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La Inquisición: Tortura e Impacto en la Educación Mexicana, Guías, Proyectos, Investigaciones de Historia de la Educación

Este documento explora la historia de la santa inquisición en méxico, centrándose en los métodos de tortura utilizados y su impacto en la educación. Se analizan los procesos inquisitoriales, los instrumentos de tortura y las penas impuestas, así como la influencia de la inquisición en la sociedad mexicana. El documento también reflexiona sobre la persistencia de la tortura en la actualidad, comparando las prácticas del pasado con las formas contemporáneas de violencia.

Tipo: Guías, Proyectos, Investigaciones

2017/2018

Subido el 14/11/2024

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la santa inquisisción
HISTORIA DE LA EDUCACIÓN MEXICANA I
NOVIEMBRE DE 2018
lic. CRYSTAL LUCERO TEÓFILO GARCÍA
LIC. PEDAGOGÍA 1715V
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¡Descarga La Inquisición: Tortura e Impacto en la Educación Mexicana y más Guías, Proyectos, Investigaciones en PDF de Historia de la Educación solo en Docsity!

la santa inquisisción HISTORIA DE LA EDUCACIÓN MEXICANA I

NOVIEMBRE DE 2018

lic. CRYSTAL LUCERO TEÓFILO GARCÍA

MUSEO DE LA TORTURA

La Santa Inquisición fue creada por la Iglesia Católica para combatir aquellas herejías y faltas a la ley en la época medieval. Los instrumentos que utilizaban para vergüenza pública de cierta forma no eran tan dolorosos o por lo menos un dolor tolerable, las penas de muerte eran un poco más lentas y dolorosas según el gusto del verdugo (este era quien tenía en sus manos la elección del dolor y tiempo de sufrimiento de los condenados). La Inquisición denominada romana o Congregación del Santo Oficio se instauro en el S. XV por la amenaza que representaba el protestantismo; teniendo como función principal defender la integridad de la fe, examinar y exaltar las debilidades y errores de las doctrinas denominadas falsas. Antes de llegar a utilizar cualquier instrumento de tortura ya sea por condena o por interrogación, los condenados debían seguir un juicio basado en un proceso Inquisitorial. Iniciando así con una denuncia o acusación de terceros por el crimen de herejía en presencia del inquisidor. Cuando se trataba de un proceso por acusación, el acusador era parte del proceso y por tanto sobre él recaía la carga de la prueba. En los primeros tiempos de la Inquisición, en caso de que la acusación no pudiese ser probada, el acusador quedaba obligado a sufrir la pena que hubiese correspondido al acusado. En el inicio del procedimiento mediante denuncia, la confesión se realizaba durante la vigencia del Edicto de Gracia y cuando la reconciliación con la Iglesia fuera verdadera. Se beneficiaban de este Edicto de Gracia tanto los hombres como las mujeres herejes, apóstatas, o sospechosos de herejía, que voluntariamente decidían confesar en ese período de tiempo. Una vez puesto en LIC. CRYSTAL LUCERO TEÓFILO GARCÍA

La mayoría de estos métodos eran utilizados principalmente para mujeres quienes eran encontradas culpables por adulterio, incesto, pacto con el diablo (Brujas) o por renegar de la autoridad del patriarcado o de la Iglesia. La pera oral, vaginal o rectal: Eran forzados en la boca, recto o vagina de la víctima y allí expandidos a fuerza por el tornillo a su máxima apertura. El interior de la cavidad en cuestión era irremediablemente mutilada, y casi siempre fatalmente. Las puntas al final de los segmentos servían para cortar mejor la garganta, los intestinos y el cérvix. Los desgarradores de senos: Ya frías o incandescentes, las cuatro puntas desgarraban hasta convertir en masas informes los senos de incontables mujeres. La máscara infamante: Se imponían a quienes habían manifestado imprudentemente su descontento hacia el orden, contra las convenciones vigentes, contra la prepotencia del poder o, de cualquier forma, contra el estado. Dejándolas así sin poder pronunciar unja palabra. La hoguera: Era la pena máxima para aquellas mujeres que eran encontradas culpables por brujería. La tortura para hombres que eran encontrados en adulterio rara vez fue necesaria ya que no se recibían muchas denuncias por ese caso. Si se denunciaban o descubrían había pinzas especiales para mutilar sus partes íntimas. Mientras tantos los delitos pequeños: Picote de tonel: Era una especie de vergüenza pública que se aplicaba sobre todo a los borrachos. Había dos clases de “picotas en tonel”: las que tenían el fondo cerrado, en las que la víctima se colocaba dentro, con orines y estiércol o simplemente con agua podrida, y las abiertas para que las víctimas caminaran por las calles de la LIC. CRYSTAL LUCERO TEÓFILO GARCÍA

ciudad con ellas a cuestas, lo que les producía un gran dolor debido a su gran peso. El cepo: La víctima, con las manos y pies aprisionados en las aberturas correspondientes, era expuesta en la plaza pública, donde la chusma, en el mejor de los casos, le provocaba, abofeteaba y embadurnaba con heces y orina, sustancias procedentes de orinales y pozos ciegos que se le emplastaban en boca, orejas, nariz y pelo; pero en muchas ocasiones era también golpeada, lapidada, quemada, lacerada e incluso gravemente mutilada. El potro: La víctima es atada al instrumento y estirada rápidamente o gradualmente por periodos de días. Se reportaron casos de cuerpos estirados hasta doce pulgadas como resultado de la sistemática dislocación de cada parte del cuerpo, fuertes ruidos de huesos dislocados, gritos de agonía y frívolos pedidos de misericordia retumbaban por el taller del inquisidor. Con el prisionero atado a este horrible aparato, el inquisidor también usaba una variedad de torturas más sutiles. La cuna de Judas: En este procedimiento la víctima es izada y descendida sobre la punta de la pirámide; de tal forma que su peso reposa sobre el punto situado en el ano, en la vagina, bajo el escroto o bajo el coxis. El verdugo, según las indicaciones de los interrogados, puede variar la presión desde nada hasta todo el peso del cuerpo. Se puede sacudir a la víctima o hacerla caer repetidas veces sobre la punta. Las penas de muerte eran el ahorcamiento (para los plebeyos) y la guillotina (para los ricos) si se arrepentían de sus pecados, si no lo hacían eran quemados en la hoguera. LIC. CRYSTAL LUCERO TEÓFILO GARCÍA

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