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Ritos y Tradiciones Romanas en las Bodas, Resúmenes de Derecho Social

Las creencias y prácticas supersticiosas de los romanos en torno a las bodas, desde la consideración del mes de mayo como inadecuado para las celebraciones matrimoniales hasta la noche de la boda misma, llena de rituales y simbolismos. Se detalla el papel de los dioses, los auspicios, la firma de contratos, la decutio y la recepción en la nueva casa.

Tipo: Resúmenes

2020/2021

Subido el 29/09/2021

Gonzalezmay
Gonzalezmay 🇲🇽

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Los romanos eran muy supersticiosos y querían evitar todo mal augurio a toda costa así que ellos
consideraban el mes de mayo nefasto para la celebración mientras que la segunda quincena de
junio era la fecha idónea. La noche de antes, la novia tomaba sus juguetes de la infancia y de ropa
de niña y se la ofrecía en un ritual a los dioses familiares o Dioses Lares. Esa noche dormía con un
camisón especia llamado lectra, y una redecilla roja llamada recticulum. El día de la boda iba
vestida con una túnica blanca que significaba la pureza de la novia, esta era recta y se le ceñía a su
cuerpo con un cinturón llamado cingulum el cual estaba atado por el llamado nudus herculeus, que
representaba su virginidad y que sería desatado por el novio en la noche de bodas, el quitárselo
significaba que ella se entregaba a él, y en su cabeza portaba un velo rojizo llamado flammeum. El
novio, con su comitiva, iba en busca de la novia a su casa, la cual estaba decorada para la ocasión, y
el primer acto que se realizaba era los auspicios durante los cuales se rezaba y se consultaba la
voluntad de los dioses sobre la futura unión de la pareja. Había dos formas de hacerlo, o a través del
vuelo de los pájaros o tras sacrificar un animal y consultar sus entrañas. Después, en ciertas casas,
se procedía a la firma de los tabulae nupciales o el contrato ante 10 testigos, se entregaban los
regalos y acto seguido una matrona llamada pronuba unía las manos derechas de la pareja. Como
en toda boda se celebraba un convite en la casa de la novia y una vez finalizado, ya al anochecer,
empezaba la decutio, o ceremonia de acompañamiento de la recién esposa a la casa de su esposo.
En ella, se reproducía el Rapto de la Sabinas, y es que la novia se echaba a los brazos protectores de
su madre para evitar salir de su hogar mientras que el novio la arrancaba de ellos violentamente. En
este acto se fingían llantos y lamentos ante la pérdida de la hija. En comitiva y aguantando los
cantos lascivos o jocosos de los invitados, se dirigían a la casa del novio, aunque este último que se
adelantaba para poder recibir a su esposa en la puerta. Ella se acercaría a su nuevo hogar con 3
jóvenes (los cuales tenían a sus padres en vida) que le ayudaban a transportar el huso, la rueca y una
antorcha encendida de espino, llamado spino alba. Una vez allí, el marido le preguntaba a su esposa
cómo se llamaba y ella le respondía con la frase Ubi tu Gaius, ego Gaia (si tú Cayo, yo Caya), tras
esto, los acompañantes la levantaban a pulso y la hacían entrar a la casa sin tocar el quicio de la
puerta con el pie. Allí, junto con su marido y la pronuba, dedicaban unas plegarias a las divinidades
de la casa para que el nuevo integrante de la familia fuese aceptado. La noche terminaba para los
invitados quienes volvían a sus casas, pero no para la pareja, ya que era su noche de bodas. El novio
tomaba a su mujer en una violación legal, de la cual, la novia salía de ella ofendida contra su marido
por el trato recibido, aunque también hubo ocasiones que el novio se abstuviera de desflorarla
debido a su timidez. Y para finalizar, el día después se realizaba un banquete íntimo
llamado repotia, al cual asistían los familiares de los esposos y era donde les hacían entrega de sus
regalos.

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Los romanos eran muy supersticiosos y querían evitar todo mal augurio a toda costa así que ellos consideraban el mes de mayo nefasto para la celebración mientras que la segunda quincena de junio era la fecha idónea. La noche de antes, la novia tomaba sus juguetes de la infancia y de ropa de niña y se la ofrecía en un ritual a los dioses familiares o Dioses Lares. Esa noche dormía con un camisón especia llamado lectra , y una redecilla roja llamada recticulum. El día de la boda iba vestida con una túnica blanca que significaba la pureza de la novia, esta era recta y se le ceñía a su cuerpo con un cinturón llamado cingulum el cual estaba atado por el llamado nudus herculeus , que representaba su virginidad y que sería desatado por el novio en la noche de bodas, el quitárselo significaba que ella se entregaba a él, y en su cabeza portaba un velo rojizo llamado flammeum. El novio, con su comitiva, iba en busca de la novia a su casa, la cual estaba decorada para la ocasión, y el primer acto que se realizaba era los auspicios durante los cuales se rezaba y se consultaba la voluntad de los dioses sobre la futura unión de la pareja. Había dos formas de hacerlo, o a través del vuelo de los pájaros o tras sacrificar un animal y consultar sus entrañas. Después, en ciertas casas, se procedía a la firma de los tabulae nupciales o el contrato ante 10 testigos, se entregaban los regalos y acto seguido una matrona llamada pronuba unía las manos derechas de la pareja. Como en toda boda se celebraba un convite en la casa de la novia y una vez finalizado, ya al anochecer, empezaba la decutio, o ceremonia de acompañamiento de la recién esposa a la casa de su esposo. En ella, se reproducía el Rapto de la Sabinas, y es que la novia se echaba a los brazos protectores de su madre para evitar salir de su hogar mientras que el novio la arrancaba de ellos violentamente. En este acto se fingían llantos y lamentos ante la pérdida de la hija. En comitiva y aguantando los cantos lascivos o jocosos de los invitados, se dirigían a la casa del novio, aunque este último que se adelantaba para poder recibir a su esposa en la puerta. Ella se acercaría a su nuevo hogar con 3 jóvenes (los cuales tenían a sus padres en vida) que le ayudaban a transportar el huso, la rueca y una antorcha encendida de espino, llamado spino alba. Una vez allí, el marido le preguntaba a su esposa cómo se llamaba y ella le respondía con la frase Ubi tu Gaius, ego Gaia (si tú Cayo, yo Caya), tras esto, los acompañantes la levantaban a pulso y la hacían entrar a la casa sin tocar el quicio de la puerta con el pie. Allí, junto con su marido y la pronuba , dedicaban unas plegarias a las divinidades de la casa para que el nuevo integrante de la familia fuese aceptado. La noche terminaba para los invitados quienes volvían a sus casas, pero no para la pareja, ya que era su noche de bodas. El novio tomaba a su mujer en una violación legal, de la cual, la novia salía de ella ofendida contra su marido por el trato recibido, aunque también hubo ocasiones que el novio se abstuviera de desflorarla debido a su timidez. Y para finalizar, el día después se realizaba un banquete íntimo llamado repotia , al cual asistían los familiares de los esposos y era donde les hacían entrega de sus regalos.