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Tipo: Monografías, Ensayos
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Pekka Himanen Nacido en 1973 , obtuvo el Doctorado en Filosofía a los veinte años en la Universidad de Helsinki. Desde entonces ha trabajado como investigador en Finlandia e lnglaterra y en las Universidades norteamericanas de Stanford y Berkeley. Colaborador de Manuel Castells, han realizado conjuntamente diversos estudios, como el que se presenta. Asimismo, Himanen es muy conocido en el mundo de la cultura por sus relaciones con los artistas más vanguardistas y los medios de comunicación. Incluso ha sido convertido en personaje de una obra de teatro estrenada en Finlandia en 1996 y en el Soho londinense en otoño del 2001. En el centro de nuestra era tecnológica se hallan unas personas que se autodenominan hackers. Se definen a sí mismos como personas que se dedican a programar de manera apasionada y creen que es un deber para ellos compartir la información y elaborar software gratuito. No hay que confundirlos con los crackers, los usuarios destructivos cuyo objetiuo es el de crear virus e introducirse en otros sistemas: un hacker es un experto o un entusiasta de cualquier tipo que puede dedicarse o no a la informática. En este sentido, la ética hacker es una nueva moral que desafía la ética protestante del trabajo, tal como la expuso hace casi un siglo Max Weber en su obra clásica La ética protrestante y el espíritu del capitalismo , y que está fundada en la laboriosidad diligente, la aceptación de la rutina, el valor del dinero y la preocupación por la cuenta de resultados. Frente a la moral presentada por Weber, la ética del trabajo para el hacker se funda en el valor de la creatividad, y consiste en combinar la pasión con la libertad. El dinero deja de ser un valor en sí mismo y el beneficio se cifra en metas como el valor social y el libre acceso, la transparencia y la franqueza. Este libro es una invitación a recorrer las cuestiones fundamentales sobre la vida en la sociedad de la información, a emprender un viaje lleno de sorpresas que nos ayudará a orientar nuestras vidas hacia nuevas y apasionantes perspectivas. Una ética del trabajo para el nuevo milenio
Prefacio............................................................................................................................................. 5 Prólogo; ¿Por qué el hacker es como es? La ley de Linus, por Linus Torvalds............................................................................................... 9 PRIMERA PARTE LA ÉTICA DEL TRABAJO Capítulo 1. La ética hacker del trabajo............................................................................................. 14 Capítulo 2. ¿El tiempo es dinero?..................................................................................................... 25 SEGUNDA PARTE LA ÉTICA DEL DINERO Capítulo 3. El dinero como motivación............................................................................................ 40 Capítulo 4. La academia y el monasterio......................................................................................... 53 TERCERA PARTE LA NÉTICA O LA ÉTICA DE LA RED Capítulo 5. De la netiqueta a la nética............................................................................................. 66 Capítulo 6. El espíritu del informacionalismo................................................................................. 83 CONCLUSIÓN Capítulo 7. Descanso....................................................................................................................... 100 Epílogo: Informacionalismo y la sociedad red, por Manuel Castells........................................................................................................................ 109 Apéndice: Breve historia del hackerismo en informática................................................................................................................................. 124 Notas................................................................................................................................................ 130 Bibliografía...................................................................................................................................... 153 Agradecimientos.............................................................................................................................. 164
En el centro de nuestra era tecnológica se halla un grupo fascinante de personas que se autodenominan hackers. No se trata de celebridades televisivas con amplia fama y reconocimiento, pero todos conocen sus logros, que constituyen la nueva base tecnológica de la sociedad emergente: Internet y la Red de redes (lo que en conjunto podríamos llamar la Red), el ordenador personal, así como una parte importante del software utilizado para que todo ello funcione. El diccionario del argot hacker, el <
sus inicios, aludida en la definición antes citada al referirse a <<facilitar acceso a la informacìón y a los recursos informáticos>>, podría denominarse su ética de la red o nética. En este plano se han abordado ideas como la libertad de expresión en la Red y el acceso de todos a la Red. La mayoría de los hackers informáticos apoya sólo algunas partes de esta nética, pero en términos de su significación social deben ser comprendidas en un todo. El impacto de estos temas está aún por comprobarse, pero no cabe duda de que apuntan al centro de los desafíos éticos de la era de la información. Este libro se basa en una colaboración entre sus tres autores, llevada a cabo en formas diferentes durante varios años (con Manuel Castells a través de nuestra investigación conjunta en California, y con Linus Torvalds, pasándolo en grande). La idea de escribir un libro sobre la ética hacker nació en el otoño de 1998, cuando nos conocimos al coincidir como ponentes en un congreso celebrado en la Universidad de California en Berkeley, la tradicional plaza fuerte hacker. Decidimos entonces desarrollar nuestras ponencias, que trataban de los mismos temas que el trabajo que presentamos hoy. Establecimos que Linus sería el primero, como representante del hackerismo informático; Manuel presentaría su teoría de la era de la información (consistente en el ascenso del informacionalismo, el nuevo paradigma de la tecnología de la información, y una nueva forma social, la sociedad red); y a mí me tocaría examinar el significado social de la ética hacker situando el ejemplo del hackerismo informático de Linus en el marco más amplio de nuestra época perfilado por Manuel. Como era natural, cada uno de nosotros hablaría por sí mismo. El libro sigue este plan inicial: en su Prólogo, <<¿Por qué el hacker es como es? La ley de Linus>>, Linus, como creador de una de las innovaciones hackers más célebres de nuestra época, el sistema operativo Linux, expone su opinión sobre las fuerzas que contribuyen al éxito del hackerismo. Manuel se ha pasado los últimos quince años dedicado al estudio de nuestra época, que culminó en los tres volúmenes de una obra de más de millar y medio de páginas, La era de la información (con una segunda edición revisada en inglés y publicada en 2000). En el epílogo de este libro, <
punto de partida --y no como sistematización de cierre-- del análisis pueden consultar antes e1 epílogo de Manuel. Si no, demos la palabra a Linus Torvalds.
de cualquier ser vivo es sobrevivir. ¿Y las otras dos? Suponiendo que estemos de acuerdo en considerar que la supervivencia es una ferza motivadora fundamental, las otras se siguen de la pregunta: <<¿por qué está dispuesta la gente a arriesgar su vida?>>. Algo por lo que uno pueda perder su vida tiene que ser una motivación sin duda fundamental. A algunos les podría parecer discutible mi selección de fuerzas motivadoras, pero creo que estoy en lo cierto. Es fácil encontrar ejemplos de personas y de otros seres vivos que valoran sus vínculos sociales más que a sus vidas. En la literatura universal, Romeo y Julieta es el ejemplo clásico, sin duda, pero también la noción de <<morir por la propia familia/patria/religión>> refleja con claridad que los vínculos sociales pueden llegar a ser más importantes que la vida de uno mismo. El entretenimiento puede parecer una elección extraña; pero por entretenimiento entíendo algo más que jugar con la Nintendo. Es el ajedrez. Es la pintura. Es el ejercicio mental que comporta cualquier intento de explicar el universo. Einstein no estaba motivado por la supervivencia cuando pensaba en la física. Tampoco debió de ser para él una cuestíón social. Era entretenimiento. Entretenimiento es algo intrinsecamente interesante y capaz de plantear desafíos. Y la búsqueda de entretenimiento constituye sin duda un fuerte impulso. No es que alguien llegue a desear morir por la propia Nintendo, pero pensemos por ejemplo, en la expresión <
nuestro progreso consiste en ir pasando de una fase a otra en un proceso completo desde la <
Linus Torvalds afirma en su Prólogo que, para el hacker, <
inspiración y dicha. Esta relación apasionada con el trabajo no es una actitud que se encuentre sólo entre los hackers informáticos. Basta con mirar al mundo académico para encontrar un predecesor más antiguo. La actitud de la apasionada investigación intelectual recibió una expresión similar hace casi dos milenios y medio cuando Platón, el fundador de la primera academia, dijo de la filosofía que, <<como la luz que desprende el fuego cuando se enciende, nace en el alma y, en lo sucesivo, procura su alimento>>.(9) También se encuentra la misma actitud en cualquier otro ambito, entre los artistas, los artesanos y los <<profesionales de la información>>, desde los directores e ingenieros hasta quienes trabajan en los medios de comunicación, o en el mundo editorial y del diseño. No es sólo <
<<Esta peculiar idea, tan familiar para nosotros hoy en día, pero en realidad tan poco natural, del deber en una profesión, es lo que más característico resulta en la ética social de la cultura capitalista y, en cierto sentido, constituye su fundamento. Se trata de una obligación que el individuo se supone debe sentir y siente hacia el contenido de su actividad profesional, con independencia de en qué consista, en particular sin que importe si parece una utilización de sus facultades personales o sólo de sus posesiones materiales (como capital)>>. Weber continúa diciendo: <<No sólo es un sentido de la responsabilidad absolutamente indispensable, sino en general también una actitud que, al menos durante los horarios laborles, escapa de los cálculos continuos sobre cómo ganar el salario habitual con un máximo de confort y un mínimo de esfuerzo. El trabajo debe, al contrario, realizarse como si fuera un fin absoluto en sí mismo, una vocación.(13) A continuación demuestra Weber cómo la otra fuerza principal descrita en su ensayo, la ética del trabajo enseñada por los protestantes y surgida también en el siglo XVI, llevó más lejos tales metas. El predicador protestante Richard Baxter expresó la ética del trabajo en su forma pura: <<Es por la acción por la que Dios se ocupa de nosotros y nuestros actos; el trabajo es la moral así como el fin natural del poder>>, y decir <<oraré y meditaré [en lugar de trabajar] es como si un sirviente rechazara hacer un trabajo de suma dificultad y se limitara a cumplir sólo la parte más fácil y menor>> (14). Dios no se complace en ver a 1a gente meditar y orar, quiere que hagan su trabajo. Fiel al espíritu capitalista, Baxter aconseja a los empresarios que reafirmen en los trabajadores esta idea de hacer su trabajo lo mejor posible, convirtiéndola en un asunto de conciencia: <<Un sirviente fiel de verdad realizará todo el servicio que debe en obediencia a Dios, com si Dios mismo se lo hubiera pedido>>(15). Baxter resume esta actitud refiriéndose al trabajo como una <<vocación>>, (16) lo cual expresa muy bien las tres actitudes centrales de la ética protestante del trabajo debe ser considerado un fin en sí mismo, en el trabajo uno debe realizar su parte lo mejor posible y el trabajo debe ser considerado como un deber, que se lleva a cabo porque ha de ser realizado. A diferencia de la ética hacker del trabajo, cuyo precedente se halla en la academia, para Weber el de la ética protestante se halla en el monasterio y no hay duda de que, si analizamos la comparación de Weber, podemos percibir muchas semejanzas. En el siglo VI, por ejemplo, la regla monástica de San Benito exigía a todos los monjes que consideraran un deber el trabajo asignado, y a los hermanos haraganes les alertaba de que <<la inactividad es la enemiga del
platónica a cualquiera, con independencia de la filosofía, religión o cultura que pueda suscribir. Del mismo modo, podemos hablar de la <<ética protestante>> de alguien haciendo caso omiso de cuál sea su fe o cultura. Así, un japonés, un ateo o un católico devoto pueden actuar, y a menudo actúan, de acuerdo con la ética protestante. No es preciso buscar mucho para darse cuenta de lo poderosa que aún es la fuerza de esta ética. Una declaración tópica como la de <
El propósito de la vida El desplazamiento de la ética protestante no se llevará a caba de la noche a la mañana. Llevará tiempo, al igual que sucede con los grandes cambios culturales. La ética protestante se halla tan profundamente enraizada en nuestra consciencia presente que, a menudo, es pensada como si fuera la <