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Orientación Universidad
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Inventando tradiciones, Apuntes de Análisis Económico

Resumen de clase sobre las tradiciones

Tipo: Apuntes

2022/2023

Subido el 07/06/2025

victoria-travaglia
victoria-travaglia 🇦🇷

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INVENTANDO TRADICIONES
Eric Hobsbawm
Nada parece más antiguo, y ligado a un pasado inmemorial, que la pompa que rodea a la
monarquía británica en sus ceremonias públicas. Sin embargo, como lo establece uno de los
capítulos de este libro, su forma moderna es producto del final del siglo XIX y del XX.
“Tradiciones” que aparecen o proclaman ser antiguas, con frecuencia tienen un origen
reciente y algunas veces son inventadas. Quien esté familiarizado con los colegios de las
antiguas universidades británicas puede pensar en la institución de tales “tradiciones” a
escala local; a pesar de que algunas -como el anual Festival de las Nueve Lecciones y
Villancicos en la capilla del King's College de Cambridge, en la víspera de Navidad- hayan
llegado a generalizarse a través del moderno medio masivo de la radio. Esta observación fue
el punto de partida de una conferencia que organizó la revista de historia Past & Present, y lo
que a su vez formó la base de este libro.
El término “tradición inventada” se usa en un sentido amplio pero no impreciso. Incluye tanto
a las “tradiciones” realmente inventadas, construidas e instituidas de manera formal, y a
aquellas que surgen de un modo menos rastreable dentro de un periodo breve y fechable -un
asunto de unos cuantos años tal vez- y que por sí mismas se establecen con gran rapidez. El
mensaje navideño de la realeza en Inglaterra -instituido en 1932- es ejemplo de lo primero; la
aparición y el desarrollo de las prácticas asociadas a la Copa Final de la Asociación Británica
de Fútbol es del segundo. Resulta evidente que no todas ellas son igualmente permanentes,
por eso nos interesan su aparición y su establecimiento, más que sus posibilidades de
supervivencia.
Tradición inventada” se refiere al conjunto de prácticas, regidas normalmente por reglas
manifiestas o aceptadas tácitamente y de naturaleza ritual o simbólica, que buscan inculcar
ciertos valores y normas de comportamiento por medio de la repetición, lo que implica de
manera automática una continuidad con el pasado. De hecho, cuando es posible, estas
prácticas intentan normalmente establecer una continuidad con un pasado histórico
conveniente. Un ejemplo importante es la opción deliberada por el estilo gótico en la
reconstrucción del Parlamento Británico durante el siglo XIX; y la igualmente deliberada
decisión, después de la Segunda Guerra Mundial, de reedificar las cámaras parlamentarias
exactamente con el plan básico de antaño. El pasado histórico dentro del cual se inserta la
nueva tradición no necesita que lo prolonguen, remontarlo hasta la supuesta noche de los
tiempos. Sin embargo, en tanto haya una referencia a un pasado histórico, la peculiaridad de
las tradiciones “inventadas” es que su continuidad con tal pasado es en buena parte artificial.
En breve, son respuestas a situaciones novedosas que toman la forma de referencia a
situaciones antiguas, o que establecen su propio pasado por una repetición cuasi obligatoria.
El contraste entre el cambio constante e innovador del mundo moderno y el intento de
estructurar al menos algunas partes de la vida social dentro de ella como invariables o
inmutables, es lo que hace que la “invención de la tradición” haya sido un tema de gran
interés para los historiadores de los últimos siglos.
“Tradición” en este sentido debe diferenciarse con claridad de “costumbre”, eso que domina
las llamadas sociedades “tradicionales”. El objeto y las características de las “tradiciones”,
incluidas las inventadas, es el ser invariables. El pasado al que se remite, real o inventado,
impone prácticas fijas -normalmente formalizadas-, tales como la repetición. La “costumbre”
tiene la doble función de ser motor y guía en las sociedades tradicionales.
La diferencia entre la “tradición” y la “costumbre”, tal y como aquí las entendemos, a
continuación está claramente ilustrada. La “costumbre” es lo que hacen los jueces; la
“tradición” -en esta instancia, la tradición inventada- es la peluca, la túnica y otras prácticas
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INVENTANDO TRADICIONES

Eric Hobsbawm Nada parece más antiguo, y ligado a un pasado inmemorial, que la pompa que rodea a la monarquía británica en sus ceremonias públicas. Sin embargo, como lo establece uno de los capítulos de este libro, su forma moderna es producto del final del siglo XIX y del XX. “Tradiciones” que aparecen o proclaman ser antiguas, con frecuencia tienen un origen reciente y algunas veces son inventadas. Quien esté familiarizado con los colegios de las antiguas universidades británicas puede pensar en la institución de tales “tradiciones” a escala local; a pesar de que algunas -como el anual Festival de las Nueve Lecciones y Villancicos en la capilla del King's College de Cambridge, en la víspera de Navidad- hayan llegado a generalizarse a través del moderno medio masivo de la radio. Esta observación fue el punto de partida de una conferencia que organizó la revista de historia Past & Present, y lo que a su vez formó la base de este libro. El término “tradición inventada” se usa en un sentido amplio pero no impreciso. Incluye tanto a las “tradiciones” realmente inventadas, construidas e instituidas de manera formal, y a aquellas que surgen de un modo menos rastreable dentro de un periodo breve y fechable -un asunto de unos cuantos años tal vez- y que por sí mismas se establecen con gran rapidez. El mensaje navideño de la realeza en Inglaterra -instituido en 1932- es ejemplo de lo primero; la aparición y el desarrollo de las prácticas asociadas a la Copa Final de la Asociación Británica de Fútbol es del segundo. Resulta evidente que no todas ellas son igualmente permanentes, por eso nos interesan su aparición y su establecimiento, más que sus posibilidades de supervivencia. Tradición inventada” se refiere al conjunto de prácticas, regidas normalmente por reglas manifiestas o aceptadas tácitamente y de naturaleza ritual o simbólica, que buscan inculcar ciertos valores y normas de comportamiento por medio de la repetición, lo que implica de manera automática una continuidad con el pasado. De hecho, cuando es posible, estas prácticas intentan normalmente establecer una continuidad con un pasado histórico conveniente. Un ejemplo importante es la opción deliberada por el estilo gótico en la reconstrucción del Parlamento Británico durante el siglo XIX; y la igualmente deliberada decisión, después de la Segunda Guerra Mundial, de reedificar las cámaras parlamentarias exactamente con el plan básico de antaño. El pasado histórico dentro del cual se inserta la nueva tradición no necesita que lo prolonguen, remontarlo hasta la supuesta noche de los tiempos. Sin embargo, en tanto haya una referencia a un pasado histórico, la peculiaridad de las tradiciones “inventadas” es que su continuidad con tal pasado es en buena parte artificial. En breve, son respuestas a situaciones novedosas que toman la forma de referencia a situaciones antiguas, o que establecen su propio pasado por una repetición cuasi obligatoria. El contraste entre el cambio constante e innovador del mundo moderno y el intento de estructurar al menos algunas partes de la vida social dentro de ella como invariables o inmutables, es lo que hace que la “invención de la tradición” haya sido un tema de gran interés para los historiadores de los últimos siglos. “Tradición” en este sentido debe diferenciarse con claridad de “costumbre”, eso que domina las llamadas sociedades “tradicionales”. El objeto y las características de las “tradiciones”, incluidas las inventadas, es el ser invariables. El pasado al que se remite, real o inventado, impone prácticas fijas -normalmente formalizadas-, tales como la repetición. La “costumbre” tiene la doble función de ser motor y guía en las sociedades tradicionales. La diferencia entre la “tradición” y la “costumbre”, tal y como aquí las entendemos, a continuación está claramente ilustrada. La “costumbre” es lo que hacen los jueces; la “tradición” -en esta instancia, la tradición inventada- es la peluca, la túnica y otras prácticas

ritualizadas y el resto de la parafernalia que rodea a la actividad esencial de los jueces. La decadencia de una “costumbre” modifica inevitablemente a la “tradición” con la que habitualmente se entrelaza. Una segunda distinción, menos importante, que debe hacerse es entre la “tradición” o la rutina que no tienen una función ritual o simbólica significativa como tal, aunque pudieran adquirirla accidentalmente. Es evidente que cualquier práctica social que tenga que realizarse repetidamente tenderá, para su conveniencia y eficacia, a desarrollar un conjunto tal de rutinas y convenciones que puedan formalizarse de hecho o de derecho con el propósito de dar a conocer las prácticas a los nuevos practicantes. Esto se aplica tanto a prácticas sin antecedentes -como el trabajo de un piloto aviador-, como a prácticas de gran familiaridad. Desde la revolución industrial las sociedades se han visto obligadas de manera natural, y con mas frecuencia que las anteriores, a inventar, instituir o desarrollar redes nuevas de tales convenciones y rutinas. En la medida en que funcionan mejor al convertirse en hábitos, en procedimientos automáticos o hasta en actos reflejos, estas prácticas requieren de la inmutabilidad, que podría mezclarse con los otros requerimientos necesarios para la práctica, la capacidad para enfrentar las contingencias no habituales o imprevistas. Tales redes de convenciones y rutinas no son “tradiciones inventadas”, ya que sus funciones, y por lo tanto sus justificaciones, son más técnicas que ideológicas -en términos marxistas: pertenecen más a la “base “ que a la “superestructura”-. Están diseñadas para facilitar operaciones prácticas definidas, y se les puede abandonar o modificar con facilidad para enfrentar necesidades practicas cambiantes, Aquí se asume que inventar tradiciones es esencialmente un proceso de formalización y de ritualización que se caracteriza por su referencia al pasado, aunque sólo sea por una repetición impuesta. Desde nuestro punto de vista, es más interesante el empleo de materiales antiguos para construir tradiciones inventadas nuevas con propósitos enteramente nuevos. En el pasado de cualquier sociedad hay acumulado un gran almacén de tales materiales, así como siempre está accesible un lenguaje elaborado de prácticas simbólicas y de comunicación. A veces las nuevas tradiciones pueden surgir fácilmente de otras antiguas, en otras ocasiones se les inventa pidiéndolas prestadas del surtidísimo almacén de los rituales oficiales, los simbolismos y las exhortaciones morales: la religión y la pompa principesca, el folklor y la francmasonería Qué tanto las nuevas tradiciones pueden usar materiales antiguos, qué tanto se le deben forzar para inventar lenguajes y emblemas nuevos, o para extender el antiguo vocabulario simbólico más allá de sus límites establecidos, todo esto no se puede discutir aquí. Es claro que muchas de las instituciones políticas, grupos y movimientos ideológicos -no menos en el nacionalismo- a tal grado carecían de precedentes que hubo que inventar hasta su continuidad histórica, creando, por ejemplo, un pasado remoto más allá de la continuidad histórica real, También es claro que un conjunto de símbolos y emblemas nuevos cobraron existencia como parte de los estados y movimientos nacionales, tales como el himno nacional -entre los cuales el británico de 1740 parece ser de los primeros-, la bandera nacional -variaciones en gran medida de la bandera francesa tricolor revolucionaria, desarrollada entre 1790-94-, o la personificación de la “nación” en símbolos e imágenes, de tipo oficial como en Marianne y Germania, o no oficiales, como los estereotipos caricaturizados de John Bull, el flaco Tío Sam yanqui o el German Michel.