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El documento aborda los diferentes conceptos y enfoques de la historia, desde la historia narrativa y anecdótica hasta la historia crítica y científica. Explora la relación entre la historia y la memoria, así como el oficio del historiador y los paradigmas que han marcado la evolución de la disciplina histórica en el siglo xx. Se discuten temas como la historia positivista, la teoría marxista de la historia, la escuela de los annales y la historia cuantitativa. Además, se analiza la relación entre la historia y la política, destacando la importancia de reconocer los sesgos y preconceptos del historiador. En general, el documento ofrece una visión amplia y crítica de los diversos enfoques y debates que han marcado el desarrollo de la historia como disciplina académica.
Tipo: Resúmenes
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Capítulo 1
Si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia, la verdadera historia, quien quiere oír que oiga. EDUARDO MIGNOGNA / LIno NEBBIA ¿Existe una sola "Historia", con mayúscula, o por el contrario son dos (la oposición que plantea la canción citada) o muchas? La respuesta es complicada, porque la palabra "historia" tiene un doble contenido: designa a la vez el conocimiento de una materia (el relato y/o la explicación de hechos pasados) y la materia de ese conocimiento (el pasado en sí) (Vilar, 1982).
importante (constituido por los acontecimientos "dignos de memoria", ya sean públicos o políticos, institucionales o relativos a las artes, ciencias u otros hechos culturales). Otros preferimos decir que la historia está conformada por los cambios que se van produciendo en las sociedades, que se transforman debido a la acción de los hombres. Pero lo que conocemos de esos hechos es gracias a la exposición o narración que algunos hombres (cronistas, historiadores, investigadores) hacen sobre los mismos. Sin embargo, no todo lo que se escribe sobre el pasado es calificado como "historia" por la comunidad científica- de una determinada época. Actualmente se considera "historia" a la ciencia que investiga esas transformaciones de la sociedad (con palabras de Pierre Vilar, "la dinámica de las sociedades humanas"), analiza distintos tipos de hechos (de masas: demográficos, económicos, de mentalidades; institucionales y acontecimientos), trata de describirlos, analiza las posibles causas de las innovaciones, saca conclusiones, selecciona lo que se valora como fundamental, y escribe los resultados de su indagación. De este modo, tenemos distintos tipos de historia:
relatar los hechos que conmueven la sensibilidad humana a través de una narración cercana a la literatura (la diferencia con el género literario es que la historia describe hechos que realmente ocurrieron, fundamentándose en pruebas). Es la que más gusta al público general, pero también es la más devaluada por los historiadores científicos y/o críticos, porque no siempre se ajusta al método científico, y en lugar de buscar explicaciones o de revisar críticamente lo que se sabe del pasado, prefiere quedarse en el tiempo o viajar a través del mismo, con el placer por lo antiguo.'
hombres extraordinarios que pasan a ser "próceres", escribe sobre los acontecimientos que se celebran como
1. Todo es historia es el nombre de una revista argentina de gran difusión, fundada en 1967 y dirigida por Félix Luna. 2. Una comunidad científica está constituida por aquellos profesionales que practican una especialidad, han recibido parecida educación y leído los mismos libros, enseñan colegiadamente a sus sucesores, mantienen cierta comunicación interna a través de sociedades, congresos, revistas y otras vías menos formales, sobre la base de una relativa -por su diversidad- pero efectiva unanimidad de juicios sobre el oficio (Carlos Barros.. "El paradigma común de los historiadores del siglo XX").
deleite al de viajar fiestas patrias. Se convierte en parte de la "historia oficial", ya que se la difunde en las escuelas para que los alumnos tengan dignos modelos a ser imitados.
(Gilly, 1984). No se limita sólo a la simplista versión de la "historia de bronce", sino que está integrada por parte de la "historia científica" que es o fue producida por academias o institutos subvencionados por el Estado. Las historias nacionales "oficiales" -afirma Villoro- suelen colaborar a mantener el sistema de poder establecido y manejarse como instrumentos ideológicos que justifican la estructura de dominación imperante. El Estado asume la representación general de la Historia (Monsiváis, 1984) y le deja a los historiadores profesionales la carga de ratificar o contradecir, pero siempre respetando su sitio de eje implícito o explícito de los procesos. La relación es laxa en gobiernos democráticos, y tensa en las dictaduras.
teñida por la pasión, que rescata la memoria de los dominados. Surge en general en épocas de crisis políticas o de grandes cambios, y en la urgencia por la justificación de sus objetivos, muchas veces deja de lado instancias de análisis clave para la elaboración de una historia Científica.
al mundo; admitiendo que esa ideología condiciona e influye en las preguntas que el historiador le hace al pasado, pero tratando de ser lo más objetivo posible al buscar e interpretar las respuestas. Al igual que la contrahistoria, intenta socavar los pilares de los poderes establecidos, pero lo hace cuidando que su método se base rigurosamente en los criterios válidos de cientificidad. Al respecto, Marx solicitaba "la crítica despiadada de todo lo que existe, despiadada en el sentido de que la crítica no retrocede ante sus propios resultados ni teme entrar en conflicto con los poderes establecidos".
tratar de establecer su origen, develar los fines y objetivos de quienes los realizaron, buscando una explicación que le dé sentido y coherencia a la interpretación que hace de los mismos. Debe ser crítica, ya que la condición del conocimiento científico es la capacidad crítica sobre el objeto del conocimiento y sobre la metodología. Sin embargo, hemos visto que aunque la "historia crítica" está encuadrada dentro de la historia científica, también existe historia científica dentro de la "historia oficial". Esto se debe a que puede presentarse el caso de ser crítica frente a las relaciones de poder y a las situaciones existentes en el pasado, pero conservadora en cuanto a las relaciones de fuerza y de poder que se dan en el presente; ofreciendo esta interpretación del pasado como un tránsito hacia el orden de cosas existente.
parcial: responde a los intereses o a los sentimientos de alguno de los distintos sectores de la sociedad. Es subjetiva: es de alguien, sea ese "alguien" una persona o una comunidad.
tiempo, y que incesantemente necesita unir el estudio de los muertos al de los vivos". Si la memoria de lo acontecido fuera exactamente igual a lo que realmente sucedió, el rol del historiador no tendría sentido (Noiriel, 1997: 173). El historiador necesita tratar de despegarse del entorno en el que vive y de la memoria colectiva que lo domina o circunda a fin de realizar su investigación
coyuntura o la época que está estudiando, se la imagina, la compone mentalmente, "resucita el hecho en su mente", le da coherencia a los datos, los transforma en explicación. Es el momento de "creación histórica" por excelencia (Cassani y Pérez Amuchástegui,1976).
forma más o menos narrativa. Debe tener en cuenta los aspectos formales de todo trabajo histórico, como las citas al pie de página o el vocabulario específico, pero también los que atañen a las obras literarias: es importante que esté bien escrita, con ideas claras y comprensibles. Si bien no se espera que todas las obras de investigación histórica estén al alcance de cualquier lego, el historiador francés Marc Bloch- afirmaba que el historiador debe ser comprendido por el "gran público": "No imagino más hermoso elogio, para un escritor, que el que sepa hablar, con el mismo tono, para doctos y para escolares" (citado por Noiriel, 1997). Por supuesto, el vocabulario que se requiere para expresarlo por escrito depende del nivel de especialización del trabajo.
corresponden de alguna manera a la realidad o a parte de ella), elaborado mediante un método racional adecuado. El objeto del conocimiento es infinito, tanto si se trata del objeto considerado como la totalidad de la realidad o del objeto captado como un fragmento cualquiera o un aspecto
de época en época. Al no existir un criterio universal que permita evaluar la actividad científica, corresponde a cada disciplina elaborar sus propias reglas de verdad. Un conocimiento puede considerarse "verdadero" si el conjunto de especialistas del área correspondiente (o "comunidad científica") lo acepta como tal.
y compromisos compartidos por los miembros de una comunidad de investigadores (Noiriel,
ejemplo o al modelo utilizado para solucionar problemas concretos en la investigación de diferentes disciplinas. Es, en definitiva, un conjunto de discursos organizados en torno a un
individuos se constituya en una comunidad científica: de otro modo se trataría de investigadores aislados o inconexos.
A fines del siglo XX no existe un solo modo de escribir la historia, ni una exclusiva teoría explicativa que se considere la única válida. El historiador puede elegir, aunque en general está moldeado por los conocimientos adquiridos en una determinada universidad, e influido por los profesionales que más admira o respeta, y por las obras clásicas de la temática a tratar. Las tradiciones decimonónicas que más han contribuido a la historia científica de hoy en día son
modo sucinto te bindamos a continuación algunas características de estas distintas formas de encarar el estudio de la historia.
El gran maestro de los historiadores positivistas fue Ranke. Cuando apenas tenía 29 años, en 1824, expresó: "Se ha atribuido al historiador la misión de juzgar el pasado, de enseñar el mundo contemporáneo para servir al futuro: nuestro intento no se inscribe en tan elevadas misiones; sólo intenta mostrar lo que realmente fue" (Noiriel, 1997: 55). Pensaba que al someter a los documentos
y tradiciones heredadas a una profunda crítica para discernir su origen y tratar de descubrir las intenciones ocultas además de las que se expresaban, lograría develar "lo que realmente sucedió", explicando el verdadero sentido de los acontecimientos. Sus seguidores, entusiastas, se dedicaron a desempolvar y llevar a la luz miles y miles de documentos que podrían desentrañar la verdad de lo acontecido. Pero muchos se quedaron en eso, sin crear un marco explicativo más amplio, naufragando en un mar de papeles, convirtiéndose en "ratones de archivo", creyendo que el conocimiento histórico procede en forma acumulativa y progresiva (Florescano, 1984). Ya en el siglo pasado se criticó a esta pretensión de veracidad de la historia basada puramente en documentos. En una polémica que Vicente Fidel López sostuvo con Bartolomé Mitre sobre la forma de 'escribir la historia, López cuestionaba la documentación de Mitre, diciendo que el historiador que se apoya sólo en lo escrito terminará escribiendo una historia de escritores y no de la nación entera. Si bien la historia positivista fue descalificada por los historiadores de este siglo tachándola de narrativa, acontecimental, política, biográfica, descriptiva, etcétera, es mucho más aceptada en la
creencia en la imparcialidad del historiador, el interés por los archivos, la crítica de las fuentes, brindan una imagen académica y legitiman nuevas formas de hacer historia que tengan en cuenta la mayoría de estos requisitos. Actualmente la historia tradicional sigue vigente -entre otros países- en los Estados Unidos, donde también desarrolló una importante corriente neopositivista, y en Alemania.
La teoría marxista de la historia fue elaborada por Marx para determinar "las leyes de la historia", y poder guiar, de este modo, al movimiento obrero en sus luchas revolucionarias. A mediados del siglo pasado, Marx partió del análisis razonado de una realidad concreta -el capitalismo industrial inglés- e investigó, con técnicas rigurosas, los procesos que originaban y producían el capital. Tomando a la realidad como una totalidad en la cual cada una de las partes que la componen condiciona y transforma a las demás, elaboró un instrumento teórico: el modo de producción, que capta la realidad social en su conjunto, teniendo en cuenta que las relaciones entre economía y sociedad son las características fundamentales de todo período histórico. El modo de producción es la forma en la cual se organiza el trabajo en W1a sociedad determinada, dependiendo de quiénes lo realicen, quién se apropie del mismo, quiénes son dueños de los medios de producción. Constituye la estructura económica de la sociedad, es decir, su base material. Sobre la estructura se asienta la superestructura, que es la organización jurídica, política, religiosa de la sociedad, y la justificación ideológica de la estructura económica y social. Pero la sociedad y la economía no son estáticas: son dinámicas. Impulsados -entre otros aspectos- por los conflictos sociales que dan lugar a la lucha de clases, surgen los cambios que marcan el progreso de la sociedad en la historia. Analizando la historia europea occidental, Marx determinó que de las primeras sociedades primitivas sin clases sociales (donde todos luchaban por su sustento) -el comunismo primitivo- se pasó al esclavismo, en el cual un grupo (gracias al excedente económico producido por la agricultura y la ganadería), se pudo apropiar del trabajo de una gran masa de hombres. Por distintas circunstancias se pasó al feudalismo -donde los señores feudales sometieron a gran parte del campesinado a servidumbre-, y de éste al capitalismo en la Edad Moderna.En el capitalismo la burguesía domina los medios de producción, pasando muchos trabajadores a ser mano de obra asalariada. La situación de miseria en la que estaba reducido este proletariado a mediados del siglo XIX y el comienzo de la organización obrera para enfrentar los abusos y mejorar su situación llevaron a
decir que la teoría de Marx tiene una gran parte de análisis de la realidad europea, histórica y
métodos estadísticos, de reconstruir series de precios, salarios, exportaciones que demuestren el comportamiento de una sociedad, de la realidad estudiada, y de sus transformaciones. De este modo se pueden analizar mejor los tiempos breves de los ciclos y las crisis demográficas, agrícolas y comerciales, y se le da más importancia a los procesos (mediana y larga duración) que a la historia política.
Según el criterio positivista de cientificidad, para que la historia sea científica debe despegarse el objeto a estudiar del sujeto que está investigando, quien debe actuar sólo corno observador. La creencia en la imparcialidad del historiador, en su objetividad, induce a errores: toda persona que se siente a observar algo lo hará con un preconcepto, con una ideología, con una cosmovisión. Si piensa que es "apolítico", es porque no tornó conciencia de que en realidad está aceptando al mundo establecido corno válido, y por lo tanto aprueba las relaciones sociales y económicas existentes. Quienes califican una postura de "ideológica" lo hacen generalmente porque va contra el sistema, cuando en realidad si no lo critica, está a favor del mismo y también forma parte de lila ideología (la dominante, claro está) aunque no esté explícita. En Europa, entre 1960 y 1980 se multiplicaron las disputas entre los historiadores "tradicionalistas", que se mantenían fieles a sus tradiciones de objetividad, moderación y neutralidad, y los "modernistas" que tenían un compromiso político (generalmente de izquierda).
social, "demasiado" influidas por doctrinas marxistas. Los modernistas afirmaban, en cambio, que sin un encuadre filosófico e interdisciplinar no puede discutirse el problema de la "verdad" o de la "objetividad" en la historia, y que además todo el estudio de la realidad (sea física o humana) siempre parte de un punto de vista. Agregaban que la postura de "objetividad" reivindicada por los tradicionalistas trataba de ocultar posiciones políticas conservadoras.
tuvieron militancia activa en partidos comunistas o socialistas de posguerra y participación en la lucha contra el nazi-fascismo.