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explicación sobre la psicología de la afectividad
Tipo: Esquemas y mapas conceptuales
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El estudio de la afectividad constituye una de las áreas clínicas más importantes de la psicopatología, tanto por las implicaciones que tiene con el resto de funciones psíquicas como por la trascendencia y riqueza que constituye por sí misma. Las emociones y el estado de ánimo son acontecimientos psíquicos difíciles de analizar y objetivar, pero cuya influencia y repercusión sobre otras funciones, tanto fisiológicas como patológicas, representan un aspecto relevante de la exploración psicopatológica. Son también fundamentales las alteraciones primarias de la afectividad, que constituyen el grupo de los trastornos afectivos o del estado de ánimo, posiblemente los trastornos mentales con mayor incidencia en la población general. La psicopatología de la afectividad analiza el sistema emocional o sentimental del sujeto en general y engloba diferentes funciones psíquicas como el estado de ánimo, los sentimientos, las emociones, el humor, etc. En el lenguaje científico no existe un área semántica bien definida para referirse a dichos conceptos, por lo que es frecuente que se utilicen como sinónimos, aunque representen funciones diferentes. La afectividad confiere una sensación subjetiva de cada momento y contribuye a orientar la conducta hacia distintos objetivos. La vida afectiva puede definirse como el conjunto de estados que el sujeto vive de forma propia e inmediata (subjetividad), que influyen en toda su personalidad y conducta (trascendencia), especialmente en su expresión verbal y no verbal (comunicatividad) y que se distribuyen en términos duales como alegría-tristeza, agradable-desagradable, etc. (polaridad).
Desde un punto de vista clínico, entendemos por afectividad el conjunto de experiencias que definen y delimitan la vida emocional del individuo. La semiología de la afectividad implica diferentes conceptos que son utilizados de manera indistinta, aunque reflejan diferentes funciones.
expresan al mundo exterior. Por ello los síntomas se recogen de las manifestaciones verbales del enfermo y se deducen de su actitud y conducta. Se intenta conocer el estado de ánimo, la reactividad del humor, los matices y la variedad de expresiones que presenta el paciente. La exploración psicopatológica de la afectividad se basará en datos subjetivos referidos por el paciente (sentimientos, estado de ánimo, afectos o emociones), sin obviar aspectos más objetivos (apariencia externa, actitud, expresividad). La exploración de la afectividad también incluye recoger datos psicopatológicos referentes a otras áreas relacionadas con la afectividad y que ampliarán nuestras impresiones, como la psicomotricidad, las funciones cognitivas o la exploración del curso y contenido del pensamiento. Otro dato importante es determinar los síntomas somáticos que pueden acompañar al estado afectivo, como las alteraciones del apetito, del sueño, de la líbido u otras quejas físicas. Se debe intentar delimitar las características del humor del individuo explorado: ⇒ Forma de aparición: relacionada o no con un estímulo concreto o con algún patrón de curso (ritmicidad estacional o circadiana). ⇒ Intensidad: Se relaciona con la proporcionalidad (posible relación con un estímulo desencadenante cuando éste existe). ⇒ Duración y fluctuaciones. ⇒ Irradiación afectiva: Capacidad del paciente para empatizar con su entorno, que se encuentra mediatizada por su estado de ánimo. Se hace muy evidente en los cuadros maníacos expansivos. ⇒ Reactividad del estado de ánimo o sintonía afectiva: Observar las modificaciones de la respuesta afectiva del paciente frente a estímulos agradables o desagradables, y su adecuación a los mismos.
alteraciones de apariencia somática , aunque traducen una alteración de la afectividad. La tristeza puede presentar diferentes intensidades que oscilan desde un leve desaliento hasta la tristeza vital más profunda y que abarca todas las funciones psíquicas del sujeto, provocando un retardo de todo pensamiento y acción. En la evaluación del estado afectivo del paciente es fundamental diferenciar la tristeza patológica de la aflicción o tristeza normal , relacionada con las circunstancias ambientales y biográficas del sujeto. Esta emoción es adecuada al estímulo que la origina, tiene una duración breve y no suele tener repercusiones destacables en el rendimiento o en la esfera psicosomática. Así vemos como la consideración patológica de la tristeza en la depresión vendrá dada por las siguientes características: a) Ausencia de estímulo desencadenante o desproporción entre la intensidad y calidad del mismo y la reacción emocional producida. b) Duración excesiva del estado afectivo. c) Repercusión en la actividad laboral y el rendimiento. d) Síntomas físicos acusados. La tristeza tiene componentes cognitivos, que se centran en los pensamientos sobre sucesos negativos sucedidos previamente y sobre sucesos negativos futuros, subjetivamente probables. Como consecuencia del estado de ánimo descrito, el paciente se muestra pesimista y pierde la ilusión por su entorno y sus proyectos vitales. Este estado emocional puede expresarse en forma de llanto, aunque en ocasiones el paciente no puede llorar y destaca cierta anestesia afectiva por encima de la tristeza (15%). En la depresión melancólica el llanto es más inmotivado y no produce alivio, mientras que en la depresión neurótica el llanto es reactivo a situaciones ambientales o personales y suele aliviar el estado de ansiedad en que se encuentra el paciente. La tristeza vital propia de la depresión endógena o melancolía consiste en un vacío emocional, en una pérdida absoluta del interés por el entorno, que en ocasiones se acompaña de ausencia de otros sentimientos. La característica principal de la tristeza vital es que es cualitativamente distinta al humor que habitualmente experimentaba el paciente; es distinta de la tristeza ordinaria, aunque ésta sea profunda o persistente El paciente refiere que esta tristeza es diferente del resto de emociones experimentadas previamente. El concepto de tristeza vital puede definirse como: ⇒ Autónoma : Supresión de la capacidad de reacción emocional; el melancólico no puede adecuar sus emociones a las contingencias ambientales.
(anhedonía parcial). En la depresión endógena la anhedonía es total: se da una pérdida masiva de los mecanismos normales de anticipación y consumación del placer. El paciente es incapaz de buscar, planificar o consumar una situación de placer.
al consumo de tóxicos o por el efecto de fármacos (corticoides, hipoglucemiantes orales, etc.).
afectiva la persona carece de sentimientos. Puede observarse en trastornos de personalidad, en esquizofrenia residual y en trastornos orgánico-cerebrales. Algunos fármacos, como los antipsicóticos, pueden producir este efecto.
ALTERACIONES SINDRÓMICAS DE LA AFECTIVIDAD (SÍNDROMES AFECTIVOS):
Clínica de la depresión. AFECTIVIDAD PENSAMIENTO- COGNICIÓN
CONDUCTA RITMOS BIOLÓGICOS (melancolía)
TRASTORNOS SOMÁTICOS
Tristeza. Enlentecimiento (melancolía).
Abandono personal. Inicio en primavera/otoño.
Anorexia. Pérdida de peso. Apatía. Indiferencia. Monotemático. Negativo. Hipotonía general. Mejoría vespertina.
Insomnio/hipersomnia . Ansiedad. Irritabilidad (depresiones tardías y neuróticas).
Périda de auotestima. Inhibición/agitación (melancolías).
Despertar precoz. Trastornos digestivos. Estreñimiento.
Anhedonía total (melancolías) o parcial (distimias).
Desesperanza. Ideas de suicidio
Aislamiento. Llanto. Algias. Astenia.
Anestesia afectiva. Ideas delirantes de culpa, ruina e hipocondría (melancolía).
Intentos de suicidio. Disfunciones sexuales.
Déficit de concentración- atención. De Vallejo, 1998.
El estado afectivo nuclear de la depresión es la tristeza. Sin embargo, podemos observar otros estados emocionales secundarios al estado de ánimo fundamental, como la ansiedad, la irritabilidad o la hostilidad. La situación afectiva varía en cada tipo de depresión. Así vemos como la ansiedad es más evidente en las depresiones neuróticas, mientras que en otras formas clínicas está prácticamente ausente, destacando una severa inhibición o incluso un estado estuporoso. En el grupo de las depresiones enmascaradas o equivalentes depresivos podemos observar un cuadro clínico en que la tristeza quede muy atenuada o esté ausente, y la depresión se manifieste a través del plano somático. Paralelamente se observa una alteración conductual con disminución progresiva del rendimiento hasta llegar a la abulia y la apatía total, abandonando cualquier tipo de actividad habitual. Las alteraciones de la psicomotricidad son frecuentes en los síndromes depresivos, tanto en forma de inhibición/retardo psicomotor (más freucnete) como cuadros de agitación con importante inquietud psicomotriz. También pueden aparecer conductas autodestructivas encubiertas (alcoholismo, bulimia, tabaquismo, abandono de medicación de enfermedades crónicas, búsqueda de situaciones peligrosas) o directas como el suicidio. Las conductas suicidas son más frecuentes en las depresiones endógenas que en las neuróticas, y dentro de éstas hay mayor incidencia en las formas bipolares que en las unipolares. Alrededor del 10-15% de los pacientes depresivos se suicidan a lo largo de su vida. En la depresión se producen trastornos cognitivos cuantitativos y cualitativos, que suelen desaparecer con la recuperación de la clínica depresiva. La atención y la
es un síntoma frecuente en la manía y no se debe confundir con una clínica depresiva, sino con una exaltación de los sentimientos. Las alteraciones de la psicomotricidad adquieren especial protagonismo en el síndrome maníaco, principalmente en forma de un aumento del tono psicomotor a todos los niveles. El paciente se muestra hiperexpresivo, inquieto, intranquilo y en ocasiones presenta importantes cuadros de agitación motora. El tono de voz es elevado, apremiante, exagerado. El lenguaje es presivo, con tendencia a la verborrea y a los que cuesta interrumpir durante su discurso. El lenguaje puede ser tangencial, circunstancial, descarrilado e incluso incoherente. La manía presenta evidentes repercusiones a nivel del curso y contenido del pensamiento. Se produce una tendencia a la taquipsiquia (curso del pensamiento acelerado), que incluso puede llegar a la fuga de ideas (incoherencia total). Es frecuente encontrar ideas de grandeza , con grandes capacidades, aumento de planes, alta autoestima y egocentrismo. También pueden aparecer ideas místico-religiosas o paranoides. En el 50-75% de los casos pueden darse síntomas psicóticos (alucinaciones, delirios), que pueden ser congruentes o incongruentes con el estado de ánimo (diagnóstico diferencial con la esquizofrenia). En el síndrome maníaco es característico el aumento de las sensopercepciones constituyendo una auténtica hiperestesia sensorial , ya que las vivencias perceptivas se sienten más intensamente. Son típicos los trastornos del ritmo sueño-vigilia, principalmente la disminución de la necesidad de sueño sin que repercuta e su grado de cansancio o fatiga. También se aprecia una tendencia a la hiperfagia sin aumento ponderal, debido posiblemente a la hiperactividad. En el síndrome maníaco pueden aparecer alteraciones cognitivas, en cuanto a la atención y la concentración, que se traducen en aparentes déficits mnésicos. El paciente experimenta una gran facilidad de evocación, pero los recuerdos afloran filtrados de tal forma que todos son positivos y egocéntricos. Se seleccionan los recuerdos positivos ( hipermnesia selectiva ). En la manía hay una alteración del juicio crítico de la realidad, con negación total o parcial de la enfermedad, así como una incapacidad para tomar cualquier decisión organizada o racional. Es frecuente que inicie nuevas actividades sin valorar el riesgo secundario. El aspecto del paciente maníaco es característico, ya que suelen maquillarse o arreglarse en exceso. Tienen un comportamiento intrusivo, desinhibido, indiscreto , excesivamente jovial, llegando a mostrarse amenazantes y agresivos en ocasiones.
Los cuadros maniformes de menor intensidad se denominan hipomaníacos.