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Este documento explora la evolución de la cultura en la modernidad y el capitalismo de consumo, desde una perspectiva sociosemiótica. Se analiza cómo la cultura se desterritorializa y globaliza, creando nuevos referentes identitarios y formas de consumo. Se examinan las consecuencias de este proceso en la identidad social, el cuerpo y la satisfacción, así como la influencia de la publicidad y la mercadotecnia en la construcción de necesidades y deseos.
Tipo: Apuntes
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La concepción humanista define la cultura como un conjunto de aptitudes intelectuales y estéticas. Esta concepción liga la cultura a las bellas artes y la idea de ser culto. Es forjada por las élites dominantes (hombres blancos, letrados y cristianos) y tiene su legitimación en el campo de la filosofía, en el idealismo alemán. Desde esta perspectiva, la cultura pertenece a algunos pocos y se caracteriza por el etnocentrismo, es decir, la idea de que existen culturas superiores e inferiores, y que la propia cultura pertenece al grupo de las superiores.
La concepción antropológica sostiene que la cultura es todo aquello que no es naturaleza, es decir, todo lo creado por el ser humano. Esta mirada surge en el siglo XX de la mano de la antropología y se caracteriza por el relativismo cultural, la idea de que no existe una cultura superior o inferior, sino que todas son universalmente válidas y no se pueden juzgar desde otra.
Dentro de la concepción antropológica, encontramos la concepción descriptiva y la concepción socio semiótica, simbólica o interpretativa.
La concepción descriptiva nace en el siglo XIX y parte de las ideas del alemán Klemm, quien entiende la cultura como "el desarrollo gradual de la humanidad". Más tarde, Taylor define la cultura como "todo complejo que incluye conocimiento, creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres, y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre...". Esta antropología entiende que estudiar la cultura es observar, describir y clasificar (generar taxonomías).
La concepción socio semiótica nace en el siglo XX y parte de la idea de Weber, citada por Geertz: "el análisis de la cultura ha de ser no una ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en búsqueda de significaciones". Entonces, las concepciones socio semióticas se centran en los códigos de significación que compartimos los miembros de una cultura, es decir, en las dimensiones del sentido. Para Geertz, compartir
cultura es compartir códigos para poder comunicarse, y estudiar una cultura es poder acceder a los sentidos que en ella se comparten y construyen.
Otra definición, según el autor Margulis, es que "la cultura es el conjunto interrelacionado de códigos de significación, históricamente constituidos, compartidos por un grupo social, que hacen posible la comunicación, la interacción".
Néstor García Canclini, siguiendo esta línea, intenta separar la noción de cultura de la noción de sociedad, afirmando que todas las prácticas sociales tienen una dimensión cultural, pero no todo en ellas es cultura. Pone el ejemplo de la estación de servicio: cargar nafta es un acto material (práctica social), pero tiene una dimensión cultural (qué nos dice la marca del vehículo, cómo se llama al playero, con qué se paga, etc.).
Renato Ortiz – Espacio y Tiempo
La modernidad es un proyecto político/ideológico de cambio de mentalidades que se empieza a dar en el siglo XVIII y se desarrolló sobre todo en el siglo XIX. Este movimiento implicó profundas transformaciones a nivel político, económico, social, cultural, ético y tecnológico.
El proceso de secularización implica el reemplazo de la fe por la razón, es decir, el hecho de que la religión se vuelva un asunto privado y deje de explicar todas las esferas de la vida cotidiana. La modernidad es una ruptura con ese mundo encantado y fantasioso.
La memoria local o colectiva tiene que ver con las personas, es un conjunto de recuerdos o vivencias individuales, válida para aquellos que comparten los mismos recuerdos. Cuando el grupo se separa, surge "el olvido".
La memoria nacional es una construcción que trasciende al sujeto, no depende de él sino del Estado. Pertenece a todos, está asociada a la ideología por ser un resultado de la historia social. Está atada al poder y se recuerda o conmemora a través de festejos, días festivos y feriados. Perdura en el tiempo como parte de una ideología o "tradición inventada".
Ortiz establece una relación entre la memoria nacional y la modernidad. Dicha memoria se adapta al nuevo ritmo de vida, lo que se ve reflejado en el pasaje de las fiestas y conmemoraciones a los feriados, de la celebración ritual al ocio. Esto es la consecuencia de una necesidad de descanso que surge por el ritmo de vida en la sociedad de trabajo moderna.
En la París "pre-moderna", había un muro que contenía a la ciudad con el fin de mejorar la recaudación de impuestos sobre las mercancías y evitar el
mediante la interacción con otros grupos en lugares comunes. - Tradición: Hace referencia a los elementos de una cultura, que pasan de unos sujetos a otros mediante el tiempo (de generación en generación). - Aculturación: Está dado por el contacto de dos grupos que vienen de diferentes lugares y lo que se obtiene como resultado es un cambio en los patrones culturales.
En la modernidad, no tiene sentido analizar estas premisas de la antropología clásica porque la modernidad se basa en la movilidad y no por la fijeza. Por lo que no se puede analizar el proceso de mundialización de la cultura con estas premisas.
"No hay más centralidad, la movilidad de las fronteras diluyó la oposición entre lo autóctono y lo extranjero".
Un ejemplo claro de esto es la modernidad alimentaria. Antes se podía armar un mapa fijando los productos a sus regiones, pero con las nuevas conquistas tecnológicas, los alimentos se liberan de las ataduras regionales. El mundo artesanal es atropellado por la cocina industrial, y los productos tradicionales pueden ser preparados fuera de su lugar de origen. Se rompe de esta forma la relación entre lugar y alimento.
Internacionalización de los comportamientos
alimentarios
Se generó la internacionalización de los comportamientos alimentarios. Dos movimientos acentuaron el proceso de mundialización:
La diversificación de productos El pasaje de la cocina tradicional a la industrial
La veracidad de los mapas alimentarios se desvanece. No hay más centralidad. Lo que se mundializa son los hábitos ligados al tiempo de la modernidad.
Según Ortiz, la desterritorialización es un concepto en el cual la cultura se despega del territorio físico, este ya no lo determina. Hace referencia a espacios desterritorializados, que no conocen límites físicos o nacionales. Se refiere también a bienes, mensajes, servicios y códigos desterritorializados, que no tienen marcas que los liguen a un territorio. Y tiene que ver con estratos sociales desterritorializados, donde sectores sociales involucrados en la cultura no comparten el lugar físico, pero sí características identitarias (usualmente clases sociales con acceso al consumo).
La tesis del americanismo plantea la idealización de la cultura estadounidense y de su historia como síntesis de las esperanzas humanas, con la misión de difundir entre los hombres los valores democráticos y liberales. La misión americana era llevar a los pueblos atrasados hacia la modernidad norteamericana, donde de alguna manera al consumir sus mercancías estarían educándolos para una sociedad mejor. Desarrollan un capitalismo monopólico, una cultura de exportación, obteniendo como resultado dependencia política y cultural, debilitando las culturas nacionales.
La tesis del imperialismo cuestiona el poder del estado y la sociedad norteamericana. Viene marcado por su origen, se procura imponer ideas, modos de vida a todos aquellos que se encuentran bajo su yugo. Es una forma de dominación cultural.
Ortiz plantea que ambas tesis, la del americanismo y la del imperialismo, comparten las mismas premisas metodológicas porque ambas están expresadas en términos de "difusión" y "aculturación". Critica estas teorías porque proponen un "foco cultural" como parte de la evolución de centros de poder concentrados (naciones, Estados), utilizando los conceptos clásicos de la antropología.
Ortiz observa que lo que se llama americanización del mundo no es un avance imperialista, sino más bien una consecuencia del desarrollo de la modernidad, que podría caber mejor dentro de un proceso de mundialización de la cultura a causa de la circulación de bienes y no de la americanización. Con esto, no es que se esté ante la ausencia de una relación de poder o dominio, sino que al descentralizarse y no tener un foco más visible, responden a intereses políticos y económicos más difíciles de localizar, cuyas armas de legitimación cultural y simbólica trascienden los órdenes de una nación o pueblo y pasan a formar parte de los hábitos y costumbres de diversos grupos que se encuentran sumergidos en la modernidad.
Para Ortiz, la macdonalización tiene que ver más con una adaptación del mercado a las necesidades de los consumidores que con una imposición cultural. McDonald's adaptó su menú y sus servicios a las necesidades. Ya existía una necesidad de consumir comida rápida y al paso previa a su instalación. El contenido del menú no era lo importante, sino que cumplieran con la demanda de los consumidores y la fase interna de la modernidad-mundo.
La noción de identidad es una novedad histórica, para que esta exista debe haber un Estado y administración. Esta se construyó a través de una creación cultural de símbolos patrios tales como la unificación lingüística, la invención de símbolos, fiestas cívicas, desfiles patrios, la bandera, el himno, los héroes nacionales, etc. Esto permite el autorreconocimiento de los miembros de una misma comunidad. La nación constituye una nueva forma de organización social.
Ortiz afirma que la nación se "ha realizado históricamente a través de la modernidad" debido a que el paso de las sociedades agrarias a las industriales rompe con la segmentación estamental de la sociedad. El espacio se encuentra dilatado por la movilidad. La idea de nación hace que los individuos dejen de considerar sus regiones como base territorial, los separa de sus particularidades, de sus provincianismos, integrándolos en un todo social. Las partes se encuentran así integradas al todo. El espacio local se desterritorializa, y adquiere otro significado.
"La modernidad al mismo tiempo que se encarna en la nación trae con ella los gérmenes de su propia negación" sería que la identidad nacional se encuentra en desacuerdo con el movimiento que la engendra, hay desterritorialización por un lado y reterritorialización por el otro, por lo que la identidad nacional exige una reconstrucción permanente. Cada nación se configura a partir de un núcleo de irradiación, por lo que estado – nación es una instancia de producción de sentido.
"La modernidad impulsa el movimiento de desterritorialización fuera de las fronteras, acelerando la condición de movilidad y desencaje". La mundialización de la cultura crea nuevos referentes identitarios. Se eligen signos que vienen del proceso de globalización. La modernidad mundo acelera la desterritorialización y el desencaje de las fronteras nacionales. Estos referentes globales aproximan personas más allá de su nacionalidad, etnia o lengua.
Ejemplos de nuevos signos identitarios:
Juventud: La conducta de un estrato particular de jóvenes debe ser entendida al situarla como parte de una memoria global que fusiona un segmento de edad y de clase, aproximando personas a pesar de sus nacionalidades y etnia. El consumo: También es un tipo de ética, un modo de conducta. Los que participan de él están envueltos por valores y perspectivas afines. Grupos de clases medias mundializadas pueden aproximarse, comunicarse entre sí. Comparten gustos, inclinaciones, expectativas.
Música que expresa conciencia negra: África, Bahía, Caribe forman un universo que sustenta la subalternidad de los negros en las sociedades actuales y en el ludismo de las generaciones descendientes de esclavos.
Implica reconocer las condiciones del no-
lugar
Los no lugares se encuentran fuera del territorio local y particular de cada región. Dejan de lado las características territoriales para proponerse como espacios globales. Todos los que suscriben el contrato que les permite entrar se sienten parte de un todo global y, por lo tanto, desterritorializado. No hay en ellos lenguaje particular ni costumbres locales. Homogeneidad e individualidad guiada por textos que interpelan de la misma forma a todos, más allá de su territorio.
Según Sarlo, las grandes tiendas del siglo XIX y XX formaban parte de la ciudad, y sus vidrieras se incorporaban a la temática urbana. Proponían que sus bienes sean duraderos y de lujo, dándole gran importancia a las mercancías que vendían. Todo lo que había en la tienda era visible a través de la vidriera, y la gente se mezclaba generando un lugar de deseo. Los shoppings crean un espacio de falsa comunidad, es una comunidad de consumidores, donde a pesar de la desigualdad de recursos, todos tienen acceso visual a las mercancías. En este capitalismo de consumo, lo importante no es el producto, sino la marca. El shopping intenta separarse o diferenciarse de las grandes tiendas ofreciendo limpieza, seguridad, orden, etc. Aquí no se practica civilidad, ya que el objetivo es consumir.
Fragmentación espacial y procesos de
integración social
Según Svampa, en la Argentina a fines de los años 90 hubo una deserción del Estado, cuya presencia era mínima, solo garantizando la propiedad privada mediante la seguridad. Había un vaciamiento de las instituciones públicas, que se vaciaron de contenido y de elementos de integración social. Esto trajo como consecuencia un aumento notorio y visible en las desigualdades sociales.
La ciudadanía patrimonial surge de un modelo neoliberal en el que el estado se retrae a sus deberes básicos. Solo los ganadores podrán acceder a la autorregulación, como el caso de la seguridad privada. Las urbanizaciones privadas cuestionan el modelo de ciudadanía política para pasar al de ciudadanía patrimonial.
La racialización de las relaciones de clases
Según Margulis, la discriminación es social, ya que recae sobre una parte de la población, la más pobre, con menos oportunidades. Esto se vincula con las migraciones del interior y de los países limítrofes, en cuya presencia, rasgos corporales y vestimenta se advierten, combinadas con el mestizaje, la pobreza y formas culturales dominadas. Los "otros" son rechazados de tal manera que se van organizando itinerarios urbanos, delimitando territorios, estableciendo formas sutiles de permisividad o de exclusión.
Según Margulis, cuando se habla de raza se avala la clasificación de grupos humanos, basadas en presuntas diferencias que establecen desigualdades que suponen relaciones de superioridad e inferioridad. Actualmente, para la ciencia, se considera que las razas no existen (no es un hecho, pero sí un concepto). El racismo no está atado a la idea de raza, se refiere a grupos humanos a los que por diferentes razones se descalificado, interiorizado, maltratado o excluido.
Toda la identidad social opera por diferencias, "nosotros" supone un "otros" en función de rasgos, percepciones, códigos, etc. La distancia social y simbólica que nos separa de un "otro" puede ser mayor o menos y variar su carga afectiva y valorativa. El reconocimiento de las diferencias es constitutivo de la identidad. Lo que conduce a la discriminación es la negación al derecho de ser diferente.
Todorov hace una distinción entre racismo y racialismo. El racismo designa el comportamiento, las actitudes de odio y menos precio a grupos humanos, y el racialismo destinado al plano de las doctrinas,
formulación de teorizaciones ideológicas acerca de las razas humanas que sustentan el comportamiento racista.
La racialización de las relaciones de clases es el proceso de estructuración social basado en la discriminación, que da comienzo en la conquista de América. Legitiman el lugar central del hombre blanco y el lugar subordinado del otro (mestizo, indio) su inferioridad se constata en la vida cotidiana a partir de pautas estéticas y morales convertidas en naturaleza implementadas en la cultura. Para los individuos portadores de rasgos corporales poco valorados, a través de prácticas culturales disuasivas se les obturan las vías de ascenso, sumando la pobreza a la discriminación, y relegándolos a la periferia de la vida social, cercenando las posibilidades de acceso a la educación, salud, y a otros medios sociales que podrían reducir la desigualdad.
El panoptismo según Foucault
Según Foucault, el panoptismo es una característica propia de la modernidad. Consiste en una forma de vigilancia individual y continua, como un control de castigo y recompensa, y como corrección como método de formación y transformación de los individuos en función de ciertas normas. Los tres aspectos del panoptismo constituyen una dimensión fundamental y característica de las relaciones de poder que existen en una sociedad.
El panoptismo resulta eficaz debido a su estructura de vigilancia para poder observar sin ser vistos (ej.: cárcel, los reclusos no saben en qué momento están siendo vigilados o no). Antiguamente la arquitectura del espectáculo se basaba en que muchos individuos vean a uno solo (ej.: misa, teatro), en cambio la arquitectura de la vigilancia se trata de que el mayor número de personas puedan ser observadas por un solo individuo (ej.: escuelas, prisiones).
Los primeros modelos de control fueron el modelo francés y el inglés. El modelo francés excluía a los individuos, a los marginados. La idea era excluir al marginado solo con denuncia de por medio (reclusión por exclusión).
De aquí nace el biopoder, un tipo de poder que apunta directamente a la vida y fundamentalmente al desarrollo del capitalismo, ya que su objetivo es producir fuerzas.
Las ciencias prometeicas tienen como objetivo mejorar las condiciones de vida, buscando el bienestar masivo, con el límite del umbral de la vida (la muerte). Por otro lado, las ciencias fáusticas no están medidas por el umbral de la vida, no tienen límites éticos. Su objetivo es corregir el cuerpo, intervenir en la falla, así como también aumentar, prolongar y multiplicar la vida.
En el capitalismo de producción, el objetivo era potenciar las fuerzas vitales y convertirlas en recursos útiles para los intereses del capitalismo industrial. Gracias a la biopolítica, se construyó una importante figura sociopolítica y económica: el trabajador, el obrero. En el capitalismo de consumo, las empresas y las compañías privadas cumplen un papel fundamental en la construcción biopolítica de cuerpos y modos de ser, desplazando la antigua primacía del estado y sus instituciones de secuestro. El objeto es producir sujetos consumidores.
La tecnociencia es el desarrollo de la ciencia en un universo informático y digital, propio del siglo XX y XXI. El marketing, la ingeniería informática y genética comienzan a dar datos y con ellos buscan reconfigurar los cuerpos, para corregir los cuerpos virtualmente enfermos o peligrosos, con el fin de volverlos aptos para el mundo del trabajo.
El problema actual es que este Biopoder no está manejado por el estado, sino en manos de grandes grupos del mercado, convirtiendo así las vidas y sus datos en mercancías.
Anorexia y bulimia: El corsé de la
autodisciplina
La nueva forma de acumulación que propone la modernidad organiza al cuerpo en función de integrarlo al proceso productivo, por lo tanto, los nuevos valores serán que sea eficiente, dócil y disciplinable en el trabajo.
Lo que se come no es simplemente el fruto de una elección, sino la marca de una identidad social. Los medios de comunicación son los encargados de universalizar el nuevo estereotipo de cuerpo deseable, donde un cuerpo cuidado simboliza una conducta racional y alto grado de autoestima, lo que se traslada a un plano de relaciones interpersonales y a todos los ámbitos de la vida.
La publicidad reproduce un estereotipo de apariencia, promoviendo las dietas y el consumismo, lo que promueve el mercado a través del estímulo y la represión. La "hética" (delgadez) es un símbolo de corrección, disciplina y lo correcto, lo cual es éticamente aceptado por la sociedad.
El cuerpo perfecto es una utopía, ya que las personas se someten a grandes cambios corporales, como cirugías, dietas y actividad física extrema, llegando incluso a problemas de salud (bulimia, anorexia) o incluso la muerte. Los medios de comunicación y las redes sociales muestran un "cuerpo ideal" que es inalcanzable, lo que estigmatiza a la persona que desea tener esa figura.
Consumo vs consumismo
El consumo hace referencia a una acción individual y condición permanente de la vida, sin época ni historia. El consumismo es un acuerdo social que resulta de la reconversión de los deseos, ganas o anhelos humanos, principal fuerza de impulso y de operaciones de la realidad, una fuerza que coordina la reproducción sistemática, y es categorizador de la sociedad actual, teniendo a su cargo la integración social y la estratificación social.
La evolución del capitalismo llevó a la creación del consumismo como una necesidad. Sin este fenómeno consumista, el capitalismo no tendría en qué sustentarse.
Satisfacción: En las sociedades tradicionales existe un punto de llegada, metas a largo plazo. En las sociedades de consumo se genera una insatisfacción estructural, donde la satisfacción es efímera y no hay proyecciones a largo plazo.
tiene, pero que al obtenerlo y usarlo, la satisfacción es efímera. Esta pasión que se consume a sí misma es fortalecida tanto en los supermercados como en la política.
El motor de la moda: La publicidad y los medios de comunicación enseñaban a moldear a los deseos de tal manera que la gente se sienta insatisfecha con lo que tiene. La obsolescencia planificada: Se producían bienes para que no duraran, con el fin de que el público tuviera que comprar otros nuevos.
Hoy la fabricación se despliega a escala mundial, con la construcción de plataformas de bienes. La plataforma consta de un objeto básico con características propias, funcionalidad y estructuras, al que se le imponen cambios poco importantes y superficiales con el propósito de convertirlo en un producto de una marca determinada. Es la parte estética y superficial del producto, ese plusvalor que tiene sentido extra para los sujetos que lo toman como relevante.
Un segundo signo de la pasión por el consumo reside en la potencia. Tal es el caso de los productos que salen al mercado cuyas capacidades exceden las necesidades de cualquiera, como autos deportivos super-veloces o dispositivos con una capacidad de almacenamiento que exceden las necesidades del consumidor promedio. La idea de que no existen límites para lo que uno pueda llegar a hacer, conecta la potencia material del objeto con la capacidad potencial propia del individuo.
Una publicidad que se anuncia a sí misma
El valor uso de un producto refiere a un valor técnico, en estado sólido, se refiere a la función básica del mismo. Este valor de uso se fue devaluando con el devenir del capitalismo de consumo, dando lugar a un valor de cambio semántico de consumo que viene al alza.
El valor de cambio semántico es un valor simbólico producido por la publicidad mediante el dispositivo nominal de la lengua, vale en la medida que da que decir, y afecta directamente al valor de cambio económico.
La publicidad referencial se da en el marco del capitalismo de producción, donde se transforma a las personas y las cosas en valor de uso. La publicidad era referencial, se refería a los objetos y tomaba como datos las necesidades, produciendo productos para satisfacerlas. La publicidad estructural se da en el marco del capitalismo de consumo, donde las personas y las cosas se transforman en valor de cambio.
La publicidad y el capitalismo de consumo
La publicidad toma como dato los productos y produce la necesidad de consumir dichos productos. De hecho, la publicidad es más importante que el producto en sí mismo. Un producto en el mercado tiene un valor de uso (VU), un valor de cambio económico (VC económico) y un valor de cambio semántico (VC semántico). Este último, el valor de cambio semántico, es el que produce la publicidad.
En el capitalismo de producción, la marca marcaba al producto y era una garantía de su calidad. En el capitalismo de consumo, la marca "marca" al consumidor como perteneciente a un grupo, refiriéndose a la calidad del consumidor. El objetivo de la publicidad en el capitalismo de consumo es dar forma al consumidor, transformándolo en objeto. La publicidad ya no habla de los productos, sino de los consumidores, describiendo un modelo de vida imaginario al que se ingresa al comprar ese producto. La publicidad le dice a cada uno lo que puede y debe comprar, qué productos y marcas corresponden a su condición social.
Existen dos modos de socialización entre seres humanos que implican un dominio: la domesticación y la doma.
Domesticación
La domesticación es una adaptación a un espacio en el que solo son practicables algunas direcciones y sentidos. Se domestica a los miembros de las clases dominadas, quienes deben funcionar como objetos y no deben cambiar de camino. Por ejemplo, la escuela pública es un dispositivo de domesticación que nos transforma en objetos importantes para hacer proyectos.
Doma
La doma es una adaptación al espacio en el que todas las direcciones y sentidos son practicables. Se doma a los miembros de las clases dominantes, quienes deben funcionar como proyectos o proyectiles. Los transformados
La razón oficial para la creación de estas ZPE es la teoría del goteo: estas zonas son programas de creación de empleos y, con el tiempo, los salarios de los trabajadores permitirán lograr el desarrollo sostenible de la economía local. Sin embargo, el problema de esta teoría es que los salarios de la zona son tan bajos que los trabajadores deben emplear la mayor parte para pagar los alojamientos comunes y el transporte, y el resto lo gastan en los puestos de comida que hay frente a las zonas de trabajo. Los trabajadores no tienen el capital para comprar los productos que fabrican, y los derechos laborales son tan precarios que hay pocas posibilidades de que ganen lo suficiente para estimular la economía local.
Casullo plantea ocho elementos que forman parte de lo que está aconteciendo en relación a este mundo histórico de ideas:
Paso de un capitalismo de producción a un capitalismo de consumo, con un capital financiero especulativo por sobre el clásico capital de inversión industrial. Crisis del estado de bienestar, encargado de garantizar, proteger y organizar la fuerza de trabajo. Crisis de la opción alternativa al capitalismo, con la caída del socialismo real. Caída de la clase obrera y de los sindicatos, que contenían el poder de un cambio. Crisis de la sociedad del trabajo, por variantes tecnológicas y de recambio productivo. Crisis de las reformas burguesas de lo político y la política, con una indistinción de los partidos políticos. Emergencia de un tiempo cultural de reconversión tecnológica y revolución tecnológica, con el reemplazo del hombre por la máquina. Cultura de consumo, con los poderes del capital teniendo la posesión del mensaje de masas informativo, publicitario, de entretenimientos y deportivo.
Habermas, defensor de la modernidad, sostiene que la modernidad no ha terminado y que se debe tomar el camino de la razón crítica, ligada a la ética. Por su parte, Lyotard plantea que el tiempo moderno terminó porque los grandes metarrelatos modernos que le dieron referencia racional, horizonte y guía de acción han claudicado. Actualmente, los relatos son parciales, de razones circunstanciales, acompañados de un lenguaje variable para justificar esa circunstancialidad.
Gluksmann plantea que los medios de comunicación juegan un rol fundamental en lo que ella llama la "atrofia de la experiencia", ya que se vive lo que dijeron los mediadores que es lo real. La autora cree que estamos
atravesados por lo mediático, y que en realidad lo que exista o no exista ya no importa.
Por su parte, Berman cree que en la juventud hay algunas ideas modernas, pero que como etapa, esta ya se terminó.