaron a los suplicios a un número mucho mayor, que rehusaban el servicio militar por fidelidad a las leyes de su patria. Y es así, como por la maldad de cuatro hombres, los judíos fueron expulsados de la ciudad. La inscripción de Pilato.- En el año de 1961, excavaciones de arqueólogos italianos realizadas en Cesarea (la antigua Torre de Estratón refundada por Herodes en la costa mediterránea), descubrieron que el antiguo teatro de la ciudad había sido reedificado en diversos momentos posteriores a la época herodiana; en los escombros bajo los escalones encontraron una piedra de 2 por 3 pies (unos 60 por 90 cms.), que llevaba inscripciones. La cara izquierda de la piedra había sido alisada para volverla a usar pero en el otro lado había inscripciones entre la que se destacaba el nombre de PILATVS. Se le describe como “Prefecto” de Judea y se dice que había levantado un santuario en honor del emperador Tiberio. Esta piedra se conserva en el Museo de Jerusalén y nos permite saber ahora que el título que se daba oficialmente a los gobernadores de Judea era en realidad el de PREFECTO, y que el término de Procurador (que el historiador Tácito da a Pilato) debió en realidad ser usado posteriormente por sus sucesores. CAPITULO IV Perturbaciones en Samaria. Pilatos ordena numerosas ejecuciones. Vitelio envía a Pilatos a Roma. Tiberio ordena a Vitelio pactar con Aristóbulo. Muerte de Filipo
1. Tampoco a los samaritanos les faltaron agitaciones. Los excitó un hombre que no daba importancia ninguna a la mentira y que nada dejaba de hacer para conquistarse la simpatía del pueblo. Ordenó que subieran con él al monte Garizim, que para ellos es el más célebre de todos los montes, por morar en él la divinidad. Aseguraba que una vez allí les