Docsity
Docsity

Prepara tus exámenes
Prepara tus exámenes

Prepara tus exámenes y mejora tus resultados gracias a la gran cantidad de recursos disponibles en Docsity


Consigue puntos base para descargar
Consigue puntos base para descargar

Gana puntos ayudando a otros estudiantes o consíguelos activando un Plan Premium


Orientación Universidad
Orientación Universidad

La agonia del regimen del 45, Resúmenes de Geopolítica

La agonia del regimen del 45. La agonia del regimen del 45 La agonia del regimen del 45

Tipo: Resúmenes

2019/2020

Subido el 17/02/2020

pelayobolivar
pelayobolivar 🇪🇸

2 documentos

1 / 4

Toggle sidebar

Esta página no es visible en la vista previa

¡No te pierdas las partes importantes!

bg1
LA CRISIS DE LOS ORGANISMOS DISEÑADOS PARA
DIRIGIR EL MUNDO TRAS EL FINAL DE LA IIGM
-
La arquitectura diseñada tras la II Guerra Mundial está en crisis: la ONU
tiene una estructura obsoleta, la OTAN es un foco de disensiones entre
aliados, la Organización Mundial del Comercio está bloqueada por Donald
Trump y el Brexit, y el populismo han dañado el proyecto europeo. ¿Cómo
será el equilibrio de poder del mañana?
POR JORGE BENÍTEZ ILUSTRACIÓN DE AKIRANT
El presidente de los Estados Unidos estaba enfermo y moriría un par de meses después.
El primer ministro británico vivía a punto de ganar una guerra... y perder unas
elecciones. Mientras, el dictador soviético subyugaba a un pueblo que protagonizó el
mayor sacrificio bélico de la Historia. En el encuentro celebrado en febrero de 1945 en
Yalta, Franklin D. Roosevelt, Winston
Churchill e Iósif Stalin configuraron a orillas
del Mar Negro un nuevo orden mundial que
nacería cuando la Alemania nazi y Japón fueran
derrotadas.
Setenta y cinco años después de la reunión en Yalta que supuso el germen de la ONU,
los partidos independentistas y Podemos no dejan de criticar la Transición española y
juzgar con una severidad cuestionable lo construido por el denominado «Régimen del
78». Sin embargo, parecen ignorar que en realidad lo que ha caducado es una
arquitectura aún más compleja, sofisticada y que va más allá que cualquier interés
nacional: el Régimen del 45.
«El orden mundial establecido tras la II Guerra Mundial puede estar agonizando por
fuerzas externas e internas», afirma Robert Kagan, analista de talla mundial del
Brookings Institute, think tank especializado en gobernanza y política exterior. Estas
fuerzas destructoras que cita Kagan las conforman tanto la corriente populista que ha
asaltado muchos gobiernos y reniega del multilateralismo como la presión de nuevas
potencias que, en el siglo XXI, discuten el liderazgo de EEUU.
El nuevo orden está basado de cierta manera en el desorden. El mundo avanza con un
timón roto sin que nadie sepa interpretar su rumbo. Está el desafío chino a la hegemonía
estadounidense, el renacimiento de la agresiva política exterior de Rusia, una Europa
que ya no es el paraíso soñado, un Oriente Próximo que parece no tener remedio y una
Latinoamérica víctima de un trastorno bipolar ideológico.
Todas aquellas instituciones corales que deberían aportar coherencia a la política
internacional se están resquebrajando por la burocracia y el desdén de los gobiernos que
las integran. A pesar de que aún dotan a los países de legitimidad en sus acciones, estos
pf3
pf4

Vista previa parcial del texto

¡Descarga La agonia del regimen del 45 y más Resúmenes en PDF de Geopolítica solo en Docsity!

LA CRISIS DE LOS ORGANISMOS DISEÑADOS PARA

DIRIGIR EL MUNDO TRAS EL FINAL DE LA IIGM

La arquitectura diseñada tras la II Guerra Mundial está en crisis: la ONU

tiene una estructura obsoleta, la OTAN es un foco de disensiones entre

aliados, la Organización Mundial del Comercio está bloqueada por Donald

Trump y el Brexit, y el populismo han dañado el proyecto europeo. ¿Cómo

será el equilibrio de poder del mañana?

POR JORGE BENÍTEZ ILUSTRACIÓN DE AKIRANT El presidente de los Estados Unidos estaba enfermo y moriría un par de meses después. El primer ministro británico vivía a punto de ganar una guerra... y perder unas elecciones. Mientras, el dictador soviético subyugaba a un pueblo que protagonizó el mayor sacrificio bélico de la Historia. En el encuentro celebrado en febrero de 1945 en Yalta, Franklin D. Roosevelt, Winston Churchill e Iósif Stalin configuraron a orillas del Mar Negro un nuevo orden mundial que nacería cuando la Alemania nazi y Japón fueran derrotadas. Setenta y cinco años después de la reunión en Yalta que supuso el germen de la ONU, los partidos independentistas y Podemos no dejan de criticar la Transición española y juzgar con una severidad cuestionable lo construido por el denominado «Régimen del 78». Sin embargo, parecen ignorar que en realidad lo que ha caducado es una arquitectura aún más compleja, sofisticada y que va más allá que cualquier interés nacional: el Régimen del 45. «El orden mundial establecido tras la II Guerra Mundial puede estar agonizando por fuerzas externas e internas», afirma Robert Kagan, analista de talla mundial del Brookings Institute, think tank especializado en gobernanza y política exterior. Estas fuerzas destructoras que cita Kagan las conforman tanto la corriente populista que ha asaltado muchos gobiernos y reniega del multilateralismo como la presión de nuevas potencias que, en el siglo XXI, discuten el liderazgo de EEUU. El nuevo orden está basado de cierta manera en el desorden. El mundo avanza con un timón roto sin que nadie sepa interpretar su rumbo. Está el desafío chino a la hegemonía estadounidense, el renacimiento de la agresiva política exterior de Rusia, una Europa que ya no es el paraíso soñado, un Oriente Próximo que parece no tener remedio y una Latinoamérica víctima de un trastorno bipolar ideológico. Todas aquellas instituciones corales que deberían aportar coherencia a la política internacional se están resquebrajando por la burocracia y el desdén de los gobiernos que las integran. A pesar de que aún dotan a los países de legitimidad en sus acciones, estos

gustan más del libre albedrío que del consenso con sus vecinos. Por ello, para muchos expertos es necesario dotar a los organismos de cambios estructurales y organizativos. Sólo el mes pasado se celebraron la reunión más tumultuosa de la historia de la OTAN y la decepcionante Cumbre del Clima de Madrid, auspiciada bajo el paraguas de la ONU. También se produjo una crisis sin precedentes en la Organización Mundial del Comercio por el veto de Donald Trump a su tribunal de arbitraje. Resulta que en la era de la globalización, las instituciones globales están en coma. Puede haber llegado el momento de reescribir la carta planetaria. «Este proceso se inició hace varios años mediante una voladura controlada dirigida desde Washington», dice Felipe Sahagún, profesor de Relaciones Internacionales en la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense de Madrid, quien explica que desde 1945 el orden internacional se ha sustentado en dos pilares: el militar y el económico, que se han transformado a ritmos desacompasados. «La gran sacudida en el segundo la provoca la adopción de las reglas capitalistas de Rusia y China», dice. Esto no significa que las principales organizaciones del mundo vayan a desaparecer mañana, pero sí un aviso a navegantes: sobrevivir exige cambiar. «Hoy los países se meten en varias organizaciones porque quieren jugar a distintas barajas», apunta Félix Arteaga, investigador principal del Real Instituto Elcano. Estas han crecido en Asia (ANSA-China, Unión Económica Euroasiática) y en África (Unión Africana, Comunidad de Desarrollo de África Austral). Mientras, las herederas de la posguerra del 45 no han digerido el nuevo equilibrio de poder ni asumen los cambios estructurales y organizativos que exige el siglo XXI. En primer lugar, entremos en la institución más importante, al menos de puertas para afuera. Para ello tenemos al mejor guía: Inocencio Arias fue embajador de España ante la ONU durante una de las divisiones más duras que ha sufrido la institución, la guerra de Irak: «La ONU es un buen ejemplo de esta inoperancia», dice. «Frecuentemente está desaparecida no por incapacidad, sino porque depende de la voluntad de los cinco miembros permanentes, para los que sus intereses nacionales pasan muy por delante de los de la comunidad internacional». En el Consejo de Seguridad de la ONU, los miembros permanentes con derecho a veto siguen siendo los vencedores de la Segunda Guerra Mundial (EEUU, Reino Unido, Francia y Rusia) más China, que lo logró en 1971. No tiene silla la primera potencia europea: Alemania. Ni Brasil, Indonesia, Japón o Nigeria, todos gigantes regionales. Tampoco India, rival de China en Asia, que aglutina uno de cada siete habitantes del planeta. Para Inocencio Arias, más que en la representación el problema radica en que los países más poderosos del Consejo de Seguridad son «tan egoístas e incumplidores como el primero». En ese órgano de paz los mayores vendedores y compradores de armas del mundo son «los cinco países permanentes». Los que mandan no quieren ceder poder. Los que eran influyentes en 1945 y ya lo son menos no quieren reconocer oficialmente que su tiempo pasó, que la cultura estratégica es muy diferente a la de la posguerra.

caídas en desgracia que se han convertido en una sopa de letras con más futuro como preguntas del Trivial que como polos de influencia. Hablamos de la Liga Árabe, fundada en 1945, que más allá de su solidaridad con Palestina se ha mostrado nula en la guerra de Siria o en Yemen. O qué decir de la OEA (Organización de Estados Americanos) que sigue en crisis por la constante pelea entre países pro-Washington y el eje bolivariano. La resurrección del estado-nación es un hecho en muchos aspectos, a pesar del impulso de la globalización. El Estado no sólo se impone a las organizaciones internacionales sino también a las grandes empresas. «El Estado va a seguir siendo clave», asegura el coronel Pedro Baños, profesor muchos años de Estrategia en la Escuela Superior de las Fuerzas Armadas y autor de varios bestsellers sobre geopolítica. «A pesar de lo que siempre se ha creído, la política se impone a la economía. En Rusia se dijo que los oligarcas dominaban el país, pero Putin ha vencido a todos los millonarios que se han enfrentado con él. Por su parte, Amazon y Google trabajan para el Pentágono y el gobierno chino inyecta, aunque lo niegue, dinero, en empresas como Huawei. Los resortes de un estado son todavía muy poderosos». Queda por saber cómo será el futuro de las relaciones internacionales si se vive una crisis de régimen. El influyente diplomático y analista estadounidense Richard N. Haas es defensor directamente del reseteo del equilibrio heredado de la Segunda Guerra Mundial. Para ello considera imprescindible mantener el respeto por las soberanías nacionales pero añadiendo lo que él denomina la obligación soberana. Un concepto que conforma el orden mundial 2.0, en el que los estados soberanos no solamente tienen derechos sino obligaciones también hacia los demás. Este nuevo escenario internacional planteado por Haas, a día de hoy utópico, necesitaría de un nuevo conjunto de normas en las que se prohibiera el apoyo al terrorismo, se cooperara frente al cambio climático y los peligros del ciberespacio y se afrontarán conjuntamente estrategias de salud global. Todo con el objetivo de poner un poco de orden en el desorden. Que no es poco.