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Este documento analiza los estilos de crianza y sus efectos en el desarrollo emocional y social de los niños, desde la infancia hasta la adolescencia. Se explica cómo los estilos de crianza autoritarios, permisivos, democráticos y negligentes pueden condicionar el comportamiento y la autoestima de los niños, y se proporcionan estrategias para superar las crisis familiares y promover el desarrollo emocional y social adecuado.
Tipo: Apuntes
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La interacción, la relación y la comunicación afectiva, hacen del sistema de la familia un complemento para la socialización de la crianza. También, las bases éticas y morales de dicho sistema determinan algunos estilos de crianza, y estos, a su vez, condicionan entre otras cosas, el desarrollo emocional y afectivo de los individuos, por tanto, los estilos de crianza suponen la base para formar individuos más o menos adaptativos a las demandas sociales, así se ha estudiado el presente tema en diversos países alrededor del mundo. Cuando se habla de estilos de crianza se hace referencia a un conjunto de conductas ejercidas por los padres hacia los hijos (niño, niña), teniendo en cuenta que los padres son los principales responsables del cuidado y protección de los niños/niñas, desde la infancia hasta la adolescencia. Patterson (2002), señala que las pautas de crianza son el principal determinante del comportamiento antisocial en el niño. En este caso en particular, los estilos de crianza son un mecanismo básico denominado condicionamiento de escape, según el cual un niño aprende a responder de forma aversiva para más la importancia de investigar acerca de los estilos de crianza y sobre las repercusiones que esto acarrea consigo. Los padres autoritarios y permisivos no propician un despliegue adecuado de habilidades sociales (Valiente, Fabes, Eisenberg y Spinrad, 20 04), mientras que un estilo de crianza basado en el afecto y en el control inductivo, favorece el desarrollo de conductas socialmente adecuadas (Confalonieri y Giuliani, 2005; Isaza, 2012) Estilo de crianza autoritario. Un control fuerte en cuanto la exigencia, poca disposición y reciprocidad definen el estilo de crianza autoritario. Aquí son los adultos los que mandan, y los niños los que callan y obedecen. Son padres que esperan muchísimo de sus hijos, imponen gran cantidad de reglas y si no se cumplen aplican castigos. Por otro lado, no suelen ser afectuosos con sus hijos, sino que se muestran distantes. Los niños suelen ser sumisos y obedientes, de baja autoestima, sin embargo, ante tantas normas y exigencias los hijos pueden rebelarse en la
adolescencia. Los niños de padres autoritarios suelen tener una baja autoestima, puesto que sus padres no han tenido en cuenta sus necesidades emocionales y afectivas al mismo nivel que las normas. Han aprendido que el poder y exigencias externas son prioritarias, y por eso se muestran obedientes y sumisos ante poderes externos. Sin embargo, son niños inseguros con baja inteligencia emocional, que difícilmente tienen autocontrol sobre sus emociones o conductas cuando una fuente de control externo está ausente. Por esta razón, son vulnerables a presentar conductas agresivas ante las situaciones cuyo autocontrol solo depende de ellos mismos. Estilo de crianza permisivo. Por el contrario, padres permisivos son aquellos de control relajado, alta disponibilidad y reciprocidad para las necesidades de los niños. Hoy en día es común escuchar hablar de los “padres helicóptero”, los que sobrevuelan alrededor de sus niños, pendientes de satisfacer hasta el menor de sus caprichos y que no saben decir un “no”. El estilo de crianza permisivo se basa en establecer pocos ( o ningún) límites, resultando perjudicial para estos niños, que después tienen dificultades para desempeñarse académica y socialmente y suelen comportarse como pequeños “tiranos". Estos niños se caracterizan por ser muy alegres, divertidos y expresivos. Sin embargo, al no estar acostumbrados a las normas, los límites, las exigencias y el esfuerzo, también son niños muy inmaduros, incapaces de controlar sus impulsos y que se rinden con facilidad. Además, suelen ser niños bastante egoístas, puesto que siempre les han priorizado por encima de todo, y no han tenido que renunciar a cosas por los demás. Estilo de crianza democrático. Se lo conoce también como estilo de crianza asertivo. Es el más equilibrado, sabe combinar un control fuerte con una alta disponibilidad. Son padres que ponen reglas claras, pero están abiertos a dialogar y explicar sus motivos. Sus hijos reciben contención y afecto además de límites, y suelen crecer con autoestima alta, empatía hacia los demás y capacidades de liderazgo. Los niños de padres democráticos se caracterizan por tener una autoestima sana, con confianza en ellos mismos,
En situaciones de crisis y problemáticas familiares, es crucial adoptar medidas proactivas para fomentar la comunicación abierta, la empatía y la búsqueda de soluciones colaborativas. Establecer límites claros, buscar apoyo profesional si es necesario y promover el autocuidado son pasos fundamentales para superar estos desafíos. Las crisis familiares pueden generar diversos estresores, como la falta de comunicación efectiva, conflictos interpersonales, cambios inesperados en la dinámica familiar, problemas financieros, y la incertidumbre sobre el futuro. La pérdida de apoyo social y la carga emocional también pueden contribuir al estrés durante estos periodos difíciles. Es fundamental abordar estos estresores con enfoque, comprensión y, en algunos casos, asistencia profesional. Frente a crisis familiares, es esencial implementar estrategias efectivas de afrontamiento, como:
de tensión, como la ansiedad, la depresión, el trastorno de estrés postraumático, entre otras. Factores como la pérdida, la inestabilidad financiera o los conflictos interpersonales pueden contribuir a este deterioro. Es crucial reconocer los signos de problemas de salud mental y buscar ayuda cuando sea necesario. La intervención temprana y el apoyo profesional, a través de psicoterapia o asesoramiento, pueden ser fundamentales para abordar estos desafíos. Además, promover un entorno de apoyo y comprensión dentro de la familia puede contribuir positivamente a la recuperación y al manejo de las enfermedades mentales en tiempos de crisis. Las problemáticas familiares también pueden tener repercusiones en la salud física de los individuos. El estrés crónico asociado con situaciones familiares difíciles puede contribuir al desarrollo o empeoramiento de enfermedades físicas. Algunas condiciones de salud que pueden estar relacionadas incluyen: