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Un informe detallado sobre la situación en argentina durante el primer año de gobierno de la junta militar que tomó el poder en 1976. El texto denuncia las graves violaciones a los derechos humanos cometidas por el régimen, incluyendo torturas, desapariciones y asesinatos de opositores políticos, sindicalistas e intelectuales. Además, critica duramente la política económica implementada, que ha empobrecido aún más a la clase trabajadora y a los sectores populares. El documento expone de manera contundente cómo la junta militar, lejos de procurar la paz y defender los derechos humanos como afirma, es la fuente misma del terror y la represión en argentina. Con un lenguaje denunciatorio y apasionado, el texto busca sacudir la conciencia del mundo civilizado ante los crímenes cometidos por el régimen militar.
Tipo: Apuntes
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telectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndo- los, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años.
El primer aniversario de esta Junta Mili- tar ha motivado un balance de la acción de gobierno en documentos y discursos oficia- les, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades.
El 24 de marzo de 1976 derrocaron us- tedes a un gobierno del que formaban par- te, a cuyo desprestigio contribuyeron como ejecutores de su política represiva, y cuyo término estaba señalado por elecciones convocadas para nueve meses más tarde. En esa perspectiva lo que ustedes liquida- ron no fue el mandato transitorio de Isabel Martínez sino la posibilidad de un proce- so democrático donde el pueblo remediara males que ustedes continuaron y agravaron.
Ilegítimo en su origen, el gobierno que ustedes ejercen pudo legitimarse en los he- chos recuperando el programa en que coin- cidieron en las elecciones de 1973 el ochenta por ciento de los argentinos y que sigue en pie como expresión objetiva de la voluntad del pueblo, único significado posible de ese “ser nacional” que ustedes invocan tan a menudo.
Invirtiendo ese camino han restaurado ustedes la corriente de ideas e intereses de
minorías derrotadas que traban el desarro- llo de las fuerzas productivtas, explotan al pueblo y disgregan la Nación. Una política semejante sólo puede imponerse transito- riamente prohibiendo los partidos, inter- viniendo los sindicatos, amordazando la prensa e implantando el terror más profun- do que ha conocido la sociedad argentina.
sos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror.
Colmadas las cárceles ordinarias, crea- ron ustedes en las principales guarniciones del país virtuales campos de concentración donde no entra ningún juez, abogado, pe- riodista, observador internacional. El secre- to militar de los procedimientos, invocado como necesidad de la investigación, con- vierte a la mayoría de las detenciones en se- cuestros que permiten la tortura sin límite y el fusilamiento sin juicio.
Más de siete mil recursos de hábeas corpus han sido contestados negativamen- te este último año. En otros miles de casos de desaparición el recurso ni siquiera se ha presentado porque se conoce de antema- no su inutilidad o porque no se encuentra abogado que ose presentarlo después que los cincuenta o sesenta que lo hacían fue- ron a su turno secuestrados.
De este modo han despojado ustedes a la tortura de su límite en el tiempo. Como el detenido no existe, no hay posibilidad de presentarlo al juez en diez días según manda un ley que fue respetada aún en las cumbres represivas de anteriores dictaduras.
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La falta de límite en el tiempo ha sido complementada con la falta de límite en los métodos, retrocediendo a épocas en que se operó directamente sobre las articulacio- nes y las vísceras de las víctimas, ahora con auxiliares quirúrgicos y farmacológicos de que no dispusieron los antiguos verdugos. El potro, el torno, el despellejamiento en vida, la sierra de los inquisidores medieva- les reaparecen en los testimonios junto con la picana y el “submarino”, el soplete de las actualizaciones contemporáneas.
Mediante sucesivas concesiones al su- puesto de que el fin de exterminar a la guerilla justifica todos los medios que usan, han llegado ustedes a la tortura ab- soluta, intemporal, metafísica en la medi- da que el fin original de obtener informa- ción se extravía en las mentes perturbadas que la administran para ceder al impulso de machacar la sustancia humana hasta quebrarla y hacerle perder la dignidad que perdió el verdugo, que ustedes mis- mos han perdido.
nombres de los prisioneros es asimismo la cobertura de una sistemática ejecución de rehenes en lugares descampados y ho- ras de la madrugada con el pretexto de fraguados combates e imaginarias tenta- tivas de fuga.
Extremistas que panfletean el campo, pintan acequias o se amontonan de a diez en vehículos que se incendian son los estereo- tipos de un libreto que no está hecho para ser creído sino para burlar la reacción inter- nacional ante ejecuciones en regla mientras
en lo interno se subraya el carácter de repre- salias desatadas en los mismos lugares y en fecha inmediata a las acciones guerrilleras. Setenta fusilados tras la bomba en Segu- ridad Federal, 55 en respuesta a la voladura del Departamento de Policía de La Plata, 30 por el atentado en el Ministerio de De- fensa, 40 en la Masacre del Año Nuevo que siguió a la muerte del coronel Castellanos, 19 tras la explosión que destruyó la comisa- ría de Ciudadela forman parte de 1.200 eje- cuciones en 300 supuestos combates donde el oponente no tuvo heridos y las fuerzas a su mando no tuvieron muertos.
Depositarios de una culpa colecti- va abolida en las normas civilizadas de justicia,incapaces de influir en la políti- ca que dicta los hechos por los cuales son represaliados, muchos de esos rehenes son delegados sindicales, intelectuales, familia- res de guerrilleros, opositores no armados, simples sospechosos a los que se mata para equilibrar la balanza de las bajas según la doctrina extranjera de “cuenta-cadáveres” que usaron los SS en los países ocupados y los invasores en Vietnam.
El remate de guerrilleros heridos o captu- rados en combates reales es asimismo una evi- dencia que surge de los comunicados militares que en un año atribuyeron a la guerrilla 600 muertos y sólo 10 ó 15 heridos, proporción desconocida en los más encarnizados con- flictos. Esta impresión es confirmada por un muestreo periodístico de circulación clandes- tina que revela que entre el 18 de diciembre de 1976 y el 3 de febrero de 1977, en 40 acciones reales, las fuerzas legales tuvieron 23 muertos y 40 heridos, y la guerrilla 63 muertos.
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ha perdido el rumbo y sólo puede balbucear el discurso de la muerte.
La misma continuidad histórica liga el asesinato del general Carlos Prats, duran- te el anterior gobierno, con el secuestro y muerte del general Juan José Torres, Zel- mar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruíz y decenas de asilados en quienes se ha que- rido asesinar la posibilidad de procesos de- mocráticos en Chile, Boliva y Uruguay.
La segura participación en esos crímenes del Departamento de Asuntos Extranjeros de la Policía Federal, conducido por oficiales becados de la CIA a través de la AID, como los comisarios Juan Gattei y Antonio Gettor, sometidos ellos mismos a la autoridad de Mr. Gardener Hathaway, Station Chief de la CIA en Argentina, es semillero de futu- ras revelaciones como las que hoy sacuden a la comunidad internacional que no han de agotarse siquiera cuando se esclarezcan el papel de esa agencia y de altos jefes del Ejér- cito, encabezados por el general Menéndez, en la creación de la Logia Libertadores de América, que reemplazó a las 3 A hasta que su papel global fue asumido por esa Junta en nombre de las 3 Armas.
Este cuadro de exterminio no excluye si- quiera el arreglo personal de cuentas como el asesinato del capitán Horacio Gándara, quien desde hace una década investigaba los negociados de altos jefes de la Marina, o del periodista de “Prensa Libre” Horacio Novillo apuñalado y calcinado, después que ese diario denunció las conexiones del mi- nistro Martínez de Hoz con monopolios internacionales.
A la luz de estos episodios cobra su significado final la definición de la guerra pronunciada por uno de sus jefes: “La lu- cha que libramos no reconoce límites mo- rales ni naturales, se realiza más allá del bien y del mal”.
del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes in- curren. En la política económica de ese go- bierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada.
En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar, resucitando así formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductos coloniales.
Congelando salarios a culatazos mien- tras los precios suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo toda forma de re- clamación colectiva, prohibiendo asam- bleas y comisioncs internas, alargando horarios, elevando la desocupación al récord del 9% prometiendo aumentarla con 300.000 nuevos despidos, han retro- traído las relaciones de producción a los comienzos de la era industrial, y cuando los trabajadores han querido protestar los han calificados de subversivos, secues- trando cuerpos enteros de delegados que
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en algunos casos aparecieron muertos, y en otros no aparecieron.
Los resultados de esa política han sido fulminantes. En este primer año de gobier- no el consumo de alimentos ha disminuido el 40%, el de ropa más del 50%, el de me- dicinas ha desaparecido prácticamente en las capas populares. Ya hay zonas del Gran Buenos Aires donde la mortalidad infantil supera el 30%, cifra que nos iguala con Rho- desia, Dahomey o las Guayanas; enfermeda- des como la diarrea estival, las parasitosis y hasta la rabia en que las cifras trepan hacia marcas mundiales o las superan. Como si esas fueran metas deseadas y buscadas, han reducido ustedes el presupuesto de la salud pública a menos de un tercio de los gastos militares, suprimiendo hasta los hospitales gratuitos mientras centenares de médicos, profesionales y técnicos se suman al éxodo provocado por el terror, los bajos sueldos o la “racionalización”.
Basta andar unas horas por el Gran Bue- nos Aires para comprobar la rapidez con que semejante política la convirtió en una villa miseria de diez millones de habitan- tes. Ciudades a media luz, barrios enteros sin agua porque las industrias monopólicas saquean las napas subtérráneas, millares de cuadras convertidas en un solo bache por- que ustedes sólo pavimentan los barrios militares y adornan la Plaza de Mayo , el río más grande del mundo contaminado en todas sus playas porque los socios del mi- nistro Martínez de Hoz arrojan en él sus residuos industriales, y la única medida de gobierno que ustedes han tomado es prohi- bir a la gente que se bañe.
Tampoco en las metas abstractas de la economía, a las que suelen llamar “el país”, han sido ustedes más afortutunados. Un descenso del producto bruto que orilla el 3%, una deuda exterior que alcanza a 600 dólares por habitante, una inflación anual del 400%, un aumento del circulante que en solo una semana de diciembre llegó al 9%, una baja del 13% en la inversión externa constituyen también marcas mundiales, raro fruto de la fría deliberación y la cruda inepcia.
Mientras todas las funciones creadoras y protectoras del Estado se atrofian hasta disolverse en la pura anemia, una sola crece y se vuelve autónoma. Mil ochocientos mi- llones de dólares que equivalen a la mitad de las exportaciones argentinas presupues- tados para Seguridad y Defensa en 1977, cuatro mil nuevas plazas de agentes en la Policía Federal, doce mil en la provincia de Buenos Aires con sueldos que duplican el de un obrero industrial y triplican el de un director de escuela, mientras en secreto se elevan los propios sueldos militares a partir de febrero en un 120%, prueban que no hay congelación ni desocupación en el reino de la tortura y de la muerte, único campo de la actividad argentina donde el producto crece y donde la cotización por guerrillero abati- do sube más rápido que el dólar.
nacional según una receta que se aplica in- distintamente al Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia, la política económica de esa Junta sólo reconoce como beneficiarios a la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selecto de mono- polios internacionales encabezados por la